A ser misericordiosos se aprende “Misericordiando…”

Nos seguimos preparando para celebrar a S.A.GIANELLI, en el año de la

A SER MISERICORIOSOS SE APRENDE “MISERICORDIANDO…”


Como FAMILIA GIANELLINA, dispongámonos a vivir la novena de San Antonio Gianelli, “mi-sericordiando” Por vocación y por carisma, debemos ser una FAMILIA que evangeliza, una FAMILIA que da testimonio de la misericordia de Dios en todo lo que hace. Una FAMILIA que comparte el amor de Dios y lo hace real para cada persona con la que se encuentra.

La misericordia es el núcleo del Evangelio y deberíamos hacer que también sea el centro de nuestra identidad como FAMILIA GIANELLINA.

Jesús prometió que los misericordiosos serían bendecidos con la misericordia. Por lo tanto, la misericordia es la bendición que deberíamos tratar de compartir en nuestra vida cotidiana, en nuestras actitudes, en nuestras acciones.

En nuestras relaciones personales, la misericordia significa tener más paciencia y ternura con los que están cerca de nosotros.

Misericordia significa perdonar. El Papa Francisco lo dice muy bien: “¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles ma-nos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices”.

La misericordia es el rostro de Dios y el corazón del Evangelio de Cristo. “La misericordia empieza en el corazón y se lleva a la práctica con las acciones a través de actos de bondad y, especialmente, de los actos de perdón (…). A Dios le gusta perdonarnos, y, por lo mismo, a nosotros nos debería gustar perdonar a los demás”.

La vida cotidiana nos permite tocar con la mano muchas exigencias que tienen que ver con las personas más pobres y más probadas. A nosotros como Familia Gianellina se nos pide, en virtud de nietro carisma, esa atención particular que nos lleva a darnos cuenta del sufri-miento y necesidad en la que están tantos hermanos. A veces pasamos delante de situacio-nes de pobreza dramática y parece que no nos tocan; todo continúa como si nada, en una indiferencia que al final hace hipócritas y, sin que nos demos cuenta, nos volvemos insensi-bles y nuestra vida se vuelve estéril.

“Y porque el Carisma que nos distingue en la Iglesia es la Caridad vigilante, la misericordia es nuestro ‘trabajo’, nuestra tarea diaria”, la misma que “nos hace hermanos y hermanas de todo el mundo y prójimos de los necesitados”, como lo hizo el buen samaritano.

Pidamos para que todos seamos renovados por la misericordia de Dios, y que la misericordia sea para todos nosotros un estilo de vida: “LA OBRA DE NUESTRAS VIDAS”.

Le pedimos al Padre Fundador, que nos conceda la caridad misericordiosa y compasiva del Buen Samaritano. Que podamos anunciar a todos, con nuestra vida y con nuestras palabras, particularmente a los más pequeños y pobres, que somos infinitamente amados por Dios.

Que la Santísima Virgen María, la Madre de Misericordia, nos ayude a proclamar la entraña-ble misericordia del Padre.

Augurémonos mutuamente una buena preparación a la Novena de S. Antonio Gianelli

Equipo de Laicos Pcia. Rel. de Bs. Aires