LECTIO DIVINA III DOMINGO DE ADVIENTO CICLO ‘C’

III DOMINGO DE ADVIENTO CICLO ‘C’


Quienes se acercaban a Juan preguntaban qué debían hacer o como debían vivir. Cuando alguien hace esa pregunta es porque tiene el corazón dispuesto a cambiar o a  entregar algo. Y a cada uno de los que se acercaban con este planteo, Juan les daba una respuesta de acuerdo a la actividad que cada uno desarrollaba. Porque no alcanza con el gesto religioso, la piedad o un sacramento recibido. Se debe vivir de acuerdo a lo que  se ha recibido y com-prometerse con lo que se confiesa, de acuerdo a lo que cada uno puede hacer, en su medio, en su actividad.
Al pueblo en general, Juan le resume todo en una invitación a compartir los bienes con el po-bre. Pero a los que tienen alguna autoridad les pide honestidad y justicia en el desempeño de sus funciones públicas. Esto es muy importante porque nos confirma que no hay fidelidad a Dios ni vida espiritual sin un compromiso firme de fraternidad y justicia.


INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones,
a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos
a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida
y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Lucas 3, 10-18

“Entonces le preguntaba la multitud:¿Qué debemos hacer? Les respondía: El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; otro tanto el que tenga comida. Fueron también algunos recaudadores de impuestos a bautizarse y le preguntaban: Maestro, ¿qué debemos hacer? Él les contestó: No exijan más de lo que está ordenado. También los soldados le preguntaban: Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Les contestó: No maltraten ni denuncien a nadie y conténtense con su sueldo. Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban por dentro si Juan no sería el Mesías, Juan se dirigió a todos: Yo los bautizo con agua; pero viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno para soltarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego. Ya empuña la horquilla para limpiar su cosecha y reunir el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga.3,18: Con otras muchas palabras anunciaba al pueblo la Buena Noticia”.

LECTURA: ¿Qué dice el texto?

El Evangelista San Lucas, nos presenta parte de las enseñanzas de Juan el Bautista. La gente está rodeando a este precursor de Jesús. Sus enseñanzas eran muy radicales para prepararse a recibir al Mesías.
Y por eso cuando las personas le preguntan a Juan el Bautista qué deben hacer, él les da una respuesta  en dos partes: La primera poniendo en orden las prioridades de este mundo. Hablando a las personas en diferentes aspectos. Con respecto a las cosas materiales, están para ser compartidas con todos. No hay que acaparar si se tienen dos vestimentas, una de-ben dársela al que no tenga nada. Lo mismo con la comida. En este gesto, pone como centro a la persona humana y no a las cosas. También fueron los recaudadores de impuestos a los que les recuerda la honestidad; y a los soldados les dice que aún cuando tengan la fuerza y la autoridad no se debe maltratar a nadie ni denunciar a nadie injustamente, y contentarse con lo que se recibe.
Esta enseñanza de Juan es muy audaz, pues está en riesgo su propia vida por decir la ver-dad. Pero el anuncio del Reino vale la pena.

En segundo lugar le contesta a la multitud que estaba viéndolo a él como una persona impor-tante, y se cuestionaba quién era, Juan les aclara que si bien está bautizando con agua, viene alguien después, que tendrá más autoridad y que los bautizará con el Espíritu Santo y fuego. Juan es quien está abriendo el camino para que llegue el Mesías, el salvador, de quien dice que no es digno ni siquiera de desatarle la correa de sus sandalias (cosa reservada para la servidumbre). También aclara que el Mesías está muy cerca y su servicio será poner el trigo en el granero y la paja en un fuego que nunca se apagará.

Esto es el anuncio de la Buena Noticia, que obviamente trae un cambio de vida, concentrarse en lo esencial, para que cuando el Mesías llegue, pueda encontrar el orden deseado por Dios.

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
Hoy vivimos un mundo donde hay muchas confusiones y muchos hablan de la Palabra de Dios. Algunos dicen cosas muy distintas de lo que está escrito en el Evangelio. Nosotros queremos conocer a Jesús y lo que Él nos dice a nosotros.

Lucas sitúa este texto en el lugar donde Juan el Bautista está hablando.
    ¿Yo también quisiera preguntar qué debo hacer?
    ¿Qué significaría hoy, en mi vida si tengo algo material compartirlo?
    ¿qué es lo que tengo para compartir?
    ¿Cómo puedo yo hoy ser una persona que se caracterice por compartir?
    ¿Cómo puedo yo hoy vivir los valores que dice Juan a los demás, como por ejemplo ser honesto, no exigir más, no maltratar a nadie y contentarme con lo que tengo?
    ¿En qué medida esto me toca a mí?
    ¿Cómo puedo hacer para reparar las cosas que estoy haciendo mal?
    ¿Estoy en actitud de espera del Mesías? ¿Deseo encontrarme con Jesús?
    ¿Entiendo que en este encuentro Jesús será exigente conmigo?
    ¿Qué hago concretamente yo para anunciar la Buena Noticia?
    ¿Me doy cuenta que este texto me habla directamente a mí?

Este texto tan importante ¿qué te lleva a pensar? ¿Cuál sería tu conclusión personal?.

ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Señor Gracias por la enseñanza de Juan el Bautista, el precursor. Entiendo que él me está hablando también a mí.
Abre Señor mi corazón, para que sepa compartir. Muchas veces en la dureza de mis actitu-des estoy acaparando mucho, y no sé compartir. Te pido que me ayudes a ser generoso, a compartir mi vida, mi tiempo y las cosas que me permites administrar.

Deseo ser tu discípulo, y entiendo que para seguirte, debo tener una actitud con las cosas en forma diferente. Quiero ser amable con todos, representar tu amor y misericordia.
Señor, aumenta mi actitud de espera. Aumenta mi deseo de ser un discípulo tuyo de verdad. Señor tú vienes a mi búsqueda, que me deje encontrar por Ti. Que me disponga internamente para prepararme en estos días de adviento, para recibirte.

Sé que eres un juez justo, y que vienes a separar el trigo de la paja. Señor que en mi vida pueda ir ganando para ti, más trigo, es decir mejores acciones desde mi fe que está puesta en Ti.
Que nunca me canse de anunciar la Buena Noticia y que siempre esté dispuesto para hacerte conocer a quien aún no te conoce.
Toma mi vida, soy un discípulo que está queriendo recorrer un nuevo camino hacia el anuncio de tu Reino.   Amén

CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Podemos recordar la frase, dirigiéndola a Jesús:  ¿Qué debemos hacer?

Esta frase que pregunta la gente, es la que yo iré haciéndole muchas veces a Jesús, ¿qué debo hacer? ¿Qué más me falta?
Pidámosle al Señor repetidamente con esta frase, cómo podemos ser sus seguidores, dando todo, desde nuestra propia vida.

ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

    Individualmente:
Proponernos una relectura del texto, volver a pensar cómo este texto está dirigido hacia mí y ver en qué aspectos de mi vida hace falta una nueva dimensión para poder ajustarme a la propuesta del Evangelio. Y realizar al menos alguna actividad, donde pueda compartir.
    En el grupo:
Organizar en la comunidad una forma de compartir alimentos o artículos necesarios para personas que lo necesiten. Y buscar a algún grupo humano (ancianos, enfermos, familias necesitadas) para compartirles lo que juntamos.