29º Domingo
Tiempo O. Ciclo B ‘L’ 21/10
Este
domingo la liturgia nos lleva a reflexionar sobre al carácter servicial de la
autoridad, y del seguimiento de Cristo. Dos de los protagonistas del relato son
los hermanos Santiago y Juan, que se dirigen a Jesús con un pedido muy
especial; “Concédenos sentarnos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu
izquierda”.
Jesús
responde claramente que no saben lo que piden. Él había anunciado a sus discípulos que debía
padecer, morir y resucitar al tercer día. Este pedido de Santiago y Juan nos
muestra que quienes acompañaban a Jesús, en ese momento, estaban inmersos en
sus propios intereses, y no habían entendido las palabras de Jesús.
Quieren
participar de la gloria de Cristo, pero desconocen que el camino de la Gloria
es el de la Cruz. Confunden la gloria con el éxito terreno, el prestigio y la
honra.
A la pregunta
de Jesús, acerca de si pueden beber el cáliz y recibir el mismo bautismo, ellos
responden que sí. Jesús consintió, pero
con respecto al pedido de sentarse a la derecha o a la izquierda en el Reino, les
dice, que sólo al Padre le corresponde concederlo, y no a él.
Jesús les
propone un camino diferente para lograr la grandeza: la humildad. Para ser “grande”,
hay que hacerse servidor, y para ser el primero, hay que hacerse siervo de los
hermanos. Esto es lo que hizo Jesús: servir y dar su vida en rescate de una
multitud.
Jesús enseña
con sus palabras, pero más aún con su propia vida.
ORACIÓN INICIAL
Jesús,
enséñame a pedirte no lo que yo deseo,
sino
lo que tú quieres para mí.
Que
sintonice, Señor, con tu modo de orar
y
de ponerme al servicio de los demás.
A
veces ambiciono ser importante, quítame esos deseos, Señor,
pon
en mí la pasión de situarme al servicio de los necesitados,
de
los débiles, de los oprimidos, del que te necesita.
TEXTO BÍBLICO PARA ORAR Mc.10, 35-45
"Santiago y Juan, los hijos de
Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos
concedas lo que te vamos a pedir". El les respondió: "¿Qué quieren
que haga por ustedes?". Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a
tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les
dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y
recibir el bautismo que yo recibiré?". "Podemos", le
respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo
beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha
o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para
quienes han sido destinados". Los otros diez, que habían oído a Santiago y
a Juan, se indignaron contra ellos.
Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes
saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones
como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre
ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se
haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor
de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para
servir y dar su vida en rescate por una multitud".
LECTURA ¿qué dice el texto?
Jesús camina
hacia Jerusalén, hacia la pasión y revela a los suyos el final del camino. Los
discípulos no lo comprenden, no son capaces de despojarse de las expectativas y
de las ambiciones de gloria y poder exclusivamente humanas.
Creen que su
Maestro es el Mesías esperado como triunfador y le piden tener un puesto importante
en el Reino que va a restablecer.
Jesús examina
a estos aspirantes a «primeros ministros»; rectifica sus perspectivas, les indica
con mayor claridad que su gloria pasa por un camino de sufrimiento. La disponibilidad que declaran Santiago y
Juan no basta aún para obtenerles la promesa de un sitio de honor, porque la
participación en el Reino es un don que sólo Dios puede otorgar gratuitamente.
Jesús explica
a los Doce, y a nosotros, que también aspiramos siempre un poco al éxito y al
poder que: “No será así entre ustedes: el que quiera ser grande que sea su servidor;
y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”.
Jesús nos
enseña que el ideal al que debemos tender no ha de tener como modelo el comportamiento
de los «grandes» de este mundo, sino el de Jesús, siervo humilde glorificado
por el Padre, que es, al mismo tiempo, el Hijo del hombre esperado para concluir
la historia e inaugurar el Reino de Dios entre los hombres.
Éste es el
modelo de grandeza que propone Jesús a los suyos: el humilde servicio recíproco,
la entrega incondicional de uno mismo por amor para el bien de los hermanos.
