11º SEMANA DURANTE EL AÑO
Lunes 15 de junio
Mateo 5, 38-42 “….ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal…. “
El evangelio de hoy forma parte de una pequeña unidad literaria que describe como pasar de la antigua justicia de los fariseos a la nueva justicia del Reino de Dios. Describe como subir la Montaña de las Bienaventuranzas, de donde Jesús anunció la nueva Ley del Amor.
El gran deseo de los fariseos era alcanzar la justicia, ser justo ante Dios. Es éste también el deseo de todos nosotros. Justo es aquel que consigue vivir allí donde Dios quiere que lo haga. Los fariseos se esforzaban para alcanzar la justicia a través de la observancia estricta de la Ley. Pensaban que era por el esfuerzo que podrían llegar hasta el lugar donde Dios los quería. Jesús toma postura ante esta práctica y anuncia que la nueva justicia tiene que superar la justicia de los fariseos. Ahora será hacer de la “voluntad de Padre” la meta a alcanzar. Por eso, en el evangelio de hoy estamos casi llegando a la cima de la montaña. La cima Jesús la describe con la frase: “sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”.
Busquemos profundamente llegar a este último grado que nos falta hasta la cima de la Montaña, de la que San Juan de la Cruz dice: “Aquí reinan el silencio y el amor”.
Nuestro camino de discípulos de Jesús, ¿se va acercando a la Nueva Ley del amor sin límites?
Martes 16 de de junio
Mateo 5,43-48 “… antes se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.’ Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen”.
Jesús nos invita a ser mejores que los letrados y los fariseos. Ellos se conformaban con cumplir la ley, Jesús nos invita a ir más allá. De esta forma en el Sermón de la Montaña, Jesús nos recuerda una serie de enunciados de la Ley de Moisés, sobre los cuales nos propone una radi-calización. El referente de nuestra conducta es Dios mismo, el Padre del cielo, que manda el sol y la lluvia sobre malos y buenos, sobre justos e injustos, a todos por igual.
De esta manera nuestro modelo no es lo que hacen los demás, los paganos, porque entonces nos hacemos como ellos. Nuestro modelo es el Padre, en Él, el amor alcanza su perfección.
Nos dirá san Juan que “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito…”. Y Jesús mis-mo nos da ejemplo: él fue generoso con todos; y a todos amó hasta el extremo. Desde la cruz perdonó a sus asesinos. También nosotros estamos llamados a seguir al maestro por el camino de un perdón y de una generosidad sin límites.
Miércoles 17 de junio
Mateo 6,1-6.16-18. “Cuídense de hacer buenas obras para ser vistos por los demás…
Jesús, que conoce el corazón humano, sabe que muchas veces hacemos buenas obras tra-tando, al menos en parte, de buscar la atención, el respeto de los demás. Pero Cristo declaró que las obras de auténtica justicia no son como esa falsa piedad que está motivada por la va-nidad. Las verdaderas obras de justicia, como dar limosna, ayunar y hacer oración, constituyen un buen ejemplo de piedad, son provechosas para los que reciben sus beneficios y son, además, gratas ante Dios, si las hacemos por amor a Él y no para ser vistos
Los cristianos hemos de ser buenos, santos y justos, pero sin jactarnos de ello ni tratar de que los demás sepan lo que hacemos. Se nos pide que seamos generosos con los pobres, pero en secreto, atentos a no ponernos a nosotros mismos en el centro de lo bueno que hagamos. Cuando oremos, debemos estar seguros que sea algo entre Dios y nosotros y dejar que el Espíritu nos enseñe en secreto cómo estar solos ante Dios. Y cuando ayunemos, debemos esforzarnos por poner buena cara. A nuestro Padre le gusta bendecirnos en secreto, por lo que necesitamos aprender a dar y recibir de esta forma oculta y sencilla.
“Señor Jesús, cambia nuestro corazón; purifícanos, te lo rogamos, y haz que todo lo que haga-mos sea por amor a ti.”
Jueves 18 de junio
Mateo 6,7-15: “Ustedes, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo, ...”.
El auténtico acercamiento a Dios en la oración, solo puede realizarse a partir de una relación filial, una relación de confianza con un Padre que conoce nuestras necesidades y desde este principio brota la enseñanza de la oración del Padrenuestro.
“No hablen mucho” allí se afirma la paternidad de Dios, su conocimiento de las necesidades familiares, la comunión de vida en el seno de la misma familia. Por esto la primera parte de la oración no se dirige a señalar el interés propio ni siquiera el interés de la comunidad, es el interés del jefe de familia a quien nos sentimos profundamente unidos, el Padre.
