LECTIO DIVINA - TERCER domingo de adviento ‘a’

TERCER domingo de adviento ‘a’


3º DOMINGO DE ADVIENTO A       15/1
A Juan le han atribuido la función de precursor. Su camino es paralelo al de Jesús; se trata del mismo camino, pero con una etapa de adelanto. Su palabra profética tiene que poner al pueblo en situación de penitencia antes de la fase definitiva y tiene que allanar los caminos del Mesías. Ahora Mateo nos presenta al precursor como a aquel que se vuelve a preguntar: ¿eres tú el que tenía que venir o hemos de esperar a otro?
El señor HOY nos invita para que con alegría e ilusión preparemos su venida; poco a poco la liturgia nos lleva de la mano hacia la Navidad.  Hoy el texto propuesto es aleccionador.

ORACIÓN INICIAL

Dios mío, tú siempre cumples tus promesas
y todo lo haces con amor, siempre estás cerca
de los que te llaman con sinceridad.
Tú atiendes los ruegos de los que te honran;
les das lo que necesitan y los pones a salvo.

Siempre estás pendiente de todos los que te aman.
¡Mis labios siempre te alabarán!
¡La humanidad entera te bendecirá ahora y siempre!

TEXTO BIBLICO Mt 11, 2-11:

“Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:  «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».  Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:  los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».  Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”. En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.

LECTURA  ¿QUÉ DICE EL TEXTO?

Juan que está en la cárcel, manda a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús quién era. Jesús no se enfada, sino que lleno de paciencia los devuelve con el testimonio de lo que oyen de él y le ven hacer: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el evangelio; dichoso también el que no se escandalice de él, y da el testimonio sobre Juan que es más que un profeta puesto que ha sido el que le ha preparado el camino como Mesías; y lo piropea diciendo que no hay profeta mayor que él  y que el más pequeño  en el reino es mayor que él.

Juan terminó como todos los verdaderos profetas  incómodos de siempre, es decir, fuera de circulación. Desde la cárcel envía a sus discípulos a preguntar a Jesús nada menos que sobre el Mesías esperado, sobre el que "había de venir”. Cuando Mateo habla del Bautista se está dirigiendo, entre líneas, al grupo de discípulos que habían permanecido fieles a  la memoria de su profeta. Jesús responde sobre su persona y su misión, no teorizando sino señalando una praxis concreta y liberadora: los milagros y signos realizados que tienen como destinatario al pobre y al excluido y en los que resuena el eco de las profecías. El cumplimiento de las profecías confirma su misión, pero de un modo inesperado y desconcertante: una misión, lle-vada a cabo en el compromiso personal con el pobre y el necesitado: “los ciegos ven…los pobres reciben la Buena noticia” . Esto es lo que define su persona y su misión como Mesías, no otro mesianismo fácil y triunfalista. Por eso decepcionó a todos los que veían en Él al heredero del poder de dominio de David, su padre. El signo mayor del mesianismo de Jesús, la señal de la irrupción de los tiempos mesiánicos anunciados por los profetas, es su opción por el pobre y el excluido como destinatarios y sujetos privilegiados del reinado de Dios.

MEDITACIÓN  ¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

 Me fijo en Juan. Es el precursor. Juan sabiendo que era Jesús duda, porque manda a sus discípulos. Juan está recluido por Herodes  Antipas sabiendo el fin que le espera por identifi-carse con la verdad; está allí pero teniendo cierta relación con sus discípulos. Juan también tiene sus interrogantes. Algunos piensan que Juan no estaba seguro, pero no da esa impresión. Juan, en el fondo, quería confirmar a sus discípulos, porque ya él con su vida, le había preparado el camino al Señor. Se supone que le contaban todo lo que Jesús hacia, y al oír las obras de Jesús envía a sus discípulos para que le pregunte, si es Él  o se esperan a otro. Juan quiere la Palabra de Jesús y eso le basta. ¿Será que a mí me basta la Palabra del Señor?

Me fijo en Jesús. En Él no solo escuchamos Palabras de vida, sino que contemplamos obras de vida. Jesús nos da la gran lección a través de Juan. Estos discípulos están un tanto des-orientados. Juan en la cárcel, Jesús por otro lado. Era necesario fortalecer la fe de estos discípulos y así  lo hizo Juan. Impresiona ver el testimonio que Jesús da sobre el Bautista. 
Los discípulos llegan oportunamente, cuando Jesús está curando a muchos, y le dice el gran  testimonio: “Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído; los cojos ven, los muertos resucitan.

