LECTIO DIVINA - 22ºDOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 22ºDOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


UN  LLAMADO  A  LA HUMILDAD

La  liturgia  de la  palabra de  hoy, nos  hace un  llamado a  la  generosidad  y  a  la  humildad,  la primera  lectura  hace  referencia  al  ejercicio  de  la  escucha a  las  personas  sabias,  llenas  de  vida  y amor que  procede de  la  humildad,  hazte  pequeño,  no  hay  remedio  para el  hombre  orgulloso porque el  hombre  prudente  medita  las  sentencias  de  los  otros y  su  gran anhelo  es  saber  escuchar.... En  la  segunda  lectura,  en la  carta  a  los  Hebreos   nos  enseña  que  no  debemos  acercarnos a  Dios  para obtener  cosa  materiales, sino  acerquémonos para  obtener  la  salvación por  medio de  nuestro  Señor Jesucristo que con su ejemplo  de vida  nos presenta en la  Sagrada  Escritura,   un  Dios  viviente y nos  invita a un  cambio  de vida, actuar  con  humildad  para  descubrir  el  rostro  misericordiosos  de Dios.

ORACIÓN  INICIAL

 Señor  Jesús, 
Tú nos  has  dejado  tu palabra  para que te  conozcamos, 
para  saber, cómo  te sientes,  cómo  actúas,
cómo te  relacionas, cuáles  son tus  motivaciones. 
Señor, ahora  que  vamos  a  rezar con  tu  palabra
te  pedimos  que te quedes  con  nosotros, 
que  seas  Tú  quien  nos  ayude  a  conocer  tu palabra, 
que seas  Tú  mismo  quien  nos  hagas  conocer  tu  persona. 
Quédate  con  nosotros  Señor
 y  ayúdanos  a   vivir  lo  que  nos  enseñas. Amén.

CONTEXTO: En vez de huir  como le habían sugerido, Jesús acepta una invitación para co-mer.   La  enseñanza del   evangelio de hoy se  divide  en tres partes que  son: una observa-ción, una parábola, una aplicación.

TEXTO BÍBLICO Lc. 14, 1.7-14

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: “Cédele el puesto a éste.”  Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:”Amigo, sube más arriba.” Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» Y dijo al que lo habla invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

LECTURA    ¿QUÉ DICE EL TEXTO? 

Sin perder de vista la perspectiva del camino, Lucas nos presenta a Jesús tomando parte en la comida del sábado en casa de un fariseo importante. En esta ocasión el evangelista parece tener especial interés en resaltar la actitud circunspecta y observadora de los protagonistas. Este detalle demuestra que no había sido invitado de corazón, sino únicamente como pretexto para ver si podían sorprenderle en algún fallo.
Jesús expone su observación y es que se da cuenta de que los invitados escogían los primeros puestos. Ante esto dice una parábola, referente  a unas bodas, donde sugiere al invitado no escoger el primer puesto, no sea que haya otro más distinguido y lo hagan retroceder.
La propuesta de Jesús es más bien sentarse en el último lugar, para que el que invita pueda tener después una deferencia con él.
Luego aclara el significado del ejemplo: "Dios enaltece a los humildes y humilla a los soberbios". El deseo de figurar era uno de los defectos típicos de los fariseos. Jesús afea su vaciedad y su mala educación. Pero las palabras de Jesús son algo más que una lección de buenas formas o de urbanidad; es un mensaje religioso.

Jesús quiere decir que el amor auténtico se muestra cuando se ejerce sin esperar recompensa alguna; proclamando un comportamiento radical: ponerse uno a sí mismo en la extremidad inferior de la escala social y considerar como comensales a los marginales y desvalidos. El que invita a los pobres no puede esperar ser invitado por ellos en otra ocasión. Si tenemos en cuenta que el banquete es un símbolo habitualmente empleado para hablarnos del Reino de Dios y que los pobres son aquéllos a quienes se ha prometido el reino de Dios, el segundo "ejemplo" puede adquirir una profundidad mayor. Invitar a los pobres sería tanto como sentarse a la mesa con ellos, solidarizarse con ellos, sería amarles de tal manera que uno pudiera esperar también entrar con ellos en el Reino que les ha sido prometido.

MEDITACIÓN  ¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?  

