Tiempo de Navidad (30/12 al 5/1)

Lunes 30 de diciembre    

Lucas 2,22.36-40: “El Niño crecía y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él”


La presentación de Jesús en el templo es relatada por Lucas como la manifestación de Jesús Mesías, a Israel, representado en las figuras del anciano Simeón y de la profetisa Ana.

Cuando (sus padres) cumplieron las cosas prescritas en la ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret. Más adelante, Lucas dirá: “Bajó con ellos a Nazaret y vivía sujeto a sus padres. Su madre conservaba cuidadosamente todos estos recuerdos en su corazón.

En esas frases está todo lo que el evangelio dice de los treinta  años de Jesús en Nazaret. En este silencio, en este “no saber casi nada” podríamos descubrir la primera lección de Nazaret: la lección del silencio cargado de palabras, pues no cabe duda que la vida oculta de Jesús tiene una fuerza profética que contradice la lógica del mundo, que es la del triunfo.

La obra de Dios y el amor no hacen ruido, no se exhiben con publicidad, no necesitan dinero o poder para hacer el bien. Dios asume la dimensión humana del anonimato, del ocultamiento de treinta años transcurridos en una aldea de la región más pobre y deprimida, del pasar como  “uno de tantos” enseñándonos que “lo cotidiano”, cualquier circunstancia humana, es valiosísima si se la llena de amor.

 

Martes 31 de diciembre    (San Silvestre)

Juan 1,1-18   “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”

 

El evangelista Juan, habla hoy del verbo de Dios, del hijo eterno del Padre, de la palabra que se hace carne, que se hace uno de nosotros, se hace hombre, para salvarnos, para iluminarnos, para traernos la verdad y la gracia .Todo nos ha venido de Cristo, todo lo que necesitamos para nuestra salvación.

Dios ha acortado la distancia, ya el cielo y la tierra en Cristo Jesús están unidos y por eso Dios se hizo hombre, para que nosotros los hombres podamos encontrarnos con Dios.  Esto es lo que celebramos, este es el motivo de nuestra alegría. Dios ha tendido un puente con la humanidad y ese puente, es el mismo Dios que se ha hecho uno de nosotros y ha nacido en Belén. Esto es lo que hace que podamos mirar a nuestros hermanos, también con una mirada nueva, con una mirada de amor, de esperanza, de solidaridad para ayudarnos los unos a los otros, a descubrir que la salvación está entre nosotros y por lo tanto ya nada tenemos que temer, aunque crucemos por oscuras quebradas, aunque las circunstancias de la vida puedan ser difíciles, ya nuestra salvación esta en acto, porque Cristo ha venido.

Señor Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, tuyo el pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de Ti 


Miércoles 1de enero   Santa María, Madre de Dios (S) Jornada Mundial de la Paz

Lucas 2,16-21  “Encontraron a María, a José y al recién nacido. Ocho días después se le puso el nombre de Jesús.

Comenzamos un nuevo año, y lo hacemos contemplando a María. El Evangelio de esta fiesta de la Madre de Dios, nos habla de un encuentro; del encuentro de los pastores con Jesús. En efecto, sin la experiencia de un “encuentro” personal con el Señor, no se da la fe. Sólo este “encuentro”, el cual ha permitido un “ver con los propios ojos”, y en cierta manera un “tocar”, hace capaces a los pastores de llegar a ser testigos de la Buena Nueva, verdaderos evangelizadores, que pueden dar «a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño». Ante esta obra amorosa de salvación, sólo podemos tener la actitud de María y de los pastores: contemplar y alabar. Que estas sean actitudes muy presente en nuestra vida durante todo  este año. No sabemos qué será del año 2020, pero sí sabemos que Dios no nos abandonará, que siempre nos estará mostrando el camino a recorrer. Eso significa que debemos estar con el corazón atento y puro para descubrir los designios que Él tiene para cada uno.

Con los deseos de un bendecido año para todos, nos podemos preguntar: ¿a qué me está llamando el Señor al iniciar este año?

 

Jueves 2 de enero   S. Basilio Magno y Gregorio Nacianceno Obispos y Doct.de la Iglesia (MO)

Juan 1,19-28      “En medio de ustedes hay alguien a quien no conocen”

 

 La figura de Juan el Bautista nos viene bien a nosotros, que nos disponemos a comenzar este año. Año que necesitamos vivirlo en la misma actitud que tuvo él. Supo dejarse guiar al desierto, supo estar atento a la Palabra de Dios y dio testimonio de aquél que vendría, de aquél que ni siquiera era digno de desatarle la sandalia. La grandeza de Juan está en que él no se coloca en el centro, sino que le deja lugar al que verdaderamente importa. Él no se muestra a sí mismo, sino que señala al que sí vale. Él no se pone delante para que lo vean, sino que da muestras de quién es el que lo llamó y quién es aquél que todos esperan.

