Después
de haber orado a solas, de haber llamado y elegido a los doce; después de
haberse encontrado con la multitud, atendiendo sus necesidades, liberando y
sanando, Jesús mira a sus discípulos y comienza a enseñarles, mostrándoles el programa
para una vida abundante, plena, a partir de las ‘bienaventuranzas’ y de los ‘ayes’.
“Jesús comienza la predicación de su
Reino desplegando la gran bandera que centra todas las expectativas humanas: la felicidad. Su búsqueda es el centro
de la vida humana. Hacia ella corre el hombre como la flecha al blanco...Y todo
el que renuncia a una gota de felicidad es porque, con ello, espera conseguir
otra mayor. Es esta felicidad lo que Jesús anuncia y promete. Pero va a
colocarla donde menos podría esperarlo el hombre: no en el poseer, no en el
dominar, no en el triunfar, no en el gozar; sino en el amar y ser amado...”
Para Jesús son dichosos, felices, los
que tienen puesta su mirada, su confianza y su esperanza en la verdadera vida y
en la Providencia que Dios regala a pesar de ser y estar hoy pobres,
hambrientos, llorando. Son dichosos aquellos que creyendo y siguiendo a Jesús,
miran, eligen, disfrutan y soportan lo cotidiano de la vida, viviendo en clave
de eternidad.
Pobres y ay de aquellos que buscan
solo satisfacerse en todo y no pueden elevar sus ojos al cielo, queriendo tener
todo aquí y ahora, que sólo confían es sí mismos” (M. Descalzo).
ORACIÓN
INICIAL
Espíritu Santo, ven
Aviva el rescoldo de
nuestro pobre corazón,
disipa las dudas,
quítanos el miedo,
abraza nuestra tristeza,
llénanos de esperanza,
ábrenos los ojos de la
fe adormecida.
Espíritu Santo, ven a
fortalecer nuestros corazones,
para que podamos acoger
y hacer vida,
las enseñanzas de Jesús,
el Señor. Amén
LECTURA del evangelio según san Lucas
6, 17.20-26:
El
evangelista Lucas narra la oración nocturna de Jesús en un monte y la elección
de los doce apóstoles. A continuación, baja hasta llegar a un lugar llano,
accesible a todos, pero se dirige exclusivamente a sus seguidores (apóstoles).
“Jesús, fijando la mirada en sus discípulos,
dijo:¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre,
porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los
odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a
causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día,
porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera
los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya
tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están
satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque
conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De
la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!”
LECTURA, ¿Qué dice el texto?
La
lectura empieza identificando la categoría social de los discípulos. ¡Ellos son
pobres! Y a ellos Jesús promete: “¡el Reino de los Cielos les pertenece!” No es una promesa para el futuro. El
verbo está al presente. El Reino les pertenece ya.
Aquello
que ahora vivimos y sufrimos no es lo definitivo. Lo definitivo es el Reino que
estamos construyendo hoy con la fuerza del Espíritu de Jesús. Construir el
Reino trae sufrimiento y persecución, pero una cosa es cierta el Reino va a
llegar y “¡Felices ustedes, los que ahora tienen
hambre, porque serán saciados!”.
Lucas
anima a las comunidades de su tiempo, que estaban siendo perseguidas. El
sufrimiento no es estertor de muerte, sino dolor de parto. ¡Fuente de
esperanza! La persecución era una señal de que el futuro anunciado por Jesús
estaba llegando para ellas. Iban por el justo camino.En las comunidades de su
tiempo había ricos y pobres, y había discriminación de los pobres por parte de
los ricos, la misma que marcaba la estructura del Imperio Romano.
Siguiendo
el texto del Evangelio de hoy, ¿Cuáles son las palabras, frases o actitudes que
llaman tu atención?
MEDITACIÓN, ¿Qué nos dice Dios en el texto? ¿Miramos
la vida de las personas con la misma mirada de Jesús?
Si
miramos a nuestro mundo vemos gente que es pobre, que pasa hambre, que sufre,
que es excluida y desterrada... y a nadie se nos ocurre llamarla dichosa ni
tampoco ellos mismos se sienten como tales. Por el contrario vemos gente rica,
que disfruta de todas las comodidades posibles y goza el momento presente como
si poseyera el mayor tesoro, y todo los miramos con cierta envidia y los calificamos
como gente con suerte.
¿Cómo
entender el Evangelio?
¿Dónde
está el contraste?
¿Cómo
explicar estas antinomias?
El
Evangelio es una fuerza revolucionaria que trastorna la mentalidad de este
mundo presente; las personas que se dejan alcanzar por su influjo se abren a
nuevas dimensiones y son capaces de descubrir la riqueza del compartir, de
gozar la alegría de la entrega, de experimentar la paz en medio del
desconcierto...
Todos
necesitamos hacernos pobres de ambicionar cosas superfluas; salir de nuestros
egoísmos para acercarnos a los otros; reír con los que ríen y llorar con los
que lloran.
Teniendo presente el Evangelio leído, ¿Cuál es tu meditación, tu
reflexión personal?
ORACIÓN, ¿Qué le decimos a Dios?
Señor
gracias por fortalecernos cuando vamos contra corriente y por guiarnos a tu
luz. Sabemos que no es fácil ser cristianos y que habrá sufrimiento, pero una
cosa es cierta el reino va llegar. Todo te pertenece a ti Señor nosotros solo
somos administradores. Danos sabiduría para poder sobrellevar todos los
obstáculos que la vida nos presenta para poder seguir siendo instrumentos de tu
paz y amor en esta corta vida. Amen.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?
CONTEMPLACIÓN, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de
Dios?
“Alegraos
y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo” Abramos nuestro corazón, para
“ESTAR” con el Señor Jesús; y estando con Él, dejarnos CAMBIAR y, de esta
forma, ser de los que Él llama BIENAVENTURADOS porque ACOGEMOS la Buena Noticia
del Reino.
Hoy,
el Evangelio habla muy claro: “Dichosos...”, “Ay de vosotros...”. Y es que
Jesús ve el mundo con los ojos y el corazón del mismo Dios y descubre que Dios
quiere CAMBIAR este mundo. De ahí que apuesta fuerte: no le importa que los poderosos,
los ricos se pongan contra Él. Ha descubierto cuál es la voluntad de Dios, su
Buena Noticia y Jesús lo anuncia, incluso entregará su propia vida para
mantenerse fiel a este proyecto y deseo de Dios.
¿Qué
pretende con ello? Que nos INTERESEMOS por la realización del REINO: nada menos
que eso. Éstos son los dichosos, los bienaventurados, los que alcanzan a Dios,
o mejor, son alcanzados, atrapados por Dios: “Dichoso quien pone su confianza
en el Señor” (1ª
lectura ).
Caminar,
esforzarse, disfrutar, sufrir y padecer sin perder de vista la meta, la cumbre,
la verdadera vida, es la característica del dichoso, del bienaventurado.
Siguiendo
el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que
te ayuda a recordar este texto?
ACCIÓN, ¿A que me comprometo con Dios?
Me
comprometo a ir contra la corriente porque sé que el llamado a seguirte, Señor,
no es fácil.
Me
comprometo a que mi deuda sea amar a todos porque allí encontraré felicidad y libertad.
Siguiendo
el mensaje del evangelio de hoy, ¿Cuál es la acción concreta que me propongo
realizar durante esta semana?