IV DOMINGO DE ADVIENTO ‘C’
Celebramos el cuarto domingo de Adviento, y nos reunimos, a punto ya de celebrar la Navi-dad, en una espera del Señor, tranquila, sincera, ilusionada. Abrámonos a su constante venida. Hoy el Señor nos invita, con las palabras de Isabel, a contemplar a la Madre de los creyentes, para aprender a acoger y a dar a Jesús. Él viene a nosotros para iluminar nuestras vidas con su luz, para redimirnos y librarnos de toda esclavitud; y Él espera nuestra respuesta de amor: que ésta sea la fiesta del perdón, de la reconciliación y del verdadero encuentro con los her-manos, sobre todo, con los más necesitados. En esta Eucaristía queremos aprender de la Virgen María a esperar al Mesías. Comencemos cantando…
MONICION A LAS LECTURAS (única)
El IV domingo de Adviento tiene ya el sabor de la Navidad. Por eso las lecturas de hoy van situándonos en el escenario de los hechos, nos presentan a los personajes que los protago-nizarán y nos ayudan a descubrir el sentido profundo de lo que vamos a celebrar muy pronto. Todos parecen estar preparados: Belén de Judá, María la creyente... y sobre todo Jesús, que entra en este mundo dispuesto a hacer la voluntad del Padre. Preparémonos nosotros también, escuchando atentos esta palabra.
OPCIÓN 2: MONICION PARA CADA LECTURA
PRIMERA LECTURA (Miqueas 5, 1-4a)
Ya en las puertas de la Navidad, escuchemos hoy unas palabras que desde tiempos antiguos, nos anuncian la proximidad de Aquél que viene a salvar a su pueblo. Escuchemos atentamente este anuncio.
SEGUNDA LECTURA (Hebreos 10, 5-10)
En la carta a los Hebreos hoy se nos habla de la venida de Jesús, en su función de mediador entre Dios y los hombres. Escuchemos.
EVANGELIO (Lucas 1, 39-45)
Escuchemos ahora, en el santo Evangelio, el anuncio de que Dios mismo viene a visitarnos, y es María Santísima quien nos lo trae. Cantemos el Aleluya: nuestra bienvenida al Señor que viene a salvarnos.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Digamos con fe: ESCUCHA, SEÑOR, NUESTRA ORACIÓN.
Por el Papa Francisco y todos los pastores y ministros de la Iglesia, para que, inspira-dos por el sí de María, vivan su vocación con alegría y se entreguen totalmente al ser-vicio del evangelio. Oremos.
Por toda la iglesia; para que viva en continua actitud de servicio y que caminemos fir-mes en la peregrinación de la fe, llevando la luz de Cristo donde más se necesita Oremos:
Por la paz en el mundo entero, para que ahora que nos aproximamos a la Navidad, cese la violencia y reine la armonía. Oremos.
Por nuestra Patria, para que esta Navidad signifique una real conversión de nuestras vidas, y allanando los senderos recibamos en nuestro corazón al Hijo de Dios que nos trae María. Oremos
Por los que no podrán celebrar con alegría esta próxima Navidad, para que en Jesús y en los cristianos encuentren consuelo. Oremos.
Por los enfermos y ancianos, especialmente los de nuestras familias y los de nuestra comunidades, para que su enfermedad sea oportunidad para crecer en la fe, esperan-za y amor de Dios, Oremos.
Por todos los jóvenes de nuestra comunidad y parroquia, para que descubran cuál es la voluntad de Dios en sus vidas, Oremos.
Por todos nosotros aquí presentes, para que a ejemplo de María nuestras vidas sean siempre un sí a Dios. Oremos.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Queridos hermanos, preparemos ahora la mesa de la Eucaristía, llevando el vino y el pan. Con ellos ofrecemos nuestra vida y nuestros esfuerzos cotidianos. Cantamos.
COMUNIÓN
El Señor ya viene. Salgamos con alegría a su encuentro, preparemos nuestro corazón y re-cibámoslo con amor, cantando juntos.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
DESPEDIDA
Cristo es el signo de la ternura de Dios, que se hizo uno de nosotros para que nosotros pu-diéramos ser hijos de Dios.
Mañana a la noche es ya la Nochebuena, y recibiremos al Señor conmemorando el aconte-cimiento que hace más de 2000 años, cambió la historia del hombre; pero es preciso que este acontecimiento sea un real cambio de nuestras vidas y no sólo un festejo más.