Escritos sobre ella

LO QUE SE DIJO DE LA HNA. MARÍA CRESCENCIA

Del Libro “Virtudes Heroicas practicadas por nuestra Beata

 

1-  Sra. Assunta Julia Parodi de Colombo, alumna interna en el Hogar de Jesús de Pergamino: “Yo creo que su vida fue realmente fuera de lo común; fue santa en serio y practicó en forma heroica sus virtudes, especialmente la humildad, el amor y la paciencia.”

 

2-        Hna. Ma. Celina Rohr: “Ya lo creo que ella era una santa. Ella pensaba solamente en la santidad. Era verdaderamente una santa”.

3-        Hna. Ma. Ángela Quinodoz: “…la Hermana  estaba siempre pronta para cualquier cosa. Para mí eso es heroico, por eso quiero hacerlo notar. Y no me extraña que llegue a la beatificación porque es heroica”.

4-        Hna. Ma. Juana Corona: “La Hna. Crescencia, en la vida de la Comunidad era muy ejemplar. Cualquier cosa le hacía muy bien. Respetaba mucho las órdenes de la Superiora

Era muy ejemplar y observante y el santo silencio era para ella la orden más sagrada que debía haber entre nosotros…

En cuanto a la obediencia con los superiores era ejemplarísima. No había nada que decir”.

5-        Sra. María Ester Chávez, Vda. de Rivera: “Todos preguntaban por ella a cada momento porque la queríamos. Toda la gente la sintió; fue un verdadero ejemplo y con el ejemplo nos enseñó.”

6-        Sra. Elisa Herrera Ocaranz: “Creo que su vida y su muerte no fueron nada común y eso significa que sus virtudes eran realmente importantes”.

7-        Hna. Ma. Diomira Santórsola: “Creo que para todas las Hermanas que tuvieron la dicha de conocerla era estímulo para amar a Dios y al Instituto, donde ella se había formado y al que pertenecía”.

8-        Madre Clotilde Astudillo, en una carta escrita a la mamá de la Hna. María Crescencia: “…me es grato saludar a usted y a toda su apreciable familia, felicitándola de lo íntimo de mi corazón, por la gracia tan grande que el Señor le ha concedido de tener hijas tan santas, como nuestra querida Hna. Crescencia, cuyo recuerdo está tan patente en toda la comunidad de Villa Devoto …”

9-        Monseñor José M. Pérez: “Desde chica –lo sé por las referencias de mi madre y hermanos- ella rezaba el Rosario en familia, tenía una verdadera devoción al Señor, a Jesús Sacramentado, a la Santísima Virgen; el mundo de las cosas de Dios realmente le atraía;… es evidente que ella cultivaba verdaderamente el espíritu de fe.”

10-    Pbro. Carlos A. Pérez: “…no se ven en su vida grandes acontecimientos importantes a los ojos de los hombres, sino una actitud de sencillez, de infancia espiritual que al modo de Santa Teresita, intenta realizar para la gloria de Dios y la salvación de las almas”

11-    Sra. Delfina Ortiz: “Creo que lo más difícil que tuvo que soportar en su vida fue su enfermedad y la lejanía de su patria; ella me decía a veces: `Me gustaría volver a la Argentina… Creo que allá estaría mejor, pero no se lo digas a nadie…”

12-    Delfina Ortiz Monardes: “…esta enfermedad que la postró en cama por cuatro largos meses fue para ella una verdadera prueba…, sin embargo no perdió su alegría, rezaba más que antes y sufría en silencio y paz… Ella dejó de trabajar cuando ya no dio más físicamente, pero en su vida espiritual no la vi decaer jamás.”

13-    Luisa Juana Biglieri de Pérez: “…la perseverancia, la fortaleza, la alegría, las dificultades que tuvo que sobrellevar…son todos signos de una acción de la gracia en su vida y de una respuesta con que ella devolvió al Señor tantos regalos que de Él había recibido.”

