SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

La Iglesia celebra hoy la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, una fiesta mariana en medio del tiempo litúrgico del Adviento. ¿Por qué? Porque entre las diferentes actitudes de un cristiano respecto a este tiempo litúrgico aparecen estas tres que son relevantes: la espera vigilante y gozosa, la esperanza y la conversión. 
Estas tres actitudes caracterizan a la Virgen María, la mujer de la esperanza por excelencia. La Iglesia nos ofrece en la Virgen Inmaculada una guía segura y una ayuda extraordinaria, pues nadie mejor que ella ha vivido el tiempo de preparación a la  venida de su Hijo, al naci-miento del Salvador. María tiene una relación íntima y espiritual con el Niño concebido en su vientre por obra del Espíritu Santo y de quien el Ángel –en la Anunciación– le dice que será llamado Hijo del Altísimo, el Santo, el Salvador del mundo.

INVOCAMOS AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo necesitamos de tu ayuda para comprender,
llevar al corazón y a nuestra vida el mensaje de Dios. Amén.

Cantamos…..

TEXTO BÍBLICO Lc. 1. 26-38

“En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel”.

LECTURA:  ¿Qué te dice el texto en sí mismo?

Hay dos trazos en el lienzo de la Anunciación que nos pueden ayudar también a nosotros a comprender la obra de arte de nuestra propia vida cuando dejamos que la pinte y la inmortali-ce el talento de Dios.
En primer lugar, se le dice a María: no temas. Muchas veces y en secreto, tenemos miedo a Dios, como si lo que Él nos fuese indicando fuera algo inevitable pero indeseado. No temer a Dios, porque todo lo que de tantos modos Él nos propone, es a nuestro favor, para nuestro bien, lo que más nos conviene.
Luego se le dice a la Virgen: mira a tu prima Isabel. El ángel está proponiendo a María… reconocer que la fidelidad de Dios se hace historia y se hace también geografía, en las per-sonas y en los lugares en donde se nos ha narrado el amor de Dios.
Deberíamos descubrir en nuestra vida  dónde mirar, a quiénes mirar, para que nuestros ojos no queden cegados por el sin sentido mezquino, que nos imponen todos los excesos, con que a veces nos hacemos daño.
Mirar a Isabel significó en María, y significa en nosotros, descubrir que el Señor nos consuela y nos estimula haciéndonos ver de un modo realista, que cuanto nos propone no es una fan-tasía irreal sino una historia verificable en personas significativas, que el mismo Señor nos pone al lado como una dulce compañía, en la aventura de vivir y de creer.

Esa historia tiene su punto culminante en el envío de Jesús, el Hijo de Dios, nacido de mujer en la plenitud del tiempo. Pero ese punto es posible por el ‘sí’ de una joven que se fio de Dios y creyó hasta el fondo, que todo eso que es imposible para los humanos, no lo es para Dios. María dijo ‘sí’, y en ese ‘sí’ Dios escribió el suyo eterno. El Señor nos conceda entrar en esos dos “síes”: el de Dios y el de María.

MEDITACIÓN ¿Qué nos dice Dios en el texto?

Fijemos la mirada en esta sencilla joven de Nazaret, en el momento en que acoge con docili-dad el mensaje divino con su «sì»; captemos dos aspectos esenciales de su actitud, que es para nosotros modelo de cómo prepararnos para la Navidad.
Ante todo su fe, su actitud de fe. Escucha la Palabra de Dios para abandonarse a esta Palabra con plena disponibilidad de mente y de corazón… «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». En su «heme aquí» lleno de fe, María no sabe por cuales caminos tendrá que arriesgarse, qué dolores tendrá que sufrir, qué riesgos afrontar. Pero es consciente de que es el Señor quien se lo pide y ella se fía totalmente de Él, se abandona a su amor. Otro aspecto es la capacidad de la Madre de Cristo de reconocer el tiempo de Dios. María… hizo posible la encarnación del Verbo gracias precisamente a su «sí» humilde y valiente. María nos enseña a captar el momento favorable en el que Jesús pasa por nuestra vida y pide una respuesta disponible y generosa. Y Jesús pasa.

