LECTIO DIVINA - 21º domingo durante el año ‘A’


21º domingo durante el año   ‘L’



Jesús elogia a Pedro por haberse dejado iluminar por el Espíritu y le hace notar que su res-puesta viene de Dios que se lo ha revelado. Pero al mismo tiempo, el Señor anuncia el lugar que ocupará Pedro en su Iglesia.
“Tú eres Pedro”, es paralelo a “Tú eres el Cristo”, y es la respuesta de Jesús a la confesión de Pedro 

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

     Cantamos para implorar las luces del Espíritu Santo

En el evangelio de este domingo, Jesús averigua sobre lo que la gente piensa con respecto a Él: ¿Quién dice la gente que sea yo?” Después de saber la opinión de la gente, quiere conocer la opinión de sus discípulos. Pedro, en nombre de todos, hace su profesión de fe y Jesús con-firma la fe de Pedro. En el curso de la lectura, pongamos atención a lo siguiente: “¿Qué tipo de confirmación confiere Jesús a Pedro?"

TEXTO BÍBLICO Mt. 16. 13-20

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

LECTURA

Jesús nos pregunta: ¿quién dice la gente que soy yo? Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Sería muy bueno que cada uno de nosotros respondiéramos al Señor en el silencio de la ora-ción. ¿Quién es Jesús? ¿Quién es Jesús para mí?
Nosotros, los cristianos, creemos que Jesús es una persona del presente, con la que podemos dialogar, es un amigo al que acudir cuando lo necesitamos. Sin embargo, Jesús es (o debería ser) mucho más para nosotros.
Jesús es el Salvador del mundo, el salvador de mis pecados y miedos, de mis tristezas y des-esperanzas. Jesús es el Hijo de Dios, es Dios mismo que se ha hecho hombre para decirnos con sus palabras, con su vida y con su muerte y resurrección, que Dios nos ama, que Dios es un abismo de generosidad, de sabiduría y conocimiento…

Jesús es el Hijo de Dios y nos revela que también nosotros somos hijos de Dios, que estamos llamados a vivir plenamente felices, en comunión con Dios y con los hermanos, ya aquí, en esta tierra, y por toda la eternidad. Jesús es Dios con nosotros que ha venido a mostrarnos el camino de la paz. Jesús es el Señor de la historia y debería ser el Señor de nuestras vidas.

Jesús dice a Pedro que le da “las llaves del Reino”. El Apocalipsis habla de Jesús, como el Señor, el que posee las llaves: él es el que abre y nadie puede cerrar; cierra y nadie puede abrir. Es el mismo Jesús el que transmite esa misión a Pedro. Pedro está llamado a ser el mayordomo fiel al que se puede dar las llaves de casa. Jesús también dice: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Jesucristo ha querido que Pedro sea el fundamento sólido sobre el que se construye la comunidad cristiana.

En el Evangelio es claro que Jesús da una misión especial a Pedro y a los que en la historia han sido sus sucesores: los Papas. Pedro, en la primera comunidad, y el Papa, como sucesor suyo a través de las generaciones, es el encargado de animar en la fe a sus hermanos, de confirmar su fidelidad en las dificultades, de ser el “pastor” de todos en nombre de Jesús; de ser portavoz de la fe de los demás y guía de la comunidad.    

MEDITACION (con el Papa Francisco)

