1ª SEMANA DURANTE EL AÑO 14-20 DE ENERO
COMIENZA EL TIEMPO DURANTE EL AÑO
Lunes 14 de enero
Marcos 1,14-20 En el Evangelio de hoy escuchamos a Jesús que nos dice: ¨El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia¨. Y a renglón seguido, se deja ver la respuesta inmediata y radical de los primeros discípulos que, dejándolo todo, siguen a Cristo. El primer llamado de Jesús, es a una profunda y radical conversión. Jesús cuenta con que nosotros, a partir del encuentro con Él, cambiemos nuestra vida, transformemos nuestra biografía, y seamos hombres y mujeres que lo sigamos camino de la Buena Nueva, y que lo ayudemos en la construcción del Reino que ya está cerca.
A propósito de la conversión y el seguimiento de Cristo al que se nos llama, los primeros discípulos nos regalan hoy una clave esencial: dejarlo todo. Tanto en la vida de los primeros Apóstoles y discípulos como luego en la vida de los grandes Santos, el encuentro con Jesús es, esencialmente, transformador. Nadie sigue con su vida normal después de haberse en-contrado con Cristo y haber comenzado, de su mano, un camino de conversión.
Los primeros discípulos llamados por Cristo, dejan su antigua vida. Dejan las barcas, las redes, sus familias. Así demuestran con claros signos externos que la conversión interna, la conver-sión radical, la del corazón, va en serio. Así dan pruebas que en el seguimiento de Cristo están dispuestos a ir siempre más allá.
Martes 15 de enero
Marcos 1,21-28 “Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!".
¿Viniste a destruirnos? Sé quién eres, el santo de Dios! gritaba el espíritu inmundo, como dice la Palabra. Jesús no responde, solo increpa, ordenándole que se calle y salga de este hombre y así se cumple. El Señor no sólo genera admiración en aquellos que lo escuchan, sino que además su Palabra tiene autoridad, tiene poder para expulsar demonios, para liberar. Su autoridad consiste en que hace lo que dice, porque como Maestro es quién tiene el Espíritu Santo. Su Palabra, la Palabra de Jesús es una Palabra que puede renovarte, transformarte, que puede rehacerte, una Palabra que tiene autoridad y poder para obrar en tu vida.
La vida de Jesús nos es enviada y regalada por el Padre, para que mirando, escuchando y siguiendo sus huellas, podamos experimentar y conocer la Misericordia del Padre, y experi-mentar el poder liberador y renovador de su Palabra.
Dios y Padre nuestro, renueva, aumenta nuestra Fe, para que escuchando la Palabra de tu Hijo amado y liberados por tu misericordia, podamos seguir sus huellas, renovados por tu gracia.
Miércoles 16 de enero
Marcos 1,29-39 : Le dijeron: todo el mundo te busca. Él les respondió: ‘Vámonos a otra parte…”
En esta lectura se juntan varios episodios de la vida de Jesús. Después del drama matinal en la Sinagoga, Jesús fue a la casa de Simón y Andrés. Las restricciones de la observancia del Sábado exigían que pasaran un día tranquilo. Pero la suegra de Simón estaba enferma y Jesús se sintió inclinado a sanarla. Él siempre ponía la compasión antes que la Ley.
El Sábado terminaba a la puesta del sol y eso permitía que “toda la ciudad” le llevara sus en-fermos y poseídos. Ellos acamparon frente a la puerta hasta que Jesús hubo ejercido su poder sanador. En la madrugada, “cuando todavía estaba oscuro”, Jesús se deslizó fuera de la casa, encontró un lugar solitario y se puso a orar. Un grupo fue enviado a buscar a Jesús. Cuando lo encontraron, se produjo una curiosa conversación que implicaba una elección apostólica: volver a Cafarnaún, como querían sus habitantes, o irse a otras ciudades. Jesús, en oración, ya había decidido la última opción y respondió: “vámonos a otra parte”.
Jueves 17 de enero San Antonio Abad (MO)
Marcos 1,40-45 “Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: “Si quieres, puedes purificarme”. Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. En seguida la lepra desapareció y quedó purificado”.
En el Evangelio de hoy la persona que se acerca a Jesús, lo hace con toda confianza: “Si quieres, puedes limpiarme”. Confía en su autoridad y le pone delante lo que hay. Jesús, “sin-tiendo compasión”, hace lo que puede hacer: lo toca. Al que era impuro, lo cura tocándolo. Al que era excluido lo cura aceptándolo. Jesús trae salud, porque toca, acepta, acoge. Y “quedó limpio”. ¿Qué nos dice todo esto a nosotros hoy? Que mirando a Jesús, no podemos quedar indiferentes ante las situaciones y dolores que sufre el otro, y que no podemos callar la bondad de Dios. Aunque Jesús le pide silencio, las cosas grandes que percibe aquel que ha sido amado y curado, desde su debilidad, no puede callarse. Por eso, sin mala voluntad, el perso-naje del evangelio desobedece a Jesús proclamando a los cuatro vientos la misericordia que Dios ha tenido con él. Y no es para menos. El bien se difunde. El agradecimiento es difusivo. El corazón agraciado no puede callar… La invitación que surge es a que hoy pensemos en todo lo que recibimos. Y que, desde ahí, como al leproso del Evangelio, nos nazca el agrade-cimiento. A él lo llevó a proclamarlo a los demás. A nosotros, ¿a qué nos puede llevar?
