LITURGIA SEMANAL -PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO CICLO C
Lunes 3 de diciembre San Francisco Javier (MO)
Mateo 8,5-11: “"Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que pronuncies una palabra y mi criado quedará sano…. Les aseguro que una fe semejante, no la he encontrado en ningún israelita”.
Según el Evangelio de hoy, la persona que busca a Jesús es un pagano, un soldado del ejército romano. Al acercarse a Jesús, simplemente plantea un gran problema: Su criado está grave. El hombre no llega a pedirle nada. Y Jesús, se compromete a ir a la casa del centurión y curar a su empleado. La actitud de Jesús sorprende al centurión, ya que supera sus expectativas. No esperaba que Jesús fuera a su casa, porque se sentía indigno: “Yo no soy digno”. Y expresa su fe en Jesús diciendo: “basta que digas una palabra y mi sirviente se sa-nará”. Él cree que la palabra de Jesús es capaz de sanar. Pero ¿de dónde le nace una fe tan grande? ¡De su experiencia profesional de centurión! Porque cuando un centurión da órde-nes, el soldado obedece. Y así se imagina que sucede con Jesús: basta que Jesús diga una palabra, y las cosas acontecerán… Él cree que la palabra de Jesús encierra una fuerza creadora.
Señor, hay tanto en mi vida que está estructurado por convenciones sociales y barreras. Dame la Gracia de saber escuchar tu palabra y así llegar junto a las personas que puedo ayudar.
MEMORIA DE SAN FRANCISCO JAVIER: Nació en el castillo de Javier (Navarra) el año 1506. Cuando estudiaba en París, se hizo amigo de San Ignacio de Loyola, que estaba reuniendo un grupo de amigos para fundar la compañía de Jesús. Se unió al grupo de san Ignacio y fue ordenado sacerdote en Roma el año 1537, y se dedicó a obras de caridad. El año 1541 marchó al Oriente. Evangelizó incansablemente la India y el Japón durante diez años, y convirtió muchos a la fe. Murió el año 1552 en la isla de Sanchón Sancián, a las puertas de China. Pio X lo declaró patrono de las misiones.
Martes 4 de diciembre
Lucas 10,21-24: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños”.
El evangelio de Lucas nos cuenta la reacción de Jesús ante la alegría de sus misioneros que vuelven llenos de entusiasmo por haber actuado en nombre del Señor.
Jesús les ayuda a discernir que la mayor alegría no está en las obras que realizan sino, que a través de la misión, sus nombres están escritos en el cielo. Y que es necesario tener siempre un corazón sencillo y humilde para recibir los secretos de Dios.
Dios se manifiesta y habla a los sencillos de corazón y oculta su mensaje a los soberbios, porque ellos no lo escuchan, porque tienen un corazón satisfecho de sí mismos.
Cuando Jesús menciona a los sabios y a los prudentes, se está refiriendo a los fariseos y a los escribas. Y llama pequeños a sus discípulos, porque los eligió, no de entre los doctores, sino de entre la gente del pueblo y de los pescadores. La sencillez conquista el corazón de Dios. Él se enamora de las almas humildes y simples.
Miércoles 5 de diciembre
Mateo 15,29-37 «Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días que me siguen y no tienen comida”.
El evangelio de hoy nos muestra a Jesús que no es indiferente a las necesidades de los po-bres, enfermos, despreciados y pecadores, que acuden a él. Su corazón de pastor es lo que lo moviliza; nos imaginamos ruidos, movimiento de gente y atropellos para llegar al Señor. No obstante, en el gran desorden, Jesús interviene, atiende y sana. Y no sólo eso, también ali-menta, con lo que la gente tiene: con el pan material. “¿Cuántos panes tienen?” – pregunta Jesús a sus discípulos-; “Siete y unos cuantos peces”. Con estos pocos panes y peces Jesús sacia el hambre de todos. En el relato, los discípulos, ante la dificultad, esperan que la solu-ción venga de fuera: ¿dónde y con qué comprar panes para tanta gente? Jesús en cambio pide una solución desde dentro -lo que la gente tiene- y Él pone lo demás, que siempre supera nuestras expectativas.
Jueves 6 de diciembre (Primer Jueves Oración por las vocaciones)
Mateo 7,21.24-27 "No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de Dios, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo.
Jesús sugiere edificar nuestra vida sobre la roca firme. Es un deseo profundamente humano: la necesidad de sentirse seguro, fuerte, apoyado sobre algo firme.
Cuando este texto del Evangelio explica cómo hacer para que la propia vida esté asentada sobre la roca segura, nos indica que no bastan los sentimientos religiosos, la oración, ni si-quiera ponernos en las manos de Dios. Nos dice que es necesario también permitir que el Señor transforme el propio estilo de vida, nuestra forma de ser, nuestra forma de obrar. Para que estemos firmes, hace falta practicar su palabra: amar, servir, compartir, ser fieles, inten-tar vivir como él vivió. Aunque seamos imperfectos, esa respuesta a la gracia, hará crecer nuestra seguridad y nuestra fortaleza interior.
Viernes 7 de diciembre (Primer viernes) San Ambrosio (MO)
Mateo 9,27-31: "Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: "Ten piedad de nosotros, Hijo de David".
El Evangelio de este día presenta la curación de dos ciegos que, gracias a la fe en Jesús, pudieron recuperar la vista y de esta manera comenzar a ver.
Hay algunos elementos que aparecen en la Palabra de hoy, que nos ayudarán a vivir con intensidad este tiempo de preparación a la Navidad. El primer elemento es la insistencia de los ciegos que "gritando le piden a Jesús que tenga piedad de ellos". Piden piedad y amor, un amor que se hace compasión, que se conmueve ante la debilidad del otro. Los ciegos solo están pidiendo eso, experimentar el amor compasivo de Jesús.
Ojalá que en este camino de Adviento seamos muchos los que podamos experimentar el amor de Dios y podamos convertirnos en testigos, al igual que aquellos ciegos, que no pudie-ron callar lo que han visto y oído.
MEMORIA DE SAN AMBROSIO (Nació en Tréveris, hacia el año 340 – Murió en Milán, en el 397). Padre y doctor de la Iglesia Católica. Con San Jerónimo y San Agustín, San Ambrosio conforma el grupo de Padres de la Iglesia que constituyen la «edad de oro» de la patrística. Fue funcionario del Imperio romano, gobernador de Liguria y Emilia y arzobispo de Milán. Recibió el bautismo, la ordena-ción y la consagración en el año 374 y se dedicó al estudio de la teología y de las humanidades; sus obras tienen un marcado carácter pastoral. Creó nuevas formas litúrgicas, promovió el culto a las reliquias en Occidente y convirtió y bautizó a San Agustín.
Sábado 8 de diciembre Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Lucas 1,26-38 María dijo: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho".
En este día en que celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, el evangelio nos presenta el relato de la Anunciación. Ciertamente se trata de un texto conoci-do, pero que siempre nos impacta e interpela. Fijemos nuestra mirada en María que, con-fiando en Dios, se atrevió a decir “SI”, un SI que cambió la historia del mundo. Un ‘Sí’ que manifiesta disponibilidad total para aceptar una misión que, a los ojos humanos, parecía im-posible realizar y que significaba, para una joven “arriesgarse por Dios”. Pidamos hoy al Padre que, como María, tengamos un corazón abierto, acogedor, para que la Palabra habite en nosotros y nos ilumine el camino a seguir. María nos enseña la humildad, la ilusión, la espe-ranza, la espera paciente y la aceptación de la voluntad de Dios.
Como María dejemos que la Luz nos inunde, que Cristo se haga presencia en nuestro in-terior, que meditemos en el silencio como lo hizo Ella y respondamos «Si» a los planes de Dios, aunque estos nos saquen de nuestra comodidad, de nuestra rutina, porque responder afirmativamente es vivir con alegría, con esperanza, con amor, es dejar que Él nos guié. Jun-to a María respondamos: «hágase en mi tu voluntad».
Domingo 9 de diciembre (Segundo de adviento ‘C’)
Lucas 3,1-6: “Preparen el camino del Señor…allanen sus senderos …“
Lucas tiene interés en precisar con detalle los nombres de los personajes que controlan en aquel momento el poder político y religioso. Ellos son quienes lo planifican y dirigen todo. Sin embargo, el acontecimiento decisivo de Jesucristo, se prepara y acontece fuera de su ámbito de influencia y poder, sin que ellos se enteren ni decidan nada.
Así aparece siempre lo esencial en el mundo y en nuestras vidas. Así penetra en la historia humana la gracia y la salvación de Dios. Lo esencial no está en manos de los poderosos. Lucas dice escuetamente que «la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto», no en la Roma imperial ni en el sagrado Templo de Jerusalén.
¿Cómo responder hoy al llamado que nos hace Dios en el Evangelio? El Bautista lo resume en una imagen tomada de Isaías: “Preparad el camino del Señor”. Nuestras vidas están sem-bradas de obstáculos y resistencias que dificultan la llegada de Dios a nuestros corazones y comunidades, a nuestra Iglesia y a nuestro mundo. Dios está siempre cerca. Somos nosotros los que hemos de abrir caminos para acogerlo.
Las imágenes de Isaías invitan a compromisos básicos y fundamentales: cuidar lo esencial; rectificar lo que hemos deformado entre todos; enderezar caminos torcidos; afrontar la verdad real de nuestras vidas para recuperar un estilo de conversión