Él me dice también hoy: “vete y prepárame mi venida”, pero prepárala dando este testimonio; quitando los obstáculos que tengo para que el Señor aparezca en mis caminos; dando  amor.  Jesús viene a liberar, y se lo hace comprender a Juan a través de los discípulos; este es el gran signo profético y esperado por los pobres de Yahveh.
Juan había dado la vida por Jesús…y Jesús les da la fortaleza de la fe: “no duden de él”. Con qué cariño y lealtad, les indica a los discípulos id y anunciad a Juan. Invitación entonces a  nunca perder nuestra fe, nunca desconcertarnos; ser fuertes; abrir los ojos, ver la bondad del camino de Jesús, y preguntarnos cuál es nuestro testimonio. ¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo allanamos el camino?  ¿Cómo estamos viviendo para anunciar al salvador?. Dentro de poco nacerá pero dentro de la fe, dentro de mi corazón; en total acogida a su misterio de cercanía, a su inhabitación en el interior de nuestro ser. Tenemos que prepararle el corazón con mucha alegría, con total dedicación e integridad; muy conscientes de que lo esencial se mueve en el plano de la fe y que esa vivencia explícita se va a traducir en amor, solidaridad, caridad, trascendencia y anonadamiento ante el Misterio.

ORACION ¿Qué me hace decir el texto a Dios?

¿Cuántas veces no me  ocurre esto a mi?, ¿Por qué ocurre? Quiero  alcanzar mi satisfacción humana y Tu eres de otra manera. Siento que tengo que implicarme más en ti; entregarte todo el corazón y lo demás vendrá. Siento que tú confirmas todas mis expectativas; siento que el misterio más profundo de nuestra existencia tiene un solo nombre, una sola respuesta, y un solo alcance: Tu, Jesús. ¿A dónde buscar más?. Me queda el compromiso de darlo todo pero darlo desde ti; en clave de alegría, de confianza, de paciencia, y de larga espera. El símbolo para esta semana será el labrador; como indica la segunda lectura; éste tiene paciencia para aguardar el fruto de la tierra mientras recibe la lluvia temprana. Así quiero yo, Señor, esperar paciente, porque todo me lo vas danto  tú, mientras participo de tu Eucaristía, mientras acojo a mis hermanos, mientras riego el corazón buscándote sin cesar. Sí, Señor, tengo en ti puesta toda mi esperanza.

Señor,  quiero fortalecer mi fe, y a veces dudo. Por eso me acerco a ti y no hace más falta que verte, cómo curas, sanas, cómo liberas..Tú me  ofreces la liberación. Te pido perdón por mis desconciertos, por mis dudas, por mis interrogantes, por aquellos  pensamientos que pueden destruir  la paz interior. A veces estoy desconcertada como los discípulos de Juan;  y  tu res-puesta es clara. ¿Acaso, tu podrás decir Jesús mío que soy  la mujer fuerte que no duda? ¿Cómo curo, cómo ayudo, cómo doy a los demás todo lo que me pides?. Siento tu cercanía Señor. Soy consciente de ello, sin embargo, muchas veces me falta luz para encontrarte de-ntro de mí. Hoy te lo pido por medio de María: dame esa fortaleza y ayúdame en esas faltas de valor; ayúdame a ser fuerte para que no dude de ti nunca.

CONTEMPLACION Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el texto

En la liturgia resuena repetidas veces la invitación a gozar, a alegrarse porque el Señor está cerca. El mensaje cristiano se llama «Evangelio», «buena noticia», un anuncio de alegría para todo el pueblo; la Iglesia no es un refugio para gente triste.
La alegría del Evangelio encuentra su razón de ser en el saberse acogidos y amados por Dios. Su venida en medio de nosotros fortalece, da firmeza, dona valor, hace exultar y florecer el desierto y la estepa, es decir, nuestra vida, cuando se vuelve árida porque no tiene el agua de la Palabra de Dios y de su Espíritu de amor.
Estamos invitados a robustecer las manos, a fortalecer las rodillas, a tener valor y a no temer, porque nuestro Dios nos muestra siempre la grandeza de su misericordia. Él nos da la fuerza para seguir adelante. Gracias a su ayuda podemos siempre recomenzar de nuevo.
 La alegría cristiana, al igual que la esperanza, tiene su fundamento en la fidelidad de Dios, en la certeza de que Él mantiene siempre sus promesas. Quienes han encontrado a Jesús a lo largo del camino, experimentan en el corazón una serenidad y una alegría de la que nada ni nadie puede privarles. Nuestra alegría es Jesucristo, su amor fiel e inagotable. (Papa Francisco).

ACCIÓN ¿Qué te propones para que estos días finales del adviento, sean días de más espiri-tualidad, de más encuentro con el Señor por medio de su Palabra y con las personas que su-fren alguna carencia?

    Acércate al sacramento de la reconciliación para prepararte a la venida de Jesús.
    Acércate a María, ella es modelo de preparación para acoger a Jesús. Reza el Rosario contemplando.
    Muéstrate acogedor y lleva palabras de alegría y esperanza a las personas con las que te relacionas.