NOS PREPARAMOS A LA FIESTA LITURGICA DE SAN ANTONIO MARÍA GIANELLI

NOS PREPARAMOS  A LA FIESTA LITURGICA
DE SAN ANTONIO MARÍA GIANELLI


     En esta oportunidad y por razones de público conocimiento, la Novena en preparación a la Fiesta de San Antonio Gianelli se desarrollará de forma enteramente virtual

Los escritos de los santos siempre son inspiración y fuente de esperanza, en los momentos donde necesitamos tomar fuerza y volver a recuperar la fe y la confianza. Dejarlo todo en las manos de ese Dios, que a veces es difícil de comprender (todos lo sabemos) pero leer y alimentarnos del testimonio de los santos, que fueron hombres como nosotros y no la tuvieron fácil, nos llena de ánimos y de ganas para seguir avanzando, con la certeza de que con Dios de nuestro lado, nada debemos temer. Gianelli, con sus palabras nos anima:

“Hasta en medio de los rayos y de las tormentas, hay que estar siempre firmes … a todo se le pone remedio con la paciencia, con la constancia, y con la plenísima confianza en Dios y en María” (Carta nº 40, Epist.1 p.57)
 “Dios lo permite, Dios sabe  lo que  quiere. Animo y basta. (Carta nº 38, Epist. 1 p. 62)
 “Reciba la cosa de las manos de Dios y ejecútela con plena confianza, pues  Dios lo bendecirá… (Carta nº 375, Epist. 3, p. 114)

San Antonio Gianelli, movido siempre por ese impulso interior de ‘dar respuesta a las necesidades emergentes’  reunió, en 1829, un pequeño grupo de jóvenes, para dar vida a una Comunidad religiosa para ‘proveer’, educar y acompañar la formación de niñas y jóvenes de la Ciudad de Chiávari.
Para ellas construyó una casa, un hogar … pero lo más importante de Gianelli no es que edificó una casa, sino que construyó una VERDADERA FAMILIA. Y desde el inicio, intuyó que necesitaba muchas manos para dar forma a su sueño de responder a tantas necesidades.  Y  esa intuición del Santo afianzó su convicción de la necesidad  de trabajar juntos:
“no me dejen solo, propongan, sugieran… y…manos a la obra …”

TEMA PROPUESTO PARA LA NOVENA

 “JUNTOS CONSTRUIMOS LA UNIDAD”.

1.- JUNTOS  Es un adjetivo que supone unidad, cercanía, proximidad. Es una palabra que puede ayudarnos a fortalecer las relaciones interpersonales y potenciar las actitudes que nos acercan a los demás y crean unidad.  Nos referimos a algunos textos  de la S. Escritura que nos ayudarán a motivar y profundizar los valores de la cercanía, de la proximidad y de la unidad al estilo de Jesús.
 Mt 10,1-4: Jesús hace grupo con los que va a desarrollar su misión. A cada uno lo llama por su nombre.

2.- CONSTRUIMOS  Construir hace referencia a levantar una nueva realidad que antes no existía. Supone poner cimientos, utilizar algunas herramientas y materiales. Construir   LA UNIDAD requiere esfuerzo personal y grupal. Tengamos por seguro que no nacerá nada nue-vo, si no nos  implicamos todos en hacerlo realidad.  
Mt 5, 1-12: la verdadera felicidad. Algunas pistas para construir el Reino.

3.- LA UNIDAD   Para construir juntos  necesitamos  comprometernos  a hacer el bien  a todos y siempre, tengamos ganas o no. La ‘unión’ cristiana incluye un amor afectuoso,  un sentimiento de cariño.
Gál, 6,10; “Siempre que tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos y especialmente a los hermanos en la fe”.
1ª  Ped. 3, 8: “… tengan todos el mismo pensar y sean compasivos, fraternales, miseri-cordiosos y humildes“.
 
