33º DOMINGO T. O CICLO ‘B’ 18/11
Dice el Papa Francisco: “El evangelio de este penúltimo domingo del año litúrgico nos propone una parte de las palabras de Jesús sobre los eventos últimos de la historia humana, orientada hacia el pleno cumplimiento del reino de Dios.
Es la prédica que Jesús hizo en Jerusalén antes de su última pascua. Eso contiene algunos elementos apocalípticos, como las guerras, carestías, catástrofes cósmicas. “El sol se oscurecerá, la luna no dará más su luz, las estrellas caerán del cielo y las potencias que están en el cielo serán trastornadas”.
Entretanto estos elementos no son la cosa esencial del mensaje. El núcleo central en torno al cual giran las palabras de Jesús es Él mismo, el misterio de su persona y de su muerte y resurrección, y su retorno al final de los tiempos. Nuestra meta final es el encuentro con el Señor resucitado. 'Habrá un día que yo encontraré cara a cara al Señor'. Y esta es nuestra meta, nuestro encuentro.
Nosotros no esperamos un tiempo o un lugar, sino que vamos a encontrar a una persona: Jesús. Por lo tanto el problema no es 'cuando' sucederán los signos premonitores de los últimos tiempos, sino que nos encuentre preparados. Y no se trata tampoco de saber 'cómo' sucederán estas cosas, sino 'cómo' tenemos que comportarnos, hoy en la espera de éstos.
Estamos llamados a vivir el presente construyendo nuestro futuro con serenidad y confianza en Dios. La parábola de la higuera que florece, como signo del verano que se acerca, dice que la perspectiva del final no nos distrae de la vida presente, sino que nos hace mirar hacia nuestros días actuales con una óptica de esperanza.
Esa virtud es difícil de vivir: la esperanza, la más pequeña de las virtudes pero la más fuerte. Y nuestra esperanza tiene un rostro: el rostro del Señor resucitado, que viene “con gran potencia y gloria”.
El Señor Jesús no es solo el punto de llegada de la peregrinación terrena, sino una presencia constante en nuestra vida. Èl está a nuestro lado, camina con nosotros. Quiere sustraer a sus discípulos de todas las épocas, de la curiosidad por las fechas, las previsiones, los horóscopos, y concentra su atención sobre el hoy de la historia.”
El hoy de nuestra historia nos lleva a tener en cuenta la realidad de los pobres y las causas de la po-breza, que deben erradicarse. La IIª Jornada Mundial de los Pobres lleva también ese desafió.
ORACION INICIAL
No importa Señor cuándo, si llegas hoy o mañana o pasado,
simplemente dame la mano y no me sueltes para seguirte amando.
No importa Señor cuándo, solo ayúdame a vivir amándote
y así estaré esperándote simplemente amando.
No importa, Señor, cuándo porque ya estás en mí,
cuando vuelvas estaré junto a ti, simplemente amando.
Invocamos juntos el Espíritu Santo….
TEXTO BÍBLICO Mc. 13.24-32
“En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta.
En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre”.
LECTURA ¿Qué dice el texto? Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la aten-ción o te son muy significativos. Toma nota de todo lo que adviertas.
Al final de este año litúrgico el evangelio nos presenta la certeza del regreso definitivo del Hijo del Hombre. La realidad de este evangelio es la promesa segura y cierta de que Jesús regre-sará un día de forma definitiva.
El día del regreso de Jesús no pasará desapercibido, ni para los hombres, ni para ningún elemento de la naturaleza. Jesús dice que no podemos saber el día y la hora. Eso lo decidirá Dios. Él creó la Historia y el mundo y solo Él los llevará a su plenitud. A nosotros nos toca vivir sabiendo que esto acontecerá y preparándonos para ese momento.
Hemos de contemplar el último día no como un día terrible y de juicio, sino como un día que-rido por Dios en el que Él, a través de su Hijo, llevará a cumplimiento su designio de amor sobre todos los hombres. Dios siempre fiel a sus promesas, no abandonará a la humanidad a su suerte ni a su destrucción.
