13ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Lunes, 2 de julio Fiesta de Nuestra Señora del Huerto
Mateo 8,18-22. “Maestro, te seguiré adonde vayas”
Jesús nos muestra que seguirlo a él no es una opción más, o una decisión superficial, que se pueda tomar a la ligera. Es mucho más radical que elegir una profesión. Allí se juega la vida y las raíces más profundas de la propia existencia, porque es darle a Jesús el timón y el mando de la vida. En este relato un estudioso de la Ley quiere seguir a Jesús, pero está habituado a una vida muy estructurada y llena de seguridades. Jesús le hace notar que para seguirlo es necesario desinstalarse completamente. Y ante la propuesta de Jesús, se retira entristecido porque poseía muchos bienes.
El otro personaje que menciona el texto, es uno de esos que siempre tienen una excusa, algo urgente e impostergable. Su padre muerto simboliza lo que forma parte del pasado y que nunca terminamos de entregar para comenzar una vida nueva.
Jesús no engaña. Quien quiera seguirlo tendrá que aprender a entregar la vida y a caminar sin casa ni techo fijos.
Señor Jesús, tú me llamaste a seguirte y a colaborar contigo, Que nunca me alejen de ti mis apegos. Ayúdame a salir del egoísmo que me esclaviza. Concédeme sabiduría y lucidez para preguntarme cada mañana sobre lo que esperas de mí
Martes, 3 de julio SANTO TOMÁS, apóstol
Juan 20,24-29 “Señor mío y Dios mío”
Tomás, el incrédulo, no ocultaba su vulgar cerrazón. Quería ver, pero también meter su dedo en las heridas e introducir su mano en la llaga del costado. Le ponía demasiadas condiciones a Dios para poder creer. No advertía que Dios mismo le estaba dando su gracia y que solo le bastaba dejarse iluminar por la luz divina y dejarse llevar. Su pragmatismo cerrado podía más. Pero el Resucitado no despreció a ese Tomás que él mismo eligió como discípulo. Conocía bien su miseria, pero no se resignaba, porque al fin de cuentas Tomás había sido llamado gratuitamente, más allá de sus límites. Tan extrema como fue su incredulidad es ahora la respuesta creyente de Tomás. Hace suyo al Señor que se pone en medio para servir y al Dios que se hace cercano por el amor.
Cuando Jesús alaba a quienes creen sin haber visto, nos está alentando a seguir en su camino aunque no veamos claro. Porque nosotros también, sutilmente, le ponemos muchas condiciones a Dios. Convirtamos la expresión de fe de Tomás en jaculatoria, y repitámos du-rante el día: “SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO”.
Miércoles, 4 de julio
Mateo 8,28-34 “Cuando Jesús llegó a la otra orilla, desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro”
Los endemoniados vivían entre las tumbas, eran muertos en vida que optaban por la muerte. Deteriorados por la violencia, causaban miedo a los demás. Representaban lo peor: la terrible oscuridad y la soledad de los que caen bajo el dominio del mal. Ese mal que llevaban dentro no era soportado ni siquiera por los cerdos, que eran considerados los seres más impuros. Jesús es capaz de liberarnos de esos males que nos hacen tanto daño. Él tiene poder divino para arrancar de nosotros los odios, las heridas interiores, los rencores, las tristezas más os-curas. Pero los habitantes del lugar no supieron agradecer que Jesús liberara a dos de ellos. Les preocupó más la pérdida de sus animales.
La obra de Jesús en nosotros va más allá de lo que el mundo puede valorar. Jesús no es propiedad de unos pocos privilegiados; cruza toda orilla y va al encuentro de todos los que están muertos en vida. `
Señor Jesús, que con tu espíritu podamos discernir siempre el bien del mal para no ser engañados. Haznos crecer en la práctica de las exigencias de tu Evangelio.
Jueves, 5 de julio
Mateo 9,1-8 “¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados”
Muchos son los signos y milagros que se narran de Jesús en los evangelios. Hoy leemos la curación del paralítico. Jesús lo que hace primero es perdonar sus pecados. Y porque no le creen, hace que el paralítico camine.
