LITURGIA SEMANAL - 5ª SEMANA DE CUARESMA 8-14/04

5ª  SEMANA DE CUARESMA          8-14/04


Lunes, 8 de abril
Juan 8,12-20: Ellos le preguntaron: "¿Dónde está tu Padre?". Jesús respondió: "Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre".

Jesús al ser acusado por los fariseos de falso testimonio, se declara abiertamente como Luz del mundo que ha venido a iluminar las tinieblas del pecado y no necesita el testimonio de los hombres, sino hacer la voluntad del Padre que lo ha enviado.
Jesús habla de sí mismo, con la autoridad que le da la claridad de su identidad, y la autocon-ciencia de su misión, como enviado del Padre. Jesús no duda de sí mismo, su mensaje es claro, libre, límpido, sin margen de error y por eso afirma ’ustedes no me conocen, ni tampoco conocen a mi Padre’. 
El mayor desafío es conocer a Jesús y creer en Él dejándonos iluminar por su presencia.   Conocer a Jesús es amarlo y amarlo es servirlo.
Padre santo, lleno de gracia, danos la sabiduría para percibirte, diligencia para buscarte, pa-ciencia para esperarte, ojos para retenerte, un corazón para meditar sobre Ti, y una vida para proclamarte.

Martes, 9 de abril
Juan 8,21-30 “Dice Jesús, “yo me voy y ustedes me buscarán, y morirán en su pecado...Por eso les he dicho: ustedes morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo soy, morirán en sus pecados...”

En estos últimos días de la cuaresma, la Palabra nos presenta en el evangelio de Juan a Jesús que habla a los fariseos, mostrándoles su incredulidad e invitándolos a creer que Él no es de este mundo, sino de lo alto y que viene de Dios.  Los fariseos eran los creyentes, que esperaban al Mesías, pero no quisieron creer en Él, porque no hacía o decía lo que ellos pensaban que tenía que decir o hacer. Lejos de creer, se complotaron y lo condenaron a muerte.  Hoy somos nosotros, los creyentes,  los que estamos llamados a convertirnos, invi-tados a volver el corazón hacia Dios, para que Jesús salvador, no pase de largo, para poder experimentar su obrar en nosotros y en los demás y, escuchando su Palabra, creer en Él.  La invitación clara de Jesús de este día es creer que él es el Hijo único del Padre, el Mesías, el enviado, y creyendo en Él tener Vida plena, Vida en abundancia, para compartirla con los demás.
Señor, aumenta nuestra fe y humildad para renovar tu presencia Salvadora en nosotros, para convertirnos a Tí y aceptarte como Señor y Salvador.

Miércoles, 10 de abril
Juan 8,31-42  “Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”

La fidelidad a la Palabra de Jesús es lo que da la certeza de estar en el camino discipular, en el camino verdadero. La verdad es la única realidad que genera, en la historia de la humanidad y en cada una de las personas, la libertad. Es necesario ser libre para tener una relación personal con el Padre de Jesús. Dios no hace pacto con esclavos, Dios necesita personas libres, para que con libertad acepten su propuesta y la hagan posible en su vida y en la historia. La verdad que da libertad, es el conocimiento total del Padre, y es Jesús el que nos revela definitivamente a Dios. Abrámonos a la revelación de  Dios realizada por Jesús. Entonces conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres.
Creer en Jesús, ser fiel a su Palabra y en Él, ser verdaderamente libres, es un reto y un de-safío sólo para corazones valientes y humildes, que quieren ser testimonio de Jesús con toda la vida! ¿nos animamos?
Jueves, 11 de abril
Jn 8,51-59 ““El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás”.

La manera de ser y de hablar de Jesús,  generaba irritación en la gente de su tiempo. Pero Jesús, seguía manifestándose con una gran  autoridad  y una libertad incontrolable: “quien cumpla mi palabra no sufrirá jamás la muerte”. Al hablar así se manifiesta como la revelación autorizada de Dios. El es Dios y habla con la autoridad divina que tiene y esto irrita a las auto-ridades religiosas. Tras la discusión de Jesús con los judíos, sobre el tema de la vida y la muerte, el Evangelio concluye: “Tomaron piedras para apedrearlo”. Pero no lo hicieron, preci-samente porque a Jesús nadie lo despoja de la vida; es Él el que la da como testimonio de caridad divina. El dará su vida cuando llegue la hora señalada por el Padre, con el fin de que seamos todos salvados y  que el Padre  sea glorificado por su entrega.