 Para todos los que creemos en Jesús. Para todos los que nos toca hablar y sobre todo mostrar, el ejemplo de Juan nos viene bien. El único que tiene que notarse en lo que hacemos, en lo que hablamos, en lo que mostramos tiene que ser Él. Para que así nuestro testimonio valga y los demás puedan ser trasformados. Para ser, así, realmente testigos de aquél que “está en medio de ustedes y no lo conocen”

 

Viernes 3 de enero

Juan 1.29-34   “Este es el Cordero de Dios”

 

En el Evangelio de Juan, historia y símbolo se mezclan. En el texto de hoy, el simbolismo consiste sobre todo en evocaciones de textos conocidos del Antiguo Testamento, que revelan algo respecto de la identidad de Jesús. Juan ha visto signos y puede dar testimonio. Puede hablar de Jesús con palabras que son significativas para su gente: el Cordero, el que está lleno del Espíritu y el Enviado, son términos que evocan expectativas del Antiguo Testamento y que llevan al pueblo a volver la mirada hacia Jesús. Esa es siempre la función del profeta: que su palabra mueva los corazones hacia Dios. Juan tenía muchos seguidores, pero tenía muy claro que Jesús era el Salvador y que él, sólo era un profeta que anunciaba la venida del Salvador-Mesías. Por eso, advierte a sus seguidores que  solo a Jesús tienen que seguir. Ojalá que cada uno de nosotros no esté centrado en sí mismo, sino en Jesús y que toda nuestra vida, todo nuestro decir y que también como comunidad y como Iglesia estemos referenciados al Cordero de Dios. Cuando como comunidad dejamos de mirar a Jesús y de anunciarlo, empezamos como quien dice a mirarnos a nosotros mismos y ahí entramos en problemas. ¿Nuestra vida y todo lo que hacemos tiene como referencia a Jesús?

 

Sábado 4 de enero

Juan 1,35-42   “Hemos encontrado al Mesías”

 

El Evangelio de hoy, en pocas palabras, reafirma la misión que Dios le había encomendado a Juan el Bautista y que el Evangelio de Juan Evangelista  recalca con tanta frecuencia. Juan Bautista no es la Luz, sino el testigo de la luz, para que todos creyeran por medio de él.  Juan con su testimonio, fue capaz de acercar a aquellos que realmente querían conocer quién era Jesús;  ayudaba a preparar el camino, a orientar  los senderos, a que los valles sean rellenados y que las montañas y las colinas sean aplanadas, los caminos sinuosos sean enderezados, y nivelados los caminos desparejos, con el único fin de que todos los hombres vean la salvación de Dios.  Mientras Juan el Bautista indicaba el camino, Jesús invita a compartir su intimidad, respondiendo a los que le preguntan donde vive: “Vengan a ver ” para que en esa intimidad descubrieran quien era Él.

Qué bueno que al comenzar el año nuevo, la palabra nos recuerde, cual es también nuestra misión. Al igual que Juan el Bautista, debemos ser testigos de la Luz que es Cristo, al fin de que todos crean el Él por medio de nosotros, por nuestro testimonio.

 

Domingo 5 de enero       (2º después de Navidad)

Juan 1,1-18   “La Palabra se hizo Carne y habitó entre nosotros”

 

San Juan nos presenta en el prólogo del Evangelio un fluir de Dios hacia nosotros. El trayecto es de arriba hacia abajo, de lo divino a lo humano y de las tinieblas a la luz. Con este obrar incesante, Dios nos busca. Con este llegar hasta nosotros, quiere levantarnos. Con esta presencia del Hijo en nuestro mundo, quiere que todos redescubramos nuestra condición de hijos muy amados.

Jesús es el Enviado de Dios, su Palabra por excelencia, que vino a este mundo para hacernos conocer al Padre. Este tiempo de Navidad es una oportunidad para dejarnos envolver por el Misterio de Dios; porque Él, siendo grande se hizo pequeño, rompiendo con nuestras pretensiones; porque Él, que siendo rico se hizo pobre, nos invita a ser agradecidos y a moderar nuestros deseos; porque Él, que siendo Dios se hizo hombre, ha proclamado la cercanía y la proximidad como características propias de la naturaleza divina… así ha decidido confiar y creer en nosotros, no por nuestros méritos sino por pura iniciativa suya.

Este es el misterio que San Juan quiso transmitirnos. Sabiendo que me amó con corazón de hombre y se entregó a sí mismo por mí, ahora me toca a mí transmitirlo a los demás. Hoy nos podemos preguntar ¿qué está produciendo en nosotros esta “cercanía de Dios”? ¿nuestras palabras y acciones dan cuenta hoy de la presencia del “Dios-con-nosotros”?