Jesús perdona y sana. El poder que el Padre le da, le permite liberar el centro de los corazo-nes humanos, dominados por el pecado, pero también liberar muchas cosas que están atadas dentro de nosotros. La amistad con él nos promueve y nos sana de muchos males. Vemos que un especialista en la Ley de Dios critica a Jesús porque perdonó los pecados al paralítico. Pero Jesús se presenta como instrumento del perdón del Padre, y cura al paralítico para dar un signo de su misión liberadora.
En la parálisis del hombre curado, podemos ver un símbolo de nuestras propias parálisis y estancamientos: de todo aquello que nos detiene, que nos impide avanzar en la vida. De esas parálisis interiores, Jesús puede curarnos a partir de su raíz más profunda: el pecado.
Viernes, 6 de julio
Mateo 9,9-13: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. … yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Este "sígueme" que escucha Mateo en su corazón, también resuena en el nuestro, y es un llamado que Dios nos hace a cada uno de nosotros. Mateo era un recaudador de impuestos, pero Jesús no tiene problemas de llamar a cada persona, sin importarle su condición, a qué se dedica, o cuáles son sus pecados, Dios tiene, debilidad por nuestras fragilidades, Él se enternece, hay ternura en Su corazón por cada uno de nosotros; de allí que los discípulos que no entendían esto, y sobre todo los fariseos se preguntaban por qué el Maestro comía con los publicanos y los pecadores.
Y Jesús se lo deja bien claro: "no son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos". Todo aquel que se siente necesitado de la gracia de Dios encuentra en Jesús un gran alivio, encuentra como una casa para entrar en ella y encontrarse con el amor.
Sábado, 7 de julio
Mateo 9,14-17 “Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden".
Con la llegada de Jesús, se abre un tiempo novedoso, donde lo viejo ya no puede existir, porque la presencia de Jesús hace nuevas todas las cosas. Y se trata de vivir con su presen-cia, una fiesta verdadera, una fiesta donde todos estamos invitados, donde nadie queda ex-cluido y donde el amor, la misericordia, el perdón, el bien común, serán los platos principales para que todos podamos compartir.
No cabe duda que todos somos responsables como cristianos, como hermanos en la Fe, de hacer presente la alegría, sabiendo que Jesús siempre sale a nuestro encuentro para hacer presente el Reino de Dios en medio de nosotros.
¿Cómo es la humanidad nueva que quiere hacer brotar el Espíritu? ¿Cómo son los hombres nuevos que el Espíritu está empeñado en recrear? Atrevámonos a soñar un mundo nuevo a nuestro alrededor. Empecemos con la ayuda del Espíritu.
Tú, Señor, siempre eres nuevo. Haz que mi vida también sea nueva.
Domingo 8 de julio (14º durante el año)
Marcos 6,1-6: “… la multitud asombrada decía: "¿De dónde saca todo esto?¿No es acaso el hijo del carpintero,… Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Por eso les dijo: "Un profeta es des-preciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa".
Cuando Jesús volvió al pueblo donde se había criado, la gente no le tenía confianza hasta el punto que no pudo hacer allí ningún milagro. Jesús mismo estaba asombrado". No le tenían confianza porque su familia no ocupaba ningún puesto importante, su madre era pobre y sen-cilla, no tenían muchos bienes. Aparece con claridad la pregunta que ellos se hacían: ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María? Él era uno más, María era una más. Aquí se caen todas nuestras pretensiones de gloria y de reconocimiento social. La opción de Jesús fue la de compartir la simple vida de los pobres, y con su trabajo manual, mostró que en realidad todo es importante a los ojos de Dios. Aprendamos esta lógica de Jesús, tan simple, tan liberado de la apariencia, tan alejado de las glorias mundanas.
Por la poca fe de sus paisanos, Jesús se asombra y a causa de eso no puede realizar muchos milagros.
Señor, danos un corazón sencillo y creyente que siempre se admire de tu obrar y tus Palabras, que creamos en tí como Mesías y salvador, que sepamos y podamos maravillarnos por tu cercanía siempre fiel, que al igual que los discípulos y María y tantos otros a los largo de la historia podamos seguirte bien de cerca y ser tus testigos con toda nuestra vida.