FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR 13 de enero
ORACION INICIAL
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender
lo que el Padre quiere decirnos a través de Jesús, su Hijo.
Que tu Palabra llegue a todos y se haga vida en nosotros.
TEXTO Lc 3,15-16. 21-22
“ En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías. Él tomó la palabra y dijo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.
LECTURA
Juan, de nuevo, nos da una lección de humildad. Se consideraba tan poca cosa que ni siquie-ra se considera digno de realizar la tarea de desatar la correa de las sandalias, al que puede más que él.
El bautismo que administraban Juan y Jesús tendrá un sentido diverso. El bautismo de Juan, que congregaba a gran número de gente era un rito de purificación de los pecados, el bau-tismo de Jesús es un bautismo en Espíritu santo y fuego.
El texto quiere resaltar que el verdadero protagonista de la acción, no es un hombre, Juan, sino Dios mismo.
El cielo “se abrió”, y Jesús “fue bautizado”. El especial protagonismo de Dios Padre está con-firmado por las palabras que escuchamos pronunciar sobre Jesús: el amado, el predilecto. Dios ha enviado al mundo a su propio Hijo.
Hay otros dos detalles de este evangelio que no conviene pasar por alto. En primer lugar, encontramos a Jesús, en la escena de su bautismo, en oración. Cuando Jesús se pone en oración está en la presencia de su Padre y nos está indicando que en esta escena tan fun-damental de su vida, Él está estrechamente unido a su Padre. Solo desde Dios podemos en-tender realmente a Jesús.
El segundo detalles es que Jesús fue bautizado “en un bautismo general“. Jesús no se aísla de la suerte de su pueblo, también ahora quiere estar a su lado, mezclándose con la gente más necesitada, con la gente que aguarda, que espera que en su vida se dé algún cambio. Esta gente, este pueblo, era el que esperaba profundamente a Jesús.
Hoy debemos agradecer de manera especial el don del bautismo que nos abrió a la fe en Jesús. Y decirle al Señor que le seguimos aguardando, que queremos acogerlo en nuestro corazón para que nos cambie, para que nos haga más felices, para que podamos ser sem-bradores de esperanza y misericordia.
MEDITACIÓN
Has sido bautizado en el nombre de la Trinidad y recibiste desde entonces la condición de hijo de Dios y miembro de la Iglesia, para ser también como Jesús discípulo y testigo del Evangelio.
¿Cómo vives esta gracia y vocación? ¿A qué te compromete?
Por el bautismo formamos parte de la Iglesia, del pueblo santo de Dios. En este pueblo en camino la fe se transmite de generación en generación: Es la fe de María, de los apóstoles, de los mártires… que ha llegado hasta ti a través del Bautismo.
¿Qué supone esto para ti? También tú tienes que pasar la luz de la fe a otros.
En el bautismo somos consagrados por el Espíritu Santo, en el mismo espíritu que estuvo inmerso Jesús en su existencia humana. Él es el “Cristo”, el ungido, el consagrado. Los cris-tianos, por el bautismo, también, somos consagrados, ungidos con el santo Crisma como Sacerdote, Profeta y Rey.
La Palabra que relata san Lucas
¿qué te dice?
¿Te sientes interpelado por la actitud de Jesús que se entrega al coloquio con el Padre en la oración?
¿Experimentas en tu conciencia el gozo de escuchar las mismas palabras que Jesús recibe del Padre: tú eres mi hijo amado, en ti me complazco?
En los momentos de dificultad, de desánimo…
¿te ayuda y fortalece sentir el amor y la misericordia de Dios?
ORACION
Gracias, Señor, por el sacramento del bautismo
que nos hace hijos tuyos por medio del agua de tu gracia.
Gracias Jesús por la fe
que nuestros padres nos transmitieron.
Haz que crezca en nosotros la luz de la fe.
Queremos, Señor, sentirnos amados
y miembros corresponsables en tu Iglesia.