LITURGIA SEMANAL - 32 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Lunes 11 de noviembre San Martín de Tours, Obispo (MO)
Lucas 17,1-6 “Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo”
Cuando pensamos en que Cristo, siendo absolutamente santo y no habiendo pecado jamás, murió pidiendo perdón por sus victimarios, nos damos cuenta que para ser verdaderos segui-dores suyos hay que imitarlo y obedecer sus mandamientos, particularmente el de perdonar-nos unos a otros y no hacer caer a nadie en pecado. Claramente todos necesitamos una re-novación interior para caminar junto a Jesús y edificar nuestra vida interior sobre la base de la
comunión con Dios.
Pero todo esto depende de la actitud y la fe con que lo hagamos. Cada día hemos de orar para que nuestra relación con el Señor sea más profunda y fructífera; que él sea nuestro Maestro y nosotros obedezcamos todas sus enseñanzas y sus mandamientos.
Los discípulos le pidieron al Señor que aumentara su fe y lo que él les respondió indica cla-ramente que todos debemos aplicar la fe que tengamos. La vida viene de Dios, así como la capacidad de hacer lo que él nos pide.
“Señor Jesús, te pedimos que nos llenes de tu amor y tu paz. Sé que para ti no hay nada imposible, pero ayúdanos a tener una fe cada vez más firme en tu amor y tu misericordia.”
** Memoria de San Martín de Tours, un militar romano que compartió su capa con Cristo, hecho que popularizó la palabra “capilla” en el mundo cristiano. Él es patrono de la Guardia Suiza Ponti-cia, Francia y Buenos Aires (Argentina).
Martes 12 de noviembre San Josafat mártir (MO)
Lucas 17,7-10 “Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.”
Somos servidores y está completamente fuera de lugar pretender que Dios esté a nuestro servicio, por lo poco que nosotros podemos ofrecerle; como sería tonto pretender que en nuestro trabajo, un patrón se pusiera a servirnos. Es sentido común que a veces nos falta cuando vivimos encerrados en nosotros mismos. Sin embargo, Jesús se arrodilló ante sus discípulos y les lavó los pies, pero fue para que advirtieran que la misión que recibían era para servir, no para dominar. Él mismo dijo: aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, porque Él, siendo Dios, se anonadó a sí mismo y tomó la condición de servidor.
“Tú, Señor que siendo infinito, quisiste hacerte un servidor humilde, sin reclamar glorias ni reconocimientos, renueva nuestra vida con tu luz, para que descubramos nuestra realidad, para que no olvidemos que no somos más que tú, y que nuestra verdad es la de ser simples servidores.”
** MEMORIA DE SAN JOSAFAT, fue un monje polaco-lituano y arzobispo de la Iglesia Católica Rutenia, que Fue asesinado por sus enemigos por odio a la fe. Nació por el año 1580 de padres ortodoxos; se convirtió a la fe católica e ingresó en la Orden de san Basilio. Fue sacerdote, obispo y Arzobispo en Lituania. Trabajó infatigablemente por la unidad de la Iglesia. Se destacó por su especial atención a los pobres y por sus penitencias. Perseguido a muerte por sus enemigos, sufrió el martirio el año 1623. Protomártir de la re-unificación de la cristiandad.
Miércoles 13 de noviembre
Lucas 17,11-19 “…. diez leprosos salen a su encuentro, se detienen a lo lejos y le dicen a gritos: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros". Están enfermos, necesitados de amor y de fuerza, y buscan a alguien que los cure. Y Jesús responde liberándolos a todos de su enfermedad.
Jesús atendía con misericordia y amor a cuantos se acercaban a él, perdonaba a quienes se arrepentían de sus pecados, consolaba a los sufrientes, los marginados y despreciados y animaba a los que anhelaban conocer y servir a Dios.
Los diez leprosos que buscaban curación fueron sanados y pudieron volver a reunirse con sus familias. Aquí, llama la atención, sin embargo, que solamente uno regrese alabando a Dios a grandes gritos y dando gracias. Jesús mismo lo indica: diez han dado gritos para alcanzar la curación y uno solo ha vuelto a dar gracias a Dios a gritos y reconocer que en Él está nuestra fuerza. Saber agradecer, dar gloria a Dios por lo que hace por nosotros. Uno solo de ellos reconoció el gran milagro que Jesús acababa de hacer por él y volvió a darle gracias; por ello, Jesús le dio además la salvación.
“Jesús, perdónanos por nuestra indiferencia, por buscar la seguridad en las cosas terrenales. Ven a nuestro corazón, Señor, danos un espíritu nuevo y enséñanos a creer más en ti. Gracias, Señor, por todo lo que has hecho por nosotros.”