Viernes 18 de enero
Marcos 2,1-12 Le trajeron un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a Él, … levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.
Este texto de Marcos nos habla de la confianza y, para confiar en Dios debemos ponernos totalmente en sus manos, dejar que Él nos sane. Según el Evangelio, Jesús no comienza curando la enfermedad sino perdonando los pecados, lo que pone en evidencia diversas acti-tudes que es bueno releer poniendo el relato en primera persona con las siguientes preguntas: *-¿Somos el paralítico que, por nuestro pecado, tenemos paralizadas las inmensas posi-bilidades humanas que Dios nos ha regalado, especialmente la de amar?. *- ¿Somos los cua-tro hombres que aunque encuentran dificultades para llegar hasta Jesús, se arriesgan y las superan?. *- ¿Somos los maestros de la Ley que, a veces, anteponemos nuestros criterios, pidiéndole a Dios que nos demuestre su poder, otorgándonos favores?. *- ¿Somos el gentío anónimo y ambiguo que acude a Jesús, pero que no siempre pone todo de su parte para en-tenderlo?. Hoy nos podemos preguntar ¿en cuál de las actitudes presentes en el evangelio me veo reflejado mejor? ¿cuál es mi actitud frente a la Misericordia de Dios que libera y sana? Mi fe ¿será lo suficientemente grande como para que Jesús me diga: ‘toma tu camilla y ca-mina…?
Sábado 19 de enero
Marcos 2,13-17 Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfer-mos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.
En el Evangelio de hoy Jesús llama a un pecador a ser discípulo y lo invita a comer a su casa. Quien se detenga a pensar en estas vocaciones, desde el contexto histórico de Jesús, podría pensar: “¿A dónde quiere llegar este maestro?”. Las personas a las cuales convoca no son las más exitosas, no representan lo mejor de la sociedad, y hasta hay algunos de moral dudosa, como este recaudador. Pero el Reino de Dios viene y cuestiona nuestros criterios. Por eso, de entre todo el gentío, Jesús ve a Leví y lo llama. Es una llamada personal e intransferible. En este momento es a él a quien llama, porque sabe que en ese hombre aparentemente indigno, hay semillas del Reino, hay escondido un hijo de Dios y un apóstol que puede salir a la luz a lo largo del camino. Jesús le dice claramente: “Sígueme”. Ahí está el contenido del llamado: se-guir sus huellas, caminar sus caminos, hacer lo que Él hace, decir como Él dice, sanar como Él sana, anunciar como Él anuncia, amar como Él ama… y todo esto en movimiento, porque no será lo mismo hacerlo en Cafarnaún, que en Jerusalén, en el siglo Iº que en el siglo XXI…
Hoy nos podemos preguntar ¿a qué me ha llamado el Señor? ¿cómo le he ido respondiendo?
Domingo 20 de enero (2º domingo durante el año)
Juan 2,1-11 “… se celebraban unas bodas en Caná, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. … la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» … Él respondió: Mi hora no ha llegado todavía. Su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga.»
Ya ha comenzado la vida pública de Jesús, y como veremos a lo largo de ella simplemente nos quiere hacer llegar su experiencia y cercanía con Dios, de un Dios que camina con su pueblo, aunque éste le dé la espalda. Dios se hace presente en una boda a través de su hijo Jesús. Y en este banquete, concretamente, aparece su madre, que se dirige a Él para que llene las tinajas que estaban vacías. Él sabe que no ha llegado su hora, también lo sabe María, pero Jesús le obedece. Para el pueblo judío la mujer prácticamente no existía. Sin embargo Jesús le da importancia, la realza. María dice a los sirvientes que hagan lo que Él les diga. Su confianza es absoluta, sabe que las tinajas vacías son el signo de una fe vacía que nos aleja de Dios. Cuando Jesús llena las tinajas de vino, lo que nos está queriendo decir Juan el evangelista es que las tinajas las llena de alegría, de gozo, de amor compartido, de esperanza, porque Dios se manifiesta en este caso, en el amor de dos personas que van a compartir su vida. María aparece en el evangelio en momentos muy concretos, es la persona que confía plenamente en Él y que hoy nos está invitando a todos a hacer lo que Él nos diga.