11º
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Jesús habla del Reino de Dios, que es la presencia divina reinando entre los hombres, derramando la fuerza de la justicia, el amor y la paz. Ese Reino ya se hizo presente con la venida de Jesús, y sobre todo ahora, que él está resucitado, el Reino de Dios es una realidad presente. Pero el Reino de Dios también es algo futuro, algo que estamos esperando, porque este mundo todavía no alcanzó su plenitud, y eso sucederá sólo cuando Jesús regrese glorioso. Mientras tanto, el Reino está creciendo. Y las parábolas de las semillas, que leemos en este texto, hablan precisamente de ese Reino en crecimiento.
La
primera parábola se refiere al poder de la semilla que germina y crece por su
propio poder, aun cuando el hombre duerma; porque el Reino de Dios tiene un
poder divino que va actuando misteriosamente, más allá de las acciones del
hombre, y nadie debe sentir que el Reino de Dios, para poder manifestarse,
depende de su actividad. Cada uno de nosotros pasa, y sin embargo el Reino de
Dios sigue desplegando su potencia y su luz.
La
segunda parábola destaca el crecimiento del Reino que comienza a manifestarse
en cosas simples y pequeñas, pero que por el poder de Dios, van creciendo hasta
alcanzar grandes dimensiones.
ORACION E INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Señor,
que nos has sembrado como semillas del reino en el bautismo,
te
pedimos que nos des fuerzas suficientes para poder fructificar
y dar
frutos abundantes.
Te
pedimos que nos envíes el don del Espíritu Santo,
que
nos ayude a entender tu Palabra,
y que
esta nos ayude a la propagación de tu Reino,
principalmente
entre las personas más alejadas.
Todo esto
te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Espíritu Santo ven a nosotros en estos momentos
en que disponemos el corazón y la mente
para escuchar el mensaje de Dios
y ponerlo en acción en nuestra vida. Amén
Evangelio
según Marcos 4, 26-34
Y decía: “El Reino de Dios es como un
hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche
y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un
tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en
seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha”. También decía:
“¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para
representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más
pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y
llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas
que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra”. Y con muchas parábolas como
estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No
les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les
explicaba todo”.
LECTURA, ¿Qué dice el texto?
El
tema central de las parábolas de los Evangelios es el Reino de Dios. Jesús nos
descubre el proyecto de Dios para la humanidad. Hoy la liturgia nos presenta
dos parábolas: la semilla que crece sola y el grano de mostaza.
La
Palabra de Dios, el mensaje de Jesús sembrado en el hombre, en la sociedad, en
el mundo, tiene la fuerza y la vitalidad suficientes para germinar y crecer.
Crece
lentamente, pero su crecimiento nadie lo puede impedir ni detener y así va
apareciendo el tallo, la espiga y el trigo abundante.
Los
comienzos son sencillos y ocultos, pero la fuerza interior que tiene la semilla
va impulsando el crecimiento en una planta con sus frutos. Las cosas de Dios,
las cosas del Reino no se miden por nuestros criterios: productividad,
utilidad, esfuerzo… El hombre es simple colaborador de la siembra.
La
fuerza del Evangelio ha ido venciendo muchas injusticias y debemos, cada uno de
los cristianos, esforzarnos para que esta semilla de salvación y liberación,
llegue a todos los hombres.
La semilla
de mostaza es mínima y sin embargo está dotada de fuerza interior que le hace
crecer, desarrollarse y dar cobijo a los pájaros. Esta parábola es una
invitación a sembrar pequeñas semillas de una humanidad nueva. El proyecto de salvación
de Jesús es humilde en sus comienzos.
En la
sencillez de la vida, pongamos mucho amor para que el Reino vaya creciendo
entre nosotros. Vivir con gozo el momento presente. Sembrar cada día sin
cansancio. Ser conscientes que la situación actual para sembrar, exige tener
más coherencia de vida, mayor entrega y generosidad. La siembra producirá su
fruto, a nosotros nos toca sembrar.
Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o
actitudes que atraen tu atención, tu interés?
MEDITACIÓN, ¿Qué nos dice Dios en el texto?
El
hombre no es el protagonista en el crecimiento del Reino de Dios. Tú y yo somos
meros colaboradores, pero Jesús quiere y espera nuestro esfuerzo, nuestro
trabajo para que su Palabra arraigue y crezca en el hombre de hoy.
Dios
actúa en la historia de la humanidad, a pesar de que las apariencias digan lo
contrario. Dios actúa desde lo escondido, desde el silencio, desde las pequeñas
cosas de cada día.
¿Qué
podríamos hacer para que esta semilla sembrada comience a germinar? Lo que tú
no hagas se quedará sin hacer.
Hay
en el evangelio una llamada dirigida a todos a sembrar pequeñas semillas de una
nueva humanidad. Algo que pueda pasar tan desapercibido como la semilla más
pequeña, pero que está llamado a crecer y fructificar.
¿Cómo
acoges esta llamada? ¿Qué puedes hacer para que el mensaje de Jesús sea luz y
consuelo para otras personas?
Necesitamos
aprender de nuevo a valorar las cosas pequeñas, los pequeños gestos, poner un
poco de dignidad y amor en nuestro pequeño mundo: un gesto amistoso al que vive
desconcertado, una sonrisa acogedora a quien está solo, una señal de cercanía,
una pequeña alegría… son pequeñas semillas del Reino que todos podemos sembrar.
Jesús
es paciente y respeta nuestra libertad para responder a su gracia.
Cómo
es tu actitud, ¿respetas el ritmo de los demás? ¿Eres consciente que te toca
sembrar, acompañar, orar…?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál
es tu meditación, tu reflexión personal?
ORACIÓN, ¿Qué le decimos a Dios?
Enséñanos,
Señor, a experimentar la vida como regalo y don, a dejarnos sorprender por la
novedad de cada día, a dejar crecer en nosotros la bondad y la generosidad, a
aprender a vivir de manera abierta y acogedora.
Ayúdanos
a repartir cada día pequeños gestos: de cercanía, de ayuda, de compresión, de
consuelo, de alegría…
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración
personal?
Cada
uno expresa sus intenciones. Amén.
CONTEMPLACIÓN, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de
Dios?
El
Reino de Dios está aquí, entre nosotros. La semilla está ya sembrada, depende
de cada uno de nosotros hacerla germinar en las manos de Jesús y convertirla en
un árbol grande y fuerte que cobije a muchos hombres.
Por
más que sea imperceptible, el crecimiento de la semilla se lleva a cabo, “sin
que uno sepa cómo”.
Pero
se le deben garantizar las condiciones apropiadas. Eso es lo que nos toca a
nosotros: preparar la tierra, abonarla, regarla, proteger los brotes y la
planta de cualquier agente externo que le dañe o impida su crecimiento.
Cuida
tu tierra para que crezca la semilla de la gracia que cada día te regala el
Señor.
El
crecimiento del Reino de Dios en nosotros, es siempre Gracia de Dios, que
supone nuestra colaboración, nuestra disponibilidad para crecer al ritmo de
Dios.
¿Admites
el ritmo de Dios en tu vida?
¿Te
has planteado si el ritmo de Dios, se ve frenado o paralizado por otros ritmos
que tú quieres tener?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o
frase o párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?
ACCIÓN, ¿A que me comprometo con Dios?
Ora
pidiendo al Señor que te ayude a ser buen sembrador de su Palabra.
Quita
todo aquello que te impide crecer al ritmo de Dios.
Procura
la búsqueda de la paz donde estés, donde vayas y con quien estés.
Con
tu cercanía y con pequeños gestos ayuda a otras personas a encontrar a Jesús, a
ser felices, a encontrar la paz…
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te
invita a realizar?