1º SEMANA DE PASCUA (Octava de Pascua)
Lunes 22 de abril
Mateo 28,8-15: "Las mujeres, …llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro ... De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: "Alégrense". Ellas se acercaron … y se postraron delante de Él. Y Jesús les dijo: "No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán".
Al ver el sepulcro vacío y al oír las palabras del ángel que les aseguraba que ‘no está aquí, ha resucitado’, las mujeres se marchan presurosas. Y en seguida se les aparece Jesús que les dice: Alégrense. No tengan miedo. Vayan a anunciar.
Alégrense. Es lo que nos pide hoy. Vivir la alegría porque Jesús resucitó, porque Jesús está a nuestro lado. No tengan miedo. En este tiempo de pascua echemos fuera todos nuestros miedos. Vayan a anunciar. Estas mujeres fueron las primeras en dar testimonio de la resu-rrección de Jesús y se convirtieron en mensajeras de la gran noticia para con los mismos apóstoles: CRISTO VERDADERAMENTE RESUCITÓ. Aquellas mujeres fueron las que lo anunciaron. Hoy nos toca a nosotros ser anunciadores de esta alegre noticia. En todos los lugares: en la comunidad, en la familia, en la radio, en la televisión, en la escuela, en los hos-pitales, en el vecindario, en el trabajo, en todos los campos de la vida social. Seamos anun-ciadores de la Buena Noticia, anunciadores del evangelio, anunciadores que Cristo nuestra alegría y nuestra esperanza ha resucitado.
Martes 23 de abril
Juan 20,11-18: He visto al Señor y me ha dicho estas palabras…
El Evangelio describe la aparición de Jesús a María Magdalena. Esta escena de llanto y re-encuentro, merece ser contemplada lentamente, desde el interior del corazón de María Mag-dalena. Pedro y Juan han contemplado la tumba vacía y se han ido. Pero María está angus-tiada, pensando sólo en Jesús a quien ha visto morir, y deseando por lo menos ver su cuerpo. Son sus lágrimas las que le impiden reconocer a Jesús. De improviso escucha una voz fami-liar que la llama por su nombre. Su mundo se transforma: “¡He visto al Señor!”. Ella pudo ver a través de la frontera entre la vida y la muerte, y así encontrar a su Maestro.
Jesús está ansioso de enviar una palabra a sus discípulos que lo han abandonado. Él quiere que ellos sepan que siguen siendo, a pesar de todo, sus hermanos. Él quiere que ellos sepan que su Padre es aún el Padre de ellos, y que su Dios es aún el Dios de ellos. Él quiere que sepan que están perdonados.
Miércoles 24 de abril
Lucas 24,13-35 Dos discípulos de Jesús iban andando … a una aldea llamada Emaús, … iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Dos discípulos vuelven tristes a su aldea para retomar la monótona vida de siempre. No les faltan motivos para estar tristes. El Evangelio ha sido derrotado y Jesús ha muerto. Pero un extraño se acerca y comienza a explicarles las Escrituras y Jesús recalca, a los dos discípulos que Cristo debía sufrir y al tercer día resucitar de entre los muertos. A medida que lo es-cuchan su corazón comenzó a arder. Hacia el final del viaje, sube de su corazón una oración simple: “Quédate con nosotros… ya está cayendo la tarde y se termina el día.”. El extraño se queda, se sienta a la mesa y parte el pan. En ese momento sus ojos se abren y reconocen a Jesús, pero él desapareció.
Como los discípulos, yo camino contigo, Señor, en todo tipo de formas; pero yo no siempre te reconozco. Jesús, encuéntrame donde esté. Acércate y camina conmigo. Abre las Escrituras para mí y ayúdame a reconocer cómo mi historia vuelve a la vida, cuando yo escucho la tuya. Por tanto déjame oír tus buenas noticias para que mi corazón pueda brillar. Permíteme olvidarme de mi mismo y recibir tu espíritu. Tú me traes el mensaje de vida y confías en mí: que yo haga por otros lo que Tú quieres hacer por mí.
Jueves 25 de abril
Lucas 24,35-48: Los discípulos de Emaús “ contaron lo que les había sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de esto, cuando se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con vosotros".
