Misterios gozosos (lunes y sábados)
“En compañía de María uno queda maravillado y humilde al contemplar en
los misterios gozosos, a un Dios, que para salvar al hombre no desdeñó
revestirse de las miserias humanas, y sometiéndose a las leyes más humillantes,
vivió entre nosotros angustiado, desfigurado y despreciado”.
La anunciación del Hijo
de Dios
“Escuchando el saludo del Ángel a María: Ave, llena de
Gracia, hablamos de la plenitud de Gracia que Dios reservó para Ella, para su
gloria y para nuestro bien, para que podamos alabar y bendecir a Dios y
convertirnos en verdaderos devotos de María.
Cuando se habla de la plenitud de Gracia que Dios ha puesto en María, es
necesario pensar en el proyecto de Dios que la había destinado a ser Madre del
Verbo, Corredentora del mundo, y que,
por lo tanto la preparó con gracia especial y abundantísima, para que
pudiese cumplir a la perfección la
misión confiada.
Grandes y pequeños, ricos y pobres, felices o afligidos,
justos o pecadores, todos podemos encontrar
en María la gracia y el auxilio que necesitamos
Tú María, nos haces esperar que, después de haber
contemplado el inmenso tesoro de gracia que Dios ha infundido en Ti, lo
derramarás sobre cada uno de nosotros”.
2. La visitación de
María a su prima Isabel
“¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Por qué he de merecer que entre a mi casa la madre de mi Señor? María entonces agrega
Proclama mi alma la grandeza del Señor… y se queda con su prima, ella,
“En
toda actividad que hagamos imitemos a María. Edifiquemos con el testimonio y
ejercitemos la caridad. Recordemos que procurando el bien espiritual y corporal
de nuestros prójimos, no servimos a los hombres sino verdaderamente a Dios, el
cual, como dice el Santo Evangelio, se esconde en los pobres; y que su premio
no es terreno y pasajero sino celestial y eterno”.
3. El nacimiento del
Hijo de Dios
“Por
entonces, salió un decreto del emperador Augusto, mandando hacer un censo del
mundo entero. Todos iban a inscribirse,
cada cual a su ciudad. También José, subió a Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta.
Estando allí dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre…
Dios se valió de María para darnos
al Salvador; quiso infundir en María tantas gracias, para que las hiciese
llegar a nosotros. Por su medio nos comunicó el Autor de la gracia… ”. “Adoremos el gran Misterio y callemos: o
bien, si queremos decir algo, postrémonos ante María y digamos con toda nuestra
devoción y piedad: Ave María, Oh gran Virgen y Madre, rica, llena, colmada de
todas las gracias. Ave María…bendito el fruto de tu vientre, Jesús”.
4. La presentación de
Jesús en el Templo.
“A Ti una espada
te traspasará el alma” “En el momento de la presentación de Jesús
en el Templo, y oída la profecía del anciano Simeón, una espada de dolor
atravesó el alma de María… La profecía especificaba qué tipo de sufrimientos
esperaban a su Hijo. El Niño que María sostenía entre sus brazos, llegaría a
ser objeto de contradicción… en este instante habrá exclamado en lo íntimo del
corazón: Hijo mío tendrás que sufrir para la salvación de muchos; y ella acogió
en lo íntimo de su corazón este gran misterio y se ofreció a sí misma para que
se cumplieran los proyectos del Padre... ¡Y
5. Jesús, perdido y
hallado en el Templo
“Encontraron al Niño en el Templo haciendo preguntas y respondiendo a
los Doctores de la ley. Las respuestas de Jesús eran tan ricas de sabiduría que
todos estaban maravillados.
Perdido Jesús, María y José iniciaron una fatigosa
búsqueda, y lo encontraron en el Templo entre los doctores de
Jesús es encontrado en el Templo. Nosotros que con el
pecado perdemos a Jesús, debemos buscarlo como María y José. Él se encuentra en
el Templo, en
Misterios de dolor (martes y viernes)
Sigamos a María dolorosa en
Getsemaní, por las calles de Jerusalén y
del Calvario para ver a Jesús agonizante, traicionado, flagelado, coronado de
espinas, condenado a muerte y crucificado.
