LITURGIA SEMANAL - III SEMANA DE CUARESMA
LUNES 25 de marzo Solemnidad de la Anunciación del Señor
Lucas 1,26-38 «Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo»
Celebramos hoy la Solemnidad de la Anunciación del Señor, el día en el que todo cambió para siempre, el instante más silencioso y trascendental de la historia de la humanidad. Ese encuentro del Ángel Gabriel con María, ese encuentro del Espíritu Santo con la Virgen, es el verdadero acontecimiento que dio “vuelta” el mundo, tu vida y la mía, y la de millones de personas.
El evangelio nos muestra que, desde el anuncio del Ángel a María hasta el anuncio de la Resurrección, Dios viene a darnos alegría. Ser cristiano es alegrarse de que Dios se haya “metido” en nuestra vida, que nos haya sorprendido de esta manera.
Y nos alegramos porque María fue capaz de decir ‘sí’ a la voz de Dios. María siempre estuvo abierta a los planes de Dios. En la Anunciación, escucha con el corazón e interioriza el mensaje; por ello no da un “sí” superficial, precipitado o imprudente. La respuesta de la Virgen María cuando dice: “he aquí la esclava del Señor”, nace de su alma profunda y obediente, que la hacía capaz de aceptar la Palabra de Dios y llevarla a la práctica.
Que hoy María nos ayude a decirle con confianza a Dios Padre, como ella lo dijo, “Soy la servidora del Señor”, quiero ser servidora, que se cumpla en mí todo lo que Él tiene pensado para mí”
Martes 26 de marzo
Mateo 18,21-35: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
La Palabra de Jesús nos sigue iluminando y orientando hoy, gracias a la pregunta que Pedro le hace: ¿Señor, hasta cuantas veces debo perdonar, hasta siete veces?
El Señor le responde rápida y claramente, “no solo siete veces, sino hasta setenta veces siete”, es decir, siempre. Y para profundizar lo dicho, regala la parábola del servidor despiadado, y culmina el relato diciendo: “lo mismo hará mi padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”.
Hacer memoria, recordar todo lo que Dios nos ha perdonado es la tarea, Él por amor, nos libró de la muerte, del pecado, entregando a su propio hijo y regalándonos su misma Vida Eterna. Sólo si nos reconocemos perdonados y salvados, podremos perdonar de corazón a los hermanos.
Señor Jesús, así como cada día, pedimos: ‘perdona nuestras ofensas’, te pedimos que agrandes nuestra capacidad de amar y perdonar de corazón, para ser perdonados y liberados.
Miércoles 27 de marzo
Mateo 5,17-19 : “Yo no he venido a abolir, sino a dar plenitud. … El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Jesús conoce la Ley de Moisés, con la cual su pueblo fue instruido. Y su intención no es transgredirla, sino revelar su sentido más pleno y profundo. En el contexto de Jesús, muchos habían ahogado el verdadero sentido de la ley, reduciéndola a la frialdad del legalismo. El Evangelio de hoy enseña como observar la ley de Dios de manera que su práctica muestre en qué consiste el Reinado de Dios. La palabra del Evangelio es y debe ser la orientación y respuesta para el mundo de hoy, Jesús rescata y pone de manifiesto que esas palabras son palabras de vida.
Señor, coloca en nuestro corazón un profundo amor por tu ley, un santo deseo de cumplir tu voluntad en las grandes y en las pequeñas cosas, la ilusión de agradarte con nuestra vida siguiendo el modelo perfecto de Jesús.
Jueves 28 de marzo
Lucas 11-14-23: “Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino ha llegado a ustedes” … El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama”.
Jesús hizo una buena obra al sanar a un hombre que era mudo. Sin embargo, algunos a su alrededor no reconocieron su bondad. Incluso pensaron que había un poder maligno que trabajaba en Él. El Hijo de Dios estaba actuando con un poder divino, “por el dedo de Dios”. El milagro mostraba que el Reino de Dios había comenzado en la tierra. Jesús estaba comenzando una fase nueva en la historia de la humanidad, y elevando nuestro mundo a una rica forma espiritual. Algunos seguidores de Jesús, que habían presenciado recién la curación del hombre mudo, se resistían a pensar bien de Él, e inventaron una historia denigrante.
Pero Jesús, haciendo caso omiso de sus opiniones, sigue enseñando y nos obliga con sus palabras a salir del área neutra: o estamos con Él, o estamos contra Él. Dentro de nosotros se libran diferentes batallas: el reino del corazón puede dividirse entre el bien que queremos hacer y el mal, no tan bueno que entra también en nosotros.
