2ª Semana
de Pascua 9 - 15 de abril
Lunes, 9 de abril FIESTA DE LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR
Lc 1,
26-38 «No temas, María, porque has
hallado gracia delante de Dios»
Hoy
celebramos la fiesta de la Anunciación del Señor. Dios, con el anuncio del
ángel Gabriel y la aceptación de María de la expresa voluntad divina de
encarnarse en sus entrañas, asume la naturaleza humana “compartió en todo
nuestra condición humana, menos en el pecado” para elevarnos como hijos de Dios
y hacernos así partícipes de su naturaleza divina. El misterio de fe es tan
grande que María, ante este anuncio, se queda como asustada. Gabriel le dice: “No temas, María”: el Todopoderoso te ha
mirado con predilección, te ha escogido como Madre del Salvador del mundo. Las
iniciativas divinas rompen los débiles razonamientos humanos.
¡No
temas!. Palabras que leeremos frecuentemente en el Evangelio; el mismo Señor
las tendrá que repetir a los Apóstoles cuando éstos sientan de cerca la fuerza
sobrenatural y también el miedo o el susto ante las obras prodigiosas de Dios.
Es un temor lógico en aquellos que se ven pequeños y pobres ante Dios, que
sienten claramente su flaqueza, la debilidad ante la grandeza divina y
experimentan su poquedad frente a la riqueza del Omnipotente. María, la humilde
doncella del pueblo, se ve tan poca cosa... ¡pero en Cristo se siente fuerte y
desaparece el miedo!
El Señor miró a María, y viendo la
pequeñez de su esclava obró en Ella la más grande maravilla de la historia: la
Encarnación del Verbo eterno como Cabeza de una Humanidad renovada.
Martes,
10 de abril
(Jn 3,5a.7b-15). “Te aseguro que nosotros hablamos de lo que
sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto y oído, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio”
Nicodemo,
hombre culto y magistrado judío, sabía por las escrituras que Moisés levantó
una serpiente para librar a su pueblo del veneno de las serpientes, pero no
llegaba a comprender que Cristo también sería levantado para librar, no ya a un
pueblo concreto con un número determinado de personas, sino que libraría a
todos los hombres del pecado. Años después, cuando vio a Cristo en la cruz, tal
vez Nicodemo se acordaría de aquellas palabras que escuchó de Jesús y que no
comprendió porque el Padre revela los secretos del reino a quienes Él se los
quiere revelar, pero que ahora ante la figura de Cristo muerto, ya lo
comprendería con el corazón y no por el conocimiento que le daba su ciencia.
Acompañemos
a Cristo resucitado en este tiempo pascual, pero recordando que Cristo tuvo que
morir antes en la cruz por amor a nosotros.
Miércoles, 11 de abril
Juan
3,16-21 "El que obra conforme a la verdad, se
acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas
en Dios."
Hoy
sólo habla Jesús, dirigiéndose a Nicodemo y explicando el deseo y decisión del
corazón del Padre, su amor fiel y muy grande que entrega a su Hijo, para que
todo el que crea en Él tenga vida eterna. Para que el mundo se Salve por medio
de Él. Quien cree en el Hijo, está salvado, quien no cree, se condena, porque
no aceptó la luz.
Este
tiempo de Pascua, tiempo de gozo y alegría, es tiempo de renovar en nuestros
corazones la Vida del Resucitado, de dejarnos iluminar por su luz, que sana,
redime y salva. Es volver a nacer desde el resucitado, dejándonos iluminar por
Él, volver a experimentar y grabar en nuestras vidas la alegría y la Paz de
Jesús, el Viviente. Si Dios amó tanto al mundo, si su Voluntad es que todo el
mundo se salve por medio del Hijo, que mejor que en este tiempo, en este día,
podamos poner nuestra vida sin miedo ante la luz del Resucitado.
Jueves, 12 de abril Nacimiento de San Antonio Gianelli (1789).
Jn 3,31-36. "El que Dios envió dice las Palabras
de Dios, porque Dios le da el espíritu sin medida"
Hoy
Jesús habla de su procedencia y, a la vez, nos desvela nuestro destino. Él
viene de "arriba", del cielo, donde siempre ha existido junto al
Padre y al Espíritu Santo. Ahí está también nuestra vida más auténtica. El Hijo
de Dios ha venido para descubrirnos esta maravilla.
Desde
sus orígenes, el hombre ha considerado con respeto su muerte y la vida más allá
de la "tierra". Pero, realmente, poco sabíamos de esa "vida de
arriba" y de su contenido. Con la encarnación del Hijo de Dios se nos ha
desvelado la verdadera vida, la más real: la vida de amistad con Dios, que es
sin fin. Sólo se acaba lo de la tierra.