La oración en el Huerto
“Jesús se aleja de los discípulos en el Huerto de los
Olivos abrumado por el dolor. Ve en el horizonte las traiciones, los insultos,
las infamias, los azotes, las espinas, la cruz, los clavos, la muerte, todo el
amarguísimo cáliz le es presentado allí.
Él había deseado intensamente esta hora desde siempre, pero ahora su humanidad
sufre todo el peso de la misma: comienza a tener miedo y a temblar… y dice: “Mi
alma siente una tristeza de muerte”.
Su infinito amor por nosotros no le permite decir basta…
nada puede darle alivio, sino nuestra conversión.. Si nos arrepentimos de
nuestros pecados y caminamos hacia él seremos su alegría más grande, caso
contrario seremos el motivo de aquel sufrimiento”.
2. La flagelación
“Los
soldados se lanzan contra Jesús, lo despojan de las vestiduras, lo atan a la
columna y con azotes de cuero, y ganchos de hierro se disputan quien puede
golpearlo más.
Con sólo
ver la expresión suplicante de Cristo martirizado, habría sido suficiente para enternecer los corazones más duros y
obstinados, pero los verdugos se vuelven cada vez más feroces.
Jesús tiembla,
su piel se muestra magullada, se rasga, deja salir la sangre que riega el
suelo, mancha sus manos,… Se abren las venas, se ven los huesos, pero para Él
no hay piedad alguna. Si desisten, es sólo para que llegue vivo a penas
mayores, al tormento supremo de la cruz.
Convenzámonos
que, amando el pecado, continuamos gritando: Sea Crucificado!! “
3. La coronación de
espinas
“Después de tan cruel flagelación, lo revisten con el
manto púrpura, tejen una corona de espinas y se la clavan en la cabeza golpeándola
con unas cañas…
Dolor más dolor, lo hacen un rey para la burla y continúan
golpeándolo y escupiéndolo… Pilato piensa
lograr que la multitud se calme al ver a
Jesús desfigurado por el dolor… Pero el pueblo grita: Que sea crucificado! No
queremos verlo más delante de nuestros ojos.
Pilato aun habiendo reconocido su inocencia, lo ha hecho
flagelar por temor de perder los favores del César, y lo condena a muerte y a
morir en la cruz.
Con el pecado el hombre elige el juicio del mundo sobre
el juicio de Dios, repitiendo la misma condena de Pilato, los mismos gestos de
los verdugos, y la condena de
4. Jesús lleva a
cuestas la cruz
“Tenemos
en Cristo una nueva vida, es decir la verdadera vida, y el instrumento para
ello es
Abracémonos a la cruz, y sepamos que
con ella se va detrás de Cristo. Quien la tenga por compañera en la vida, la
tendrá de compañera también en la gloria.
Los cristianos reunidos en el nombre
de este santo signo, nos regocijamos y nos gloriamos en
5. Jesús muere en la
cruz
“Jesús sigue siendo Amor por el hombre y habla al
Padre: Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen![1] Perdona todos los pecados del mundo y de todos los tiempos.
Ellos no comprenden el gran mal que se hacen!... Me abandono a Ti, Padre.
Ninguno debe morir, porque Yo muero por todos!...
Querida Madre, tu no tendrás más sobre la tierra a tu
Hijo, pero tendrás otro en Juan: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. En él están todos los hombres, todos mis fieles, protégelos
como tus hijos.
Juan, recibe en mi lugar a mi Madre, es todo cuanto me
queda para entregar, junto con
Mi sed no se extingue con el vinagre, sino con vuestra
salvación! Esto deseo, esto quiero, ésta es la sed que me devora. Todo está cumplido.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu![2] Te confío a todos los pecadores. Tiembla la tierra y
la envuelven las tinieblas. Cristo muere!
