3º DOMINGO DURANTE EL AÑO C 27 de enero
Luego de ser “ungido” visiblemente por el Padre con el Espíritu, el Señor inicia su ministerio público en diversos pueblos de Galilea, enseñando en sus sinagogas y obrando muchos mi-lagros. Caná, Cafarnaúm, Corazim, Betsaida, Genesaret, habían ya escuchado sus ense-ñanzas y visto los signos que realizaba. Así, para el momento en que retorna a Nazaret y «como era su costumbre» entra en la sinagoga un sábado, ya su fama se había extendido por toda la región.
Una vez reunidos en la asamblea Jesús «se puso de pie para hacer la lectura». En los tiempos de Jesús eran pocos los que sabían leer, más aún si se trataba de leer textos en hebreo, la lengua sagrada en la que estaban originalmente escritos los libros del Antiguo Testamento. Esta era una tarea reservada a los escribas, quienes luego de leer el texto sagrado en hebreo, pasaban a comentarlo en arameo, el lenguaje coloquial de los hebreos.
El Señor leyó la antigua profecía de Isaías que decía: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres…». Terminada la lectura, explicó la lectura de un modo absolutamente inesperado a la asamblea que lo escuchaba con gran atención y curiosidad: “Hoy”, en Él se cumplía verdaderamente aquella antigua profecía. Él se presentaba ante sus oyentes como el Mesías prometido por Dios para la salvación de su Pueblo, el Ungido con el Espíritu divino, el enviado por Dios a anunciar la Buena Nueva de la Reconciliación a la humanidad sumida en la esclavitud, la pobreza, el mal, la enfermedad y la muerte.
¿Quién puede decir de sí mismo cosa semejante? Un desquiciado, un hombre trastornado por el delirio de grandeza, un presumido, un estafador, o alguien que en verdad es quien dice ser. Con sus señales y milagros, y sobre todo con su misma resurrección de entre los muertos, hechos todos que Lucas recoge en su Evangelio tras diligente investigación, el Señor Jesús demuestra la veracidad de sus palabras: Él es verdaderamente el Ungido de Dios, Aquél que ha venido a traer la liberación, la salvación y reconciliación a la humanidad. No hay que esperar a otro.
ORACIÓN INICIAL:
Señor de la vida,
envía tu Espíritu Santo
para ayudarnos a leer e interpretar la Biblia.
Crea en nosotros el silencio
para escuchar tu voz en la Escritura,
en la creación,
en los acontecimientos y en las personas,
sobre todo en tos pobres y en los que sufren.
Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».
LECTURA: Lucas 1, 1.4; 4, 14-21
En el texto que leemos hoy Lucas describe de qué manera concreta Jesús llevará a cabo su tarea el Mesías. Esta escena es como el programa de lo que va a ser la misión de Jesús: se anuncia la salvación para toda la humanidad y se insiste en que el ministerio de Jesús va dirigido a la liberación de los pobres y oprimidos. Abramos nuestros corazones para escuchar la Palabra de Dios.
“Impulsado por el Espíritu, Jesús volvió a Galilea, y su fama se extendió por toda la región. Enseñaba en sus sinagogas, y era respetado por todos. Fue a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró un sábado en la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías. Lo abrió y encontró el texto que dice: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor. Lo cerró, se lo entregó al ayudante y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Él empezó diciéndoles: Hoy, en presencia de ustedes, se ha cumplido este pasaje de la Escritura”.
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Lucas hace una breve descripción sobre quién es Jesús o como era visto en ese momento en Galilea. Expresa para Jesús las siguientes características: era famoso, conocido, era con-siderado un maestro y era respetado por todos.
Luego Lucas sitúa a Jesús en su lugar de nacimiento. Allí lo conocían, lo habían visto crecer, sabían quién era su familia, seguramente muchos lo habían visto trabajar junto a su Padre José e incluso cumplir con las leyes judaicas. En otras palabras, en ese lugar sabían bien quien era Jesús.
Pero Lucas también lo coloca en un lugar muy importante para la comunidad: en la sinago-ga. La sinagoga era el lugar reservado para la reunión y el culto público de los judíos. Quien presidía la reunión podía invitar a cualquier varón adulto, judío, a leer en voz alta un pasaje de la escritura y explicarlo. Que es precisamente lo que en este texto sucede con Jesús.