Tres peticiones van a expresar este interés principal de la comunidad, esta comunidad que se descubre necesitada de este Padre del cielo, tres peticiones que van al nombre, para que sea santificado; al reino, para que venga a nosotros, y al querer de Dios, para que su voluntad se cumpla en todas sus creaturas.
Cuando reces retírate a tu cuarto, cuando recen… no sean palabreros como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso.
Haz, Señor, que descubramos esa verdadera plegaria de la que tu nos hablas y que, semi-silenciosa va de corazón a corazón.
Viernes 19 de junio Sagrado Corazón de Jesús (S)
Mateo 11,25-30 «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, … porque soy manso y humilde de corazón … mi yugo es suave y mi carga ligera”
Hoy celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. En el evangelio escuchamos su invi-tación: “Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón”. El evangelio muestra la ternura con que Jesús acoge a los pequeños. El quería que los pobres encontrasen en él paz y descanso. Sólo contemplando la humanidad sufriente de Jesús podemos hacernos mansos, humildes, tiernos como Él. No hay otro camino». Ciertamente tendremos que hacer el esfuerzo de «bus-car a Jesús; pensar en su pasión, en cuánto sufrió; pensar en su silencio manso». Este será nuestro esfuerzo, después «de lo demás se encarga Él, y hará todo lo que falta. Pero debemos hacer esto: esconder nuestra vida en Dios con Cristo».
«Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré» El Corazón de Jesús está tan lleno de amor, que es todo ternura, amor, compasión, comprensión por nosotros. El Corazón de Jesús nos hace darnos cuenta de cómo Dios nos amó primero. El siempre nos primerea. Es su amor el que nos salva y no nuestras pobres obras. Dios es amor y el que ama permanece en Dios. Por amor, Dios se ha hecho vulnerable ante nosotros. Esto es lo que cele-bramos en la fiesta del Corazón de Jesús.
Sábado 20, de junio Corazón Inmaculado de María (MO)
Lucas 2,41-51 “… (Jesús) regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba todas estas cosas en su corazón”.
Hoy celebramos el Inmaculado Corazón de María y el pasaje de san Lucas que leemos nos acerca a un momento de desconcierto en la vida de María. Jesús comienza a expresar su sa-biduría y causa asombro entre quienes lo escuchan, pero esto desafía a María a estar atenta al misterio de su Hijo, que ha venido a desplegar entre nosotros la voluntad del Padre, que siempre nos sorprende en el camino.
Como María, dejémonos asombrar por Jesús que sigue obrando en la historia, en la Iglesia en nuestra propia vida y aprendamos a “conservar” como María, en el corazón, lo que Jesús nos va animando a descubrir y aceptar. La palabra ‘conservar’ tiene un significado valioso; es guardar cuidando que lo guardado no se deteriore. Es genial cómo las madres saben conservar cosas de los hijos sin estropearlas y en la fe podemos hacer otro tanto y hoy se lo pedimos a María. Al celebrarla en el Inmaculado Corazón, queremos custodiar ese recinto sagrado que Dios nos ha dado, como sede del verdadero amor y donde mejor podemos conservar lo que Jesús nos regala en el camino creyente. Que el Señor nos bendiga y María nos enseñe a conservarlo en el corazón.
Domingo 21 de junio (12 durante el año)
Mateo 10,26-33 ¿Acaso un par de pajaritos no se venden por unos centavos …. ¿No valen ustedes más que muchos pajaritos? Por lo tanto no tengan miedo.
Llegaba el momento de la primera salida apostólica de los discípulos. Tenían que llevar a todo el mundo un mensaje incómodo y hostil, porque en tantas cosas suponía contradecir a ese mundo. Jesús no ocultó la dificultad y los riesgos que habían de librar sus primeros misioneros (y los de siempre), y por eso se adelantó también a consolarlos.
El Evangelio de este domingo nos invita a un seguimiento del Señor sin miedos, sin complejos, con decisión. El “no tengan miedo” que dice Jesús por tres veces, significa susurrar, decir, gritar nuestra fe, en cada gesto sencillo y cotidiano, como en cada suceso extraordinario y solemne de nuestra vida.
Si realmente Dios ha pasado en nuestro camino, si nos hemos encontrado con Él, si se ha hecho acontecimiento en nosotros, entonces tenemos que ser testigos de lo que nos ha ocurri-do, con el inmenso deseo de que también les ocurra a los demás como-cuando-donde quiera el Señor. Esto es vivir sin imposiciones intolerantes, pero con una proposición decidida, con un respeto que se hace amor, el mayor amor posible, el que desea lo mejor para los demás: que lleguen también ellos a comprender lo mucho que valen ante Dios.
“Amado Señor y Salvador, infúndenos tu espíritu de fortaleza para que no nos desanimemos cuando nos toque enfrentar la persecución o el ridículo por nuestra fe.”