VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

En la celebración de hoy contemplaremos el sufrimiento y la muerte del Inocente. Con Él ofreceremos al Padre las muertes violentas de inocentes y culpables, las muertes lentas de jóvenes y ancianos, nuestras propias muertes, y todo el misterio del sufrimiento.
La Iglesia no celebra Misa en este día. El color de hoy es rojo, color del martirio y del amor.
     Escucharemos el relato completo de la Pasión según San Juan.
     Oraremos por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero.
     Nos acercaremos a venerar el madero de la Cruz del Señor.
     Y terminaremos recibiendo el Cuerpo de Cristo entregado por nosotros, que reservamos anoche en el Monumento.

De pie y en silencio recibiremos al sacerdote, y junto con él nos arrodillaremos, orando ante Jesús desde lo más profundo de nuestro corazón.

Postración:
De rodillas expresamos nuestra actitud penitencial: postrados por el pecado que reconocemos y confesamos, seremos liberados por la muerte del Señor.

Oración inicial:
La oración ‘sin Oremos’, como pueblo sin guía, se dirige a Dios. Pidámosle nos mire con mi-sericordia, en consideración a su Hijo.

1ª  PARTE: LITURGIA DE LA PALABRA
La liturgia hoy tiene dos ejes: la liturgia de la Palabra que ahora comenzaremos y la adoración de la Cruz.

1ª. Lectura:    Is 52, 13–53, 12
El Profeta Isaías  anuncia las características fundamentales del Siervo de Dios, el porqué de su humillación, el sentido de su muerte por nosotros. Jesús vivió en plenitud este anuncio del Profeta.
 
2ª. Lectura:   Hb 4, 14-16; 5, 7-9
Escuchemos la reflexión que la primitiva comunidad cristiana se hacía sobre el sentido de la muerte de Jesús por nosotros.

Lectura de la Pasión:    Jn 18, 1-19, 42
Escuchamos el testimonio de quienes vivieron aquellas horas últimas de la Pasión. El relato de san Juan, que leemos hoy, subraya que es Jesús quien triunfa; que Él es verdaderamente el Hijo de Dios que reina desde la Cruz.
Nos ponemos de pie y en profundo silencio vivamos este relato de la Pasión del Señor.

ORACIÓN UNIVERSAL
En esta tarde en que Jesucristo se entrega por nosotros, hagamos una oración universal, sin fronteras, para que a todos los hombres llegue la redención del Mesías crucificado.

1. Por la Santa Iglesia
Oremos, hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le conceda la paz y la unidad, la proteja en todo el mundo y nos conceda  vida serena, para alabar a Dios Padre todo poderoso. (Pausa)

2. Por el Papa
Oremos por nuestro santo padre el Papa Francisco, para que Dios nuestro Señor, que lo llamó de entre los obispos, lo asista y proteja para bien de la Iglesia,  como guía y pastor del pueblo santo de Dios. (Pausa)

3. Por el Pueblo de Dios y sus Ministros
Oremos por nuestro Arzobispo N., por todos los obispos, presbíteros y diáconos, por los que ejercen algún ministerio en la Iglesia, y por todos los miembros del pueblo santo de Dios. (Pausa)

4. Por los Catecúmenos
Oremos también por los catecúmenos, para que Dios nuestro Señor les ilumine interiormente, y les comunique su amor; y para que, mediante el bautismo, se les perdonen todos sus peca-dos y queden incorporados a Cristo Nuestro Señor. (Pausa)

5. Por la unidad de los cristianos
Oremos por todos aquellos hermanos nuestros que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se digne reunirlos para siempre en un solo rebaño, bajo un solo pastor. (Pausa)

6. Por los Judíos
Oremos por el pueblo Judío, al que Dios se dignó hablar por medio de los profetas, para que el Señor le conceda progresar continuamente en el amor a su nombre y en fidelidad a su alianza. (Pausa)

7. Por los que no creen en Cristo
Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, puedan encontrar el camino de la salvación. (Pausa)

8. Por los que no creen en Dios
Oremos por los que no conocen a Dios, para que obren siempre con bondad y rectitud y pue-dan llegar así a conocer a Dios (Pausa)

