18º DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO B
Hermanos,
Como aquellos discípulos que buscaban a Jesús y se congregaban en torno suyo,
también nosotros hoy estamos aquí, con ilusiones y problemas distintos, pero
compartiendo el mismo objetivo: querer seguir a Jesús, vivir una vida al estilo
de Jesús. Él es el pan de vida, el que quita el hambre y la sed para siempre. La
Palabra que escucharemos y la eucaristía que compartiremos nos ayudarán a ir
más allá del rito, convirtiéndolos en fuente de nuestro compromiso para crear
una nueva humanidad. Por eso comencemos esta santa misa con mucha devoción. De
pie, cantamos...
MONICIONES A LAS LECTURAS
OPCIÓN 1: MONICIÓN ÚNICA PARA
TODAS LAS LECTURAS
La
Palabra de este domingo nos invita a leer el evangelio desde la perspectiva del
libro del Éxodo, ya que Juan cita expresamente el episodio narrado en la
primera lectura. En ambos casos la gente tiene hambre y el Señor le envía un
“pan del cielo” para saciarla. Dejemos que el Señor hoy también nos sacie con
el pan de la palabra. Escuchando
atentamente.
OPCIÓN 2: MONICIONES PARA CADA
LECTURA
Primera lectura (Éxodo 16, 2-4. 12-15)
Los
israelitas, en su arduo caminar por el desierto reciben el maná que les
recordará que sólo en Dios hay que poner toda la confianza.
Segunda lectura (Efesios 4, 17. 20-24)
Escuchemos
cómo debemos vivir nuestro bautismo, según las recomendaciones de San Pablo.
Evangelio (Juan 6, 24-35)
Jesús
se presenta como el verdadero pan de vida bajado del cielo. Preparémonos con el
aleluya para comenzar a escuchar hoy el discurso del Pan de vida.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Confiadamente,
presentemos nuestras súplicas,
repitiendo: ¡ALIMENTA A TU PUEBLO, SEÑOR!
Por
la Iglesia y el Papa Francisco, para que en los signos concretos de su
ministerio, recibamos en nuestro corazón la Palabra y podamos saciar nuestra
hambre de Dios Oremos
Por
los pastores que Dios ha puesto al frente de su Iglesia, para que Él los haga
santos y les conceda el espíritu de sabiduría, para proclamar con rectitud el
mensaje del Evangelio. Oremos
Para
que el Pan bajado del cielo siga dándole vida a la Iglesia y fortaleciéndola en
su misión en el mundo. Oremos.
Para
que los gobiernos trabajen por erradicar el hambre en el mundo. Oremos.
Por
los que no tienen trabajo, para que encuentren una forma de ganarse el sustento
diario y puedan llevar el alimento a sus hogares. Oremos.
Por
los que hemos atendido el llamado de Jesús a compartir su banquete, para que
también aprendamos a compartir lo que tenemos con los demás. Oremos.
Por
el fruto de la Palabra de Dios, para que nos renueve en la vida cristiana y
haga más visible el espíritu de familia entre los que formamos la Iglesia. Oremos
Por
los que están lejos de sus hogares y por los que se encuentran en peligro, para
que el Señor los proteja y los aleje de todo mal. Oremos
Por
nuestros hermanos que han muerto en el Señor. Que Dios perdone sus pecados y
los conduzca al lugar del descanso, de la luz y de la paz. Oremos.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Ofrezcamos
al Señor el pan y el vino, como símbolo de nuestro agradecimiento por el pan
que día a día recibimos. Cantemos...
Como
la multitud que seguía a Jesús, nosotros también necesitamos ser alimentados;
por eso ahora nos unimos para compartir la Eucaristía, el alimento que saciará
nuestra hambre de Dios.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús
Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo
Señor mío que estás realmente presente
en el
Santísimo Sacramento del altar.
Te
amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente
recibirte dentro de mi alma;
pero,
no pudiendo hacerlo ahora
sacramentalmente,
ven
al menos espiritualmente a mi corazón.
Y
como si te hubiese recibido, me abrazo
y me
uno todo a Ti;
Oh
Señor, no permitas que me separe de Ti.
DESPEDIDA
En ésta celebración hemos aprendido a poner nuestra seguridad y confianza en Dios, que nos alimenta y provee para nosotros lo que necesitamos. Vayamos a proclamar con nuestros actos la alegría de ser hijos de Dios