Guión de Misa - 24º Domingo del Tiempo Ordinario

24º DOMINGO DEL  TIEMPO  ORDINARIO      ‘G’        16/9

 

 

 

Hermanos: bienvenidos a esta celebración, en el XXIV domingo del tiempo ordinario.

El Señor hoy, por boca de Isaías, nos anuncia su plan de salvación sobre el Mesías: en el servicio, en la humillación, en el dolor, en la muerte, en la cruz, en la que Cristo realiza el gesto de amor más grande. Y esta presencia de la cruz en la vida de Jesús, y en nuestra propia vida, sólo encuentra explicación desde la fe. Y ser discípulo suyo es cargar nuestra cruz, esa que es la fuente de la vida que dura para siempre.

Haciendo un acto de fe  en el misterio de la redención, no ponemos de pie para cantar….

*      OPCIÓN 1: MONICIÓN ÚNICA PARA TODAS LAS LECTURAS

El evangelio de este domingo inicia una intensa instrucción a los discípulos. Jesús es el Mesías, pero su mesianismo pasa por el sufrimiento, la condena y la muerte.  El profeta Isaías así lo canta, hablando del siervo de Yavé; pero el salmista muestra su confianza en un Dios que viene en auxilio del que le invoca. Creer, como lo expresa el evangelio y lo apunta Santiago, es aceptar un compromiso vital, que lleva a dar, incluso la vida por seguir al Señor. Escuchemos atentos.

 

*      OPCIÓN 2: MONICIONES PARA CADA LECTURA

PRIMERA LECTURA (Isaías 50, 5-9a)

Isaías, siete siglos antes de Jesús, anticipa lo que será su actuación: por su pasión y la muerte en la cruz, alcanza la vida para siempre.  Escuchemos.

 

SEGUNDA LECTURA (Santiago 2, 14-18)

Santiago, en su carta, plantea temas muy concretos. Escuchemos la relación que hace entre la fe y las obras.

 

EVANGELIO (Marcos 8, 27-35)

Jesús manifiesta que la verdadera vida es la que pasa necesariamente por la cruz; y también nos dice que si queremos realmente seguirlo, debemos cargar con nuestra propia cruz. Preparémonos para escuchar el Evangelio cantando el aleluya.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Pidamos al Padre que escuche nuestras oraciones diciendo:

ESCUCHA PADRE LA ORACIÓN DE TUS HIJOS

 

ü  Por nuestra Santa Iglesia, para que siga dando testimonio de Cristo en el mundo. Oremos.

ü  Para que los que han sido elegidos para ser tus ministros, sean siempre fieles a tu llamado y sepan estar en medio y delante de tu pueblo, siguiendo las huellas de tu Hijo e irradiando sus mismos sentimientos. Oremos.

ü  Para que los que gobiernan las naciones y tienen bajo su poder el destino de los pueblos, crezcan en el don de la prudencia y  en el espíritu de justicia. Oremos.

ü  Para que en nuestra patria, el Evangelio de tu Hijo, sea el fundamento de todas las normas, de todas las leyes y de toda la sociedad. Oremos

ü  Para que los enfermos e impedidos tengan la fortaleza necesaria, a fin de que no se desanimen ante las dificultades y encuentren en nosotros, corazones solidarios. Oremos.

ü  Por los desamparados, por aquellos que claman el auxilio divino, para que Dios venga pronto en su ayuda. Oremos.

ü  Por  nuestra Comunidad parroquial, para que estemos dispuestos a seguir al Señor, aceptando los riesgos que implica nuestra decisión. Oremos.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS

Al presentar los  dones del pan y del vino, le expresamos a Dios, nuestro sincero compromiso de vivir con actitudes nuevas, siendo generosos con las necesidades de nuestros hermanos. Acompañamos la procesión de las ofrendas, cantando

 

COMUNIÓN

El Señor nos invita hoy a sentarnos a la mesa, que anticipa el Banquete del Reino, donde nos ofrece su propio Cuerpo y Sangre. Entrando en comunión con Él, entraremos en comunión con toda su vida, su lucha, su amor, su esperanza. Acerquémonos a comulgar con fe, cantando...

 

COMUNIÓN ESPIRITUAL:

Al término de la distribución de la comunión.

 

Hermanos:

Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:

 

Creo Señor mío que estás realmente presente

en el Santísimo Sacramento del altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo

ardientemente recibirte dentro de mi alma;

pero, no pudiendo hacerlo  ahora sacramentalmente,

ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si te hubiese recibido, me abrazo

y me uno todo a Ti;

Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.

 

DESPEDIDA

Nuestra celebración de la Eucaristía ha de ser siempre una expresión de nuestra fe en Cristo. Todos estamos llamados a proclamar a Cristo como nuestro único Salvador.