LITURGIA SEMANAL -12º SEMANA DURANTE EL AÑO

12º SEMANA DURANTE EL AÑO


Lunes 24 de  junio. Nacimiento de Juan el Bautista   (S)
Lucas 1,57-66.80  Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se for-talecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.

Hoy celebramos el nacimiento de Juan el Bautista, una rara distinción que comparte con Jesús y la Virgen María. Como muchas figuras del Antiguo Testamento que jugaron un papel impor-tante en la historia de nuestra salvación, Juan nace de una mujer estéril, de edad avanzada. Nuestra salvación es toda obra de Dios. Nuestro mundo es demasiado autosuficiente para admitir que necesitamos un Salvador, pero la situación presente, con tanta violencia y dolor en las relaciones, puede tal vez llevarnos a pedir a Dios que nos salve. Aunque no nos salva sin nuestra colaboración, es su voluntad que el mundo se salve y tenga un final feliz.
"En verdad, la mano de Dios estaba con él”. Ciertamente no tenemos una misión tan importante como la de Juan el Bautista, pero cualquiera sea lo que estamos llamados a ser, sabemos que la mano de Dios está con nosotros. Agradezcamos a Dios por su poderosa presencia en nuestra vida y pidámosle que fortalezca nuestra fe.

Martes 25 de junio
Mateo 7,6.12-14  "No den lo que es santo a los perros, … Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí está toda la Ley y los Profetas.
Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él”.

Estos tres dichos de Jesús no están conectados entre sí, y pueden haber sido dichos en dife-rentes momentos. El primero busca preservar la integridad de todo lo que es sagrado. El se-gundo es la reiteración de la regla de oro que de cierta forma, se encontrada en todas las reli-giones.  Y Jesús aquí  nos pide un amor activo y comprometido. El tercer dicho destaca la difi-cultad del camino cristiano hacia la vida eterna.
La regla de oro que Jesús propone es desafiante porque es muy simple: “esta es la Ley y los profetas”. Nunca seremos capaces de vivirla totalmente. Sin embargo, no es un estándar jurídi-co, sino uno de verdadero amor.  Un poco antes, en el evangelio de Mateo, Jesús llama a amar a los otros como nos amamos a nosotros mismos.
Es el camino que conduce a la vida, pero tenemos que atravesar la puerta estrecha de negar-nos a nosotros mismos y llevar la cruz de cada día. Pidamos  la gracia de hacerlo con alegría, con paz interior, siguiendo los pasos de Jesús.

Miércoles 26 de junio
Mateo 715-20  "Cuídense de los profetas falsos… Por sus frutos los conoceréis…. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? … Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se corta y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis".

Dos veces en estos seis versículos, Jesús dice: Por sus frutos los conoceréis. La palabra ‘fruto’ usada en este texto significa las acciones concretas, con las que se demuestra lo que cada uno lleva en su corazón y en su  mente. Jesús nos advierte también sobre los falsos profetas y nos da pautas, concretas y prácticas, para hacer nuestro discernimiento: conocerlos por sus frutos. A veces nuestro mundo es muy confuso, nos hace promesas de felicidad y bienestar y, sin embargo, está  lleno de sufrimiento y soledad. Necesitamos discernir, darnos cuenta de que no solo hay falsos profetas que dan frutos que no son buenos, sino también buenos profetas cuyos mensajes son verdaderos porque producen buenos frutos. En esta serie de pasajes, podemos impresionarnos por las palabras de Jesús sobre el juicio futuro: el árbol que no da buenos frutos será cortado y arrojado al fuego. También yo estoy llamado, con cierta urgencia, a dar buenos frutos.
Jueves 27 de junio
Mateo 7,21-29: No todo el que me dice: ``Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Este es el gran final del Sermón de la Montaña, un fuerte recordatorio de que lo que cuenta es nuestra vida interior, nuestro corazón y no nuestras palabras. Jesús nos dice que si construimos nuestra vida en su Palabra, podemos resistir los más grandes problemas y tormentas.
La Palabra de Dios sostiene e ilumina nuestras vidas, día tras día. La sabiduría de Jesús es la roca de la verdad, en la cual podemos apoyarnos para tomar nuestras decisiones y compromi-sos. Leer lentamente su Palabra en nuestra oración diaria, nos permite recibir perspicacia y compasión para todo lo que hagamos en este día.
Los edificios necesitan fundamentos sólidos. La palabra de Dios es la roca donde debemos construir. Mientras más profundo y sólido es el fundamento, más segura es la casa. El conocer al Señor y sus palabras nos ayuda a reconocer los caminos de Dios y a estar abiertos a la vo-luntad de Dios para con nosotros. Nos ayuda a vivir y hablar con la convicción que tuvo Jesús.
Jesús nos dice: "Escuchen y actúen". Tomémonos un tiempo para escuchar, y roguemos que Dios nos acompañe durante este día, en el que actuaremos en el Nombre de Jesús.

