LITURGIA SEMANAL - 21º SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

21º SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes 26 de agosto
Mateo 23,13-22 «¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.

¿Por qué reprendía Jesús a los jefes religiosos de su tiempo? Pese a la autoridad de ellos, Jesús no escatimó palabras para censurar su religiosidad. Tanto le dolía su condición  que se sintió movido a pronunciar estos ayes de lamentación, advirtiéndoles claramente que su con-ducta tendría consecuencias adversas, porque reconocía que ellos usaban la religión para sus propios fines.  En las dos primeras lamentaciones, Jesús los acusó de obstaculizar la entrada al Reino de Dios, porque al rechazar a Cristo no entraban ellos ni dejaban entrar a los demás. También les hizo ver su hipocresía al afirmar que dirigían al pueblo de Dios, pero sin promover la santidad; más bien establecían sus propias ideas  acerca de la esencia de la religión y, como resultado, el pueblo estaba en peor situación que nunca.
Finalmente, Jesús dijo que eran “guías ciegos” porque desechaban los juramentos hechos por las cosas más sagradas y en cambio aprobaban los basados en cosas menos importantes. De esta forma se habían hecho ciegos al verdadero valor de la presencia de Dios que los visitaba. Con este pasaje, San Mateo quiso evitar que surgieran tendencias similares a éstas en la co-munidad cristiana primitiva, pero también nos sirve a nosotros como advertencia frente a nuestra propia situación.  “Espíritu Santo, si yo estoy utilizando la religión para mis propios fines, concédeme tu gracia para darme cuenta, Señor, y adoptar una conducta que realmente me lleve a la santidad.”

Martes  27 de agosto  Santa Mónica  (MO)
Mateo23,23-26   “Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que habría que practicar"  

La primera denuncia  de Jesús señala la incoherencia que se repite muchas veces en nuestra vida: rezamos, hacemos limosna, pero en lo cotidiano, descuidamos la justicia, la misericordia y la fidelidad. Jesús  deja claro  que no tiene nada contra esas prácticas, sino contra la manera de cómo ellos las utilizan indebidamente y las convierten en robo. Jesús retoma la profecía para reiterara que la justicia, la fidelidad y la misericordia, están por encima del culto y del diezmo. La invitación a limpiar por dentro la copa” es la oportunidad siempre abierta a la con-versión.
+ La Iglesia se alegra con la santidad de una gran madre de familia: santa Mónica. Grande por su piedad, frecuentemente suplicaba con lágrimas, y grande por el “gran” hijo que ella entregó al cristianismo: san Agustín. Tuvo mucha paciencia, durante 30 años, con un marido con mal genio, irreligioso… Sus sufrimientos no pasaron por alto a Jesús, y Patricio, finalmente, fue bautizado poco antes de morir.
Agustín, su hijo, la hizo sufrir mucho. Un hijo brillante, pero que se apartó del camino cristiano. La historia narra que una vez Mónica confió su angustia a un obispo, el cual la tranquilizó diciéndole: «Es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas». Mónica no ahorró esfuerzos: cuando Agustín decidió marcharse a Roma, ella también viajó allí para no dejar abandonado al hijo. Estando allí, Mónica y después Agustín, conocieron a san Ambrosio. Cautivado por la catequesis de Ambrosio, y por los escritos de san Pablo, Agustín cambió de vida y fue bautizado.  Santa Mónica, ya cumplida su misión en esta vida, le dijo a Agustín: «Hijo, ya que te veo convertido en siervo de Jesús, ¿qué hago en este mundo?». Cuando se disponían a regresar a Cartago, ella enfermó gravemente… San Agustín transcribió sus últimas palabras: «Lo único que os pido es que os acordéis de mí ante el altar del Señor”

Miércoles 28 de agosto San Agustín  Obispo y Doctor de la Iglesia (MO)
Mateo 23, 27-32    “ Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.