Jesús
concluye con una cierta tristeza, pensando en aquellos que han cerrado su
corazón: aquel que no cree en el Hijo no verá la
vida. Por
esto debemos apreciar la presencia de Dios en nuestra vida, dado que no
imaginamos cuánto seremos felices cuando abramos completamente las puertas del corazón
a Cristo. La vida eterna, dice Jesús, comienza creyendo en Él, en lo concreto
de cada día, no sustituyendo la fe con los trabajos humanos, sino mostrando la
fe a través del trabajo.
Viernes, 13 de abril
Jn 6,1-15
"Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a
los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados”"
Dice
la Palabra de Dios que hoy Jesús quiso darle de comer a la gente que lo
seguía. Y para poder llevar adelante esta
tarea, necesitó de corazones y manos disponibles para poder hacerlo. De la mano
de Andrés, se presentó a un muchacho que tenía cinco panes y dos pescados.
Surgió espontánea la pregunta: “¿qué es esto para tanta cantidad
de gente” …?
Un problema para el hombre, pero no para Jesús, porque cuando Él advierte que hay
corazones disponibles a dar lo “poco” que tienen, ese “poco” le basta para
poder actuar con todo su poder.
Porque
para Jesús “poco” es a veces “mucho”, así también lo dice con respecto a
nuestra fe: “si tuviéramos fe como un grano de mostaza seríamos capaces de
trasladar montañas”.
Lo
mismo ocurrió con el Evangelio, de cinco panes y dos pecados, Jesús fue capaz
de dar de comer a una multitud: PORQUE PARA DIOS NADA ES IMPOSIBLE.
“De nuestra disponibilidad, de nuestra nada,
Jesús puede hacer grandes cosas, así nos lo dice el Salmo 125: “Grandes cosas hizo el Señor y nosotros estamos rebosantes de
alegría”.
Sábado, 14 de abril Nuestra
Señora del Valle (MO)
Jn 6 16-21. “Cuando habían remado unos cinco
kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre las aguas y
tuvieron miedo. Él les dijo “Soy yo, no teman"
Después
de la multiplicación de los panes y de los peces, Jesús invita a los discípulos
a subir a la barca y a esperarle en la otra orilla, mientras se despide de la
multitud y después se retira solo a rezar en el monte, hasta la noche tarde.
Y
mientras tanto en el lago se levantó una fuerte tempestad, y justamente en
medio de la tempestad Jesús va a la barca de los discípulos, caminando sobre
las aguas del lago. Cuando los discípulos lo ven se asustan, piensan que es un
fantasma, pero Él los tranquiliza: “Coraje, soy yo, no tengan miedo.
En la
barca están todos los discípulos, unidos por la experiencia de la debilidad, de
la duda, del miedo, de la poca fe. Pero cuando en esa barca sube Jesús, el
clima inmediatamente cambia: todos se sienten unidos en la fe en Él. Todos
pequeños y asustados se vuelven grandes en el momento en el cual se arrodillan
y reconocen en su maestro al Hijo de Dios.
Cuantas veces también a nosotros nos sucede lo mismo: sin Jesús, lejos
de Jesús nos sentimos miedosos e inadecuados, a tal punto que pensamos no poder
lograr nada. Falta la fe, pero Jesús está siempre con nosotros y escondido
quizás, pero presente y siempre pronto a sostenernos.
La fe
nos da la seguridad de la presencia de Jesús siempre a nuestro lado, con su
mano que nos sostiene para apartarnos del peligro. Todos nosotros estamos en
esta barca, y aquí nos sentimos seguros a pesar de nuestros límites y nuestras
debilidades.
Jesús
se hace presente en el corazón de la noche. Con su presencia ilumina las
conciencias por medio del amor. P. Francisco
Domingo 15 de abril (3º de Pascua)
Lucas 24,35-48 “Por qué están turbados?
Miren mis manos y mis pies. Soy yo, no teman”
Jesús
resucitó. Pero los discípulos son incapaces de reconocerlo porque está
transfigurado, Come con ellos para que
vean que no ha dejado de ser humano, que sigue siendo el mismo. Pero lo más importante es que les abrió la inteligencia
para que pudieran comprender. Si él nos
toca con su gracia, se hace la luz. Podrán damos miles de argumentos, pero lo
que nos convence, lo que nos cambia la vida, lo que nos sostiene, es la gracia
que nos regala en el encuentro personal con él. El milagro ocurre cuando nos
dejamos abordar íntimamente por Jesús.
Jesús, transforma mi interior con tu luz
para que pueda creerle a tu Palabra y re reconozca resucitado en medio de mi
vida.