“No pierdan la calma, crean en
Dios y crean también en mí”.
Frente a la oscuridad y
el desconcierto que a veces nos amenaza, está la serenidad de saber que vivimos
acompañados. Frente a la mirada perdida y sin horizonte, tenemos los ojos puestos
en Jesús. Frente a la desconfianza que reseca la vida, aparece la belleza de
una audaz confianza en el Padre. Frente al sinsentido de la vida, se nos regala
el sentido novedoso y lleno de frescura del Espíritu. Frente a los caminos
solitarios, surge la cultura del encuentro para caminar juntos con la Iglesia.
Orar es iniciar un camino hacia el amor, porque solo el amor es digno de fe. «En
el Espíritu, creemos en ti, Jesús. Creemos, en ti, Padre. Amén».
ORACION
Jesús, eres camino,
camino al Padre.
Jesús eres verdad,
verdad de que podemos
conocer a Dios y amarlo.
Jesús eres vida,
vida que da la paz,
la alegría y la fuerza
que tanto deseamos como
Felipe.
TEXTO
BÍBLICO Jn. 14. 1-12
“No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En
la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me
voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os
llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo
voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo
podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y
la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais
también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le
replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me
ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No
crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?
Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que
permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el
Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que
cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me
voy al Padre”.
LECTURA
El relato evangélico de
este domingo, narra el momento en el que ya se vislumbra la despedida. …Ese “no pierdan la calma” en labios de Jesús sale al paso de la
comprensible zozobra y del miedo quizás, de la gente que más ha compartido con
el Señor su Persona y su Palabra.
Toda la vida del Señor,
fue una manifestación maravillosa de cómo llegar hasta Dios, cómo entrar en su
Casa y habitar en su Hogar. La Persona de Jesús es el icono, la imagen visible
del Padre invisible.
Quien ha visto y ha
oído a Jesús, ha contemplado y escuchado al Padre, Quien cree en Jesús, cree en
su Padre. El camino de Jesús, es el camino de la bienaventuranza, el de la verdad,
el de la justicia, el de la misericordia y la ternura… Jesús no sólo es el
Camino, sino también el Caminante, el que se ha puesto a andar nuestra
peregrinación por la vida, vivirlo todo, hasta haberse hecho muerte y dolor
abandonado.
Jesús no se limitó a
señalarnos “otro camino” sino que nos abrazó en el suyo, y en ese abrazo nos
posibilitó andar en bienaventuranzas, en perdón y paz, en luz y verdad, en
gracia. … Los cristianos no somos gente diferente sino que en medio de nuestras
caídas y dificultades, en medio de nuestros errores e incoherencias, queremos
caminar por este Camino, adherirnos a esta Verdad, y convivir en esta Vida: la
de Quien nos abrió el hogar del Padre, haciendo de nuestra vida, un hogar en el
que somos hijos ante Dios y hermanos entre nosotros.
MEDITACION
Miremos a Jesús… Él es
el «camino, la verdad y la vida», que viene a sacarnos de la mentira de creer
que nadie puede cambiar. Jesús nos ayuda a caminar por senderos de vida y de plenitud.
Que la fuerza de su amor y de su Resurrección sea siempre camino de vida nueva.
Descubran que se puede
“ver” a Dios también en el rostro de los hermanos, especialmente de los más
olvidados: los pobres, los hambrientos, los sedientos, los extranjeros, los
encarcelados. …Para entrar en la lógica del Reino de Dios es necesario
reconocerse pobre con los pobres. Un corazón puro es necesariamente también un
corazón despojado, que sabe abajarse y compartir la vida con los más
necesitados. (Papa
Francisco).
El encuentro con Dios
en la oración, mediante la lectura de la Biblia y en la vida fraterna les
ayudará a conocer mejor al Señor y a ustedes mismos. La voz de Jesús les abrirá
los ojos para reconocer su presencia en la historia personal de cada uno de
ustedes, descubriendo así el proyecto de amor que tiene para sus vidas. (Papa Francisco).
“Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”.
El objetivo hacia el que debe orientarse nuestra vida: encontrar a Jesús
tratando de ver en él a Dios mismo, al Padre. …Felipe nos enseña a dejarnos conquistar
por Jesús, a estar con él y a invitar también a otros a compartir esta compañía
indispensable; y, viendo, encontrando a Dios, a encontrar la verdadera vida. (Benedicto XVI).
¿Qué tanto me he dejado
conquistar por Jesús? ¿Le estoy dando algún espacio en mi vida? ¿Busco momentos
para encontrarme con Él o sólo acudo a él en los momentos de dificultad?
¿Invito a otros a compartir la experiencia de Jesús? (Benedicto XVI).
ORACION
Jesús, gracias por
permitirme encontrarme contigo; gracias por enseñarme que mi vida sólo tiene
sentido contigo.
Hoy quiero pedirte tan
sólo que aumentes mi fe para que creyendo pueda confiar en ti y amarte más. Jesús
eres mi Amigo, mi Hermano, ¿cómo podré conocerte, si me alejo de ti?
La intimidad, la
familiaridad, la cercanía contigo, Jesús
me hacen descubrir tu verdadera identidad.
CONTEMPLACIÓN
Al final de la última
cena Jesús comienza a despedirse de los suyos: ya no estará mucho tiempo con
ellos. Los discípulos quedan desconcertados y sobrecogidos. Aunque no les habla
claramente, todos intuyen que pronto la muerte les arrebatará de su lado. ¿Qué
será de ellos sin él?
«Que no tiemble vuestro
corazón. Creed en Dios y creed también en mí». Han de seguir confiando en Dios,
pero en adelante han de creer también en él, pues es el mejor camino para creer
en Dios.
Jesús les descubre
luego un horizonte nuevo. Su muerte no ha de hacer naufragar su fe. En
realidad, los deja para encaminarse hacia el misterio del Padre. Pero no los
olvidará. Seguirá pensando en ellos. Les preparará un lugar en la casa del
Padre y un día volverá para llevárselos consigo.
«Yo soy el camino, la
verdad y la vida». …Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para
entrar en el misterio de un Dios Padre. El nos puede descubrir el secreto
último de la existencia. El nos puede comunicar la vida plena que anhela el
corazón humano.
«Quien me ha visto a
mí, ha visto al Padre». La vida de Jesús: su bondad, su libertad para hacer el
bien, su perdón, su amor a los últimos… hacen visible y creíble al Padre. Su
vida nos revela que en lo más hondo de la realidad hay un misterio último de
bondad y de amor. Él lo llama Padre.
Los cristianos vivimos
de estas dos palabras de Jesús: «No tengan miedo porque yo voy a prepararles
un sitio en la casa de mi Padre», «Quien me ve a mí, está viendo al Padre». Siempre que nos atrevemos a vivir
algo de la bondad, la libertad, la compasión… que Jesús introdujo en el mundo,
estamos haciendo más creíble a un Dios Padre, último fundamento de nuestra esperanza.
ACCIÓN
Interioriza
el texto e intenta escuchar como si estuvieras presente en aquel encuentro
último de Jesús con sus discípulos. Escucha sus palabras como dirigidas a ti,
hoy, en este momento.
Escucha
la invitación de Jesús a renovarte constantemente, a sacudirte de perezas y
seguridades, a crecer como persona… a apoyarte en Él en el camino de cada día.
En
muchas ocasiones, ¿no es cierto que podría Jesús levantar su voz y decirte:
hijo mío, tanto tiempo contigo, enseñándote mi estilo de vida, mostrándote mi
perdón, mi misericordia, mi amor… y aún no me conoces, no sabes decir quién
soy, lo que deseo, lo que te pido?
En
tu vida de relación con los demás, procura hacer más creíble a Dios Padre,
último fundamento de nuestra esperanza.