5ª SEMANA DE CUARESMA
Lunes 22 de marzo
Juan 8,1-11: “ El que esté sin pecado, que tire la primera piedra …Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. …Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado? Ninguno, Señor. Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»
El encuentro de Jesús con una pecadora a la que despedirá sin condenarla, es uno de los relatos más conmovedores del evangelio. Por fuerza nos tiene que entusiasmar el señorío con que Jesús libera de la muerte, merecida y sancionada legalmente, a esa mujer, y el tacto con el que recuerda a los acusadores sus propios pecados. Pero haríamos mal si, al recordar hoy la anécdota, no nos dejáramos cuestionar por el comportamiento de Jesús. Tal es precisamente el peligro: que dejemos pasar por alto su mensaje hiriente; que, por no sentirnos mencionados en lo sucedido, no nos sintamos tampoco cuestionados.
Si nos situamos a distancia, observando la escena desde fuera, las palabras de Jesús, y su perdón, no nos alcanzarán. Para que este relato evangelio sea buena noticia, hoy para nosotros, debemos identificarnos con alguno de los dos bandos que acuden a Jesús: con la acusada o con los acusadores. O - ¿por qué no? - un poco con ambos a la vez.
Martes 23 de marzo
Juan 8,21-30 “Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada”.
En el Evangelio de hoy Jesús está tratando de decirle a la gente que él es uno con el Padre y que fue enviado para compartir con ellos la Buena Nueva del Reino de Dios. También se refiere a su crucifixión y a la resurrección cuando les dice: ”Cuando hayan puesto en alto al Hijo del Hombre, entonces reconocerán que Yo Soy”.
La relación entre Jesús y su Padre, es una maravilla misteriosa. Los seguidores de Jesús eran de aquí abajo, mientras que Él era de arriba, del reino de su Padre. Había una comunicación entre el Padre y el Hijo que era totalmente invisible. El Padre es todo verdad, así como su Hijo, el que sólo habla de lo que ha aprendido del Padre. Jesús estaba totalmente sintonizado con su Padre, en sus pensamientos y obras. Jesús es consciente que sólo después que haya sido levantado en la Cruz, sus seguidores se darán cuenta de quién es él.
El Padre no ha dejado solo a Jesús; siempre está con Él. El Hijo reconoce esta compañía, y siempre hace lo que le agrada a su Padre.
Te alabamos, Padre por las cosas que vas revelando en nuestra historia, por lo que nos vas manifestando en Jesús, por las personas-signo que nos acompañan en este lento camino que nos hace entrar en tu lógica de Vida.
Miércoles 24 de marzo
Juan 8,31-42: “ Si el Hijo los libera serán realmente libres”
En este texto, Juan narra un diálogo frontal entre Jesús y los judíos; una discusión dramática que tendrá también un desenlace dramático. Quienes aparentemente creían en él pero al mismo tiempo se sentían dueños de la “verdad” por ser hijos de Abrahán según lo manifiestan; Jesús insiste que para ser verdaderos discípulos deben permanecer fieles a su palabra, a sus enseñanzas, para conocer la verdad que los hará libres realmente. Ellos, defendiendo su postura, insistirán que están en lo correcto y no pueden acoger la palabra de Jesús por insistir en “su verdad”… Ser discípulos de Jesús, es entender lo que significa seguirlo para descubrir y vivir la Verdad que nos haga libres, es crecer como dignos hijos de Dios, viviendo con coherencia cada día sus enseñanzas. Estamos en tiempo de Cuaresma, detengámonos a meditar en nuestro papel de seguidores de Cristo, busquemos con afán en cada una de nuestras actividades esa Verdad que nos haga libres del pecado, de las ataduras, de las incoherencias de cada día.
A la luz del evangelio de hoy nos podemos preguntar: ¿Cuál es la experiencia más profunda en nosotros que nos impulsa a reconocer a Jesús como Aquél que nos hace libres?
Jueves 25 de marzo Anunciación del Señor (S)
Lucas 1,26-38: ¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!
Este día, aunque no sepamos con certeza la verdadera fecha, celebramos a María en la Anunciación; celebramos el comienzo de la Nueva Creación y celebramos la Encarnación del Verbo de Dios. Es el día en que comienza la Redención, la Salvación; Dios, con la colaboración humana ha empezado algo totalmente nuevo. Y desde lo humano, María nos representa y se pone en la misma senda con la humildad de su Sí.
María es un ser humano como nosotros, sin embargo, donde las miserias humanas abundan, ella hace aflorar lo mejor de lo humano, poniendo en su boca y en su corazón ese "hágase" que posibilita el obrar de Dios. El nuevo mundo que nace aquí requiere que nosotros colaboremos poniendo nuestra vida en esta sintonía.