Todos los bautizados somos llamados a la santidad. El camino de la perfección pasa por la sinceridad de vida. No hay santidad sin autenticidad. Hemos de proponernos vivir según esta norma de vida: la verdad. Para ello hay que rechazar toda malicia, todo engaño e hipocresía. Hemos de huir de los juicios temerarios sobre los demás; de la maledicencia que nos hace manifestar las faltas de los otros; de la doblez de vida, etc. Todas nuestras acciones han de estar movidas más bien por la caridad y por el respeto a la verdad. Cristo nos pide una santifi-cación que transforme todo nuestro ser, quiere de nosotros una fe que toque en la profundidad de nuestros actos. Esta santidad se logra en la vida cotidiana de la familia y del trabajo, en las cosas sencillas de todos los días. Busquemos que cada día esté lleno de  pureza de intención. Pidamos a Dios que nos haga hombres y mujeres de la verdad, a fin de alcanzar la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
+ Memoria de San Agustín de Hipona: Nació  en Tagaste, al norte de Africa. Aunque Agustín ingresó en el catecumenado desde la infancia, no recibió el bautismo, de acuerdo con las costumbres de la época. En su juventud se dejó arrastrar por los malos ejemplos y, hasta los 32 años, llevó una vida licenciosa, aferrado a la herejía maniquea. De ello habla en sus "Confesiones", que comprenden la descripción de su conversión y la muerte de Mónica, su madre. Dicha obra fue escrita para mostrar la misericordia de Dios hacia un gran pecador, que por esta gracia, llegó a ser también, y en mayor medida, un gran santo.  A raíz del saqueo de Roma, el año 410, los paganos renovaron sus ataques contra el cristianismo, atribuyéndole todas las calamidades del Imperio. Para responder a esos ataques, San Agustín escribió su gran obra "La Ciudad de Dios". Esta obra, es después de "Las Confesiones", la obra más conocida del santo. Ella es no sólo una respuesta a los paganos, sino trata toda una filosofía de la historia providencial del mundo. Murió el 28 de agosto de 430, a los 72 años de edad, de los cuales había pasado casi 40 consagrado al servicio de Dios.

Jueves 29 de agosto  Martirio de San Juan Bautista (MO)
Marcos 6,17-29:   «Juan decía a Herodes: ‘no te está permitido tener la mujer de tu hermano’»

Hoy recordamos el martirio de san Juan Bautista, el Precursor del Mesías. Toda la vida del Bautista gira en torno a la Persona de Jesús, de manera que sin Él, la existencia y la tarea del Precursor del Mesías no tendría sentido. 
Ya, desde las entrañas de su madre, siente la proximidad del Salvador. El abrazo de María y de Isabel, abrió el diálogo de los dos niños: el Salvador santificaba a Juan, y éste saltaba de entusiasmo dentro del vientre de su madre.  En su misión de Precursor mantuvo este entu-siasmo. Le preparó los caminos al Mesías, le allanó las rutas, le rebajó las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el Mesías: «He ahí el Cordero de Dios». Al atardecer de su existencia, Juan, al predicar la libertad mesiánica a quienes estaban cautivos de sus vicios, es encarcelado.  La muerte del Bautista es el testimonio martirial centrado en la persona de Jesús. Fue su Precursor en la vida, y también lo precede ahora en la muerte cruel. Ojalá que la fiesta del Martirio de san Juan Bautista nos entusiasme, y así, llenos de Dios, también demos testimonio, con valentía, de nuestra fe en Jesús.

 Viernes 30 de agosto   Santa Rosa de Lima   (F)
Mateo 13,44-46:  “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo….”.

