EVANGELIO 7ª SEMANA DE PASCUA 14-20 de mayo

EVANGELIO 7ª SEMANA DE PASCUA 14-20 de mayo


Lunes 14 de mayo:   SAN MATÍAS, APÓSTOL  (F)

Juan 15,9-17: “Les he dicho esto, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea colmado… ámense los unos a los otros como yo los he amado”

 

En el Evangelio de hoy, el Señor habla a los Apóstoles acerca de la alegría que han de tener: «Que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea colmado». En efecto, el cristiano vivirá feliz y con una serena alegría si asume los acontecimientos de la vida desde la gracia de la filiación divina. De otro modo, acabaría dejándose llevar por los disgustos, por la envidia o por prejuicios de todo tipo. La alegría y la paz son siempre fruto de la entrega apostólica y de la lucha para llegar a ser santos. Es el resultado lógico y sobrenatural del amor a Dios y del espíritu de servicio al prójimo. El mandamiento del Señor no tiene medida humana. Él nos dice: “como yo los he amado. Y esto supera las posibilidades humanas. Pero el Señor nos envía el Espíritu Santo para que podamos amar como Él nos amó.

 

  • Ven Espíritu Santo y aumenta nuestra fe para experimentar la fuerza de Jesús en el centro mismo de nuestra debilidad; concédenos el don de la  Fortaleza

 

Martes, 15 de mayo  

Juan 17,1-11 "Todo lo mío es tuyo y lo tuyo es  mío"

 

En el Evangelio de hoy, Jesús está hablando con el Padre, en una apertura confiada. Eleva sus ojos al cielo y así nos indica que el Padre está por encima de todo, que lo supera todo y que es más grande que nuestro pequeño mundo, en el que nos encerramos. Levantar los ojos al cielo nos ayuda a ampliar nuestro horizonte para no creer que todo se reduce a nuestros problemas y angustias. Jesús dice aquí que la vida eterna es  conocer al Padre. Él mismo anhela volver al Padre con quien estuvo antes de  la creación del mundo. Dejemos que Jesús nos contagie ese deseo del Padre, esa atracción, esa fascinación por la gloria del Padre. Porque todo lo demás pasa.

Jesús, todos estamos en tu corazón y en el corazón del Padre. Somos miembros de una misma familia. Que nuestro rostro y en nuestro obrar brille la gloria de Dios que nos habita.

 

  • Ven Espíritu Santo, transforma nuestros corazones y conviértenos a Jesús. Si cada uno de nosotros no cambia, nada cambiará en su Iglesia. Hoy te pedimos el don de  CIENCIA

 

Miércoles, 16 de mayo   

Juan 17,6a.11-19   "Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos están en él y yo vuelvo a ti. Cuídalos, Padre Santo en tu nombre”

 

Jesús habla de la relación de los discípulos con el mundo. Con la palabra “mundo” Jesús se refiere a lo que está sumergido en el mal. En este sentido, los discípulos no son del mundo. Sin embargo, Jesús no espera que escapen del mundo. Ellos son parte de esas fuerzas del mal, pero ellos están en el mundo, y allí están los seres humanos que Él quiere transformar. Por eso Jesús envía sus discípulos al mundo: ‘yo los envío’. No pide al Padre que os saque del mundo. Solo le pide que los proteja del mal. El deseo de Jesús no es crear un grupo de selectos, aislados, para evitar todo contagio. Jesús los quiere insertos en el mundo, iluminándolo y rescatándolo. Para eso los consagra con su entrega en la cruz.

 

  • Ven Espíritu Santo y defiéndenos del riesgo de olvidar a Jesús. Atrapados por nuestros miedos e incertidumbres, no somos capaces de escuchar su voz ni sentir su aliento.    Concédenos hoy el don de  PIEDAD.

 

JUEVES, 17 DE MAYO   

Juan 17,1.20-26   "Que todos sean uno"

 

Jesús oró por ti y por cada uno de nosotros.  Él mismo aclara que  ruega por todos los que lleguen a creer en Él. Todos y cada uno estaba presente cuando oraba por nosotros antes de su muerte. Pero en esta oración se destaca una súplica. Jesús ruega por sus discípulos para que sean perfectamente uno. Les ha comunicado su gloria para que sean perfectamente uno. La unidad de los creyentes, no es algo natural, no es el resultado de un pacto de no agresión. Sólo se explica por la acción de Jesús que se hace presente entre sus discípulos, con su gloria. La comunidad, unida en el amor,, vive en la Trinidad, se inserta en la intimidad trinitaria. Y esa unidad entre nosotros produce un efecto sobrenatural ‘para que el mundo crea’

 

  • Ven Espíritu Santo, sácanos del encierro donde nos clausuramos, y abre nuestra vida a los demás. Haznos disponibles para servir, para escuchar, para compartir y ayudar y regálanos el don de la disponibilidad.