Viernes 28 de junio  SOLEMNIDAD DEL S.CORAZÓN DE JESÚS
Lucas 15,3-7: “habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión.”.

La Iglesia celebra hoy la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, símbolo principal del amor con que el Redentor ama, tanto a Dios Padre, como a toda la humanidad. De ese Corazón brota continuamente el Amor, que invita a amar de forma real y verdadera, tanto a Dios como a los demás,  con un amor concreto.
 El Evangelio de hoy, revela como es nuestro Dios, que sale a la búsqueda de cada persona y sale en su búsqueda con gran misericordia, es decir, no solamente va por la oveja que se ha perdido, sino que le ahorra el camino de regreso, la carga sobre sus hombros, y la reincorpora a la comunidad, la reincorpora al rebaño. Es así como Jesús actúa. No le somos indiferentes, tiene 99 ovejas y sin embargo, cuando se da cuenta que falta una, sale en su búsqueda. Lo mis-mo sucede hoy en nuestra vida. Habrá muchas personas en el mundo, pero Dios nos ama a cada uno como si fuéramos la única persona que existe, porque su amor por cada uno es irrepetible;  el amor por cada uno de nosotros es diferente, el amor por cada uno es como cada uno necesitamos ser amados. Y  la parábola termina hablando de la alegría por haber encon-trado a la oveja que se había perdido. El Dios que nos trae Jesús, es un Dios que hace fiesta cuando nos encuentra, es un Dios para quien nosotros somos valiosos, para quien nosotros somos importantes.

Sábado  29 de junio     Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo
Mateo 16,13-19  “Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infier-no no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo"

Los santos, Pedro y Pablo son inseparables en la liturgia e inseparables en los comienzos de la Iglesia. Pedro representa la roca, la fidelidad a los orígenes, el centro de la unidad y de la comunión, la garantía de la verdad y de la doctrina.
 Pedro, que  responde en nombre de todos: “Tú eres el  Cristo” , escucha de Jesús la declaración solemne, que define su papel en la Iglesia:  “Tú eres Pedro y sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia». Es Jesús quien edifica la Iglesia. Es Jesús quien nos convoca a que seamos sus se-guidores y nos reúne en torno a su persona. La Iglesia es de Jesús y nace de Él. Pero Jesús no construye sobre arena, por eso Pedro será la roca en esta Iglesia, no porque tenga solidez ni firmeza en su temperamento, pues aunque es honesto y apasionado, también es inconstante y contradictorio. Su única fuerza es la que proviene de su fe sencilla en Jesús.   
Pablo, el fanático fariseo que se encontró con Jesús resucitado, Pablo, que supo anunciar el Evangelio con las categorías de la filosofía griega, fundador de Iglesias con los diferentes mi-nisterios,  evangelizador itinerante y audaz, por no haber conocido personalmente a Jesús, necesita de Pedro para no olvidar los orígenes galileos de la Iglesia de Jesús.

Domingo 30 de junio (13 durante el año)
Lucas 9, 51-62 “Ninguno que haya puesto mano al arado, y luego se vuelve atrás, es apto para el Reino de Dios”.
            En el centro del relato de hoy, Lucas nos da un dicho de Jesús dirigido a un aspirante discípulo anónimo: “Ninguno que haya puesto mano al arado, y luego se vuelve atrás, es apto para el Reino de Dios”. Comprendamos que el arado, es símbolo del trabajo en esta sociedad agrícola, pre-industrializada del siglo primero. Aquí es símbolo del nuevo trabajo del apóstol. Pero el elemento novedoso de este texto, es que en llamada para el Reino, propuesta por Jesús, no hay espacio para la “despedida de los de casa”. Se corta con el pasado netamente, sin dilación, compromiso, prueba, espera. El que entra en el Reino de Dios hace una elección radical y total. Pero si pensábamos que esto era suficiente no es así. También debe existir el desapego de las cosas y de los apoyos materiales. Y finalmente, incluso se debe desapegar de los afectos, incluso de los más legítimos y preciosos. Nada puede servir de obstáculo ante la llamada apremiante del Maestro.
El Señor se prepara a su partida de este mundo, caminando hacia Jerusalén, donde le espera el dolor y la muerte. Jesús está llevando a cabo su vocación y el discípulo está invitado a imitar al maestro. En este viaje Cristo tiene una meta-vocación precisa, la de la cruz en Jerusalén. A ella Él se dirige “decididamente”, con esa totalidad del ser que exige también a su discípulo. Nuestra vocación no es tanto un dejar para perder, sino un perder para encontrar; no es una fanática consagración a un destino, sino una elección de camino hacia la esperanza y hacia el  interior de un designio trazado por Dios.
            Ciertamente a todos nos ha resonado hoy la frase: “ponerse al arado y no volverse atrás”, sin duda, nos advierte una vez más, que Jesús quiere que al campo del Reino de Dios, se entre de manera decidida, sin dudas, sin nostalgias. Debemos decidirnos de una manera radical por esta causa.”…