Jueves 14 de noviembre
Lucas 17,20-25 "El Reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciará que está aquí o está allí; porque el Reino de Dios está dentro de ustedes"
“El reino de Dios está entre Ustedes.” No hay signos externos que vayan a predecir su venida, porque ya está aquí. El signo principal es la persona de Jesús, que al principio de su ministerio público anunció su venida. Es como la pequeña semilla que crecerá hasta ser un gran árbol, pero que ya está presente y nos llena de esperanza y seguridad: el Reino ya está entre nosotros. Pero todavía el Reino no está aquí en su plenitud. En este tiempo intermedio es difícil, y a veces misterioso, que los buenos enfrenten sufrimientos y rechazo, como Jesús mismo predijo.
En un mundo en que el Reino parece muy lejano, incluso a veces ausente, pidamos la gracia de ser sensibles a su Presencia y capaces de confiar en Él para mantener nuestro compromi-so para su crecimiento.
Jesús, tu promesa para nosotros es que si te tenemos como Señor de nuestras vidas, todo lo que necesitamos será nuestro. Esto no significa que nuestra vida será sin dolor; pero que la recorreremos contigo a nuestro lado, para guiarnos y protegernos, y ayudarnos en nuestro camino. ¡Padre, que venga a nosotros tu Reino!
Viernes 15 de noviembre
Lucas 17,26-37 Jesús les dijo: "En los días del Hijo del Hombre sucederá lo mismo que en tiempos de Noé: la gente comía, bebía, y se casaban …, hasta el día en que Noé entró en el arca y vino el diluvio que los hizo perecer a todos…
En este mes de noviembre, la Iglesia sugiere que recordemos a los que han partido antes, o que recordemos nuestro propio paso de esta vida; y también nos recuerda, necesidad de to-mar la vida en serio. Ciertamente nuestros tiempos suenan muy parecidos a los de Noé, don-de todos parecen tan distraídos, incapaces de concentrarse en lo que es realmente importante. Sin embargo, Jesús nos advierte que el momento para decidir nos puede pillar inadvertidos y que no puede ser postergado indefinidamente. El Evangelio insiste, con verdadero sentido de urgencia, en la del eventual fin del mundo.
No hubo aviso, ni premonición ni tiempo para un plan de escape! Así también el Hijo del Hombre vendrá de repente e inesperadamente. La única manera de estar preparadas/os es vivir una buena vida, basada en el amor. Entonces la llegada del Hijo del Hombre no será un desastre, sino nuestra liberación final.
Sábado 16 de noviembre
Lucas 18,1-8 Jesús les mostró con un ejemplo que debían orar siempre, sin desanimarse jamás
Jesús nos dice que ‘necesitamos orar siempre, sin desanimarnos. La sencilla parábola del juez injusto, tiene un mensaje claro: Jesús no está comparando a Dios con un juez injusto, pero dice que si la perseverancia logra justicia de un juez inicuo, con mayor razón de un padre bueno y amoroso. La necesidad de nunca desmayar, es ciertamente uno de los mayores desafíos para nuestra fe. Perseverar en oración nos enseña que Dios no necesita ser infor-mado de nuestras necesidades. Más bien somos nosotros los que nos daremos cuenta que estamos aprendiendo a confiar más en Dios, mientras nos abrimos más a lo que Él y nuestros seres queridos nos pidan, porque Él solo quiere nuestro bien. Agradezcamos a Dios por su cuidado amoroso y pidámosle el regalo de perseverar en la oración.
El versículo final: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” nos está indicando que la perseverancia en la oración es imposible sin fe.
Domingo 17 de noviembre (33 durante el año)
Lucas 21,5-15 Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre pie-dra: todo será destruido”.
El Templo de Jerusalén era admirado por su grandeza y esplendor. Algunos en el evangelio de hoy admiran su calidad y belleza. Sin embargo Jesús les reprocha, tenían un Templo re-cubierto de oro pero su corazón se había alejado de Dios. Estaban vacíos por dentro y practi-caban un culto superficial.
El anuncio que Jesús hace de guerras y calamidades no nos ha de extrañar. Desgraciada-mente llevamos siglos siendo testigos de estas cosas. Es igualmente cierto que el final de los tiempos y del orden de este mundo como lo conocemos, vendrá acompañado de señales específicas: “espantos y grandes signos en el cielo“. Así lo dice Jesús. Así lo creemos. Lo impor-tante es que Jesús se esfuerza en insistir en el hoy. Todo eso llegará un día, pero añade Jesús: “Pero antes de todo eso“, os perseguirán, os detendrán y alguno incluso será odiado por su familia y podrá encontrar la muerte.
Mientras eso llega Jesús nos pide que demos testimonio de Él en medio de la adversidad. Nada nos podrá pasar si confiamos y creemos en Él. Nuestro testimonio de Cristo, convenci-do y apasionado, será una humilde colaboración que irá preparando lo que un día habrá de llegar: un mundo y orden nuevo que no nos debe asustar, sino llenar de esperanza, pues en-tonces veremos, por fin, a Dios cara a cara.
Pidamos al Señor que podamos poner la mirada en lo esencial. Jesús quiere entrar en lo más profundo de nuestro corazón. “Cielo y tierra pasarán más tu palabra no pasará” porque la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Pidamos al Señor que siempre podamos mirar a lo esencial.