LITURGIA SEMANAL - 17º semana durante el año

17º semana durante el año

Lunes 29 de julio   Santa Marta  (MO)
Juan11,19-27 “Yo soy la resurrección el que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.

La Iglesia celebra la Memoria de santa Marta, hermana de María y de Lázaro.  El Evangelio trae el diálogo entre Jesús y Marta, antes de la resurrección de Lázaro. Jesús llega a Betania. Lázaro ya ha muerto y muchos judíos han venido a casa de Marta y María para consolarlas.  Cuando Marta supo que Jesús había venido, salió a su encuentro, y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.”, palabras que demuestran su plena confianza en Jesús, quien le dice: “Tu hermano resucitará.” “Ya sé, (dijo Marta),  que resucitará en la resurrección, el último día.” Jesús le responde: “Yo soy la resurrección y el que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” “Sí, Señor, dice Marte,  yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.” Con esta confesión, Marta proclama que en Jesús está la vida.
El cristiano cree en la resurrección de los muertos, verdadero sentido de la vida y la muerte. Así las cosas, la resurrección y la vida expresan el sentido último de la misión de Jesús: Co-municar plenamente a los seres humanos la vida, incluso más allá de la muerte.. Es por ello que vale interrogarse: ¿Creo en Jesús, Señor de la Vida? ¿Tengo claro que la muerte es un paso para la Vida?¿Soy capaz de confesar mi fe y confianza en Cristo? ¡Jesús, en Ti confío!
“Santa Marta, gracias por la fe que demostraste en Cristo y porque tuviste el honor y la alegría de hospedar a Jesús en tu familia. Ruega por nosotros y por nuestras familias, te lo pedimos, para que en ellas se conserve la paz y el mutuo amor, y sobre todo la fe en Cristo.”

Martes 30 de julio
Mateo 13,36-43 Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que entienda.

Jesús usa la imagen del campo para explicar tanto la presencia del bien como la del mal en el mundo y para ilustrar cómo esas fuerzas se manifestarán al final de los tiempos. La buena semilla es plantada por Jesús, quien por su luz y amor nos ayuda a crecer y a florecer, de ma-nera que podamos producir una buena cosecha y brillar como el sol en el reino celestial.
Demos gracias por los frutos de nuestra fe y la bondad que Jesús infunde en nuestra vida.
Allí donde existe vida, hay siempre esperanza de redención y de triunfo del bien sobre el mal. La última victoria de la bondad y del amor, de la verdad y de la justicia, se lograrán a través del “Hijo del Hombre” en la “cosecha al final de los tiempos”.  “El Hijo del Hombre enviará a sus ánge-les”. Jesús dice que Dios, por intermedio de sus ángeles, va a seleccionar entre los justos y los malhechores. Entre tanto, no debemos asumir el papel de jueces porque no sabemos distinguir el trigo de la maleza. Jesús llama “benditos” no a aquellos que aparecen benditos a los ojos del mundo, los triunfadores, sino más bien a los que el mundo considera perdedores. El juicio final puede ser una gran sorpresa tanto para los “triunfadores” como para los “perdedores”.
Señor, toma posesión de nuestro espacio – nuestro  corazón y nuestra  vida - de manera que el maligno no tenga ningún poder sobre nosotros. Ayuda a que nuestra propia luz brille en el mundo, tal como “los justos que brillan como el sol en el Reino de su Padre”.

Miércoles 31 de julio    San Ignacio de Loyola (MO)
Mateo 13,44-46  "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuen-tra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra”.

Jesús es el tesoro escondido en el campo. Jesús es la perla más fina. ¿Cuánto nos cuesta para obtenerlo? Todo… todo lo que tenemos, todo lo que somos, toda nuestra vida, todo nuestro ser , todo nuestro corazón. Encontrar a Jesús es la mayor felicidad en la vida, por eso vale la pena venderlo todo por él. No se trata solo de un entusiasmo o de algo pasajero. Sino de un amor permanente que fluye en el corazón y que quiere explotar lleno de alegría.
Sabemos que ese despojo total lo debemos realizar una y otra vez, y así hasta entregarle hasta el último aliento, el ultimo respiro, el ultimo latido de nuestro corazón.
Pidamos la gracia en este día, de renovar nuestro amor por Jesús, de volver a dejarlo todo por él, de poder vender todo lo que tenemos. Que Jesús sea lo más valioso en nuestras vidas.