Detengámonos en el hecho de que Jesús asigna a Simón un nuevo nombre: «Pedro», «roca». En la Biblia este término, «roca», se refiere a Dios. Jesús lo asigna a Simón no por sus cuali-dades o sus méritos humanos, sino por su fe genuina y firme, que le es dada de lo alto. Jesús tiene el propósito de dar vida a «su» Iglesia, un pueblo fundado ya no en la descendencia, sino en la fe, en relación con Él mismo, en una relación de amor y de confianza. Nuestra relación con Jesús construye la Iglesia. Y, por lo tanto, para iniciar su Iglesia Jesús necesita encontrar en los discípulos una fe sólida, una fe «fiable». Es esto lo que Él debe verificar en este punto del camino.
Esto que sucedió de modo único en san Pedro, sucede también en cada cristiano que madura una fe sincera en Jesús el Cristo, el Hijo del Dios vivo. El Evangelio de hoy interpela también a cada uno de nosotros. Que cada uno responda en su corazón. ¿Cómo va tu fe? ¿Cómo en-cuentra el Señor nuestro corazón? ¿Un corazón firme como la piedra o un corazón arenoso, es decir, dudoso, desconfiado, incrédulo?
Si el Señor encuentra en nuestro corazón una fe pero sincera, genuina, entonces Él ve también en nosotros las piedras vivas con la cuales construir su comunidad. De esta comunidad, la piedra fundamental es Cristo, piedra angular y única. Por su parte, Pedro es piedra, en cuanto fundamento visible de la unidad de la Iglesia; pero cada bautizado está llamado a ofrecer a Jesús la propia fe, pobre pero sincera, para que Él pueda seguir construyendo su Iglesia, hoy, en todas las partes del mundo.
También hoy Jesús nos pregunta a todos nosotros: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. ¿Qué responderemos? …pidámosle que nos dé la gracia de responder, con corazón sincero: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”.

ORACION 

Cualquier día, en cualquier momento,  a tiempo o a destiempo,
sin previo aviso  me lanzas tu pregunta: Y tú, ¿quién dices que soy yo?

Y yo me quedo a medio camino entre lo correcto y lo que siento,
porque no me atrevo a correr riesgos cuando tú me preguntas así.

Enséñame como tú sabes. Llévame a tu ritmo por los caminos del Padre
y por esas sendas marginales que tanto te atraen. Corrígeme, cánsame.
Y vuelve a explicarme tus proyectos y quereres, y quién eres.

Cuando en tu vida toda encuentre el sentido para los trozos de mi vida rota;
cuando en tu sufrimiento y en tu cruz descubra el valor de todas las cruces;
cuando haga de tu causa mi causa, cuando ya no busque salvarme
sino perderme en tus quereres…
Entonces, Jesús, vuelve a preguntarme: Y tú, ¿quién dices que soy yo?

CONTEMPLACION
También hoy, Jesús nos dirige la misma pregunta que hizo un día a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Nos pregunta…para que revisemos nuestra relación con él.
¿Conocemos cada vez mejor a Jesús, o lo tenemos “encerrado” en nuestros viejos esquemas de siempre? ¿Somos comunidades vivas, interesadas en poner a Jesús en el centro de nues-tra vida y de nuestras actividades, o vivimos estancados en la rutina y la mediocridad?
¿No sentimos discípulos de Jesús? ¿Estamos aprendiendo a vivir con su estilo de vida en medio de la sociedad actual…? ¿Nos da igual vivir de cualquier manera, o hemos hecho de nuestra comunidad una escuela para aprender a vivir como Jesús?
¿Estamos aprendiendo a mirar la vida como la miraba Jesús? ¿Miramos a los necesitados y excluidos con compasión y responsabilidad, o nos encerramos indiferentes al sufrimiento de los más desvalidos y olvidados: los que fueron siempre los predilectos de Jesús?
¿Seguimos a Jesús colaborando con él en el proyecto humanizador del Padre? ¿Estamos con-vencidos de que el modo de seguir a Jesús es vivir cada día haciendo la vida más humana y más dichosa para todos?
¿Hemos aprendido a encontrar a Jesús en el silencio del corazón, o sentimos que nuestra fe se va apagando ahogada por el ruido y el vacío que hay dentro de nosotros?
¿Creemos en Jesús resucitado que camina con nosotros lleno de vida? ¿Vivimos acogiendo… la paz que nos dejó en herencia a sus seguidores? ¿Creemos que Jesús nos ama con un amor que nunca acabará? ¿Sabemos ser testigos del misterio de esperanza que llevamos dentro de nosotros?

ACCION

     Repítele al Señor en tu oración: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo».
     Siéntete llamado por Jesús, desde el día de tu bautismo, al igual que Pedro
     Comprométete en hacer Iglesia, en vivir como Iglesia, a ser “piedra” que edifica la Igle-sia, con la gracia de Dios.
     Sé testigo entre los que se acerquen a ti del misterio de fe y esperanza que llevas de-ntro.
     Proponte ser testimonio vivo de una iglesia que ama a los necesitados y a los alejados.
     Ayuda a seguir edificando la Iglesia que fundó Jesús, con tu manera de actuar.