14-    Pbro. Carlos A. Pérez: “… estaba acostumbrada a repetir la jaculatoria que les había enseñado la Madre Maestra en el noviciado, eso la llenaba de amor, ella la repetía permanentemente y ella vivía en unión con Dios; no sólo lo intentaba sino que realmente lo vivía”.

 

15-    Delfina Ortiz Monardes: “Ella vivía siempre en unión con Dios; era su esfuerzo permanente,…ella escapaba a la Capilla siempre que podía, siempre que tenía un rato libre y eso significaba que a Dios lo tenía siempre presente.”

16-    Sra. Otilia Pérez Flores: “Cuando rezaba tenía su vista fija en el Señor. Especialmente en la Capilla se veía su unión con Dios”

17-    Pbro. Carlos A. Pérez: “La oración era tan profunda como sencilla… Ella rezaba siempre sobre todo vivía en unión con Dios…”

18-    Pbro. Carlos A. Pérez: “Su oración, su vida de oración fue la clave de su encuentro con Dios… Siempre se la veía rezando; la oración sustentó su vida y los difíciles momentos de su enfermedad final”.

19-    Sra. Delfina: “Ella en los últimos días, en su cama yo la recuerdo con mucha oración; se lo pasaba rezando como si hablara con Alguien…Ella rezaba y se murió como si hablara con Alguien”.

20-    Monseñor José M. Pérez: “Sí, ejercitó y desarrolló el espíritu de fe sobrenatural buscando en todo momento la gloria de Dios y preocupándose específicamente por la salvación de las almas”.

21-    Pbro. Carlos A. Pérez: la Sierva de Dios se unía a Cristo en su propio calvario “…para ayudarle a redimir muchas almas. Era su gran preocupación salvar muchas almas y en primer lugar santificar la propia”.

22-    Delfina Ortiz Monardes: “A los enfermos que llegaban al hospital les enseñaba el catecismo. No tenía horario, por eso se agotó; estaba pendiente de la gente y les enseñaba las cosas de Dios”.

23-    Hna. Ángela Quinodoz: Preparaba a las niñas para la Primera Comunión y como ella amaba tanto a Jesús, infundía ese amor, pero así, como digo, suavemente…”

24-    Sra. Delfina Ortiz Monardes: “Ella era muy devota del Sagrado Corazón de Jesús… y nos enseñaba a hacer actos de amor y a ofrecer nuestros sufrimientos al Señor”.

25-    Pbro. Carlos A. Pérez: “…en  los últimos momentos de su vida ella manifestó ver el Sagrado Corazón de Jesús que le hablaba y le enseñó una jaculatoria…”

26-    Su hermano Agustín nos recuerda que, antes de morir, la Sierva de Dios: “…recomendó a sus familiares que buscáramos la salvación en el Sagrado Corazón… murió alegremente contemplando la gloria que Dios le tenía preparada”.

27-    Su hermano Agustín recuerda los años de su infancia: “Todo lo que recuerdo de ella es una gran piedad que bebió primero en la casa y luego en el Asilo de Jesús; le gustaba rezar, le gustaba el silencio en el campo; demostraba su amor a la Virgen de un modo especial en el rezo del Rosario familiar”.

28-    Hna. Ma. Luisa Sack,  alumna de la Hna. Inmaculada Mariño, escuchó que se decía de la Hna. Crescencia: “… nos hablaba cómo quería a la Virgen del Huerto en particular; le tenía una gran devoción. Era un alma profundamente mariana”.

29-    Hna. Ángela Quinodoz: “… al Ángel de la Guarda le tenía una especial devoción y la proyectaba a los niños cuando tenía oportunidad de hablarles…”

30-    Monseñor José M. Pérez: “Toda la vida de la Sierva de Dios fue un canto a la virtud de la esperanza”.

 

31-    Pbro. Carlos A. Pérez: “En todo momento prevalece en ella un espíritu de dulzura, de serenidad interior, de paz en el corazón.”

32-    Pbro. Carlos A. Pérez: “…como expresión clara de la virtud de la esperanza, la vemos desprendida, despoblada de los bienes de la tierra, como asumiendo permanentemente el morir de cada día, lo cual la prepara muy bien para el momento de su muerte definitiva en el orden físico y su ingreso a la eternidad.”

