5ª SEMANA DE PASCUA
Lunes 20 de mayo Beata María Crescencia Pérez, virgen (ML)
Juan 14,21-26 "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.
En este Pasaje Jesús nos plantea el "ida y vuelta del amor". Dios nos ama, Dios se manifiesta, se nos comunica, nos ama de tal modo que nos habita. Somos casa de Dios, somos templo de Dios y nosotros, por la fuerza de ese amor nos dejamos conquistar, recibimos su vida, oímos su palabra, aceptamos su propuesta, vivimos la fidelidad y tratamos de amarlo en me-dio de las dificultades del camino. Este ida y vuelta del amor nos hace verdaderamente ple-nos, donde siempre el amor de Dios es más grande, ‘es el que siempre nos primerea’.
“Es el amor de Dios, el que nos tiene paciencia, es el amor de Dios el que nos busca, el que nos llama cuando nos vamos y es el amor de Dios el que nos sostiene y da fuerza para seguir adelante”. (Papa Francisco)
Esta convicción de tener un Padre que nunca abandona a sus hijos, fue muy profunda en la Beata María Crescencia Pérez, cuya memoria celebramos este día.
Con su testimonio de vida, ella demostró su gran confianza en Dios y su amor a los que ‘eran amados por Dios’, es decir sus hermanos, especialmente los más pobres. Las virtudes practicadas por la Beata, durante su vida, presentan características no comunes, no porque hizo cosas extraordinarias o de importancia visible para todo el mundo, sino por la forma extraordinaria con que supo vivir las cosas más simples, por su gran amor a Dios y por el deseo y firmeza en cumplir con fidelidad, sus deberes cotidianos.
Martes 21 de mayo
Juan 14, 27-31: A la hora de pasar de este mundo al Padre Jesús dijo a sus discípulos: "Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. No se inquieten ni teman".
Jesús hace referencia a su partida, a su volver al Padre, para prepararnos un lugar. Jesús va mostrando claramente su misión que es la de darnos y regalarnos el don de la paz, mostrarnos un camino, regalarnos una verdad y una vida para seguir y tener como punto de referencia para nuestra vida.
Jesús reconoce que el Príncipe del mal existe y está en el mundo, pero afirma "él nada puede hacer contra mí", porque el poder de Dios está por encima del mal. Jesús se muestra visible-mente como portador de paz, de alegría, de esperanza.
Es necesario que Jesús vuelva al Padre para prepararnos un lugar y volver a nuestro encuen-tro. Ojalá esta Palabra de Dios en este día sea un motivo de esperanza para nuestra vida. Sólo Dios puede regalarnos la paz que sana y que salva. Pidámosle al Señor que su paz sea el bálsamo que necesitamos, el agua que calma la sed, y sea para nosotros la fortaleza en medio de la debilidad; sea para nosotros la esperanza, la caridad y el amor en medio del camino que el Señor nos propone para seguirlo.
Miércoles 22 de mayo Santa Rota de Cascia (ML)
Juan 15,1-8 Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Este texto es la primera parte del monólogo más largo de Jesús que aparece en el Evangelio de Juan. Para describir la unión íntima con sus discípulos, Jesús usa una alegoría del Antiguo
Testamento, que describe a Israel como la vid de Yahvé. Los viñadores eran responsables de ocuparse de que los viñedos crecieran saludables. Cuando las ramas no daban fruto las cor-taban y las dejaban secar para usarlas más tarde en el fuego. Jesús pone fin a esta etapa de la historia, en que el Reino de Dios se identificaba con el pueblo judío. Cristo es el tronco del que salen las ramas, es decir, todos nosotros que vivimos por él. Pero también él es la planta entera, ´él es la vid verdadera: los cristianos somos el cuerpo de Cristo. Jesús dice: Yo soy la vid. Lo importante es que cada uno de nosotros esté vinculado con él por la fe, la oración y el culto de su palabra. Esta alegoría demuestra la intimidad entre Jesús y sus discípulos: sin él no podrán hacer nada. Al preparar a sus compañeros para la misión, les recuerda que él es la vid verdadera que el Padre cuida con esmero y amor. Las ramas que producen frutos son aquellos que han aceptado la palabra viva de Jesús y permanecen en él.
Jueves 23 de mayo
Juan 15,9-11 “Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa”
El evangelio que hoy compartimos es parte del capítulo 15 de S. Juan, que comienza con la parábola de la vid y los sarmientos. Hoy nos introduce en una realidad de fe que es la ‘per-manencia en su amor’, y que trae como consecuencia el gozo… "para que el gozo de ustedes sea perfecto". Jesús no usó los mandamientos para controlarnos o dominarnos; sino que los ofrece como un camino hacia la verdadera felicidad. Su única intención es que “su alegría pueda vivir en nosotros y que esta alegría pueda ser completa”. El sello de un verdadero cristiano es sin duda la alegría. No tiene sentido intentar amar a otros, sin que primero confiemos en cuán amados somos nosotros. Jesús siguió diciendo: “Como el Padre me ha amado a mí, así yo los amo a ustedes”. Necesitamos permanecer en el amor de Jesús para aprender cómo debe-mos amar a los demás.
