23º
domingo del tiempo ordinario ‘L’
Según
el texto del Evangelio, Jesús se dirigía al Mar de Galilea, y para llegar
atravesó el territorio de la Decápolis, palabra griega que quiere significar
“diez ciudades”. Al llegar, le presentan una persona sordomuda para que le
impusiera las manos. Esto significa que quienes allí vivían, sabían quién era
Jesús, habían oído hablar de Él, y por lo tanto conocían sus milagros y curaciones.
De allí que lo primero que piden es una curación a través de la imposición de
sus manos, para un sordomudo.
Al
curarlo no lo hace como si fuera uno más entre tantos, ni tampoco se queda solamente
imponiéndole sus manos como le pedían, sino que lo aparta de la multitud, y
pone su dedo en su oído, y toca su lengua con saliva. Jesús se hace cercano,
sale al encuentro del otro, toca su “carne”, poniendo en el centro de su misión
a los más pobres, enfermos y necesitados.
La
curación va unida a una actitud orante de Jesús mirando el cielo, este hace referencia
a la presencia de Dios Padre, diciendo “Effetá”, que traducido del arameo significa
“ábrete”. Esto es lo que Jesús vino a hacer al mundo, a “abrir”, a liberar,
para hacer al hombre capaz de vivir en plenitud la relación con Dios y con los
demás.
Que
sea un sordomudo a quien Jesús le devuelve sus capacidades, es muy significativo.
El oído como referencia del lugar por donde entra la Fe, y la boca por donde se
la comunica. La persona de Jesús permite que cualquier oído por más cerrado que
este se habrá para escuchar la Buena Nueva, y que cualquier boca la proclame.
En estos dos signos esta compuesta la tarea del misionero, escuchar y comunicar
la Palabra de Jesús. Esta curación significo una apertura, no solo de los
sentidos, sino también a los demás, al mundo, rompiendo la cerrazón que lo
aislaba. Porque quien no escucha la Palabra de Dios ni la comunica, tiene su
corazón cerrado.
La
Iglesia luego, retomará todo esto en el rito del Bautismo, recordamos cuando el
sacerdote, tocando la boca y los oídos del recién bautizado, dice: «Effetá»,
orando para que pronto pueda escuchar la Palabra de Dios y profesar la fe. Por
el Bautismo, la persona humana comienza, a “respirar” el Espíritu Santo, aquel
que Jesús había invocado del Padre con un profundo suspiro, para curar al
sordomudo.
Ante
esta intervención milagrosa de Jesús, quienes estaban presentes no pudieron
agregar más palabras que estas, como una expresión de admiración: “todo lo ha hecho bien”.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
Ven
Espíritu Santo,
Ven a
nuestra vida,
a
nuestros corazones,
a
nuestras conciencias.
Mueve
nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para
entender lo que el Padre quiere decirnos
a
través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que
tu Palabra llegue a toda nuestra vida
y se
haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Marcos 7, 31-37
Lo prometido en el Antiguo Testamento encuentra en Jesús su cumplimiento. La curación del sordo mudo es signo de la presencia del Reino.
“Después salió de la región de Tiro, pasó
por Sidón y se dirigió al lago de Galilea atravesando los montes de Decápolis.
Le llevaron un hombre sordo y tartamudo y le suplicaban que pusiera las manos
sobre él. Lo tomó, lo apartó de la gente y, a solas, le metió los dedos en los
oídos; después le tocó la lengua con saliva; levantó la vista al cielo, suspiró
y le dijo: Effatá, que significa ábrete. [Al momento] se le abrieron los oídos,
se le soltó el impedimento de la lengua y hablaba normalmente. Les mandó que no
lo dijeran a nadie; pero, cuanto más insistía, más lo pregonaban. Estaban
llenos de admiración y comentaban: Todo
lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
RECONSTRUIMOS
EL TEXTO:
ü ¿De que región volvía Jesús?
¿Por dónde atraviesa, y adonde se dirigía?
ü ¿A quien le presentan al
llegar? ¿Qué le piden que haga con él?
ü ¿Cómo actúa Jesús con el sordomudo? ¿Con que signo
realiza la curación?
ü ¿Cuál es la palabra que dice,
al mirar al cielo? ¿Qué significa?
