LITURGIA SEMANAL - 4ª SEMANA DE CUARESMA

4ª SEMANA DE CUARESMA

         ABRIL                  Intención de oración del Papa Francisco
   
Por los médicos y el personal humanitario, presentes en zonas de guerra,
que arriesgan su propia vida para salvar la de los otros


Lunes, 1 de abril 
Juan 4,43-54: “Un funcionario real que tenía un hijo enfermo, suplicó a Jesús que bajara antes que su hijo muriera. Jesús le respondió: vuelve a tu casa que tu hijo vive. El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino”

El relato del Evangelio de hoy está marcado por tres verbos: INSISTIR, CREER y PONERSE EN CAMINO.  Son tres verbos que definen la actitud del funcionario, cuando se acercó a Jesús para pedirle por su hijo moribundo:
+ INSISTIÓ: Jesús siempre escucha, pero por nuestra parte tenemos que ser “insistentes”.
+ CREYÓ: confiar en el poder de Jesús. Él sigue pronunciando sobre cada uno de nosotros “estás curado”. Sólo nos lo tenemos que creer como creyó el funcionario de este evangelio.
+SE PUSO EN CAMINO: creer en Jesús como Salvador, es salir y dejar aquello que creemos engañosamente que nos salva, cuando en realidad nos esclaviza. Ponerse en cami-no es no parar en nuestro itinerario de fe.  
+  Examinemos hoy la conjugación de estos verbos en nuestra propia vida.
+  Pidamos con insistencia, creer en la palabra de vida de Jesús y pongámonos en camino.
Señor, haz fuerte nuestra fe, capaz de confiar más allá de todo signo.

Martes, 2 de abril
Juan 5,1-3.5-18   “¿Quieres sanarte?” Él respondió: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes”.

El Evangelio describe como Jesús cura a un paralítico que se quedó esperando 38 años, para que alguien le ayudara a llegar al agua de la piscina para curarse. Era un inválido... y con el paso de los años le había invadido una dañina tristeza y un hondo pesimismo ante la ausencia total de solidaridad. Y pasó Jesús junto a él. Y Jesús, ¿qué hace? Lo cura, sin importarle que sea sábado. El paralítico que estaba al margen de la vida, y no podía contar con nadie que se solidarizara con su dolor, recibe la preocupación de Jesús, que se acerca a él, que toma la iniciativa, y le pregunta si quiere ser sanado.… El cariño de Jesús le infundió ánimo. Su apoyo le ayudó a ponerse de pie. Su confianza le invitó a tirar lejos las muletas. Y el inválido se hizo misionero y habló, dando un testimonio limpio de Jesús.
Al paralítico del Evangelio le bastó encontrarse con Jesús, el “agua viva”, para ponerse de pie y comenzar a caminar. Hoy nos podemos preguntar: En lo cotidiano y en situaciones de abandono y falta de solidaridad ¿actuamos como Jesús, preocupándonos por el otro?

Miércoles, 3 de abril
Juan 5,17-30: “Jesús dijo a los judíos: "Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo." "Les aseguro que el Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre”…

Tres veces en el pasaje del Evangelio, Jesús comienza diciendo: “les aseguro que…” porque lo que va a decir es algo muy importante. Primero, afirma que él no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solo aquello que ve hacer al Padre. De modo que todos sus actos de cu-ración, de perdón y de misericordia son un reflejo de lo que sucede en el cielo. Esto significa que el Padre nos está mirando siempre con compasión, siempre está trabajando y trayendo la paz del cielo a nuestra vida.
Luego, Jesús dice que quien escucha su palabra y cree en su Padre será liberado de la con-denación y tiene la vida eterna. Esto no se refiere solo a los primeros cristianos, sino a los de hoy también.
En tercer lugar, Jesús dijo que llegaría el tiempo en que todo aquel que escuchara su palabra volvería a la vida. El Hijo de Dios sigue hablándonos incluso ahora mismo; nos llama y nos ofrece su sabiduría y su guía, su esperanza y la sanación de las heridas del pasado.
“Padre celestial, perdónanos por todas las veces que hemos pensado que tú estabas lejos de nosotros. Gracias por prometernos la gracia del cielo.”

Jueves, 4 de abril       Primer jueves
Juan 5,31-47 “Si yo diera testimonio en favor mío, mi testimonio no valdría como prueba.”  Hay otro que da testimonio en mi favor, y yo sé que su testimonio acerca de mí es válido.”