Viernes 24 de mayo María Auxilio de los cristianos (ML)
Juan 15,12-17: “Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando”.
Jesús les dijo: “Ámense como Yo los he amado”. ¿Cómo nos amó Jesús? compartió con noso-tros este mundo, sus maravillas y sus penas, la persecución y hasta la muerte. Predicó su mensaje permanentemente… ha venido a traer la Buena Nueva, a anunciar el Reino de Dios a los pobres… la justicia, la igualdad Esto nos dijo: ¡No hay amor más grande que dar la vida por los amigos! Y nos llamó “amigos”, no siervos, sino amigos. No es la primera vez que lo dice. El Evangelio está lleno de este mensaje, su principal mandamiento: el AMOR. Y nosotros todavía no lo captamos. No nos dice que practiquemos ritos, que hagamos ayuno o sacrificios, aunque todo esto puede ayudar. Nos dice que nos amemos. Y El nos amó hasta dar la vida. Y nos ama a todos, buenos, malos, pecadores. Nos dice que amemos a todos, hasta a nuestros enemigos.
Muchos en nuestra historia han dado la vida para que los otros vivan mejor… y ¿nosotros qué hacemos? Por lo menos tomemos conciencia de las injusticias y desigualdades y ayudemos a construir el Reino de Dios aquí, entre los hombres de este mundo, en justicia, paz y amor…
Sábado 25 de mayo
Juan 15,18-21 "… el servidor no es más que su patrón. Si a mí me han perseguido, también los perse-guirán a ustedes. ¿Acaso aceptaron mi enseñanza? ¿Cómo, pues, aceptarían la de ustedes? Les harán todo esto por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió."
Hoy Jesús en el Evangelio preparara a los discípulos para el rechazo y la persecución, di-ciendo: “Si el mundo los odia, sepan que a mí me ha odiado antes que a ustedes”. Así invita Jesús a contemplar el rechazo que el mundo hace de Él, y del cristiano, por actuar de forma opuesta a los intereses egoístas, orgullosos y personales de la sociedad, y procurar vivir e irradiar el amor del Crucificado al mundo. Ante ese odio o rechazo no hay que reaccionar agresivamen-te sino con la convicción que ese fue el destino de Jesús, quien sigue advirtiendo: “Acuérdense de la palabra que les he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes; y lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado” Esta identificación con Jesús, a lo largo de los siglos, ha sido la fuerza de muchas personas para seguir su camino; incluso esa persecución por causa de Jesús, ha llevado a muchos a terminar esta vida siendo mártires por el Evangelio.
Domingo 26 de mayo (6º domingo de Pascua)
Juan 14,23-29: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escuchan no es mía, sino del Padre que me ha enviado”
En el contexto de la Ultima Cena y del gran discurso de despedida, Jesús insiste en el vínculo fundamental que debe prevalecer siempre entre los discípulos y él: el amor. Jesús, su mensa-je, su proyecto del reino, no son para el mundo; pero no olvidemos que para Juan la categoría “mundo” es todo aquello que se opone al plan o querer de Dios y el sentido que da Juan a la manifestación de Jesús es una experiencia de un reducido número de personas que deben ir adquiriendo una formación tal que lleguen a asimilar a su Maestro y su propuesta, pero con el fin de ser luz para el “mundo”; y el primer medio que garantiza la continuidad de la persona y de la obra de Jesús encarnado en una comunidad al servicio del mundo, es el amor. Amor a Jesús y a su proyecto, porque aquí se habla necesariamente de Jesús y del reino como una realidad inseparable.
Jesús sabe que no podrá estar por mucho tiempo acompañando a sus discípulos; pero tam-bién sabe que hay otra forma no necesariamente física de estar con ellos. Por eso los prepara para que aprendan a experimentarlo no ya como una realidad material, sino en otra dimensión en la cual podrán contar con la fuerza, la luz, el consuelo y la guía necesaria para mantenerse firmes y afrontar el diario caminar en fidelidad. Les promete el Espíritu Santo, el alma y motor de la vida y de su propio proyecto, para que acompañe al discípulo y a la comunidad.
Finalmente, Jesús entrega a sus discípulos el don de la paz: “mi paz les dejo, les doy mi paz” testamento espiritual que el discípulo habrá de buscar y cultivar como un proyecto que permite hacer presente en el mundo la voluntad del Padre manifestada en Jesús.