LITURGIA SEMANAL - 1ª SEMANA DE CUARESMA ‘C’


 Lunes 11 de marzo
Mateo 25,31-46   “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? …   cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.

Nuestras acciones no quedan ocultas, nuestras opciones no son intrascendentes; todo es importante a la mirada  de Dios, que premia toda obra buena y de generosidad que podamos hacer. Esto se refleja en el relato del juicio final, donde las únicas preguntas que se mencionan son las que  tienen que ver con lo que hicimos o dejamos de hacer por los demás. El hambre, la desnudez, la migración y la enfermedad son realidades que claman al cielo y que piden de manera efectiva la misericordia y la bondad de los creyentes en Jesús.
Jesús pone en el centro de su mensaje la caridad, entendida como verdadero amor a ese Dios que realmente  vive en el prójimo. Él nos recuerda que todo aquello que hagamos por los hermanos en este mundo, es como si se lo hiciéramos a Él mismo. Dejemos que la caridad, que proviene del amor de Dios, inunde nuestras vidas y nos impulse a amar a Jesús en cada uno de sus hermanos, aquí en la tierra.  Entrenarnos para amar aquí y ahora es a lo que nos invita la Cuaresma de manera más intensa, porque la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor, es la máxima lección de amor que Él nos ha dejado.

Martes 12 de marzo
Mateo 6,7-15  "Cuando recen, no usen muchas palabras, … el Padre sabe lo que les hace falta …   Ustedes recen así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos… y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno”

Jesús enseña a sus discípulos a rezar el Padrenuestro. Los invita a orar sin demasiadas pala-bras, como el hijo que habla con su padre: sin palabras complicadas ni grandes discursos, con la sencillez de quien sabe que su padre lo escucha y desea lo mejor para él.   La intensidad de nuestra relación con Dios no se mide por la cantidad de palabras, sino por la calidad de nuestra relación con Él. De ahí la invitación de Jesús a dirigirnos a Dios como lo que es, nuestro Padre.   Durante la oración de hoy, hagamos lo posible por desechar preocupaciones y temores y permanezcamos  sentados delante de Él, repitiendo lentamente y meditando cada palabra del Padre Nuestro. Antes de hacerle peticiones, démosle gracias por su amor y alabémoslo por su compasión y su misericordia. Pidámosle que nos de la gracia de ser cada día más conscientes de nuestra condición de hijos suyos amados. Cuán diferente es la vida cuando sabemos que el Padre nos cubre la espalda, y que "el otro" no es “unotro” cualquiera, sino hijo también amado por el mismo Padre.

Miércoles 13 de marzo
Lucas 11,29-32 : Cuál era la señal de Jonás? En el Evangelio de San Lucas se entiende que esta señal es la predicación de arrepentimiento, no los tres días que pasó Jonás en el vientre de la ballena.

Jesús dijo a la multitud que la única señal que se les daría, sería la señal de Jonás, porque  así como Jonás había sido una señal para la gente de Nínive, Él mismo era una señal decisiva para su pueblo,. Cuando Jonás expuso su mensaje de arrepentimiento, los ninivitas se arrepintieron y creyeron en Dios. Jesús predicó el mismo mensaje, a la gente que lo escucha-ba, y los llamó “generación perversa” por no haber creído. Mucho más que Jonás, Jesús fue una señal que manifestaba el Reino de Dios y llamaba al pueblo al arrepentimiento.  Hoy tam-bién Cristo es una señal para nosotros: tenemos su palabra en la Escritura, una palabra que tiene tanto poder ahora como hace dos mil años, ya que está vivificada por el eterno Espíritu de Dios.
“Señor Jesús, no permitas que mi corazón se endurezca. Penetra en mi corazón con la espada de tu palabra, para que yo sepa responder a tu mensaje de amor y me arrepienta de mis pecados.”

Jueves 14 de marzo
Mateo 7,7-12: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.”

