- 3ª SEMANA DE ADVIENTO
Lunas 16 de diciembre
Mateo 21,23-27 “El bautismo de Juan, ¿de dónde venía?
Hoy aparece Jesús enseñando en el templo, y todo profeta que enseñaba públicamente allí, podía tener problemas con los sacerdotes, que eran los que dominaban en ese lugar, y con-trolaban lo que allí se decía. Los sumos sacerdotes y los ancianos cuestionaban la autoridad de Jesús y de Juan Bautista. No podían tolerar que alguien que no fue consagrado por su selecto grupo, tuviera autoridad sobre la gente. Como Jesús sabía que nada de lo que decía podía convencerlos, a las preguntas de los ancianos, daba respuestas que los desorientaban. Ellos se creían dueños de la verdad y no podían aceptar lo que Jesús, como profeta, maestro y catequista enseñaba a la gente. Hoy, igual que entonces, el Espíritu sopla donde quiere, y Dios utiliza caminos desconcertantes para mostrarse.
Señor, danos la gracia de reconocerte como Maestro y Señor, para que nuestra vida se trans-forme con tu Palabra. No permitas que nuestras preguntas sean una excusa para hacerte desaparecer de nuestra vida.
Martes 17 de diciembre Feria privilegiada
Mateo 1,1-17 “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús”
La Larga lista de los antepasados de Jesús, habla de su pertenencia a un pueblo y a una his-toria: judío por ser hijo de Abraham, esperado por los siglos por ser hijo de David. Así la obra salvadora de Dios se continúa realizando, encarnada en la historia, en un pueblo concreto, en las luchas y esperanzas de los hombres y mujeres que confían en la intervención de Dios. En esta genealogía de Mateo, Jesús es el que viene a cumplir las promesas de Dios a su pueblo, a pesar de los pecados que hubo en la historia de ese pueblo. Jesús es el resultado de la bendición que Dios dio al hombre cuando lo creó.
También con nuestra historia llena de pecados e infidelidades, Dios puede terminar haciendo algo bello, si somos capaces de dejarlo entrar en nuestra vida con su luz y su poder.
Te pedimos, Señor, ser conscientes de nuestras miserias y vivir agradecidos por tu misericordia que nos salva.
Miércoles 18 de diciembre Feria privilegiada
Mateo 1,18-24 “"José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados." …" Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.”
Con una brevedad telegráfica, Mateo cuenta. en diez versículos. lo que ocurrió desde la con-cepción al nacimiento de Jesús, y como resalta la difícil situación en que se encontró José.
Mientras María sufría en silencio, el bueno de José se debatía en medio de tremendas dudas. Pensar que él pudo haber denunciado a María y ella no tenía manera de probar lo sucedido. Todo forma parte del misterio que se hace historia humana, historia de Amor. María y José son capaces de seguir las inspiraciones y la voluntad de Dios, aunque nadie les ha pasado de antemano sus "papeles". Dios irrumpe en sus vidas y las "trastorna". No obliga, seduce. Suscita el amor del hombre y entonces lo lleva por donde no hubiera soñado jamás... Cuando alguien se deja guiar por Dios, debe improvisar, y a pesar de la oscuridad de la fe, al final siempre brilla la luz. La actitud correcta es el abandono a su voluntad. María y José escriben una historia de amor única e irrepetible porque ambos se fían de Dios. A nosotros nos invitan a confiar más en su gracia que en nuestras cualidades, más en sus planes que en los propios.
Jueves 19 de diciembre Feria privilegiada
Lucas 1,5-25 “No temas Zacarías. Tu súplica ha sido escuchada”
Zacarías era sacerdote, y con Isabel, su esposa, no habían podido tener hijos en sus muchos años de matrimonio. La escena que leemos hoy sucede cuando Zacarías hace oración y pre-senta la ofrenda de incienso en el santuario del templo, por lo que suponemos que estaba orando en nombre de su pueblo, Israel, y también por un hijo.
El Señor, que es todo amor y misericordia, respondió a las dos oraciones de Zacarías reve-lando un plan, que es tan vasto como la historia de la salvación y tan íntimo como los anhelos más profundos de Zacarías. ¿Cómo lo hizo Dios? El Ángel le dice:
• “Le pondrás el nombre de Juan.” Este nombre significa “Dios ha mostrado su favor” y revela que Dios bendijo a Zacarías e Isabel con un hijo; pero también indica que el Señor iba a “favorecer” a todo Israel por medio de este niño.
• “Otros muchos se alegrarán de su nacimiento.” El niño no solo haría las delicias de sus padres, sino que sería causa de alegría para muchos.
• “Estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre.” Seguramente Zacarías se sintió aliviado al enterarse de que su hijo sería santo desde pequeño, pero esa santidad era para que pudiera llamar a todos los hijos de Israel a volver al Señor.