Considerando
Misterios de gloria (miércoles y domingos)
En
los Misterios gloriosos contemplamos a María que se alegra con Jesús, al verlo
vencedor del infierno y de la muerte, subiendo triunfante a los cielos, adonde
le sigue con su mirada y su pensamiento. Después de la santificación de todo el
mundo, obra llevada a cabo por el divino Espíritu y por la predicación
apostólica, contemplamos a María que, en
cuerpo y alma es llevada al cielo, coronada y glorificada por encima de toda
criatura terrena o celeste.
Jesús resucita de entre
los muertos
“Con la gloriosa Resurrección, Jesucristo resurgió de
las sombras de la muerte, a las cuales se sujetó a fin de conquistar para
nosotros la verdadera vida… El pecado nos sometió a la muerte del alma y del
cuerpo; Cristo nos devolvió la vida de uno y otro, de tal manera que… la
gloriosa Resurrección de Jesucristo es para nosotros una abierta e indefectible
garantía. Porque, habiéndonos Él asegurado mil veces que había venido a morir para darnos la vida y para dárnosla
más abundante y más rica que la que habíamos perdido, con su Resurrección ha
confirmado su promesa y no podemos dudar más de nuestra futura resurrección a
una vida inmensamente mejor…
Jesús mío… nosotros queremos pertenecerte, nosotros
queremos seguirte en el camino de la cruz, para ser parte de tu Resurrección y
de la gloria que posees en lo alto de los cielos, pero, acuérdate que sin Ti,
nosotros nada podemos, por tanto todo lo esperamos de Ti.”
2.
“Yo
estaré con vosotros hasta el fin del mundo… Señor en este día de tanta gloria para ti y de tanta
fiesta para nosotros, no tengas en cuenta nuestras faltas, sino mira nuestra
fe, la adoración que te queremos prestar. Mira oh Señor los males que nos
oprimen…Mándanos la fuerza y la gracia
para superar cada dificultad y para que después podamos ir contigo al
cielo. Haz que nuestras oraciones sean sinceras, devotas nuestras alabanzas, de
manera que después de haberte venerado en la tierra, Verdadero Dios con el
Padre y con el Espíritu seamos admitidos a la vida beata, para adorarte por
siempre”.
3. La venida del
Espíritu Santo
“Jesús ordenó a los
Apóstoles, no alejarse de Jerusalén hasta no ver cumplida la promesa del Padre.
El Espíritu vino: los apóstoles y María estaban reunidos en oración, cuando un fuerte viento llenó la
casa y llamas de fuego se posaron sobre la cabeza de cada uno. Y fue entonces
que, llenos del Espíritu, comenzaron a hablar en lenguas…
¡Oh Santo y Divino Espíritu,
que eres luz, eres verdad, eres fuego de amor, purifica, limpia y santifica
nuestro pobre corazón para que, ahora y siempre, pueda ser tu verdadero templo
y nosotros, purísimas víctimas de tu caridad!
Que
tu Divino fuego erradique de nuestra alma todo afecto terreno para atraerla a
Ti, para que amándote y sirviéndote fielmente sobre la tierra, podamos alabarte
y bendecirte con el Divino Padre y con el Verbo Divino, con quienes estás y
estarás; y nosotros, ahora y siempre, te reconocemos verdadero, único y
amabilísimo Dios nuestro. Amén”
4. La asunción de María
en cuerpo y alma al cielo
“
…
María nos quiere junto a
ella. Debemos quererlo nosotros, y sólo así podremos estar a salvo…
5. María coronada reina
del universo
“Hoy
estamos llamados a contemplar a María coronada como reina y señora.
"Debemos gozar de esta inmensa exaltación de María. Somos devotos hijos de
Aquella que, hecha madre de Jesús, se llamaba a sí misma humilde sierva y que,
coronada como reina del cielo y de la tierra, ostenta un único cetro: el de la
misericordia, por ello es reina y madre de misericordia.