 

Viernes, 18 de mayo   

Juan 21,1.15-19    "Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos… sí, Señor, tú sabes que te quiero"

 

Pedro estaba humillado. Le había fallado a Jesús, había vuelto a las redes y ya no invocaba a al Señor cuando pescaba. Además, le costaba reconocerlo resucitado. De ese modo pudo ver su debilidad y que su vida ya no era posible sin Jesús. Si no lo invocaba ya no era capaz ni siquiera de pescar. A este Pedro, capaz de reconocerse frágil y pecador, Jesús lo lleva aparte y le pide que guíe la Iglesia. La triple pregunta recuerda la triple negación, y eso explica la tristeza de Pedro. Pero ya no hace alarde y se somete a lo que Jesús conoce de su corazón. La pregunta ¿me amas? Indica que lo que espera de él es una adhesión plena al amor.  Jesús nos conoce y sabe que somos aves de vuelos cortos, aún así nos llama. Sabe de nuestros miedos, cansancios, tendencia a la comodidad, y aún así nos llama. Invoca al Espíritu. Él es quien renueva en nosotros la espontaneidad de la respuesta a Jesús.

 

  • Espíritu Santo, despiértanos a una compasión y a una infinita bondad del corazón. Concédenos ejercitar la  BONDAD y la BENEVOLENCIA con todos los que se acercan a nosotros.

 

Sábado, 19 de mayo  

Juan 21,19-25  “En la cena se había apoyado en su pecho”

 

Pedro sabía que el Maestro tenía predilección por otro discípulo, destacado por su fidelidad, por su amor y por su capacidad de reconocer a Jesús.  Por eso no entendía por qué se le confiaba a él conducir la Iglesia, y preguntaba ¿qué será de éste? y Jesús le respondió: si yo quiero que él quede hasta que yo vuelva ¿qué te importa? Así nos invita  a dejar de lado las vanidades, las comparaciones, la necesidad de reconocimientos. Se trata de servir con y en  la propia misión. El discípulo amado recibió una misión que no tenía que ver con el poder, sino con la verdad que permanece. Él nos dejó su enseñanza y su testimonio en el cuarto Evangelio. Jesús le dice a Pedro, ‘no te preocupes, él y todos los que crean en mí, estarán de pie, anunciando mi nombre a todos los hombres, amándome hasta el final, hasta el fin de los tiempos, hasta que yo regrese’. ¡Qué importancia tienen para toda la comunidad los que se han sentido amados por Jesús y que buscan diariamente su intimidad!

 

  • Espíritu Santo, derrama en nuestro interior una profunda fe, para que podamos reconocerte; haz crecer en nosotros la fe, ya que sólo con la mirada de la fe podemos descubrirte y gozar en tu presencia. Ven Espíritu Santo y llena nuestros corazones con tus siete dones.

 

Domingo 20 de mayo  PENTECOSTÉS   (Solemnidad) Memoria de la B.M. Crescencia

Juan 20,19-23: … sopló sobre ellos y les dijo: reciban el Espíritu Santo…”

 

Los discípulos llenos de miedo, estaban encerrados en una casa, incapaces de pensar en una misión, que podrían ir por el mundo predicando la alegría de la Resurrección.

Pero Jesús entra en la habitación donde se encuentran reunidos y les da su Espíritu Santo, transformando sus vidas, dándoles el valor que romperá su miedo, el entendimiento para que toda duda desaparezca y son enviados a todas las gentes.

Todos, llenos del Espíritu debemos ir por el Mundo predicando cada uno, desde la vocación a la que ha sido llamado, a abrazar al Mundo; abrazar a los que se han alejado, a los que no lo conocen, a los olvidados de la Tierra. Un Abrazo de amor, de verdad, de fraternidad. Porque es la fuerza del Espíritu Santo la que nos impulsa a vivir una experiencia perfecta de amor de Dios. Un amor que  tiende a comunicarse, a compartirlo, a darlo y recibirlo, porque no sale de nosotros, sino de esa fuerza del Espíritu que se ha derramado en nosotros. Ese fuego del Espíritu Santo, todos, como Iglesia,  tenemos que llevarlo hasta los lugares más recónditos, abriendo un camino de luz y esperanza para el mundo; ese fuego de Dios, arderá y no se apagará si somos fuertes y valientes en estos tiempos que nos ha tocado vivir, de persecución, como vivieron nuestros apóstoles.

 

 

 

Envíanos, Padre, tu Espíritu Santo

que nos prometiera tu Hijo el  Señor.

Que venga a tu Iglesia  con sus siete dones

y nos dé el coraje de vivir tu  amor.

Que nos dé su Ciencia,  su Sabiduría,

el Entendimiento y el don de oración.

Nos traiga el Consejo,  la Piedad de hijos,

nos dé Fortaleza y el Temor de Dios.

Sus lenguas de fuego,  repártelas, Padre,

y danos a todos la paz y el amor.

Tu Espíritu Santo  nos llene de gozo

y sea en nosotros Palabra de Dios.

 

Termina el tiempo pascual

Comienza la segunda parte del

TIEMPO DURANTE EL AÑO (7ª semana)