Antes de esa venida definitiva hay otra venida intermedia del Señor: la venida de Dios cada día a nuestras vidas. Es verdad que esta venida intermedia no viene acompañada de señales estridentes, pero está igualmente llena de vida.
La parábola de la higuera es bastante iluminadora al respecto: basta ver una higuera en los meses de invierno y verla en primavera. Un árbol que parecía estar muerto, unos meses más tarde, está explotando la vida que tenía dentro.
La vida que el Señor Jesús nos traerá al final de la Historia será la definitiva, porque será la vida que ya no conocerá la muerte.
Para ser considerados dignos de recibir esa vida nos tenemos que preparar cada día. Hoy también tenemos que acoger a Jesús. Hoy amar a Jesús nos debe llevar a amar a los her-manos. En este evangelio no hay miedo o castigo. Esta Palabra contiene en sí misma la se-milla de la eternidad.
MEDITACIÓN ¿Qué me dice Dios a través del texto? ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Jesús te invita a vivir en profundidad, a prestar atención a los signos de los tiempos, porque el futuro está en tu presente, como la vida en la higuera que empieza a brotar. No puedes olvidar que éste es un tiempo en el que Dios actúa y en el que vas forjando tu opción a favor o en contra de la vida.
No sabemos el día ni la hora, sólo Dios. Ante esa “sorpresa” de nuestra historia vuelve a re-sonar la llamada constante de Jesús: “convertíos”. Es una llamada al amor y a ir intentando transformar nuestra vida y nuestra historia.
El Señor quiere exhortarnos a vivir con conciencia y plenitud cada instante de nuestra vida, a no desperdiciar el don del tiempo, a vivir con sabiduría y justicia pues no sabemos el día ni la hora.
¿Vives con gratitud, intensidad y fidelidad los días que el Señor te regala?
La espera de la venida del Señor nos hace estar en vigilancia, anticipando esa venida con obras de justicia y misericordia.
¿Cómo puedes transparentar la cercanía de Dios y su venida constante en medio de nosotros?
La venida del Hijo del Hombre debe llenarnos de alegría, consuelo y esperanza por la prome-sa del Señor de crear “un cielo nuevo y una tierra nueva”…Una nueva humanidad en la que el mal ya no exista y Él sea el Señor de todos y de todo.
¿Experimentas tú esa alegría y ese consuelo?
Si no es así, pídele al Señor que aumente tu fe, que calme tu miedo y que te llene de espe-ranza en sus promesas.
ORACION ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto?¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios...
Ven, Señor Jesús, ven pronto a mi vida, …
Porque, sin Ti, no me importa mi hermano, no me importa el que sufre,
Porque sin Ti mi corazón es de piedra a quien todo resbala,
acostumbrado a los pobres, acomodado en su casa,
sin jugarse la vida, sin gastarla por nada…
Ven, Señor Jesús, ven pronto a mi vida, …
CONTEMPLACION ¿Qué sentimientos despertó en tu interior el texto leído?
Cualquiera que sea nuestra fe o nuestra postura ante la vida, el verdadero problema al que estamos enfrentados todos es nuestro futuro.
¿En qué van a terminar los esfuerzos, las luchas y las aspiraciones de tantas genera-ciones de personas?
¿Cuál es el final que le espera a la historia dolorosa, pero apasionante de la humani-dad?
El hombre necesita en su corazón una esperanza que se mantenga viva aunque otras pe-queñas esperanzas se vean malogradas o incluso destrozadas.
Los cristianos encontramos esta esperanza en Jesucristo y en sus palabras que «no pasarán». Nuestra esperanza se apoya en el hecho inconmovible de la Resurrección de Jesús.
A partir de las palabras del resucitado nos atrevemos a ver la vida presente en «estado de gestación» como algo que no nos ha entregado todavía su último secreto, como germen de una vida que alcanzará su plenitud final sólo en Dios.
ACCIÓN ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?
Cuida tu encuentro con el Señor de cada día y trasmite a los hermanos mensajes de confianza y esperanza en Él.
Vive tú vida, como si fuera hoy el día del encuentro con Dios.
Vive desde el amor, confianza, seguridad de que Él es fiel a sus promesas de salva-ción, como preparación al encuentro definitivo.