LECTIO DIVNA 28º DOMINGO DURANTE EL AÑO ‘L’ 11/10

28º   DOMINGO  DURANTE EL AÑO  ‘L’ 11/10


‘VENGAN   A LA BODA’

Jesús sale a los caminos como el pregonero que invita a una gran fiesta. Sabe por experiencia que para la gente que lo rodea no hay experiencia más gozosa que ser invitados a una boda y compartir juntos un banquete. A Jesús le encanta recordar que el proyecto de su Padre consiste en preparar una gran boda para todos. Jesús quiere despertar en nosotros el deseo de Dios: invitándonos a una experiencia de libertad y de fiesta.
No se cansa de decir que el Reino es una fiesta de amor, una boda, que el Padre prepara para todos los que ama. En el Padre no existe la escasez ni tiene cabida la tristeza. Nunca se cansa de amar.

Jesús habla de un Padre que, a pesar de todo, no se desalienta y sigue llamando a una fiesta de liber-tad. Quiere ver la sala llena. No puede dejar al mundo sin la gratuidad, ternura, misericordia que inundan su corazón.
Ningún fracaso o infidelidad por nuestra parte le cierra las entrañas. Su amor, siempre creativo, nos convoca de nuevo, una y otra vez.
La Iglesia hoy está llamada y seguirá anunciando esta fiesta de Dios, con fe y alegría. El don del Padre se convierte en tarea nuestra.  Nuestra lentitud en el esfuerzo por evangelizar, la ausencia de esperanza en lo que Dios nos ha prometido… es como pretender entrar en el Reino sin vestirse de fiesta.

TEXTO BIBLICO Mt 22, 1-14

“El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo.  Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: “Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.” Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquello homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: “La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.” Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?” El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”  Porque muchos son llamados, más pocos escogidos.”

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

En el fondo de esta parábola está la respuesta de la comunidad de Mateo a la pregunta ¿Qué es el reino de Dios? La parábola tiene dos partes. Los invitados al banquete y el convidado sin traje apropiado.
La parábola expresa la relación entre el Señor y sus invitados, entre los cuales hay dos cate-gorías:
+  Los invitados que se autoexcluyen del banquete, por intereses personales; no son dignos de entrar en el reino porque han rechazado la propuesta de Dios.
+ Los segundos, malos y buenos, están en  los cruces  de los caminos. La sala que se había preparado se llena de estos nuevos comensales que inicialmente estaban excluidos, porque aceptan y acogen con gozo la invitación al banquete del reino.

En este contexto de gratuidad de la invitación, tiene sentido la pregunta por el traje de fiesta. Para entrar en el banquete del reino es necesario un estilo de vida que ponga en práctica las enseñanzas de Jesús. No todos los invitados al banquete (los llamados) se encontrarán al final con los elegidos. Lo que convierte a los invitados en elegidos es el amor encarnado en las cir-cunstancias concretas de la vida.

San Pablo nosrecomienda: “revístanse, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, sopórtense unos a otros y perdónense mutuamente si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor los ha perdonado, perdónense también ustedes. Y por encima de todo esto, revístanse del amor que es el vínculo de la perfección… y sean agradecidos”. Este es el traje de fiesta propio del cristiano. Los que andan ocupados en otras cuestiones secundarias y en otros ‘telares’, jamás entenderán esta vestimenta evangélica sin la cual no se puede uno sentar en la mesa de la Boda del Hijo de Dios.   

¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?

La vida cristiana, es una historia de amor con Dios, donde el Señor toma la iniciativa gratuita-mente y donde ninguno de nosotros puede vanagloriarse de tener la invitación en exclusiva; ninguno es un privilegiado con respecto de los demás, pero cada uno es un privilegiado ante Dios.
De este amor gratuito, tierno y privilegiado nace y renace siempre la vida cristiana. Pregunté-monos si, al menos una vez al día, manifestamos al Señor nuestro amor por él; si nos acorda-mos de decirle cada día, entre tantas palabras: «Te amo Señor. Tú eres mi vida».
El Dios de la vida aguarda una respuesta de vida, el Señor del amor espera una respuesta de amor.

En el libro del Apocalipsis, se dirige a una Iglesia con un reproche bien preciso: «Has abando-nado tu amor primero». Este es el peligro: una vida cristiana rutinaria, que se conforma con la «normalidad», sin vitalidad, sin entusiasmo, y con poca memoria.
Reavivemos la memoria del amor primero: somos los amados, los invitados a las bodas, y nuestra vida es un don, porque cada día es una magnífica oportunidad para responder a la invi-tación. (Papa Francisco)

¿QUÉ ME HACE DECIRLE EL TEXTO A DIOS?

Gracias, Señor, estoy feliz contigo.
Solo a ti pertenezco por puro don tuyo.
Gracias, Jesús, porque cada día me ofreces manjares exquisitos:
pan y vino eucarísticos, que me unen cada vez más a ti
en una intimidad profunda.
Gracias, mi buen Dios, porque me hablas de Reino,
de fiesta, de alegría, de solidaridad,
de salida de sí, de acogida a tu proyecto, de inclusión
y compartir la vida en la única mesa que es tu comunión  y la fraternidad.
Revísteme de ti Jesús, para que fortalezcas mi debilidad,
y no sea una extraña dentro de tu reino, por mi falta de fe, de constancia, …
Quiero responderte “Si”, todos los días de mi vida…
de más en mejor, para ser cada día más tuyo, menos yo,
más eterno, y menos terreno, más para tu causa y menos para la mía,
más servidor  y menos egoísta…

CONTEMPLACION

Cambiar de vestido-conversión, requiere cambiar de mentalidad, sentir la alegría y la confianza de saberse hijos del Padre y llevar el estilo de vida que Jesús nos enseña con su vida, en medio de las alegrías y tristezas, salud o enfermedad, gozos o dificultades cotidianas.

Cuestiónate ante el Señor y respóndete:
    ¿cómo quieres la amistad con Él sin cambiar el traje de tu vida?
    ¿Cómo ser libre del pasado sin aceptar tu realidad de cada día, tus encuentros y desen-cuentros con el Señor, con los hermanos, tus demoras en el servicio…?
    ¿Cómo proclamar le justicia y luchar contra la violencia si muchas veces tu silencio es aprobación de las mismas? 
   
Siguiendo el mensaje del Evangelio,
     ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?

ACCION ¿A qué me comprometo con Dios?

     Siéntete invitado por el Señor para salir a los cruces de los caminos y llevar el mensaje en nombre de Jesús, que le invita a participar de su mesa, en la Eucaristía.
     Busca en nombre del Señor a los  que cada domingo,  se sienten  invitados a la Euca-ristía, pero los afanes de la vida les impide asistir. Ayúdales a descubrir el auténtico “banquete” de la Eucaristía.
     Analiza qué actitudes te faltan para completar el traje adecuado para el Banquete.
     Siguiendo el mensaje del texto leído, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?