Se le entrega el pasaje del profeta Isaías, donde se hace énfasis en algunos versos que forman parte de los poemas referentes al Siervo del Señor. Estos poemas comienzan en el cap. 42 del libro de Isaías donde se describe al Siervo como un profeta elegido y llamado por el Señor, colmado de su Espíritu y enviado a cumplir una misión en beneficio no sólo de Is-rael, sino de todas las naciones. Para llevar a cabo su misión, debe afrontar muchos padeci-mientos, pero el Señor lo sostiene con su poder y al final lo eleva a una dignidad tal que pro-voca admiración de reyes y naciones.
Al terminar la lectura del pasaje de la escritura, dice Lucas: “Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en Él”; es una referencia de espera; la asamblea está a la expectativa de lo que va a decir Jesús sobre la escritura, qué exhortación hará a la luz del texto.
Pero las palabras de Jesús que aparecen inmediatamente, estremecen de modo positivo a algunos, aunque quizás no a todos, especialmente cuando dice: “Hoy, en presencia de ustedes, se ha cumplido este pasaje de la Escritura”.
De este modo Jesús declara que la profecía del Siervo del Señor se cumplía en su persona y que Él era ese enviado de Dios para la salvación del pueblo de Israel.
MEDITACIÓN ¿Qué me dice el Señor a mí en el texto?
Jesús aparece, en el texto de esta semana, como el Siervo del Señor, como el ungido por el Espíritu de Dios, anunciador de la libertad, el enviado a los pobres y a los ciegos.
Meditemos este texto en clave discipular, preguntándonos sobre nuestra misión como bauti-zados, ungidos por el Espíritu del Señor y enviados a una misión:
¿De qué modo estoy viviendo la misión que me corresponde en la Iglesia?
¿Qué acciones concretas estoy haciendo en favor de los pobres?
¿De qué forma colaboro para anunciar la Buena Nueva a todos los que están cerca de mí?
Hay muchos que hoy están ciegos y no encuentran el camino correcto,
¿qué hago como ungido del Señor para ayudar a estas personas a enderezar su ca-mino?
Como discípulo,
¿Tengo la mirada puesta en Jesús esperando su enseñanza, para acogerla y ponerla en práctica?
ORACIÓN Movido por el Espíritu Santo que recibiste el día de tu bautismo, dirígete al Señor en oración:
Señor Jesús, sabemos que Tú eres el Hijo de Dios, el Ungido, el Elegido, el Enviado para rescatar a toda la humanidad, y te queremos dar las gracias por habernos salva-do.
Te pedimos perdón porque a veces no respondemos con generosidad ante la llamada que nos haces para seguir anunciando la libertad, trabajar en favor de los pobres y devolver la vista a los ciegos.
Danos tu Gracia y fortaleza para seguir trabajando por aquellos que aún no han sido liberados de la esclavitud del pecado.
Y ayúdanos a mantener fijos los ojos en ti, y así no desviar la mirada a las cosas pa-sajeras de este mundo.
Amén
CONTEMPLACIÓN ¿Cómo hago vida en mí las enseñanzas del texto?
Contemplar es saborear la Palabra de Dios una y otra vez, hasta que esta Palabra se quede impregnada en nuestra vida y convertirse en la brújula que nos indica el camino a seguir.
Podemos elegir una frase o alguna palabra del texto que nos ayude a contemplar este Evangelio durante toda la semana. Esta puede ser una frase:
EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ.
De este modo reconocemos que somos ungidos por el Espíritu para cumplir con una misión divina en el mundo terreno.
ACCIÓN: Es la hora del actuar, de hacer vida en la vida la Palabra de Dios.
¿Qué gestos podemos realizar esta semana para comunicar la Buena Noticia a los pobres? Elijamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto.
Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.
ORACIÓN FINAL
Señor de la Vida,
has suscitado desde el principio de los tiempos, por obra de tu Espíritu,
personas capaces de intuir tu amor liberador por los pobres,
y que en Jesús nos das el modelo perfecto;
haz que también nosotros "hoy", en nuestro día a día,
demos cumplimiento al anuncio de los profetas,
sintiéndonos enviados a comunicar la Buena Noticia
a los pobres y a las personas que necesitan convertirse a los pobres.
AMÈN.
Padre Nuestro, que estás en el cielo…