Jesús viene como consolador, con palabras de paz, para los temerosos y dudosos discípulos. Su mundo se les ha dado vuelta. Estaban atemorizados con la Presencia viva de aquel que sabían que estaba muerto. Jesús usó muchos medios para fortalecer la frágil fe de ellos. Él les mostró sus heridas, comió con ellos.
El Papa Francisco en una homilía sobre este pasaje dice: “Nosotros somos temerosos de la alegría, y Jesús con su Resurrección nos brinda la alegría; la alegría de ser cristianos; la alegría de seguirlo de cerca; la alegría de tomar el camino de las Bienaventuranzas; la alegría de estar con Él, la alegría de recibir la misión de comunicar a todos el Evangelio del amor.
Recemos con el Papa Francisco: “Que el Señor pueda abrir nuestras mentes y hacernos comprender que Él es una realidad viviente, que Él tiene un cuerpo, que está con nosotros y que nos acompaña siempre”.
Viernes 26 de abril
Juan 21,1-14 Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Una noche de pesca sin resultados deja las redes vacías y los corazones tristes. Jesús toma la iniciativa y se encuentra con los discípulos muy temprano por la mañana. Los invita a comer: “Vengan y desayunemos”. Está preparada una mesa abundante con pescado, alimentos, amor, calidez y gran alegría. Aquí se sanan las relaciones rotas.
Jesús, tú te encuentras conmigo en el borde del agua de mi vida diaria. Me aceptas con amor, me animas y me invitas a participar de la abundancia. Alimentado/a por el alimento de tu palabra, entibiado/a por el fuego de tu amor infalible, a mi vez quiero alimentar, sanar y amar a aquellos con quienes me encuentre hoy.
Sábado 27 de abril
Marcos 16,9-15
La Escritura de hoy es el apéndice del evangelio de San Marcos y nos ofrece una oportunidad para revisar nuestra experiencia de la semana de Pascua y para preguntarnos sobre el im-pacto que esa semana tuvo en nuestras vidas.
El Evangelio de Marcos destaca el camino del discipulado, donde se entremezclan la cruz y la resurrección. La fe en el Cristo resucitado llega lentamente a los discípulos. Tres veces en este Evangelio se nos dice que los “testigos de Jesús no creían”. La falta de fe que tenían los discípulos era una decepción para Jesús y sin embargo los envía a proclamar la buena nueva. Jesús toma la iniciativa y desafía la incredulidad y obstinación de los discípulos. Nuestra incredulidad no descorazona al Señor resucitado!.
Ser discípulos y compartir la Buena Nueva es la invitación que Jesús nos hace a todos. Y nos manda hacerlo en silencio, o con palabras, y con nuestro estilo de vida.
“ Señor, yo creo, pero ayúdame en mi incredulidad!
Domingo 28 de abril (2º domingo de Pascua o de la Divina Misericordia)
Juan 20,19-31 "Jesús le dice a Tomás: Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".
Ya estamos en el segundo domingo de Pascua. Los discípulos están encerrados, tienen mie-do, son pesimistas ante la situación que han visto y vivido, pero Jesús, que nunca abandona, se presenta ante ellos cuando menos lo esperan. Él es el portador del perdón y de la paz.
Todos, como Tomás, queremos seguir a Cristo. Todos ponemos en duda en algunos momen-tos de la vida, que él esté a nuestro lado, pero el gesto de Jesús a Tomás, el mismo que cada día nos ofrece a nosotros: meter nuestro dedo en su llaga, la llaga de la verdad, del amor y de la cercanía nos deben llenar de alegría.
El evangelista recalca la importancia de vivir la fe en comunidad, porque en ella vemos la fuerza del Espíritu, la fuerza de que no estamos solos. Por ello nos pide que llevemos el amor, la paz y el perdón como signo de su misericordia infinita.
Es bueno plantearnos dudas, interrogantes sobre nuestra fe para poder encontrar la luz, y cuando la hayamos encontrado decir: ¡CRISTO HA RESUCITADO Y VIVE ENTRE NOSO-TROS!
Te pedimos Señor que nos concedas la gracia de ser dignos de la bienaventuranza: "Dichosos los que crean sin haber visto" Con la fe, nuestra vida será inmensamente dichosa, serena, sencilla y feliz.