MEDITACIÓN
La Palabra
nos sale al encuentro para hacernos “cambiar de mentalidad”. Y ofrece una nueva
orientación a nuestra instintiva sed de grandeza, al deseo más o menos
inconsciente de ser importantes.
¿Tu
encuentro con Jesús te ayuda a salir de tus esquemas y a perseguir la grandeza
verdadera?
Jesús nos
enseña a aspirar a un tipo de grandeza poco ambicionado en el mundo: el del
amor incondicional que se hace compañía, se hace escucha, se hace humilde
servicio, hasta entregar la propia vida.
¿Se
refleja esto en tu vida, son estas tus aspiraciones?
Qué implican
en tu vida estas palabras de Jesús: “… el que quiera ser grande entre vosotros,
que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”
¿Qué
te transmite esta enseñanza?, ¿qué propones para vivirla?
“… el Hijo
del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar vida en rescate de muchos.”
¿Sientes
que estas palabras te las dice hoy Jesús a ti? ¿Cómo puedes actualizarlas y
vivirlas? ¿Qué le dices hoy a Jesús?
ORACIÓN
Enséñanos,
Señor, a vivir con actitud y disposición de buscarte a ti y lo demás vendrá por
añadidura. Apártanos de los caminos
fáciles de la popularidad y llévanos por los caminos de los pobres y necesitados.
Que sepamos reconocerte en ellos, Señor.Danos ojos, Señor, para reconocer los
caminos que llevan a la justicia y a la solidaridad y oídos para escuchar las
peticiones de salvación y ayuda de los que te buscan, de los que te necesitan.
Señor, haznos
hombres y mujeres libres, humildes y generosos que sepan comprender a sus compañeros
de camino y den, con su vida, testimonio de tu amor y generosidad con todos los
hombres. Haznos Señor, dóciles a tu
Palabra. Que nunca nos creamos mejor que los demás, superiores a ellos. Que
seamos Servidores del Evangelio, pues solo así podremos seguirte sin esperar
ningún puesto.
CONTEMPLACIÓN Cómo reflejo en mi vida lo que me dice el
texto
Para el
momento de la contemplación repetimos varias veces esta frase del Evangelio
para que vaya entrando a nuestro corazón:
«El Hijo del
Hombre no vino a ser servido, sino a servir»
Todos hemos
de ser servidores. Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana desde la
disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás. Nuestro ejemplo es Jesús
que no vivió nunca “para ser servido, sino para servir”. Así fue la vida de
Jesús: Servicio a todos.
ACCION
En la oración
pregúntate: ¿Cómo puedo ser mejor servidor? ¿Con qué actitudes debo imitar al
Señor, para que como Él viva para amar y servir, dando mi vida por los demás?
¿Mis actitudes son como las de los hijos del Zebedeo, como la de los otros
discípulos o como la de Jesús?
¿Qué muestras
de amor-servicio puedes brindar esta semana con las personas cercanas, con tu
comunidad, amigos, personas necesitadas…?
ORACIÓN FINAL
Señor Jesús, para poder servirte
mejor, dame un noble corazón
Un corazón fuerte para aspirar por los
altos ideales y no por opciones mediocres.
Un corazón generoso en el trabajo, viendo
en el no una imposición
sino una misión que me confías.
Un corazón grande para el sufrimiento,
siendo valiente soldado ante mi propia cruz
y sensible cireneo para la cruz de los
demás.
Un corazón grande para con el mundo, siendo
comprensivo con sus fragilidades
pero inmune a sus máximas y
seducciones.
Un corazón grande para los hombres, leal
y atento para con todos
pero especialmente servicial y
delicado con los pequeños y humildes.
Un corazón nunca centrado sobre mí, siempre
apoyado en tí,
feliz de servirte y servir a mis
hermanos, ¡oh, mi Señor! todos los días de mi vida.
– AMÉN –
El próximo jueves, 1º de
noviembre, es la Jornada Nacional de Oración por la santificación del pueblo
argentino y la glorificación de sus Siervos de Dios. Oremos en particular por
la glorificación de nuestra Beata María Crescencia Pérez.