Nosotros lo decimos muy frecuentemente cuando rezamos el Padre Nuestro: "Que se haga tu voluntad en la tierra como en cielo". Ponernos en esta frecuencia es caminar como María. Esto mismo es lo que los santos han experimentado y estamos llamados a vivir nosotros.
Viernes 26 de marzo
Juan 10,31-42 ‘Yo soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y Yo en el Padre”.”.
Estamos cerca de la Semana Santa, en la que conmemoramos y actualizamos la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesús. Está cerca el cumplimiento de su misión, el prendimiento y muerte; y sus palabras se hacen más valientes y decididas. Su testimonio y revelación del Padre son más explícitos. Así, en el evangelio de hoy se nos muestra cómo algunos se dejan convencer, por las palabras, las obras y el testimonio de Jesús, mientras que otros se atrincheran en su postura. El odio de los fariseos busca destruirle. No pueden soportar que alguien asuma la filiación y el arraigo religioso al margen del culto y del templo, alejándose de la imagen y de las prácticas religiosas, tradicionalmente establecidas. Pero El Señor anuncia un mensaje de misericordia. Él es el enviado del Padre. Ha venido para santificar el mundo, para cumplir los designios del Padre que quiere acercarse nuevamente al hombre para hacernos hijos suyos en su Hijo, aunque algunos no quieran entenderlo. Hoy no podemos perder de vista todo lo que esto conlleva y recordar que construir un mundo más humano en sintonía con Dios es nuestra vocación cristiana.
¿De qué manera compartimos el mensaje de misericordia de Dios en nuestro entorno? ¿viviendo el amor y el servicio con quien nos necesita, o nos asustamos y retraemos sin testimoniar nuestra fe?
Sábado 27 de marzo
Juan 11,45-57 “Aquel día decidieron darle muerte…”
Las autoridades religiosas judías convocaron el Sanedrín para ver qué decisiones tomar, porque lo de Jesús se les estaba escapando de las manos. El Sumo Sacerdote encuentra una solución práctica y acertada: eliminar el problema ahora para que no se transforme en algo mayor más tarde. Así queda decidida formalmente la muerte de Jesús. La decisión muestra la ceguera total de los jefes respecto a Jesús.
Pero a Jesús ninguna decisión humana, le iba a impedir realizar su misión. La misión que el Padre le encomendó de proclamar el evangelio del amor, del amor a Dios Padre y del amor a los hermanos que son todos los hombres. Tal vez, de haberse callado y retirado hasta el final pacífico de sus días, a Jesús no le habrían crucificado, pero no habría sido fiel al Padre, no habría sido consecuente con su misión y hoy nos habríamos quedado sin su persona y sin su evangelio. A lo largo de este tiempo de cuaresma tendremos ocasión de enfrentarnos al misterio de la cruz. Cristo ha venido para hacernos partícipes de la promesa maravillosa que Dios es todo en todos.
El Señor nos invita a no quitar de nuestro camino la cruz, porque aquello que se presenta como devastador, puede tener un sentido liberador. ¿Estoy dispuesto? ¿Quiero recorrer estos días de Semana Santa que vienen en mi vida cotidiana, con lo que eso significa?
Domingo 28 de marzo (Domingo de Ramos en la Pasión del Señor)
Marcos 14,1-15, 47
Jesús durante toda la pasión se mantuvo fiel a hacer la voluntad del Padre. Él fue preso, torturado, burlado, abrazó la cruz, fue crucificado, despreciado e insultado y al final murió como testigo de amor hasta el extremo.
Los hombres, movidos por la envidia, lo entregaron a la muerte. Movidos por la codicia, lo vendieron. Movidos por la hipocresía, lo traicionaron con un beso. Movidos por el miedo, huyeron y lo abandonaron. Movidos por la cobardía, lo negaron.
No nos debe escandalizar lo que hicieron estos hombres 2000 años atrás, pues en alguna medida… nosotros prolongamos en cada jornada la pasión de Cristo. Cuando lo traicionamos, lo abandonamos, lo torturamos, lo insultamos o nos burlamos de Él, solamente nos mira, como miró a Pedro.
Jesús nos amó y lo hizo hasta el extremo. Ni aun cuando fue torturado y muerto fue capaz de dejar de amarnos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Y sabemos que el Padre siempre ha escuchado la oración de Jesús.
En esta semana santa pidamos a Jesús, ante todo, la gracia de reconocer las situaciones en que, concretamente, también nosotros continuamos crucificándolo y que su mirada nos ayude a llorar sinceramente nuestros pecados. (Comentario Hno. M Florentino, Capuchino)