Hoy la Iglesia hace memoria  de San Ignacio de Loyola. Tenía 30 años cuando se dio cuenta de la exis-tencia de “la perla de gran valor”. Por supuesto, la “perla” era Jesucristo, que se convirtió en la búsque-da de su vida. Hacia el fin de la misma, se dio cuenta que podía encontrar a Dios en todas las cosas.  San Ignacio fue un hombre conducido por Dios en todo lo que emprendió. Simplemente quería ayudar a otros. Constantemente lo pedía a Dios que le mostrara qué hacer, y cuándo y dónde. No tomaba ninguna decisión sin oración y reflexión, y era sensible a los llamados del Buen Espíritu.
Señor, haznos una comunidad de Espacio Sagrado, siempre más dispuesta a conocer tus caminos y hacer lo que tú quieres de nosotros.

AGOSTO
INTENCIÓN DE ORACÓN DEL SANTO PADRE
Para que las familias, gracias a una vida de oración y de amor, se vuelvan
cada vez más, laboratorios de humanización

Jueves 1º de agosto        San Alfonso María de Ligorio  (MO)
Primer jueves - oración por las vocaciones
Mateo 13,47-53  Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: una red que se ha echado al mar y que recoge peces de todas clases. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan, escogen los peces buenos y los echan en canastos, y tiran los que no sirven. Así pasará al final de los tiempos: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los buenos, y los arrojarán al horno ardiente.   

Jesús habla en parábolas, una forma de contar historias, para ayudar a sus palabras a volverse vida para sus seguidores, en el lenguaje de cada día. La imagen que usa Jesús de sacar la red de pescar y separar los peces, era algo con que la mayoría de sus discípulos estaban familiarizados, por su papel como pescadores. Ellos podían entender el método de separar lo bueno de lo malo. Poner el buen pescado en canastas y desechar los malos era parte de su deber diario. De manera que Jesús les hablaba en un lenguaje que ellos podían relatar a otros, cuando describían el reino del cielo.
En este relato sobre el fin de la historia humana, Jesús está intentando mostrarnos que las decisiones que tomamos cada día son importantes. Su preocupación principal es que siempre nos tenemos que amar unos con otros: eso es lo que moldea nuestro destino eterno. Se nos pide siempre un creciente amor por los demás, en vez de vivir para nosotros mismos. Este es el drama de la vida cristiana. Al final, nuestra alegría será ver cómo hemos ayudado a otros a llegar a ser como Dios quiere que sean.
Padre, a medida que tejemos nuestro camino a través de la vida, ayúdanos a discernir lo que te agra-da, y cómo podemos alcanzar los cielos en nuestra comunión diaria, con nuestros hermanos.

Viernes 2 de agosto       Primer viernes
Mateo 13,54-58  Y no hizo allí muchos milagros porque aquella gente no tenía fe en él.