“Padre amado, confiamos que escuches nuestras oraciones y nos concedas los deseos de nuestro corazón.”
Viernes 20 de diciembre Feria privilegiada
Lucas 1,26-38 “¿Cómo será esto puesto que no convivo con ningún hombre?”
Todas las preguntas humanas caben en la escena de la Anunciación. María adolescente, “desconcertada, se preguntaba”. Evidentemente, sus dudas van más allá del mero asombro: se ve sumergida personalmente en el sinsentido, en un problema muy grave, en una oscuridad aparentemente sin salida. “¿Cómo puede ser esto?” se pregunta María. “Madre soltera”: un rótulo difícil de llevar en Israel. Pero más allá del “qué dirán”, aparece ante sus ojos lo in-comprensible: a pesar de ser judía y creyente, su proyecto de familia tradicional se ve trasto-cado. Nada será igual a partir de la irrupción del Dios de la Vida en su historia. Los años si-guientes serán de peregrinaje, de escondites, de lugares inhóspitos, de pesebres y huidas. Pero también de cumplimiento de las promesas de felicidad. “El Señor está contigo” sentirá la fuerza y el acompañamiento de Dios. “Él será grande, y será llamado Hijo de Dios”; “su Reino no tendrá fin”. Promesas cumplidas después de mucho tiempo, de muchas lágrimas, de mucho caminar junto a su hijo, de mucho confiar. Su anciana prima Isabel queda embarazada también, como una prueba del poder de Dios. Hoy también reconocemos signos de esperanza, que nos ayudan a creer y posibilitan el milagro de seguir luchando. Pequeños o grandes acontecimientos que nos invitan a esperar. Pequeñas navidades que preparan la llegada de la gran Navidad.
Sábado 21 de diciembre Feria privilegiada
Lucas 1,39-45 “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?”
San Lucas trata de acentuar la divinidad de Jesús desde el momento de su concepción y su superioridad con Juan. En el relato del Evangelio se nos muestra como el gozo que vive María la hace salir al encuentro del otro, ella evangeliza con Jesús en su seno. No se guarda este don sólo para ella, quiere anunciar que la alegría la habita, que el gozo es parte de su vida. Así el evangelio de hoy nos pone de manifiesto que este es un encuentro de alegría, donde María es capaz de salir de la solidez de su casa y de su pueblo, para llevar gozo a los demás. Y nosotros ¿De dónde podemos salir? ¿Hacia dónde podemos llevar el gozo de la buena noticia? Al mismo tiempo con este texto, el Espíritu Santo nos está moviendo a reconocer la presencia de Dios, como le ocurrió a Isabel. Es el Espíritu el que nos lleva a descubrir la obra de Dios que entra en nuestra vida, como entró en su casa llevado por María. En estos días tan especiales del adviento, que el Espíritu Santo nos dé la sensibilidad necesaria para descubrir a Jesús, que sigue llegando a nosotros en los rostros de muchos hermanos.
Poniéndonos en el lugar de María e Isabel: ¿somos capaces de percibir y experimentar la pre-sencia de Dios en las cosas sencillas y comunes de la vida de cada día?
Madre que vas deprisa, ayúdanos a tener cada día ‘prisa’ por responder al querer de Dios, dedicando tiempo a la oración, a la misión y al servicio de caridad.
Domingo 22 de diciembre (4º de adviento)
Mateo 1,18-24 “Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David”
En este cuarto domingo de Adviento, el Evangelio relata los hechos que precedieron el naci-miento de Jesús, y el evangelista Mateo los presenta desde el punto de vista de San José, el prometido esposo de la Virgen María.
«Como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado». Hay que meditar estas palabras para comprender cuál fue la prueba que José tuvo que afrontar los días previos al nacimiento de Jesús.
José siempre dejaba espacio para escuchar la voz de Dios, atento a los mensajes que le lle-gaban desde lo profundo del corazón y desde lo alto. No se obstinó en seguir su proyecto de vida, no permitió que el rencor le envenenara el alma, sino que estuvo disponible para ponerse a disposición de la novedad que se le presentaba de modo desconcertante.
Dios irrumpe en las vidas de María y José y las “trastorna”. No obliga, seduce. Suscita el amor del hombre y entonces lo lleva por donde no hubiera soñado jamás… María y José se fían de Dios. Y a nosotros nos invitan a confiar más en su gracia que en nuestras cualidades, más en los planes de Dios que en los propios.
Nos disponemos a celebrar la Navidad contemplando a María y a José: María, la mujer llena de gracia que tuvo la valentía de fiarse totalmente de la Palabra de Dios; José, el hombre fiel y justo que prefirió creerle al Señor en lugar de escuchar las voces de la duda y del orgullo humano. Con ellos, caminamos juntos hacia Belén. (Papa Francisco)