«No sólo de pan vive el hombre»
La Palabra que la liturgia propone para hoy dice que Jesús antes de comenzar su vida pública, estaba lleno del Espíritu Santo, y fue conducido por al mismo Espíritu al desierto.
El desierto, por la experiencia de abandono que allí puede vivirse, es un lugar de proximidad y cercanía con Dios. Allí Jesús fue puesto a prueba por el demonio, durante cuarenta días me-diante tentaciones.
La primera tentación es una invitación a Jesús para que a través de su poder convierta las piedras en pan, y de esta forma demostrar que verdaderamente es el Hijo de Dios. Jesús responde, ante esta tentación y ante las demás, citando las Escrituras: “No solo de pan vive el hombre”. Con estas palabras Jesús supera la primera tentación, cumpliendo el plan que su Padre tenía preparado para Él.
En la segunda tentación el demonio le muestra a Jesús, desde un lugar elevado, todos los reinos de la tierra, prometiéndole su poder sobre estos, si se postra delante de él. El demonio tiene la intención de que Jesús doble sus rodillas ante él, que se haga súbdito suyo. Ante esta tentación Jesús responde: “Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto”.
En la tercera tentación el demonio invita a Jesús a arrojarse al vacío, desde la mayor altura del templo de Jerusalén, citando las escrituras para mostrar que ante el peligro nace la pro-tección divina. Le dice citando la escritura: “tírate que los ángeles te van a sostener”. Pero Jesús sabe que ese no es el estilo de su Padre ni el suyo. Jesús fiel se mantiene en su lugar. Y le dice simplemente: “No pondrás a prueba al Señor, tu Dios”. Con estas palabras el diablo no tuvo otro recurso más que alejarse “hasta otra ocasión”.
ORACIÓN INICIAL
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones,
a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos
a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida
y se haga vida en nosotros. Amén
TEXTO BÍBLICO: Lucas 4, 1-13
“Jesús, lleno de Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu al desierto, donde permaneció cuarenta días, siendo tentado por el Diablo. En ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre. El Diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Le respondió Jesús: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre. Después lo llevó a un lugar muy alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. El Diablo le dijo: Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero. Por tanto, si te postras ante mí, todo será tuyo. Le replicó Jesús: Está escrito:
Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto. Entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en la parte más alta del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí, porque está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles para que te cuiden y te llevarán en sus manos, para que tu pie no tropiece en la piedra. Le respondió Jesús: Está dicho: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios. Concluida la tentación, el Diablo se alejó de él hasta otra ocasión”.
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Reconstruimos el texto:
¿ Por quien es conducido Jesús al desierto?
¿Para qué es llevado al desierto? ¿Cuántos días transcurre allí?
¿Cuál es la primera tentación que Jesús debió enfrentar? ¿Qué cita de las escrituras empleó Jesús para responder?
¿En qué consistió la segunda tentación? ¿Qué le prometió el demonio a Jesús? ¿Qué debía hacer para lograrlo, qué respondió Jesús ante esta segunda tentación?
¿Cuál fue la tercera tentación? ¿Que debía hacer Jesús? ¿Qué citas de las Escrituras empleo el demonio?
¿Cuál fue la respuesta de Jesús y qué ocurrió finalmente con el demonio?
MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
¿Yo también voy en busca del “desierto”, ese lugar que me conecta y me lleva al en-cuentro con Dios?
¿Me dejo llevar como Jesús por el Espíritu?
¿Cuáles son mis “desiertos”, donde encuentro más cercana la presencia de Dios?
¿Me propongo disponer de tiempos y silencios en esta cuaresma para escuchar la voz de Dios?
¿Cuáles son las tentaciones que me asechan a diario?
¿Cómo vivo y enfrento estas tentaciones? ¿Comprendo que si las enfrento, se vuel-ven caminos que me conducen a la santidad?
¿Cuándo soy tentado recurro a Dios o creo que solo puedo superarlo?
¿Estoy preparado hoy para enfrentar las tentaciones del demonio?
¿Cuáles son esas tentaciones; el dinero, la fama, el éxito, el poder, el placer sin límites, etc.?
ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios, motivados por su Palabra?
Señor, al comenzar esta Cuaresma te pedimos que nos des un corazón puro, una gran paz interior, gran claridad sobre el horizonte que se nos abre en este tiempo santo, sobre lo que tú quieres que vivamos en nuestras familias, en nuestras comu-nidades, en nuestras parroquias.
Tú estás oculto en medio de nosotros haciendo tu obra, aún allí donde hay indiferen-cia, en esta civilización que camina velozmente, en la que todo es de afán y nos so-mete a situaciones de tensión.
Señor, que podamos tener una mirada pacífica y profunda sobre lo que tenemos que hacer en estos días y haz que todos podamos ver tu rostro en todas las situaciones complejas y difíciles de nuestra historia personal y comunitaria.
Te pedimos la fortaleza necesaria para poder superar las tentaciones que nos asechan continuamente y poder descubrir en cada momento tu presencia en las cosas, en nuestros hermanos y en nuestra propia vida. AMÉN.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por permitirnos entender que Él nos ofrece la salvación que nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.
CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el texto?
“Con las palabras del profeta podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados.”
El Señor no se cansa nunca de tener misericordia de nosotros, y quiere ofrecernos una vez más su perdón invitándonos a volver a Él con un corazón nuevo, purificado del mal, purificado por las lágrimas, para compartir su alegría.
La reconciliación entre nosotros y con Dios es posible gracias a la misericordia del Padre que, por amor a nosotros, no dudó en sacrificar a su Hijo unigénito. «En Él» podemos llegar a ser justos, en Él podemos cambiar, si acogemos la gracia de Dios y no dejamos pasar en vano este «tiempo favorable». (Papa Francisco)
ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Haz un buen examen de conciencia y acércate al sacramento de la reconciliación.
Intensifica tu oración personal. Que crezca en ti el sentimiento de Misericordia y con-fianza en Dios y con las personas.
También tú, como Jesús, puedes ser tentado y seducido a partir de cosas buenas, pero desviando su sentido. Reconoce tu fragilidad, tu debilidad, tu pecado y procura evitar lo que te separa del Señor.
Ora por todos los cristianos que son perseguidos y tentados a renunciar a su opción de fidelidad por el Evangelio. Aporta tu donativo misericordioso.
ORACIÓN FINAL
Ayúdanos, Señor,
a tomar conciencia de nuestra realidad.
A ver lo que nos separa y aleja de ti,
a reconocer nuestros puntos frágiles y débiles.
Que respondamos, Señor, a tu invitación
y al impulso de volver, como el hijo pródigo,
a los brazos de Dios, Padre misericordioso.
Que aprendamos de Ti
a repartir perdón y misericordia.