En este tiempo de cuaresma, la oración nos ayudará a nutrir el bien en nosotros, de manera que la bondad triunfe sobre el mal.
¿Pienso mal de otros más fácilmente que acreditar algo bueno en su vida?
Señor, danos la gracia para ver lo mejor en los otros, tal como nosotros querremos que ellos vean lo mejor en nosotros.
Viernes 29 de marzo
Marcos 12,28b-34: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más grande que éstos”.
La respuesta de Jesús a la pregunta del escriba, “¿Qué mandamiento es el primero de todos?” no puede ser más clara y explícita, y no solamente sirve para el escriba, sino también para todos nosotros: “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Según Jesús, este escriba no estaba lejos del Reino de Dios. Había comprendido que toda la Ley se resume en amar a Dios y al prójimo. Y él mismo dice que esto es más importante que cualquier ritual y sacrificio. Por hablar con tanta sabiduría, recibe el elogio de Jesús. Y en este diálogo, se nos deja resumido lo más importante, lo más valioso, lo que debe regir toda nuestra existencia: nada, ni siquiera una práctica piadosa está antes que el amor. El amor es el centro de la relación con Dios. “El amor de Dios y el amor al prójimo son inseparables y complementarios”. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo, y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios (Papa Francisco).
Nosotros hoy, ¿estamos más cerca o más lejos del Reino de Dios que el doctor que fue elogiado por Jesús?
Sábado 30 de marzo
Lucas 18,9-14: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!
En el Evangelio de hoy, Jesús expone la parábola del fariseo y del publicano, para contrastar dos modelos de vida cristiana: la del fariseo que, con arrogancia, piensa obtener la salvación con su propio esfuerzo, y la del publicano que reconoce su condición de pecador y pide la conversión. Todo lo que decía el fariseo era cierto, su cumplimiento era intachable. Pero así, tan satisfecho y seguro de sí mismo, contemplando con desprecio a los demás, no tenía lugar para percibir el amor de Dios en su vida. En cambio, el publicano pecador, sabía que lo único que podía hacer era entregar su vida en manos de Dios. É,l que no tiene nada, puede reconocer que el Dios de Jesús es su último recurso: “Señor ten misericordia de mí que soy un pecador”. En esa humildad y deseo de conversión, Dios encuentra la tierra fértil donde derrochar su amor. Con este texto y en este caminar cuaresmal hoy estamos llamados a convertirnos profundamente, a reconciliarnos, a mirar al otro en su dignidad y a reconocer humildemente que todo es Gracia.
Mirando de cerca esta parábola, con mis actitudes y mi forma de enfrentar la vida ¿me asemejo más a la actitud del fariseo o a la del publicano?
Domingo 31 de marzo ( 4º domingo de cuaresma)
Lucas 15,1-3.11-32: “… tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida…”
Con la parábola del ‘hijo pródigo’ Jesús revela su experiencia de Dios como Padre, un padre que ama con igual medida tanto a su hijo mayor como al menor. La diferencia de este amor la impone la forma de reaccionar de los dos hijos. El mayor cree que ha hecho los méritos suficientes para ganarse todo el amor del padre, porque no ha fallado en ninguno de sus mandatos y por tanto tiene que ser recompensado, mientras que la conducta del menor, debe ser castigada. Lo escandaloso, lo incomprensible de la parábola es comprobar que el hijo menor es quien acapara el amor del Padre, a pesar de todo lo que ha hecho. El hijo menor pensó en cómo presentarse y en las palabras de arrepentimiento que diría. Pero el padre no quiere escuchar nada de eso, es tal la alegría de tenerlo de vuelta que el pecado queda atrás. El padre sólo quiere disfrutar de esa presencia y celebrar la fiesta. Así se alegra Dios cada vez que volvemos a él.
Dios es amor que se transforma en misericordia; esto es lo que se desarrolla en el evangelio de hoy… Sin embargo, los que se consideraban buenos y justos no aceptaban ese anuncio de misericordia hacia los pecadores ¿Cómo puede ser que Dios Padre tenga tanta preocupación por quien se había alejado?
¿Cuál es la imagen de Dios que tengo hoy? ¿Ha cambiado a lo largo de los años? Es una imagen de misericordia o de juez a nuestra medida? ¿Qué imagen de Dios comunico a los demás