Los judíos tenían como testimonios válidos, aquellos que eran avalados por dos o tres testigos. Jesús cita a favor suyo el testimonio de Juan el Bautista, el testimonio del Padre, que se manifiesta en los milagros obrados por Él y, finalmente, el testimonio de las Escrituras. Lo hace por ellos para que comprendan y se salven. Sin embargo, sus palabras chocan y resba-lan, ante la incredulidad de los corazones soberbios de los judíos. Juan Bautista, era la antor-cha que ardía e iluminaba… Jesús como Juan el Bautista, era la voz que seguía gritando en el desierto de las conciencias, llamándoles a la conversión, atrayéndolos a su amor. Solo que los judíos no le entendieron.  Sigue diciendo Jesús: ‘yo tengo un testimonio mayor que el de Juan y son las obras que el Padre me ha encomendado, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí. Es el Padre el que me ha enviado. Ustedes que escudriñan las Escrituras deben saber que ellas dan testimonio de mí’.
El texto de hoy nos invita a preguntarnos qué es lo que estamos buscando en la vida, qué es lo que queremos conseguir, qué es lo que nos preocupa, cuáles son nuestros verdaderos intereses?. ¿Es el amor de Dios lo que nos mueve, o es el orgullo, la vanidad, el egoísmo o la comodidad…?

Viernes, 5 de abril        Primer viernes
Juan 7,1-2.10.14.25-30  “Yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz”

El anuncio de la verdad trae consigo persecución y violencia. Jesús es el prototipo del justo que resulta incómodo y cuyo testimonio se quiere silenciar.  Su palabra, hoy como ayer, pro-voca división entre quien la acoge y quien la rechaza. Su propuesta irrita a las autoridades y al pueblo.  La gente está enceguecida; no logran ver la verdad que trae Jesús, que hace posible la liberación y el surgimiento de la vida en abundancia. Jesús les deja claro que viene por voluntad de su Padre. Ellos constatan que tiene una autoridad extraordinaria. Aunque todos lo conocen, su actuación los deja confundidos, porque todo lo hace con una potencia que deja sin fuerza todos los argumentos  que ellos creen tener.
Señor Jesús, que vienes de la intimidad con el Padre, llévanos al Padre. Enséñanos a conocerlo, muéstranos su amor, llévanos contigo a su presencia para que podamos descansar en sus brazos de Padre.

Sábado, 6 de abril      Primer sábado
Juan 7,40-53 “«Nadie habló jamás como este hombre». Los fariseos respondieron: «¿También ustedes se dejaron engañar? ”

El evangelio nos presenta a los judíos dudando del origen divino de Cristo. Basándose en las Escrituras, aseguran que Jesús no puede ser el Mesías, porque ellos conocían sus orígenes -sabían que era de Nazaret-, y las profecías decían que el Mesías vendría de Belén, la ciudad del  Rey David. Esto les hace oponerse a Cristo, a sus enseñanzas, y se aferran a los dichos de los profetas que seguían muy al pie de la letra. Y muchos no le podían creer o aceptar, por-que venía de Galilea. El Mesías no va a venir de Galilea. Por lo tanto, se produce como una división entre el pueblo, entre la gente que lo escuchaba. La persona de Jesús siempre nos interpela y hace que tomemos partido, o para un lado, o para el otro. Pero, no termina aquí la historia del evangelio de hoy. Los guardias que habían sido enviados por los sumos Sacerdotes, por los jefes de fariseos, vuelven con las manos vacías, no llevan apresado a Jesús y cuando se les interroga y se les pregunta porque no lo trajeron, ellos responden:"Nadie hablo jamás como este hombre". Esto denota la autoridad que tiene Jesús y justamente esto nos da a entender que viene de Dios y habla con la verdad.
Señor Jesús, te damos gracias por enseñarnos a vivir más en la fe y menos del lado superficial de las cosas. Te pedimos que nos ayudes a vivir más de acuerdo con tus mandamientos, y hacer de ti el Señor de nuestra vida diaria. Enséñanos, Señor, a ser testigos de tu mensaje de amor a las personas de nuestro entorno.

7 de abril      (5º de Cuaresma)
Juan 8,1-11  “¿Alguien te ha condenado?" … "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante".

Le presentan a Jesús una mujer sorprendida en adulterio. Todos conocen su destino: será lapidada hasta la muerte según lo establecido por la ley. El desafío a Jesús es frontal: «La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras. Tú ¿qué dices?».
Jesús no soporta aquella hipocresía social alimentada por la prepotencia de los hombres. Aquella sentencia a muerte no viene de Dios. Con sencillez y audacia admirables, introduce al mismo tiempo verdad, justicia y compasión, en el juicio a la adúltera: «el que esté sin pecado, que arroje la primera piedra».
Los acusadores se retiran uno tras otro. Ellos saben que son los más responsables de los adulterios que se cometen en aquella sociedad. Entonces Jesús se dirige a la mujer y, con ternura y respeto, le dice: «Nadie te ha condenado?  …. Tampoco yo te condeno». Luego, la ani-ma a que su perdón se convierta en punto de partida de una vida nueva: «Anda, y en adelante no peques más».
Señor, libéranos de controlar la vida de los demás, deseando el castigo y la humillación para los que pecan y se equivocan, olvidando nuestra propia miseria. Transforma la dureza de nuestro corazón para comprender la debi-lidad ajena, que es también la nuestra.



Bienaventurados  quienes recuerdan la promesa
de su buen Padre y Madre Dios,
quienes renuevan a cada momento su alianza de cercanía
y presencia alentadora hacia todo el género humano