A.Gianelli: "Como estamos unidos con las palabras, estémoslo así espiritualmente con
la oración y con todas nuestras fuerzas"  (A. Gianelli, 25/09/1840)

BASE  DE LA CONSTRUCCIÓN: CARIDAD EVANGELICA VIGILANTE
(el CARISMA que nos identifica en la Iglesia)

COMBUSTIBLE QUE MANTIENE ENCENDIDO
EL FUEGO GIANELLINO:   
EL AMOR.

“… viviendo con autenticidad el amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. 16  A él se debe que todo el cuerpo, bien cohesionado y unido por medio de todos los liga-mentos que lo nutren según la actividad de cada miembro, vaya creciendo y edificándose a sí mismo en el amor.  (Efesios 4,15-16)
“Debe vivir en ustedes Jesucristo, del que deben revestirse y en el cual deben transformarse no respirando más que a Él” (Gianelli, 1827)

Como un subsidio para rezar, para cada día de la novena proponemos una pequeña reflexión sobre un gesto, una virtud, una manera de ser y de hacer, que nos pueden ayudar en nuestra preparación a la fiesta del Fundador.



Novena en preparación a la fiesta de san Antonio Gianelli
(12-20 de octubre)


Se puede comenzar con  la canción
“Hoy está aquí reunido este tu Huerto” ese que tu fúndate con gran amor…”

 “JUNTOS CONSTRUIMOS LA UNIDAD”.


CONSTRUIR JUNTOS  LA UNIDAD  supone:


     Confianza-Oración: Mateo 7,7-12 “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre…”

Jesús tiene una confianza ilimitada en que el Padre quiere darnos todo lo bueno. Por eso nos exhorta a pedir con la confianza de los niños pequeños, que todo lo esperan de sus padres. La oración de petición es una oración que nos pone en comunicación con nuestras auténticas necesidades. En la oración de petición hay que buscar la madurez de nuestras aspiraciones;  en ella no podemos pedir sólo para cubrir nuestros egoísmos, que nos conducen a dejar de orar y creer, cuando no son atendidas.

“Hasta en medio de los rayos y de las tormentas, hay que estar siempre firmes … a to-do se le pone remedio con la paciencia, con la constancia,  y con la plenísima confianza en Dios y en María” (Carta nº 40, Epist.1 p.57).
“Es necesario hacer mucha oración y no olvidarse que la oración lo obtiene todo” (Carta
     Amor-Caridad: Rom 12,10: Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos”.

“Ámense los unos a los otros como yo los he amado"; es el nuevo mandamiento que sale del Corazón de Dios; no nace de la ley, ni de una prohibición. Nace de un reclamo de Cristo que quiere que le imitemos hasta dar nuestra vida por nuestros hermanos, porque así lo ha hecho Cristo muriendo en la cruz.
S.Juan dice: "Dios es amor". Por lo tanto si llevamos a Dios en nuestro corazón tendremos el verdadero amor, y la medida del amor a Dios está en el amor a nuestros hermanos.  El amor cristiano es dar a otros esas cosas que nos  gustaría que nos dieran, si nosotros estuviéramos  en su lugar,  y es hacerlo, aún cuando ellos no puedan devolvérnoslo.
El Amor es la base de toda vida cristiana.  Pablo dijo que podemos llegar a alcanzar todo el conocimiento y el poder, pero todo eso  sin amor, no serviría de nada.

“Quitemos los recelos, por caridad, quitemos los recelos. ¿Puede haber cosa peor para la buena marcha de la institución que la división? (Carta nº 266 Epist.2 p. 157)

“SEAN RICAS EN CARIDAD!: pero sea caridad evangélica, quiero decir que parta de una fe pura, la cual no es sino una pura emanación de Dios mismo, o sea de su eterna, inmensa, indefectible CARIDAD” (Alocución Damas Caridad 1827)



     Perdón:   Col, 3,13-14: “Del mismo modo que el Señor les perdonó, perdónense también entre ustedes; y  por sobre todo, revístanse del amor que es el vínculo de la perfección”

 A muchos de nosotros nos cuesta perdonar. Y si nos cuesta es porque para poder perdonar, primero hay que amar. Y para perdonar mucho, hay que amar mucho. A eso todos estamos llamados: amar a todos aquellos que van pasando a nuestro lado en el camino de la vida. Solo cuando amamos a los demás les cedemos gustosos el paso. Solo cuando amamos a los demás contamos con la generosidad que hace falta para quedarnos nosotros en un segundo plano y dejar que sean otros los que brillen y ocupen los primeros puestos.

«El perdón renueva, el perdón hace milagros. …  Cada uno de nosotros renace como una cria-tura nueva cuando, perdonado por el Padre, ama a sus hermanos. El Padre es feliz cuando nos amamos y perdonamos de corazón. Y entonces nos da su Espíritu”. (Papa Francisco)

“Escucha siente a tu Padre celestial que, con los brazos abiertos y con mirada amorosa, te invita: Ven, ven, mi querido y esperado hijo, que una gran fiesta está ya preparada en el Cielo por tu arrepentimiento” (Gianelli, Misericordia de Dios)



     Misericordia Mateo 5, 7  «Sean misericordiosos como el Padre es misericordioso; no juzguen y no serán  juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará”

Jesús nos recuerda el deber que tenemos como hijos de Dios de ser misericordiosos; amarnos los unos a los otros… un deber nada sencillo. Todo cristiano debe asemejarse a Cristo. Ser capaz de superar todo odio y división… buscar el bien de nuestros hermanos… desgastar nuestra vida en lo cotidiano para dar vida a nuestros hermanos. Sentirnos en deuda con el próximo… con el necesitado. Dar sin medida, sin interés… porque “Dios no se queda con na-da…” nos devuelve con creces lo que damos de corazón.
Expresemos hoy la misericordia de Dios a los que nos rodean, con gestos concretos: un saludo, una sonrisa, un abrazo, dediquemos nuestro tiempo para dialogar con la familia, con los seres queridos… el que ama es creativo para expresar su amor.

 “Jesús nos previene acerca de esos juicios precipitados y malintencionados, tan comunes en nuestro entorno. Es importante que tengamos en cuenta que cuando Dios nos valore, nos me-dirá con la medida que nosotros hayamos medido a los demás a lo largo de nuestra vida: Dios será comprensivo con aquellos que fueron comprensivos, será generoso con aquellos que fueron generosos y será misericordioso con aquellos que fueron misericordiosos”. (Papa Fran-cisco)

“Dios se presenta a sí mismo como nuestro modelo, precisamente en el perdón y en el amor que le debemos a nuestro prójimo, y precisa: “Con la medida que ustedes midan, serán medidos”
Ustedes ¿conservarán algún rencor, algún enojo, serán fríos, se negarán a hacerle el bien, buscarán estar lejos del que los ofendió? Yo haré lo mismo con ustedes: ¡Con la misma medida!” (Gianelli, 24 /03/1830)



     Aceptación:   Romanos 15,7 es necesario que se acepten unos a otros tal y como son, así como Cristo los aceptó a ustedes”.
     Soportar Col 3,13“Sopórtense mutuamente y perdónense  cuando alguno tenga motivo de queja contra otro”

La lógica del Cielo es siempre bien distinta de la que tenemos aquí en la tierra. En el Cielo, la unidad de medida siempre será el amor: «tanto amas, tanto vales». Así de clarito. Así de radical. Y muchos lo sabemos, sí. Pero no terminamos de ser coherentes con esa fe que decimos pro-fesar. Si queremos, podemos empezar a vivir ya en la tierra con el estilo del Cielo. Desde dentro del mundo, como quiso Dios que viviésemos. Contracorriente, como hizo Jesús. Haciendo ver que otro mundo, otros valores y otra vida son posibles.
 
“Vivir acusando a los demás no es cristiano” “El estilo cristiano es el de las Bienaventuranzas: mansedumbre, humildad, paciencia en el sufrimiento, amor por la justicia, capacidad de sopor-tar las persecuciones, no juzgar a los demás… es una obra de misericordia y es gracia que queremos pedir en este día para parecernos a Jesús… El amor decora al arte de “soportar”. (Papa Francisco)

“Serán siempre dulces, pacientes… con una grandísima caridad, dulzura y paciencia se ga-narán las almas”  (Gianelli, 24/07/1840)



     Paciencia.  Rom,12,12 “Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración”.

San Pablo resume todo lo que es necesario para vivir una vida que es agradable al Señor y nos anima a gozarnos en la esperanza, ser pacientes… ser constantes en la oración.
Nuestra esperanza está en Jesús y la vida eterna con Él. Esta verdad debería estar irradiando en nosotros. Y al ser esta nuestra verdad, cualquiera que sean las pruebas que se nos presen-ten, siempre podemos estar felices por el hecho de que tendremos un futuro con Jesús. Mien-tras tanto, a través de la oración fiel y la paciencia, podemos disfrutar de una vida plena porque el centro de nuestra vida es Jesús.
 “Aprendan a ejercitar una gran paciencia con todas las personas… Compréndalas, res-pondan con dulzura y buenos modales…, la dulzura, las buenas maneras, la caridad y la paciencia nunca serán excesivas” (Carta 21/12/184- Epist 2, p 99)

“No habrá tipo de paciencia, mansedumbre, gentileza y buenos modales que no utilicen con los pobres, con los rudos, con los más abandonados” (Regla Oblatos C. 3, n 14)

“Con la paciencia se llega a todo” (Gianelli, 17/10/1840)



     Mansedumbre.   Mateo 11:29.  Jesús nos invita a que vayamos y aprendamos de Él, por eso dice: “Soy manso y humilde de corazón…” 

Jesús se presenta como “manso y humilde de Corazón”. El Señor nos dice con claridad “aprendan de mí que soy manso y humilde Corazón y encontrarán descanso para sus almas”. Qué importante es la mansedumbre y la humildad, son dos virtudes que van de la mano. Y estas dos virtudes traen mucha paz interior. Ser manso exige forjar un ambiente de paz ahí donde estamos. Quien sigue a Cristo comunica paz, no anda sembrando conflictos, no busca peleas, no hace un mal ambiente.

“Lo que hace amable y dulce esta ley es la gracia que Dios nos da, para que podamos vi-virla en plenitud. Los hombres se limitan a publicar órdenes y decretos, y esto, según ellos, es suficiente para que se tengan que cumplir. Dios, por el contrario, nos da la ley más amable que el hombre pueda desear, y le agrega su gracia para que pueda ser observa-da… Prueben y observen con todo el corazón esta ley y gusten cuán suave  y dulce es: ‘Gusten y vean qué bueno es el Señor; felices los que en Él se refugian’”  (Gianelli, Mt, 11,30 y 22,40)



     Humildad.  Rom. 12, 16 Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes. No presuman de sabios”.

La humildad es una virtud que nos lleva a reconocer nuestras debilidades, cualidades y capa-cidades, y aprovecharlas para hacer el bien a los demás, sin decirlo. El humilde, no mira lo suyo propio, sino lo de los demás. Sale en ayuda de los afligidos, extiende su mano al necesitado. Sirve y no busca ser servido. El humilde “pone a Dios en primer lugar, a los otros en el segundo lugar  y a sí mismo en el tercero”
Ser humilde también exige reconocer nuestra verdad, es decir reconocer nuestras virtudes y nuestros defectos. Reconocer nuestras virtudes para ponerlas al servicio de los demás, y re-conocer nuestros defectos para luchar contra ellos.

