El
Evangelio no ha de quedar en el interior del pequeño grupo de sus discípulos.
Han de salir y desplazarse para alcanzar al «mundo entero» y llevar la Buena
Noticia a todas las gentes, a «toda la creación».
Sin
duda, estas palabras eran escuchadas con entusiasmo cuando los cristianos
estaban en plena expansión y sus comunidades se multiplicaban por todo el
Imperio, pero ¿cómo escucharlas hoy cuando nos vemos impotentes para retener a
quienes abandonan nuestras iglesias porque no sienten ya necesidad de nuestra
religión?
Lo
primero es vivir desde la confianza
absoluta en la acción de Dios. Nos lo ha enseñado Jesús. Dios sigue
trabajando con amor infinito el corazón y la conciencia de todos sus hijos e
hijas, aunque nosotros los consideremos «ovejas perdidas». Dios no está
bloqueado por ninguna crisis.
No
está esperando a que desde la Iglesia pongamos en marcha nuestros planes de
restauración o nuestros proyectos de innovación. Él sigue actuando en la
Iglesia y fuera de la Iglesia. Nadie vive abandonado por Dios, aunque no haya
oído nunca hablar del Evangelio de Jesús.
Pero
todo esto no nos dispensa de nuestra responsabilidad. Hemos de empezar a
hacernos nuevas preguntas:
¿Por
qué caminos anda buscando Dios a los hombres y mujeres de la cultura moderna?
¿Cómo quiere hacer presente al hombre y a la mujer de nuestros días la Buena
Noticia de Jesús?
Hemos
de preguntarnos todavía algo más:
¿Qué
llamadas nos está haciendo Dios para transformar nuestra forma tradicional de
pensar, expresar, celebrar y encarnar la fe cristiana de manera que propiciemos
la acción de Dios en el interior de la cultura moderna? ¿No corremos el riesgo
de convertirnos, con nuestra inercia e inmovilismo, en freno y obstáculo
cultural para que el Evangelio se encarne en la sociedad contemporánea?
Nadie sabe cómo será la fe cristiana en el mundo nuevo que está emergiendo, pero, difícilmente será “clonación” del pasado. El Evangelio tiene fuerza para inaugurar un cristianismo nuevo.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida,
a nuestros corazones,
a nuestras
conciencias.
Mueve nuestra inteligencia
y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos
a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida
y se haga vida en nosotros. Amén
TEXTO BIBLICO para leer y orar: Marcos 16, 15-20
“Jesús les
dijo: Vayan por todo el mundo proclamando la Buena Noticia a toda la humanidad.
Quien crea y se bautice se salvará; quien no crea se condenará. A los creyentes
acompañarán estas señales: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas
nuevas, agarrarán serpientes; si beben algún veneno, no les hará daño; pondrán
las manos sobre los enfermos y se sanarán. El Señor Jesús, después de hablar
con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron
a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba la palabra con
las señales que la acompañaban”.
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Este
domingo, la liturgia nos lleva a conmemorar la Ascensión del Señor, pasados ya
cuarenta días del domingo de Resurrección. En este caso oramos con el último capítulo
del Evangelio de San Marcos, en este fragmento se relatan las apariciones de
Jesús resucitado a sus discípulos.
El
relato comienza con las palabras de Jesús a sus discípulos “Vayan por todo el mundo proclamando
la Buena Noticia a toda la humanidad”.
Haciendo
una observación rápida, estas palabras marcan la universalidad de la misión, y
del llamado a la conversión. La venida del Mesías no se limita a la alianza con
el Pueblo de Israel, sino que el plan de Salvación de Dios incluye a toda la
humanidad, es el Verbo de Dios que sea hace carne para salvar al mundo entero.
La
Misión Apostólica a la que estamos llamados los cristianos, según la lectura de
hoy, está compuesta con dos simples verbos: salir y anunciar.
Aquello
por lo que se sale, es Jesús mismo, esta es la Buena Noticia que se debe
anunciar a la humanidad, y que está contenida hoy en los evangelios.
Al
anuncio de la Buena Noticia, le sigue la respuesta del hombre que es la Fe, es decir creer en la palabra anunciada, que es
Cristo mismo. Y este acto de Fe, lleva al hombre a ser marcado con una señal:
el Bautismo, que es fundamento de la vida cristina, y la puerta de vida en el
Espíritu.
Esta
respuesta del hombre al anuncio de la Buena noticia está marcada por la
libertad que Dios le confiere al mismo para elegir.
Luego
Jesús nombra algunos prodigios y señales por las cuales serán reconocidos los
cristianos, estas mismas características aparecen también en el libro de los
Hechos de los Apóstoles.
Los
discípulos luego de la ascensión del Señor, llenos de gozo salen a predicar por
todas partes, cumpliendo con el mandato que el mismo Jesús hizo antes de
partir. En la misión apostólica no estuvieron solos, sino que el Señor los
asistía en todo momento y lugar. Con la ascensión, el Señor no abandona a sus
discípulos, sigue estando presente en su pueblo, y de una forma muy particular.
Reconstruimos
el texto:
ü ¿Cómo comienza este relato?
ü ¿A dónde invita el Señor a ir
a sus discípulos?
ü ¿Qué les pide que hagan?
ü ¿Qué ocurre con aquel que se
bautiza? ¿Y con aquel que no lo haga?
ü ¿Cuáles son los prodigios que
acompañaran a los que crean?
ü ¿Qué ocurrió con Jesús, luego
de decir estas palabras?
ü ¿De qué forma responden los
discípulos a la invitación del Señor?
ü ¿De qué forma está presente el
Señor en ellos?
MEDITACION: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para
profundizar más en esta Palabra de Salvación: