LECTIO DIVINA II DOMINGO DE ADVIENTO

Preparen el camino al Señor

En este segundo Domingo de Adviento nos disponemos a un verdadero encuentro con Dios, en el que preparamos nuestro corazón, pero también el camino para saber discernir la Palabra a la luz del su espíritu  que en cada momento nos ilumina.
 El Señor, que envía a Juan el Bautista a preparar la venida del Mesías, nos exhorta hoy en su palabra, a que también nos preparemos para recibir a Jesús, el Hijo de Dios que viene a salvarnos. Él quiere la conversión de todos nosotros, que debemos ser, como Juan Bautista, la voz que proclama la salvación del Señor, adhiriéndonos plenamente a su Evangelio y tes-timoniándolo visiblemente en el mundo.

ORACIÓN INICIAL

Señor,  Tú que has venido a dar un sentido nuevo a todas las cosas;
Tú que con tu nacimiento nos has mostrado la dimensión del amor del Padre,
te pedimos que nos ayudes a saber disponer nuestro corazón,
para que tu nacimiento sea también el nuestro, para que así como Tú has venido
a darnos vida y salvación, también lo hagas en cada uno de nosotros,
dándonos la gracia y el valor de cambiar todo lo que nos separa de ti,
para que seas Tú, todo en nosotros.
Niño Dios inunda nuestra vida de tu amor para que como tu Madre,
también nosotros te demos nuestro corazón y así vivamos por y para ti
dando testimonio de tu amor.   Que así sea.

TEXTO BÍBLICO: Lucas 3, 1-6.   En el Evangelio de hoy aparece un personaje central, un heraldo, un profeta, alguien que nos llama a que cambiemos de vida, y éste es Juan Bautista. Vamos a escu-char el texto con mucha atención para después entrar profundamente en el encuentro con Jesús, en ese encuentro donde cada uno de nosotros, escuchamos, aprendemos y nos adentramos en la prácti-ca de una vida llena de amor y de fe.

Escuchemos el texto de Lucas 3, versículo 1-6.

“Era el año quince del reinado del emperador Tiberio. Poncio Pilato era gobernador de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo en Iturea y Traconítide, y Lisanias en Abilene; Anás y Caifás eran los jefes de los sacerdotes. En este tiempo la palabra de Dios le fue dirigida a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.
Juan empezó a recorrer toda la región del río Jordán, predicando bautismo y conversión, para obtener el perdón de los pecados. Esto ya estaba escrito en el libro del profeta Isaías: Oigan ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos. Las quebradas serán rellenadas y los montes y cerros allanados. Lo torcido será enderezado, y serán suavizadas las asperezas de los caminos. Todo mortal entonces verá la salvación de Dios”.

LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estamos transitando el segundo domingo de Adviento, y las lecturas nos conducen por el Evangelio de san Lucas. El eje central de la lectura de este domingo es la predicación de Juan el Bautista. El relato en esta oportunidad comienza narrando el contexto temporal en el que ocurren los hechos de la predicación de Juan el Bautista y del bautismo de Jesús. Lucas de esta manera enmarca el relato intencionalmente en el gran contexto de la historia universal de la Salvación.

Hoy se nos presenta la figura de Juan Bautista, pero el Evangelio de Lucas nos da unos datos cronológicos de todas las autoridades civiles de la época y las autoridades religiosas: nos nom-bra el imperio de Tiberio César, nos nombra que Pilatos es Gobernador de Judea, nos dice que Herodes es Tetrarca de Galilea. Y entre las autoridades religiosas nos habla de los sacerdotes Anás y Caifás, para rápidamente presentarnos la figura de Juan. Con la mención de estos nombres, ya se proyecta desde el principio la sombra de la Cruz que permanecerá en la vida pública de Jesús.

Juan Bautista, este hombre que ha pasado su juventud en el desierto y que recibe una reve-lación especial de Dios que le dice que salga del desierto, que vaya a la región de Judea y que predique un bautismo de penitencia y de conversión.
Es Dios mismo quien dirige su mirada y su voz sobre Juan el Bautista, y lo escoge para que recorra toda la región del Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Como está escrito en el libro del profeta Isaías, al que este mismo relato hace refe-rencia; “Una voz grita en el desierto…”.
Este texto del profeta Isaías (Is. 40, 3-5)  describe el retorno de los judíos después del destierro de Babilonia: el Señor avanza a la cabeza de su pueblo, y lo precede un heraldo; es la figura de Juan el Bautista, para anunciar su paso y para preparar sus caminos.

Recordemos que Juan, es el hijo de Zacarías y de Isabel, prima de la Madre de Jesús. El nacimiento de Juan es de por sí mismo un designio de Dios y un milagro considerando la vejez de sus padres.

Las prácticas bautismales eran frecuentes, en algunos sectores judíos, pero el bautismo de Juan no tenía valor puramente ritual, sino que suponía y significaba la purificación moral, a la vez que disponía para recibir al Mesías, que iba a bautizar en el Espíritu Santo.

Preguntas para la lectura:

El ministerio de Juan se sitúa en la historia del mundo pagano y del pueblo de Israel.
    ¿Qué personajes se mencionan en la introducción?
    ¿A qué poderes representan cada uno de ellos?
Juan es la voz que resuena en el desierto.
    ¿En qué consiste su misión?
Según la profecía de Isaías,
    ¿cómo se debe preparar el camino al Señor?

MEDITACIÓN: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
El adviento proclama una buena noticia, pero también encierra una llamada a la conversión. La salvación que Jesús nos trae es para todos, pero hay que disponerse a acogerla preparándole el camino. Un camino personal y comunitario en el que todavía quedan muchas cosas por “allanar”, “rebajar”, “enderezar” y “nivelar”. Un camino en medio de nuestros desier-tos particulares que se resisten a ser purificados por la Palabra.

     Para nuestra vida, durante este tiempo de Adviento,
    ¿Qué sentido tiene la exhortación a la conversión que hace Juan Bautista? 
    ¿De qué cosas y en qué, debo convertirme para celebrar vivencialmente la Navidad, para que sea como un nuevo nacimiento para mí y mi familia?
    ¿En qué consiste y de qué manera debo preparar el camino del Señor durante este tiempo de Adviento? ¿Cuál es la actitud que debo tener?
    ¿De qué manera debo prepararme personal, comunitaria y familiarmente para la Navi-dad?, ¿Qué debo hacer?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.

ORACIÓN: ¿QUÉ LE DIGO O DECIMOS A DIOS?
Señor Jesús tu que transformas y renuevas nuestras vidas, ayúdame  y ayúdanos a ofrecerte un corazón limpio y agradable a tus ojos, para recibirte  como te mereces. Hoy tu palabra  nos propone un camino abierto a todos, y más en este tiempo de Adviento en el que estamos preparando el corazón para recibir a Dios, pero también para lanzarnos a esa misión, como el profeta Juan. Ayúdanos a estar siempre en continua  conversión, pero de lo interior para ir a lo exterior.
Gracias Señor porque nos mueves, nos espoleas a cambiar, a tener una preparación profun-da, pero una preparación que nace de la esperanza y nace de la alegría; una esperanza ale-gre. Gracias por llamarnos  a la penitencia, a la conversión, y  a la esperanza.
“Ayúdanos, Señor, a purificar nuestra mirada, nuestra mente, nuestro corazón. Ayúdanos a caminar a tu ritmo. Ayúdanos a facilitar el camino a los demás. Ayúdanos a tener ese deseo de siempre de ayudar”.

CONTEMPLACIÓN: ¿Qué me lleva a hacer el texto?

El tiempo de Adviento es un tiempo de cambio, de conversión. Los santos  estaban convenci-dos que la conversión es ante todo un don de Dios: “Es obra de la pura misericordia de Dios y su omnipotencia”. Pero es también obra humana, en la medida que la persona responde a la búsqueda y a la gracia de Dios y se deja salvar o transformar por Cristo: “No nos empeñemos en seguir nuestros caminos, sino los caminos por los que Dios quiera señalarnos… ensan-chemos mucho nuestro corazón y nuestra voluntad en su presencia, sin decidirnos a una cosa o a otra hasta que Él haya hablado”.

ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

En este día el Señor me invitas a allanar todo y llenar los baches para  que me ayuden  a preparar el camino del Señor.
Él me llama a ser dócil y a  salir  de mí, para preparar el camino sin ninguna preocupación.
Me exhorta a entrar en continua comunión con Dios, para no desviarme del camino y esperar su venida con un corazón encendido de amor, sediento de su gracia.

Señor Jesús que en todo y cada instante yo sea profeta en todo momento y pueda discernir tu voluntad para anunciarte a viva voz.

ORACIÓN FINAL
Niño Dios, te estamos esperando…
ven a nuestra vida, ven y llénanos de tu amor…
ven y cólmanos de tu presencia…
ven y haz que en ti volvamos a vivir…
ven y ayúdanos a sentir el amor que te tuvo tu Madre…
ven y haz que sintamos necesidad de ti…
ven y ayúdanos a dejarte entrar en nuestras vidas…
ven y haz que nos dejemos moldear por tu amor…
ven y actúa en nosotros…
ven e inúndanos de alegría al tenerte a ti…
ven y cólmanos de amor…
ven y ayúdanos a vivir por ti…
ven y haz que nos unamos más a ti
ven y sé Tú todo en nosotros.
ven y ayúdanos a amarte como te amó tu Madre.


¡ VEN, SEÑOR JESUS!