20º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 19 de agosto
El Evangelista, hoy, nos hace caer en la cuenta que comer el Pan vivo bajado del cielo signi-fica vivir al estilo de Jesús, meditar su palabra, aprender de su forma de actuar, de su cercan-ía para con todos, de forma especial con los más desheredados y vivir sabiendo que el centro de nuestra existencia es Dios mismo. Jesús tiene vitalidad y fuerza al hablar, sabe que quienes le sigue tratan de vivir como Él lo hace. Por eso dice “quien habita en mí, yo habito en él”. La eucaristía es el pilar central de nuestra fe, en ella compartimos la mesa y la fe, nos nutrimos de su Palabra, pero también de su Cuerpo y su Sangre, y gracias a ello “Viviremos para siempre”. Pidamos a Jesús que hoy cuando pasemos a comulgar vivamos una fiesta en nuestro corazón y no un compromiso como que sólo marcamos tarjeta.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones,
a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos
a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida
y se haga vida en nosotros. Amén
TEXTO BÍBLICO Jn. 6,51-58
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo”.
Disputaban los judíos entre sí: “¿Cómo puede Éste darnos a comer su carne?” Entonces Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo; si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre”.
LECTURA Qué dice el texto
El evangelio de hoy relata el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida. …Jesús se presenta como el pan bajado del cielo, pero… a diferencia del maná que también bajó del cielo, el que Jesús ofrece no vale para quitar el hambre fugaz y momentánea, sino el hambre más honda: la del corazón humano.
Jesús viene como el Pan definitivo que el Padre envía, para saciar el hambre más profunda y decisiva: el hambre de vivir y de ser feliz. …Su Persona viva es el Pan que el Padre da. Co-mer este Pan que sacia todas las hambres significa adherir a Jesús, entrar en comunión de vida con Él, compartiendo su destino y su afán, ser discípulo, vivir con Él y seguirle.
Pero seguir a Jesús, nutrirse en Él, no significa desatender y abandonar a los demás. Jamás los verdaderos cristianos y nunca los auténticos discípulos que han saciado las hambres de su corazón en el Pan de Jesús, se han desentendido de las otras hambres de sus hermanos los hombres.
Comulgar a Jesús no es posible sin comulgar también a los hermanos. No son la misma co-munión, pero son inseparables. Difícil es comulgar a Jesús, ignorando la comunión con los hombres. Difícil es saciar el hambre de nuestro corazón en su Pan vivo, sin atender el hambre de los hermanos: tantas hambres en tantos hermanos.
Reconstruimos el texto:
¿Con que frase, Jesús inicia el texto de hoy?
¿Qué ocurría con los judíos allí presentes? ¿Qué preguntas se hacían?
¿Cómo les responde Jesús? ¿qué pasa si no se come su carne, y si no se bebe su sangre?
¿Qué dice Jesús que es su carne, y su sangre?
¿En quienes permanece Jesús?
Quien come la carne de Jesús, ¿por quién vivirá?
¿Este pan bajado del cielo es el mismo que se les dio a través del maná? ¿Qué lo diferencia?
¿En qué lugar Jesús realiza estas enseñanzas?
¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que aparecen en este texto que atraen tu atención, tu interés?
MEDITACIÓN ¿Qué me/nos dice el Señor en el texto que leímos?
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo…» Cada vez que participamos en la santa misa y nos alimentamos del Cuerpo de Cristo, la presencia de Jesús y del Espíritu Santo obra en nosotros, plasma nuestro corazón, nos comunica actitudes interiores que se traducen en comportamientos según el Evangelio. (Papa Francisco)
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
¿Al comulgar, entiendo que se trata verdaderamente del cuerpo de Cristo?
¿Reconozco que esto significa entrega, y cruz de Jesús por mí?
¿Al reflexionar en esto, como me propongo vivir el banquete eucarístico?
¿Entiendo que no puedo ser indiferente?
Jesús no solo entrega su cuerpo, sino que con sus palabras explica de qué se trata.
¿Entiendo que el banquete de la Palabra que precede al banquete eucarístico, es tan importante como este?