ü ¿Qué ocurre con los oídos, y
la lengua de esta persona?
ü ¿Con respecto a lo ocurrido
que les pide Jesús a los presentes?
ü ¿Estos cumplían con lo que
Jesús les pedía?
ü ¿A raíz de la admiración por
sus obras, que decían de Jesús?
MEDITACIÓN:
¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
¿Entiendo
que debo acercarme cada vez más a Jesús, para no ser “sordo”, y poder oír su
voz que tiene algo para decirle a mí vida? ¿Qué es lo que me “ensordece”, y me
dificulta escuchar su Palabra? ¿Entiendo que sí no escucho su Palabra, mi
corazón está cerrado? ¿Cuáles son los signos de un corazón cerrado? ¿Y los de
un corazón abierto a la Palabra de Dios?
¿En
que momentos en que el Señor espera que hable de él e enmudezco? ¿Por qué lo
hago? ¿Le pido fortaleza al Señor, para poder superar estos “silencios”? ¿Puedo
completar estos silencios con las bellas palabras del evangelio? o ¿con mi
propia historia que habla del paso del Dios en ella?
El
Señor pronuncio la palabra “Effetá”, es decir ábrete. ¿Qué debo abrir en mí
vida, cuál es la apertura que reconozco que debo dar? ¿Hacia dónde debo abrirme
a hacia quienes?
¿Recuerdo
que Dios en mi bautismo abrió mis oídos para escucharlo, y mi boca para
proclamarlo? ¿A que me compromete esto?
¿Recuerdo
en algún momento de mi vida haber dicho con respecto al Señor “todo lo ha hecho
bien”? ¿Cuáles son las cosas, momentos o motivos que me llevan a repetir esta
frase?
¿Comprendo
que también yo estoy llamado a hacer “todas las cosas bien”, al igual que mi
Señor y Maestro? ¿Suelo caer en la tentación de creer que sólo se trata de las
grandes cosas, y descuido de hacer correctamente las pequeñas cosas de cada día
(saludar, ayudar a las tareas del hogar, ser atento, etc.?
ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Ven
Espíritu Santo y ábrenos: ábrenos a la realidad
que vivimos para que podamos captar en ella la voluntad de Dios y seguirla. Danos un oído
atento para escuchar las voces del tiempo, un corazón sensible a las
necesidades de los hermanos más débiles y una mente lúcida para poder servir.
Ábrenos
al espíritu de unidad y ayúdanos a
trabajar juntos, apoyarnos, juntar esfuerzos, potenciarnos, que podamos
dialogar, entendernos entre nosotros como comunidad.
Ábrenos
al espíritu de fortaleza para que no nos achiquemos al ver el tamaño de la
tarea evangelizadora, comparado con la
pequeñez de los instrumentos y recursos. Que no nos cansemos en la espera y que
no le aflojemos en las adversidades, porque estás apoyando a los que trabajan
por el Reino. Que aprendamos la paciencia.
Ábrenos
al espíritu de alegría. Que gocemos de lo que
has hecho en nosotros y con nosotros, que valoremos lo que tenemos, los
logros y podamos agradecerlos y celebrarlos.
Ábrenos
al espíritu de amor que todo lo transforma, que todo soporta, que todo lo cree,
que todo lo espera, que todo lo renueva.
– AMÉN –
CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o
interiorizamos la Palabra de Dios?
Contemplemos
que cosas ha hecho el Señor en nuestras vidas.
Repitamos:
La gente decía llena de asombro: Este todo lo ha hecho bien.
ACCION
¿A qué
me o nos comprometemos con Dios?
Busca
en tu entorno alguna persona con quien puedas hablar de lo bueno que ha sido el
Señor contigo e invítalo a pensar en las cosas buenas que el Señor ha hecho por
él.
Agradezcamos
al Señor porque nos abre los oídos y suelta nuestra lengua para proclamar sus
maravillas.
Espíritu Santo, impúlsame a escuchar la Palabra.
Espíritu Santo, tócame para que pueda vivir la Buena Noticia.
Espíritu Santo, renuévame para que en este mes de la Biblia
me encuentre con Jesús presente en el Evangelio
y en los hermanos. Amén.