Atraídos
por su dulzura, por su bondad, por ese amor que dulcemente manifiesta,
encontramos un gozo especial y una gran confianza para rezarle, honrarla y
consagrarnos a ella. Y no solamente esto.
Estamos
llamados a seguirla en la gloria y a participar de su triunfo".
Misterios luminosos (jueves)
Comprenden los
momentos de la vida de Jesús que van desde el Bautismo en el Jordán hasta la
Institución de la Eucaristía (inicio de la Pasión).
El Bautismo
de Jesús en el Jordán
“Jesús no necesitaba
para sí mismo el bautismo de conversión que administraba Juan para el perdón de
los pecados. Pero, para cumplir el designio del Padre, Jesús tenía que asumir
los pecados del mundo, y «hacerse pecado por Juan administraba su bautismo a aquellas personas
que querían cambiar de vida y que procuraban
seguir su predicación penitencial y exigía de ellos el cambio de vida. Dios
de misericordia que llamas a la penitencia a los pecadores y nos llenas de
consolación, danos un verdadero espíritu de penitencia, concédenos, que, si en
el pasado hemos seguido el pecado, ahora sigamos el camino de la conversión y
la penitencia hasta la muerte”.
2. La autorrevelación de Jesús en las Bodas
de Caná
“Qué nos enseña María en este caso?... que María es tan buena que no puede ver
nuestras necesidades sin tener piedad, que enseguida se presta a venir en
nuestra ayuda y que, especialmente si se trata de sus devotos, lo hace antes de
que lo pidan y frecuentemente los socorre sin que hubieran advertido ni la necesidad en la que
se encuentran, ni la gracia incluso milagrosa que se les da, María se ocupa no
sólo de las necesidades de nuestras almas, sino también de las de nuestro
cuerpo, … cuando María se empeña en obtener alguna gracia, no hay obstáculo que
lo pueda impedir.
En este hecho del santo Evangelio, Jesús nos
enseña que su primer milagro lo realizó por la intercesión de María, y que sus
gracias más especiales deben venir por medio de María, que todo se obtiene
mediante su intercesión y, que por lo tanto, todos debemos recurrir a ella”.
3. El Anuncio
del Reino de Dios invitando a la conversión
“El Bautista comenzó su predicación, llamando
a todos a la conversión, y así inició su misión el Señor Jesús… Hacer
penitencia…, o sea el arrepentimiento de corazón es indispensable para todos.
“Rasga tu corazón y no tus vestidos”[3]…
Por ello
Este es el tiempo oportuno, son estos los días
de salvación. Vengan, por tanto, vengan, hasta que reine y triunfe en ustedes
esta incansable Misericordia que los invita con los brazos abiertos ‘Venid todos a Mi, venid, venid…’ “
4.
“Ah Señor, que
afortunados somos nosotros por un acontecimiento tan bello y fascinante como lo
es tu transfiguración. Para nosotros es un gran bien el estar aquí… nos
gustaría, como a tus discípulos quedarnos para siempre en este lugar… Sabemos que no podemos ascender al Monte
Santo de Dios ni gozar de su beatífica visión, sin la fe de Pedro, sin la
esperanza de Santiago, sin la caridad de Juan. Sin la fe no podemos agradar a
Dios, la esperanza es la que nos salva, grita el Apóstol, sin caridad, aún si
tuviésemos todos los otros dones, no somos nada y no nos sirven para nada.
Crezcamos por tanto,
en la vitalidad de la fe, depositemos en Dios toda nuestra esperanza y,
entonces sí, que se encenderá nuestro corazón y el bello fuego de la caridad
nos llevará al monte santo de Dios”.
5.
“Cristo antes de su pasión y muerte, instituyó
este Sacramento y recomendó a sus Discípulos de renovarlo en su memoria: ‘Haced
esto en memoria mía’. Es probable que los apóstoles comenzaran a celebrar
ORACIÓN
Pidiendo la canonización
de la Beata María Crescencia Pérez
Padre de Jesús y
nuestro que por tu Divino Espíritu
haces florecer la
santidad en