Viernes, 12 de abril
Juan 10,31-42 “Los judíos tomaron piedras para apedrear a Jesús. Entonces Jesús dijo: “Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”

Este es uno de los textos en que Juan acentúa la tensión dramática entre la revelación pro-gresiva que Jesús hace del misterio y, por otro, la cerrazón progresiva de parte de los judíos que se vuelven cada vez más impenetrables al mensaje de Jesús. Lo trágico de esta cerrazón es que se hace en nombre de la fidelidad a Dios. Rechazan a Jesús en nombre de Dios. Los judíos quieren apedrear a Jesús porque se hace Dios, no quieren ver la Luz de sus obras; permanecen en la ceguera de su rechazo; su falta de fe les impide ver en las obras de Jesús lo que es más valioso para Dios: la misericordia, el perdón, la liberación de los oprimidos, el amor al prójimo como alma del culto en el Templo. Cada obra del Padre es una obra de amor, una gracia derramada que embellece el mundo. Jesús hace visibles las obras del Padre para que toda la creación quede envuelta en el gozo.
La cuaresma es un tiempo importante para pararse y preguntarse cuál es la imagen de Dios que habita en nuestro corazón.

Sábado, 13 de abril
Juan 11,45-57 “¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos”  Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: "Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?".

El conflicto de Jesús con sus adversarios se vuelve dramático y adelanta un desenlace fatal. A tal punto que, a pesar de no haber juicio, debate ni testigos, sus adversarios deciden matarlo. Caifás, Sumo sacerdote, preside el Sanedrín. Constatan que el pueblo sencillo sigue a Jesús por sus enseñanzas, por sus signos y por la coherencia de su vida.
Y Caifás afirma: “conviene que uno muera por el pueblo, que no perezca la nación entera”. Esta acusación hostil  se convierte en profecía, porque la muerte de Jesús es salvadora para todos los pueblos;  aparece así la misión universal de la salvación de Jesús. Una salvación que abarca a toda la humanidad, donde cada ser humano cuenta con un tiempo y un lugar que no serán manipulados por los intereses de los poderosos, sino por Dios, el cual, en un acto de mor innegable, llevará a plenitud los esfuerzos humanos para lograr la perfección.
Señor, déjanos conocer una parte de tu corazón, para que, viendo todo tu amor, no seamos como los fariseos que te negaron aun después de haber visto tus milagros.

Domingo 14 de abril  (Domingo de Ramos en la Pasión del Señor)
                                  Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén
Lucas 19,28-44 ¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto”.

La Semana Santa comienzo con una escena que debería parecer triunfal, de éxito completo. La gente aclama a Jesús pensado en él como el nuevo Rey enviado por Dios para liberarlos.
En contraste con esta idea Jesús elige un gesto muy elocuente para entrar en Jerusalén: ca-balgar un asno. El ministerio de Jesús en Jerusalén se desarrollará de forma muy diferente a la que la gente espera o piensa. Jesús quiere dar una imagen muy expresiva para quien la quiera entender. No llega montado en un caballo de batalla, seguido por los soldados y ro-deado de generales. El asno es, aquí, el mejor mensaje que nos puede dar: Él es Rey, pero rey de paz. Es un Rey humilde, fuerte únicamente por su mansedumbre. Es la fuerza débil del Evangelio que puede cambiar el corazón y la vida de los hombres.
El final de la lectura muestra que algunos de los fariseos iban también en el grupo de Jesús y le piden que evite aquella proclamación popular. Jesús contesta con una frase que tiene un horizonte más amplio: ‘Gritarán las piedras si estos callan’, porque no se puede silenciar la verdad más grande de la historia de la humanidad. Gritarán las piedras si los cristianos calla-mos, si tenemos miedo de ofrecer al mundo, con sencillez y humildad, la propuesta de vida que hemos aprendido de Jesús y que nosotros, con pasos vacilantes, también intentamos seguir. Es imposible ocultar un amor tan grande, por muchos esfuerzos que se hagan por esconderla. Si nosotros callamos, gritarán las piedras.