“No la fuerza, no el saber no el carácter o los dones naturales, no las resoluciones, nada de esto debe ser en lo que confiamos: debe ser Dios, Dios, Dios sólo”  (Gianelli, Préd. Sobre el Evangelio)
“En primer lugar la humildad. Esta virtud, que3 es el fundamento y sostén de todas las demás” (Gianelli, 16/12/1844)
 “Aspiremos todos al bien, pero al verdadero bien… si somos humildes y si oramos, lle-garemos a hacerlo con la ayuda de Dios” (Gianelli, 04/10/1845)




     Paz.   Rom. 12,16: 18  En cuanto dependa de ustedes, traten de vivir en paz con todos”.
Col. 3,15-16 “Que la paz de Cristo reine en sus corazones; a ella los ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Y sean agradecidos. Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten sal-mos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón.”

El sabernos hijos de Dios nos dará una paz firme, no sujeta a los vaivenes del sentimiento o de los incidentes de cada día. Mantener una disposición abierta y amigable ante los demás, nos estimulará a luchar seriamente contra las posibles antipatías, que tienen su fundamento en una visión poco sobrenatural de las persona y contra las asperezas del carácter, que quitan la paz del ambiente; contra el egoísmo; contra la comodidad…, que son obstáculos serios para la amistad y para el apostolado.
El deseo sincero de paz que el Señor pone en nuestro corazón nos debe llevar a evitar todo aquello que causa división y desasosiego: los juicios negativos sobre los demás, las murmura-ciones, las críticas, las quejas. ¿Cómo lo conseguimos? ¿Cómo logramos "recargar nuestras pilas" emocionales y espirituales para poder ser de bendición para los demás?

“… fortalezcámonos mutuamente con el vínculo de la paz, de la unidad y de la fe que obra por medio de la caridad. Seamos fuertes y actuemos, para que cuando aparezca el Supremo Pastor, recibamos la corona de gloria que no se marchita”  (A. Gianelli, 25/09/1840)
“Todo es nada, y nada importa todo con tal de que no perdamos la paz, la gracia y el amor de Dios” (Gianelli, 14/01/1841)
“Una de las fuentes puras de la felicidad son: la paz de la mente y del corazón“ (Gianelli, 1823)
“Procuren conservar la buena armonía y la paz, después de la gracia de Dios, es el me-jor tesoro” (Gianelli, 17/10/1840)



     Vigilancia.   Hebreos 12:15 Cuídense los  unos a los  otros, para que ninguno de uste-des deje de recibir la gracia de Dios”.

El cristiano ‘vigilante’ es consciente que debe cuidarse y se hace responsable de  vigilar sobre los demás y custodiarlos. La pandemia sigue marcando un hito que trasciende lo imaginable. Y nos ofrece una óptima oportunidad para VIGILAR CUIDANDO: cuidar las relaciones y los vínculos, cuidar los proyectos de vida, cuidar nuestras comunidades, cuidar lo espiritual, cuidar la alegría y la esperanza, las fuentes de trabajo y desde lo específico de nuestra espiritualidad gianellina, cuidar nuestra identidad y aquello que da sentido a la misión que tenemos. Nuestro Carisma de CARIDAD EVANGELICA VIGILANTE, nos invita a ponernos a la escucha más atenta de lo que el Señor nos va comunicando y mirar la realidad con una mirada esperanzada. Desde la oración, desde el compartir comunitario, podemos ayudarnos en este tiempo nuevo a discernir y ver en qué lugares y situaciones el Señor va haciéndose presente y llamándonos a confiar en estas palabras: “Yo hago nuevas todas las cosas” para bien de todos. (Ap. 21,5)

“La necesidad de proveer de Maestras y Directoras al Hospicio de Caridad y Traba-jo…sugirió al infrascrito la idea de un Instituto que hiciera las veces, y fundó bajo el título de Hijas de María el año 1829” (Gianelli, mayo de 1840)

“Yo seré todo para ustedes. De día y de noche, en invierno y en verano, para ricos y pobres, sanos y enfermos, sacerdotes y laicos, cercanos y lejanos, campesinos y ciu-dadanos, yo seré ciertamente todo para todos, y, si no me engaña un amor ciego, seré todo para todos” (Gianelli, 08/07/1838)