El Señor casi no hizo milagros entre los incrédulos, como sucedió en su pueblo. La fe es la clave que nos da acceso al poder de Dios. Lo contrario de la fe es el temor y la autosuficiencia, que nos impiden reconocer y aceptar la obra de Dios en nuestra vida.
San Pablo aprendió esto porque llegó a creer que el poder de Dios “se muestra plenamente en la debilidad.” Eso le hacía confiar en Dios y no en sí mismo ni en su propia capacidad; Jesús le enseñó que la gracia es suficiente, porque el poder de Dios llega a su perfección en la debilidad.
Cuando confiamos más en nosotros mismos y en nuestra capacidad, no dejamos lugar para la acción de Dios, a pesar de que el Señor quiere que reconozcamos que él es Dios y le obe-dezcamos, mientras nos conduce con amor. Muchas veces dudamos de que Dios pueda hacer algo en nosotros y no le ponemos atención para que él actúe. En todo esto y en otras cosas, somos como la gente del pueblo de Jesús, que dudaba de que él pudiera hacer algo por ellos.
Es común que, sin darnos cuenta, confiemos más en nosotros mismos que en Dios. Es impor-tante orar con frecuencia, conversar con Dios durante el día. Así podremos percibir mejor la voz del Espíritu Santo que nos va dirigiendo.
“Espíritu Santo, Señor, te pido que me hagas ver los hábitos de autosuficiencia profundamente arraigados que me impiden aceptar la obra de Dios en mi vida. Sé que Jesús puede hacer todo lo que nos ha prometido y me dispongo a recibir lo que él quiera hacer en mi vida

Hasta la medianoche, se puede  ganar la indulgencia plenaria de la ‘Porciúncula’ (Condiciones: rezar en la Iglesia, el Padre nuestro y el Credo, agregar la confesión sacramental y la comunión eucarística y rezar una oración por el Papa)

Sábado 3 de agosto       Primer sábado
Mateo 14,1-12  “Herodes mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterra-ron, y fueron a contárselo a Jesús”.

Juan el Bautista tuvo el coraje de hablar fuerte cuando hubiera sido más seguro el no haber dicho nada. Y, como muchos, antes y desde entonces, él murió como resultado. La vanidad de Herodes lo puso en una situación terrible: ejecutar a Juan a quien  tenía prisionero, en la cárcel d Maqueronte.  Herodes es un esclavo de la opinión de otros. Antes de dar la cara, prefiere tomar una decisión letal de corto plazo, la que se volverá contra él, atormentándolo. Herodes no quería ejecutar a Juan esa noche. Su mujer lo convenció de que lo hiciera, porque era un hombre débil. El temía a la gente que reverenciaba a Juan; ahora teme la reacción de sus invitados si deja de cumplir su palabra.  ¡Cuántas veces tomamos decisiones por debilidad… Señor, danos el coraje para hacer lo que es correcto, sea o no popular. La muerte de Juan condujo a sus discípulos hacia él. Cuando todo parecía perdido, ellos arriesgaron sus vidas, en un acto final de amor, para reclamar su cuerpo, y entonces fueron y se lo dijeron a Jesús. Pidamos a Dios la fuerza que necesitamos para hacer lo que podemos, y después volvernos  hacia Jesús en nuestra oración.

Domingo 4 de agosto     (18º del tiempo durante el año)   
Lucas 12,13-21  “…“Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus pertenencia las que le dan vida.”

Jesús es requerido para resolver un asunto de herencia. El advierte a sus oyentes contra todo tipo de avaricia. Él les dice que sus vidas no están aseguradas por lo que ellos poseen. Ellos deben crecer hacia un verdadero sentido de los valores, y reconocer que la verdadera vida no puede estar medida en términos de posesiones materiales.
Y procede a narrar la parábola sobre un hombre rico cuyos campos dieron mucho fruto y para almacenar la cosecha pensó en demoler los graneros y edificar otros más grandes para reunir todo su trigo y sus bienes y luego decirle a su alma, que tenía bienes en reserva para muchos años,  pero Dios le dijo: ¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma y las cosas que preparaste para quién serán?, para concluir exponiendo que así es quien atesora riquezas para sí y no se enriquece para Dios. El valor de la vida no consiste en atesorar bienes materiales sino en ser rico para Dios.
Jesús, cuan paciente eres con nosotros, mientras luchamos con nuestros deseos mundanos. Nosotros queremos más, y más. Miramos con envidia lo que los otros parecen tener – mejores casas – mejores trabajos – mejores condiciones de vida. Ayúdanos a que, por el contrario, estemos agradecidos con lo que tenemos, por Tu bondad para con nosotros, y por lo que somos como hijos de Dios