33-    Delfina Ortiz Monardes: “manifestó tranquilidad en los contratiempos. Nunca dijo que quería sanar, decía: “Que se haga la voluntad de Dios”.

34-    Srta. Elisa Herrera Ocaranz: “Lo que yo recuerdo es que la soportó (la enfermedad) muy serenamente y con mucha paciencia… Recuerdo que no se lamentaba de nada…”

35-    Monseñor José M. Pérez: “Durante todas las etapas de su vida, la certeza de la gloria que la esperaba en la eternidad, hizo que viviera con los pies en la tierra, en la sencillez de las cosas diarias, despreocupada de los sufrimientos que ciertamente le tocaron muy de cerca; en todo buscaba sobreponerse, no quedarse aferrada al dolor, sino al contrario, enmarcar todo lo que padecía en la órbita de las cosas sobrenaturales, del mundo de lo sobrenatural, sabiendo que un día gozaría eternamente y que, como dice en sus cartas, en comparación, no son nada los sufrimientos del tiempo presente”.

36-    Monseñor José M. Pérez: “Especialmente esta virtud de la esperanza es muy clara en ella, muy visible en los momentos en que debe soportar su enfermedad final… En todo momento sus testigos nos dicen de la sonrisa de sus labios, de la oración que nacía del corazón, del no quejarse, de la prontitud para hacer lo que se le pedía, de la alegría de su corazón; estuvo siempre dispuesta para la hora de Dios…”

37-    Delfina Ortiz Monardes: “… más allá de las alegrías o dificultades de su vida, ella confiaba mucho en Dios, y en la Santísima Virgen; como rezaba mucho, tenía muy presente que Dios la llamaba a vivir para siempre feliz en el cielo, y entonces este pensamiento la animaba mucho en medio de sus dolores”.

38-    Monseñor José M. Pérez: “Las noticias que nos han llegado a nuestra familia hablan de una gran paciencia con la cual fue asumiendo las diversas etapas de su último período de vida,…; que esa fortaleza interior estaba permanentemente alimentada con la oración, con la vida sacramental, con la actitud de alegría permanente que ella mostraba a pesar de sus dolores, con gran frecuencia disimulados por su gran virtud”.

39-    Delfina Ortiz Monardes: “En su última enfermedad fue muy grande la manifestación de esa esperanza porque no perdía la paz y la alegría, confiaba todo a Dios, rezaba mucho…y en la hora de la muerte dejó un recuerdo muy especial, que anima mucho a confiar como ella en Dios y a no desesperar, sobre todo cuando las cosas desde el punto de vista humano no tienen esperanza de arreglo”.

40-    Sra. Otilia Pérez Flores: “La esperanza la vivió heroicamente. Tenía una gran confianza en Dios. Creo que fue heroica en la esperanza. Nunca dijo nada en contra por lo que ella sufría”.

41-    Pbro. Carlos A. Pérez: “Cuando más firmemente manifestó la virtud de la esperanza posiblemente haya sido en ocasión de su enfermedad mortal… allí se evidencia su espíritu de fe y su segura confianza en la eternidad feliz que le esperaba…en todo momento la virtud de la esperanza venció en ella toda posible crisis de fe…”

42-    Pbro. Carlos A. Pérez: “…actuaba por amor a Dios y con esa actitud interior de paz…profundamente dulce, profundamente caritativa”.

 

43-    Agustín Pérez: “…creo sinceramente que llegó a mar mucho a Dios y al prójimo y llegó a la santidad”.

44-    Assunta Julia Parodi: “No la recuerdo ocupándose de cosas que no tenían importancia para su vida o la vida de su prójimo a quien ella quería mucho”.

45-    Mons. José M. Pérez: “Su vida no tiene las características de hechos extraordinarios que haya realizado… sino simplemente con toda sencillez, ella realizaba de un modo fuera de lo común las cosas ordinarias y es así como manifestó su amor a Dios, en la fidelidad de las cosas pequeñas”.