9. Por los gobernantes
Oremos por los jefes de Estado y todos los responsables de los asuntos públicos, para que Dios nuestro Señor les inspire decisiones que promuevan el bien común, en un ambiente de paz y libertad. (Pausa)

10. Por los que se encuentran en alguna tribulación
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de todas sus mise-rias, dé salud a los enfermos y pan a los que tienen hambre, libre a los encarcelados y haga justicia a los oprimidos, conceda seguridad a los que viajan, un pronto retorno a los que se encuentran lejos del hogar y la vida eterna a los moribundos. (Pausa)

2ª  PARTE: ADORACIÓN DE LA CRUZ

Presentación de la Santa Cruz
En la liturgia de esta tarde, la Cruz de Jesucristo ocupa el centro de nuestro encuentro. Signo de dolor, de humillación, de amor, de victoria, de salvación.
Vamos a adorarla, a besarla. Adorar la Cruz es adorar a Cristo. Es agradecerle su entrega por amor: un amor que da la vida para librarnos de la muerte y el sinsentido.
La Cruz de Jesús es luz que ilumina nuestros sufrimientos, nuestras cruces personales y co-munitarias
Por eso ahora la recibiremos solemnemente, manifestando nuestra fe y agradecimiento a nuestro Salvador.
El sacerdote, al mostrarnos la Cruz, irá diciendo: «Miren el árbol de la Cruz donde estuvo clavado Cristo, el Salvador del mundo». A esta invitación nosotros responderemos: «Vengan y adoremos».   Y todos nos iremos acercando a venerar la Cruz.

Hoy se recoge una ofrenda que la Iglesia universal destina a apoyar a los cristianos de Tierra Santa. Es una comunidad pequeña que pasa desapercibida y sufre la marginación. Es una comunidad muy pobre que vive el drama del olvido y desprecio como minoría en un entorno hostil.
Al entregar nuestra ofrenda, no pensemos que pagamos para venerar la Cruz. Es un acto de amor y de solidaridad hacia quienes viven la injusticia y sufren a diario.

Si se realiza la memoria  de la Virgen Dolorosa, se lleva a cabo después de la Adoración de la Cruz. El guía la anuncia así:
Hermanos: vamos a recordar y asociarnos al sufrimiento de la Virgen María

3ª  PARTE: SAGRADA COMUNIÓN
Antes de la comunión y una vez preparado el altar y antes de la procesión al Monumento

Hoy no celebramos la Eucaristía. Hoy contemplamos a Jesús muerto en la cruz, mientras esperamos celebrar la Eucaristía de la Noche de Pascua.

Pero también en esta espera nos acompaña el Cuerpo del Señor entregado por nosotros.
Por eso ahora comulgaremos de la Eucaristía que celebramos ayer. Desde su cruz el Señor se nos entrega como alimento, para que tengamos fuerzas y valor para cargar nuestras pro-pias cruces.
Hemos adorado a Jesucristo crucificado, ahora vamos a iniciar la tercera parte de la liturgia de hoy, en la cual nos disponemos a compartir su Cuerpo y Sangre entregados por nosotros.

TRASLADO DEL SANTÍSIMO

MONICIÓN FINAL: no hay canto final

Como comunidad de creyentes, hemos vivido la entrega total de Cristo por nosotros hasta la muerte, una muerte en la Cruz. Prolonguemos ahora, en nuestros hogares, el espíritu de ora-ción de estos días santos, confiando en la promesa del Señor: "Si morimos con Cristo, vivi-remos con Él. Si perseveramos, reinaremos con Él".  Nos quedamos a orar  o nos retiramos en silencio, reteniendo en nuestro corazón la imagen de Jesús crucificado

Nos reuniremos mañana a la noche para la celebración de la Vigilia Pascual.



Con la cruz de Jesús tiene que quedar
una cosa clara para todos los cristianos:
el mundo cambiará, no por grandes proyectos,
sino por la debilidad de un crucificado.
                                   No será la fuerza, sino el amor lo
                                 que transformará la historia humana