El misterio del nacimiento de Jesús en Belén, que tuvo lugar históricamente hace más de dos mil años,… en la celebración de la Navidad viene a llamar nuevamente al corazón de cada cristiano: Jesús pasa y llama. Cada uno de nosotros está llamado a responder, como María, con un «sí» personal y sincero, poniéndose plenamente a disposición de Dios y de su miseri-cordia, de su amor.  Cuántas veces pasa Jesús por nuestra vida y cuántas veces nos envía un ángel, y cuántas veces no nos damos cuenta, porque estamos muy ocupados, inmersos en nuestros pensamientos, en nuestros asuntos y, concretamente, en estos días, en nuestros preparativos de la Navidad, y Él pasa y llama a la puerta de nuestro corazón, pidiendo acogi-da, pidiendo un «sí», como el de María. (Meditaciones del Papa Francisco)

ORACIÓN ¿Qué le decimos a Dios?

Yo te saludo, María, porque el Señor está contigo:
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo, en tu abrazo, en tu seno.
Yo te saludo, María, porque preguntaste lo que no entendías
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.
Yo te saludo, María, porque concebiste
y diste a luz un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida hay que gestar
y cuidar si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.

Yo te saludo, María, porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra, tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios  y no renunciando a ser tú misma.
Yo te saludo, María. ¡Hermana peregrina de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros, llévanos junto a los otros
y mantén viva nuestra fe!

CONTEMPLACIÓN  ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

El ejemplo de María y de José es para todos nosotros una invitación a acoger con total aper-tura de espíritu a Jesús, que por amor se hizo nuestro hermano. Él viene a traer al mundo el don de la paz: «En la tierra paz a los hombres de buena voluntad»… El don precioso de la Navidad es la paz, y Cristo es nuestra auténtica paz. Y Cristo llama a nuestro corazón para darnos la paz, la paz del alma. Abramos las puertas a Cristo. (Papa Francisco)
Navidad de esperanza, con las puertas abiertas al Señor. Navidad de alegría y fraternidad. Abrir las puertas al Señor es abrirlas al necesitado, al que sufre, al que está solo…, abrirlas para el que no tiene sentido la Navidad…
     María “se turbó y se preguntaba…” Está atenta y a la escucha, del paso de Dios por su vida. ¿Cuántas veces pasa Dios por tu lado y ni te das cuenta, ni lo escuchas, ni sabes lo que te pide?
María expresa también su duda «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» En nuestras dudas, en nuestras incertidumbres, en el hermano que necesita ayuda, también está Dios esperando nuestra respuesta. Dios se nos muestra en numerosos signos de nuestra vida cotidiana que son expresión sencilla de su amor.
     ¿Por qué nos cuesta tanto reconocerlos y responder?
Contempla la actitud de disponibilidad y confianza de María al plan de Dios: «Aquí está la es-clava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
     ¿Cómo es tu confianza, entrega y disponibilidad al plan de Dios sobre ti?
     ¿Cómo es esta entrega confianza y disponibilidad con los que te necesitan?
María admite su pequeñez y confía sólo en la fuerza de Dios para realizar lo que le propone.
     ¿Reconoces tu pequeñez?
     ¿Pones los medios necesarios para que se realicen los planes de Dios?
     ¿Confías plenamente en que Dios pone lo que no está de tu parte?
     ¿En qué te apoyas tú?

ACCION
     En este tiempo de adviento intensifica tu vida de oración y prepárate para recibir a Jesús.
     El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; ben-dita tú eres entre las mujeres.». Procura ser tú también para las personas que te rodean, Buena Noticia, anúnciales que Dios está con ellas.
     El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios». Aprovecha en este tiempo para agradecer a Dios, las muchas gracias que derrama sobre ti a cada instante.
     María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, …?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, …». En la vida muchas veces, nos cuesta aceptar, lo que parece imposible para ti y para mí, pero no para Dios. Emprende en tu vida la acción que hizo María. Fíate, déjate llenar por la Fuerza de Dios, para que te cubra con su sombra.
     María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Aprovecha para sentirte pequeño como María, pero dispuesto para que se haga en ti según la Palabra de Dios.
     Regala a las personas con las que te relaciones, comprensión, alegría, tiempo… hazles sentir que el Señor llega expresamente para ellas..