LECTIO DIVINA - 18º DOMINGO . T. O. Ciclo C

18º DOMINGO . T. O. Ciclo C

Jesús es requerido para resolver un asunto de herencia. El advierte a sus oyentes contra todo tipo de avaricia. Él les dice que sus vidas no están aseguradas por lo que poseen. Ellos deben crecer hacia un verdadero sentido de los valores, y reconocer que la verdadera vida no puede estar medida en términos de posesiones materiales.
Jesús, cuan paciente eres Tú con nosotros, mientras luchamos con nuestros deseos mundanos. Nosotros queremos más, y entonces, aún más. Miramos con envidia lo que los otros parecen tener – mejores casas – mejores trabajos – mejores condiciones de vida. Ayúdanos a que, por el contrario, estemos agradecidos de lo que tenemos, por Tu bondad para con nosotros, y por lo que somos como hijos de Dios.

ORACIÓN INICIAL

Dios mío,
hazme pensar sólo en tu palabra,
y no en las ganancias egoístas.
 No me dejes seguir a dioses falsos,
pues quiero adorarte sólo a ti.

TEXTO BÍBLICO Lc. 12, 13-21

Entonces le dijo uno de la gente: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad: guarda-os de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».

LECTURA

La vida no depende de los bienes. La felicidad no se mide en millones de dólares o en cientos de hectáreas, tampoco en número de títulos o de amigos. La alegría no viene por el camino del capricho, ni siquiera depende de algo tan bueno como el trabajo. Jesús nos pide que nos guardemos de toda clase de avaricia. Porque hay muchas clases de avidez: la codicia de poder, de reconocimiento, de ser el más querido, de querer ser el mejor, de buscar continua-mente el placer, de hacer muchas cosas, de pretender ser el salvador de todos.

La vida, la alegría, depende fundamentalmente del amor. Dice San Juan: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte”. Hemos de morir a toda clase de avaricia para resucitar a una vida nueva.
La vida y la alegría dependen, sobre todo, de nuestra confianza en Dios.

Ha dicho el Papa Francisco: …. ¡Pon fe, pon esperanza, pon amor!… Pon a Cristo en tu vida, pon tu confianza en él y no vas a quedar defraudado! Déjate amar por Jesús, es un amigo que no defrauda.
Esta vida feliz, que brota de la confianza en Dios, hemos de acogerla y ofrecerla, vivirla y transmitirla. Mucha gente está buscando esta vida y Dios cuenta con nosotros para mostrarla y contagiarla. Si nos la guardamos, desaparece. Si la compartimos, se multiplica.

MEDITACIÓN

“No es posible servir a dos señores“, o se sirve a Dios o a las riquezas. La sed del apego a las riquezas no termina nunca. Si tenemos el corazón apegado a las riquezas –cuando se tienen tantas – queremos siempre más. Y esto es el dios de la persona que está apegada a las riquezas.

El camino de la salvación son las Bienaventuranzas: la primera es “la pobreza de espíritu” y si se poseen riquezas son para el servicio de los otros, para compartir, para ayudar a que la gente vaya adelante.
El signo de que no estamos “en este pecado de idolatría” es hacer limosna y dar a aquellos que tienen necesidad y no dar lo superfluo, sino aquello que cuesta, alguna privación, porque quizás es necesario para mí. Esto es una buena señal. Esto significa que es más grande el amor hacia Dios que el apego a las riquezas.

Hagámonos unas preguntas:
    ¿Damos? ¿Cuánto damos?
    ¿Damos como Jesús, con la caricia del amor, o como quien paga un impuesto?
    ¿Cómo damos?
    Cuando ayudamos a una persona, ¿le miramos a los ojos? ¿Le tocamos la mano?
    Es la carne de Cristo, es tu hermano, tu hermana. Y tú en ese momento eres como el Padre que no deja faltar la comida a los pájaros del Cielo.
    Con cuánto amor da el Padre. (Papa Francisco)

ORACION

Perdón, Señor, por las veces que vivimos sin pensar en ti, que buscamos sólo nuestros inter-eses, que nos olvidamos de tus enseñanzas. que vivimos sin ti…
Que colocamos nuestro corazón en las cosas, que nuestro trabajo es el sentido de nuestra vida, que te relegamos en nuestras opciones, que Tú no eres el sentido de nuestra vida, que buscamos acumular más y más…
Que nos olvidamos que vamos a ser juzgados por el amor, que nos despreocupamos de los demás, que el amor no es nuestro estilo de vida, que el tener es más importante que el ser, que actuamos como el rico insensato…

CONTEMPLACIÓN

Contempla como el rico propietario se ve obligado a reflexionar: «¿Qué haré?». Habla consigo mismo. En su horizonte no aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni veci-nos. No piensa en los campesinos que trabajan sus tierras. Sólo le preocupa su bienestar y su riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes, mi vida…

La vida de este rico es un fracaso y una insensatez. Agranda sus graneros, pero no sabe en-sanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, sólo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida?

El dinero puede dar poder, fama, prestigio, seguridad, bienestar…, pero, en la medida en que esclaviza a la persona, la cierra a Dios Padre, la hace olvidar su condición de hombre y her-mano, y la lleva a romper la solidaridad con los otros. Dios no puede reinar en la vida de un hombre dominado por el dinero.

El ser humano está hecho para cultivar el espíritu, conocer la amistad y la ternura, experimen-tar el misterio de lo transcendente, agradecer la vida, vivir la solidaridad… Es inútil quejarse de la sociedad actual y no buscar soluciones.

La crisis que estamos viviendo es un “signo de los tiempos” que hemos de leer a la luz del evangelio. Nunca la superaremos sin luchar por un cambio profundo de nuestro estilo de vida: hemos de vivir de manera más austera; hemos de compartir más nuestro bienestar, nuestro dinero, nuestro tiempo…

ACCIÓN
    Pide al Señor “la gracia de estar libre del apego a las riquezas, la gracia de mirarle a Él, tan rico en su amor y tan rico en su generosidad, en su misericordia; y la gracia de ayudar a los otros con el ejercicio de la limosna, pero como lo hace Él”.
    Hay muchas clases de codicia: poder, reconocimiento, ser el más querido, hacer mu-chas cosas, …. Examina en cuál te encuentras reflejado/a y pide a Dios que te ayude a superarla.
    Revisa cómo utilizas el dinero, qué apego tienes a las cosas, cómo y en qué empleas lo que tienes. ¿Te dejas llevar por el consumismo y adquieres lo que no necesitas?
    Examina tu forma de “dar” y “ayudar” al que se acerca a ti, al necesitado, al inoportuno, al que te cae bien y al que no… ¿Quieres cambiar en algo?
    Agradece al Señor los valores y capacidades que ha puesto en ti y ponlos al servicio de los más desfavorecidos.