La búsqueda de prestigio parece obedecer a una necesidad instintiva que todos tenemos. Nos gusta que nos quieran; que nos tomen en cuenta; que nos hagan deferencias. Nos creemos el ombligo del mundo y qué espectacular es hacer de protagonista.  El actuar y el relacionarse con unos y no con otros, según que puedan o no aportarme algo, también parece inevitable.
 Hay que  caer en la cuenta que la dificultad del camino cristiano está en la radicalidad de su novedad. Mi comportamiento como cristiano y discípulo tiene que responder a un solo modelo: “Jesús, siendo en forma de Dios, no estimó ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí  mismo” .

El ejemplo de la humildad de Cristo me anima a seguirle desde este itinerario tan irrelevante en un mundo de competencias y preeminencias.  Si Jesús, se despojó; yo que todo lo he recibido del Señor, ¿de qué podré presumir? ¿Es que pienso acaso qué tengo derechos adquiridos por posibles méritos?
La invitación  de esta semana es agradecer: nada de lo que tengo es mío; todo es gracia, y por tanto, si algo bueno hay en mí,  le pertenece al Señor, porque yo soy su obra. La segunda invitación que me hace el texto es a ubicarme; ocupar mi lugar correspondiente; soy creatura, dependo de Él para todo y en todo; soy responsable de mi vida, de mi vocación; estoy invitado a no considerarme superior a los demás; elijo estar en el último puesto, aunque a veces me cueste, pero Jesús no vino a ser servido sino a servir; por esta razón, libremente acepto esta invitación.
La  palabra me dice  que  debo acoger  la  humildad como  actitud de vida  ya que  Jesús  tomó la  humildad  como  camino cuando  anduvo  en medio  de nosotros  predicando,  com-partiendo, curando y  sanando a  los  enfermos; la  humildad  es  el  mismo  camino  que  to-maron  los  santos y    los mártires,  cuando  se abandonaron  en  Dios   hasta entregar  su  propia  vida  por  amor al  Reino  de Dios, es  un  traje  de bodas  que no puedo  desechar porque a través  de la  humildad puedo agradar al  Señor y  ser  admitido  al  banquete.
La  humildad  nos  hace  semejantes  a  Jesús  y solo de éste modo reconocerá  Jesús  nuestra  semejanza  en  él,  y  como  Cristianos  la  humildad  debe ser  nuestra  actitud  de vida. .  Éll nos  dejó  su  enseñanza en sus apóstoles  cuando les  dijo  aprendan de mí  que  soy manso  y humilde  de corazón…

¿QUÉ ME HACE DECIRLE A DIOS EL TEXTO QUE LEIMOS HOY  ?...

Señor, que difícil es ser humilde; mi miseria y mi pecado, muchas veces se rebelan contra mí y me hacen desear ser más que otros, buscar reconocimientos, escalar puestos, creerme mejor que los demás. Yo te miro cada día en la cruz, y siento la abundancia de tu misericordia.
¿Qué soy yo para que te fijes en mí, deplorable pecador?
Me has regalado la salvación; me has hecho libre; me das tu gracia a cada instante, y esto me da ánimos para seguir tu propuesta de reino: despojo de todo y de todos.

CONTEMPLACIÓN

Señor,  tú  que  fuiste humilde  desde  tu  nacimiento,  hasta la   muerte en la  cruz,  siendo  Dios  no  hiciste  alarde  de tu  categoría de Dios, líbrame  de la falsa humildad  y  ayúdame  a  reconocer  mis  defectos  y cualidades y trabajarlos para poder  seguirte  y  servirte mejor  en la construcción del  Reino, ayúdame  a ser  manso  y  humilde de corazón   como  tú,  pasar  desapercibido en las  cosas  que hago  bien, que aprenda a recibir  ayuda  de los demás, que  no  presuma  de mis cualidades e iniciativas, Señor   para ti no hay nada  imposible ayúdame  a  ser  generosa  que  no haga selección  de personas  que acoja  a  todos por  igual,  como hermanos y  vivíamos  unidos  a  ti  como  una familia,  y  como  dice  San Agustín, Señor la  soberbia  es como  un  hinchazón  haz  que  se  desinfle  con  el  remedio  de la humildad  así  podre  entrar  por  la  puerta  estrecha que  es el  camino  hacia  la  santidad.