Jesús nos invita a orar con confianza y con perseverancia, Si un niño obtiene de su padre aquello que necesita, tanto más nosotros recibiremos aquello que pedimos cuando nos dirigi-mos al Padre que está en los cielos, que se caracteriza por ser infinitamente más bueno y más poderoso que cualquier padre de este mundo. No olvidemos que Él mismo nos dijo: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán…”
Dios es sumamente generoso y está constantemente dando sin límites; pero al mismo tiempo, quiere que aprendamos a pedir, a buscar y a llamar a la puerta. ¿Por qué?  Porque sabe que en el proceso de pedir con perseverancia y confianza, aprendemos a derribar las barreras de la incredulidad, de  la desconfianza y del desánimo.

Viernes15 de marzo
Mateo 5,20-26:  “…si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano…”

En el Evangelio de hoy, Jesús comienza por mostrarnos lo que quiere decir cuando habla de llevar la Ley a su perfección. Él anula algunas exigencias del Antiguo Testamento,  pero no elimina las exigencias esenciales.  Esta simplificación no implica que el seguimiento de Jesús sea menos exigente.  El nuevo modelo es más alto que el antiguo, porque se relaciona con nuestro corazón y no con una simple acción externa. No es suficiente no matar al hermano, le debemos respeto.
El tomar parte en la liturgia tiene sentido solamente si gozamos de una buena relación con los otros.  No tiene sentido para mí, ofrecer sacrificios cuando tengo problemas con mi hermano.
Señor, aquí le estás hablando a mi corazón. No me puedo reconciliar contigo a menos que primero me reconcilie con mi vecino. Señor, estás llevando mi conciencia a mi ser profundo. Seré juzgada/o no por lo que he hecho en público, sino por los actos voluntarios de mi corazón..

Sábado 16 de marzo
Mateo 5,43-48  “… Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo…”

Jesús pide que ensanchemos nuestro corazón más allá del círculo de nuestros amigos y pa-rientes. Nos pide un amor universal, como el amor mismo del Padre. El modelo a seguir es Dios mismo, que ama a todos los hombres porque es padre de todos. Ama a los que no lo aman. Derrama sus dones sobre todos. «Ser hijo de Dios» significa parecerse a Él en el modo de obrar. Lo que define al discípulo de Jesús es el perdón y el amor a los enemigos. La caridad fraterna adquiere su verdadera fisonomía desde la misericordia, que consiste en la imitación de su amor misericordioso.  Ser perfectos en el sentido que propone Jesús es ser capaces de llevar hasta el final, hasta las últimas consecuencias el amor que Dios ha depositado en nuestro corazón, amando sin ninguna medida, sin ningún límite. Somos amados y perdonados por Dios gratuitamente. Él nos envía para que hagamos lo mismo con los demás. Esta nueva actitud de vida, esta conversión del corazón no es obra del hombre, sino que es la obra de Dios, por eso Jesús invita a la oración de unos por otros, para que se complete y perfeccione la obra salva-dora de Dios en nosotros.

Domingo 17  de marzo     (2º de cuaresma C)
Lucas 9,28b-36: Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escú-chenlo".
Los discípulos reciben una nueva prueba de que Jesús es el Mesías y sienten la voz directa-mente del Padre, quien les advierte la necesidad de escuchar a su Hijo con atención. Con la transfiguración, Jesús nos muestra lo que significa estar en la gloria de Dios Padre, pero tam-bién nos recuerda que la única forma de disfrutar de esa gloria  es escuchando las palabras  del Hijo de Dios: «Escúchenlo, es mi hijo amado»… No es necesario subir a la montaña, ni armar tiendas, sino estar atentos, escuchar  y vivir su palabra. Cuando Jesús habla de la cruz nos quiere recordar que no existe vida cristiana sin abnegación y sin sacrificio.  Él tuvo que cargar la cruz para alcanzar la gloria de la resurrección y esto nos ayuda a pensar que podemos so-brellevar con paciencia los cambios de planes, las actitudes de los demás y tolerar las incom-prensiones, y estaremos siguiendo el camino de Jesús, no para guardar el misterio como hicieron los apóstoles, sino para celebrar junto a Él la vuelta a la vida y vivir con alegría lle-vando nuestras propias cruces.

S. Antonio Gianelli, en una instrucción al pueblo, dice: No podemos ascender al monte santo de Dios ni gozar de su beatífica visión, sin la fe de Pedro, sin la esperanza de Santiago, sin l caridad de Juan…”


“Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación.   (Mensaje Cuaresma 2019)