¿Descubro la presencia de Jesús en la Palabra, y en el Santísimo Sacramento del Al-tar?
¿Encuentro personas que tienen las mismas dudas que embargaron a los judíos, sobre cómo puede Jesús dar su “carne”?
¿Qué les digo, cómo los ayudo a encontrar la presencia de Jesús allí?
¿Comulgo como si se tratara de un rito más dentro de la celebración, o lo vivo con la trascendencia que significa entrar en la presencia del Jesús que me da vida eterna, y permanece en mí?
¿Soy consciente que comulgar el cuerpo de Jesús, significa llevarlo junto a mí?
¿Entiendo que comulgar es transformarme en signo de vida? ¿Lo llevo en mí, y tam-bién lo comparto? ¿Reconozco las oscuridades que me rodean para llevar este signo de vida?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?
ORACION Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?
Mi Señor Jesús: quiero comer de tu carne y beber tu sangre porque quiero ser como tú y aceptar que tú vivas en mí y yo en ti; recordar siempre, que cuando voy al templo y me acer-co a comer la Eucaristía, estoy diciéndote que quiero “Vivir como tú nos enseñaste”, darle el valor y significado propio y que se vea reflejado en mis actos y actitudes; soy humano y mu-chas veces no logró alcanzar completamente este propósito, pero mi esfuerzo y mi voluntad también lo valen porque creo en ti y tú en mi.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?
CONTEMPACION: ¿Cómo reflejamos en nuestra vida lo que Dios nos dice en el texto?
La Iglesia nos impulsa a vivir la Eucaristía como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su esperanza en Cristo.
¿La Eucaristía te lleva a sentir de verdad a todos como hermanos?
¿Crece en ti la capacidad de alegrarte con los que están alegres y de llorar con los que lloran?
¿Te ayuda a reconocer en ellos el rostro de Jesús?
En la Eucaristía se nos comunica el amor del Señor por nosotros: un amor tan grande que nos nutre de sí mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar las propias fuerzas. Dejarse alimentar por el Señor significa construir la propia existencia sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo. Si miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que existen muchas ofertas de alimento que no vienen del Señor y que aparentemente satisfacen más: dinero, éxito, vanidad, poder, orgullo… Cada uno de nosotros, hoy, puede preguntarse:
¿y yo? ¿Dónde quiero comer? ¿En qué mesa quiero alimentarme? ¿En la mesa del Señor? ¿O sueño con comer manjares gustosos, pero en la esclavitud?
El Padre nos dice: «Te he alimentado con el maná que tú no conocías». Aprendamos a reconocer el pan falso que engaña y corrompe, porque es fruto del egoísmo, de la autosuficiencia y del pecado. Jesús, el Maestro, partió el pan que es realmente su carne. Nuestros comportamien-tos generosos hacia el prójimo, ¿demuestran que somos pan partido para los demás?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?
ACCION ¿A qué me/nos comprometemos?
Tomar conciencia que la Eucaristía es la fuente y la base de nuestra fe, porque ahí encontramos al Señor en cuerpo y alma. Intentar vivir la Eucaristía como acción de gracias y como alimento para nuestra fe.
Pedir al Señore que nos ayude a comprender y valorar lo que significa tenerlo en la Eucaristía.
Acercarnos a la Eucaristía con espíritu de fe y de oración, de penitencia, de alegría, de preocupación por las necesidades de los hermanos, con la certeza que el Señor cum-plirá lo que ha prometido.
Procurar ser alimento tanto material como espiritual para los que nos rodean, porque el Pan partido y compartido, nos habla de Caridad, de entrega….
¿Cuál es la acción concreta que nos proponemos realizar después de haber leído este texto del Evangelio?
ORACIÓN FINAL
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Dijiste un día, Jesús, que tu cuerpo es manjar que da vida.
Quiero tener cada día hambre de ti, saber comunicar a mis hermanos l
a necesidad que tenemos de ti. ¡Señor, dame siempre de tu pan!
No permitas que me aparte de ti.
Señor, no permitas que ahora, ni después, ni nunca, me separe de Ti.
Que yo viva por Ti, para Ti y para mis hermanos en cada momento
y circunstancias de mi vida.
Amén