Cristo es la única perla preciosa y el único tesoro que cuando se encuentra, todo lo demás pierde su valor. Todos son capaces de vender sus cosas con tal de tomar el tesoro o la perla preciosa. “La valoración del valor incalculable del tesoro, lleva a una decisión que implica también sacrificio, desapegos y renuncias. Cuando el tesoro y la perla son descubiertos, es decir cuando hemos encontrado al Señor, es necesario no dejar estéril este descubrimiento, sino sacrificar por ello cualquier otra cosa. No se trata de despreciar el resto, sino de subordinarlo a Jesús, poniéndole a Él en el primer lugar. El discípulo de Cristo no es uno que se ha privado de algo esencial; es uno que ha encontrado mucho más: ha encontrado la alegría plena que solo el Señor puede donar. (P. Francisco).
 +Una de las Santas de nuestra tierra, que encontró el tesoro y la perla, fue Rosa de Lima. Hoy en América Latina la celebramos como nuestra patrona, como la que nos ayuda a vivir en cristiano, con los pies puestos en esta América rica en culturas, poliedro de fe, de esperanza, de sueños, cada pueblo con sus luces y sombras, con sus gobiernos, con sus políticos.
Rosa había levantado  una ermita en el fondo de su casa donde se dedicaba a la oración. Es la primera santa del continente. Y fue justamente declarada patrona de esta parte del mundo.
Hoy, necesitamos su ayuda en nuestra tierra. Una tierra donde confluyen muchos que la aman y mu-chos que la quieren usar para sus propios fines. Una tierra que lucha por salir y una tierra donde hay quienes quieren tenerla dominada para poder aprovecharse de ella. Ella, la rosa más bella del conti-nente, nos ayude a rezarle al buen Jesús: “Quédate con nosotros, Jesús, en esta hora decisiva de nuestros pueblos!

 Sábado 31 de agosto  San Ramón Nonato  (ML)
Mateo 25,14-30 “Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te con-fiaré cosas de mucho valor.”

Tomemos la parábola de Jesús que leemos hoy para animarnos a preguntarle al Señor cuáles son los dones que él nos ha dado y cómo utilizarlos. Jesús quiere que sepamos que la Iglesia, su Cuerpo en la tierra, sólo puede crecer en la medida en que cada uno de nosotros responda a su llamamiento. El Señor no quiere que seamos como el servidor que escondió su talento y a quien el amo, a su regreso, encontró ocioso. Dedica hoy unos minutos a escribir los dones que tú crees que Dios te ha dado, tanto naturales como espirituales. ¿Te preocupas por los pobres y necesitados? ¿Te condueles de los que sufren enfermedades? ¿Te parece fácil compartir lo que sabes acerca de Jesús? Todas éstas podrían ser señales de dones que Dios te ha dado y que necesitas desarrollar. Abre la puerta y deja que el Señor te lleve a donde él quiera.
“Padre, permíteme ver los dones que he recibido de ti. Concédeme la valentía de emprender el camino que creo que tú me señalas. Gracias, Señor, por todo lo que has hecho por mí.”

Domingo 1º de setiembre  (22º del tiempo ordinario)
Lucas 14,1.7-14: “Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar,,,”

Dos son, las lecciones que encontramos en este texto: la humildad y la gratuidad. Valores que no son, precisamente, muy valorados en nuestras sociedades modernas. Tampoco lo eran en tiempos de Jesús. La primera lección, la de la humildad, le brota a Jesús cuando observa que todos quieren los primeros puestos. Parece que el aparentar, el querer ser más que los demás, el que nos reconozcan… todo esto, es inherente a la condición humana. Sin embargo es posible vivir de otra manera.
La invitación de Jesús a que busquemos los últimos puestos se debe traducir en una actitud ante la vida. Buscar la sencillez, procurar ser, ante los demás y ante Dios, humildes. No es nada fácil, pero el Señor nos ha dicho que podemos conseguirlo: “todo el que se humille, será ensalzado“. La segunda lección es igualmente exigente. Jesús quiere acabar con esa máxima tan poco cristiana: “Te doy para que me des“. Quizás sea esta la mentalidad de muchos, pero no la de Jesús. El fariseo que había invitado a Jesús se quedaría de una pieza al escuchar que debía invitar a los ciegos y lisiados. Ellos, los pobres, los enfermos, representan para Jesús a todas aquellas personas que, a lo mejor, no podrán corresponder a nuestra generosidad pero que la agradecerán enormemente.