46-    Delfina Ortiz Monardes: “ Yo veía que en su vida Dios siempre tenía el primer lugar,… todo lo hacía con amor; eso a mí me impactaba mucho, porque no hacía cosas que llamaran la atención, sino que todas las cosas más simples las hacía por un motivo especial que se traslucía”.

47-    Delfina Ortiz Monardes: “Siempre lo hacía todo con amor y con paciencia” “Ella tenía el corazón en el cielo, en la eternidad y por eso decía que la otra vida era mejor. mucho mejor que ésta y que los sufrimientos de esta vida no se podían comparar con las alegrías del cielo; el deseo de ver a Dios eternamente la ayudaba mucho en sus momentos difíciles y deseaba ese encuentro, pero con mucha paz”

48-    Pbro. Carlos A. Pérez: “…todo lo hacía con tal de agradar a Dios… Y esto lo manifestó en la entrega profunda y en la fidelidad de las pequeñas cosas de cada día, en el espíritu religioso que animaba sus prácticas de culto a Dios, en el espíritu de fe que impregnaba su vida y la llenaba de amor”.

49-    Pbro. Carlos A. Pérez: “en todo lo que hacía se traslucía amor, paz y dulzura… Todos destacan la dulzura de su rostro, la dulzura de su corazón, la amabilidad que la caracterizaba en todo momento”.

50-    Sra. Otilia Pérez Flores: “Era muy bondadosa y amable”.

51-    Delfina Ortiz, se goza diciendo que la Sierva de Dios era una mujer feliz: “…ella amaba mucho a Dios… y se veía que todo lo hacía con amor… y este amor lo manifestaba en la alegría que ella siempre irradiaba… El dolor de la enfermedad parece que la unía más todavía a Dios”.

52-    Medelis Ederlina Narbona González: “Manifestaba mucho amor en lo que hacía. Amor a Dios y al prójimo…su rostro mostraba una especial bondad que llamaba la atención… era muy cariñosa”.

53-    Mons. José M. Pérez: “La Sierva de Dios amó a Dios por sobre todas las cosas, lo dejó todo por amor al Señor, dejó su familia, su patria, el apego de su propia vida…”

54-    Pbro. Carlos A. Pérez: “En todo momento su vida fue un acto de amor al prójimo. Cuando llega el momento de ejercitar su apostolado en el colegio de las Hermanas del Huerto de la calle Rincón, en Buenos Aires, se la ve siempre disponible para todo…”

55-    María Modesta Díaz: “Nunca vi que tratara mal a nadie, daba ropa para la gente pobre. Cuando no podían pagar les regalaba los remedios y la ropa”.

56-    Otilia Pérez Flores: “Ella decía: tenemos leche de más para los enfermos, ¿por qué no la damos a los pobres?”

57-    Delfina Ortiz Monardes: “…trataba de ayudar a todos en todo, con mucha sencillez… ella se brindaba más a quien la necesitaba más; era muy dulce en su trato y esa humildad que supo cultivar fue muy importante para vivir la caridad con el prójimo…”

 

58-    Pbro. Carlos A. Pérez: “Era muy grande su amor a los suyos y esto lo manifestaba en las cartas que le escribe,…”

59-    Mons. José M. Pérez: “Con las Religiosas de sus Comunidades vivía en una actitud de fraterna comunión, ella sentía un natural deseo de vivir en un clima familiar, ya heredado de su familia…por las referencias que tenemos, en Chile le llamaban la Hermana dulce… manteníamos una relación epistolar que ciertamente me hacía bien y me daba un apoyo en estos primeros años de mi entrega al Señor en la vocación del sacerdocio.”

60-    Pbro. Carlos A. Pérez: “Tenía un profundísimo amor por las  religiosas de su Congregación…dice la Hna. Rita que no favorecía de ninguna forma la crítica, sino al contrario, desviaba la conversación”.

61-    Delfina Ortiz Monardes: “No tengo la menor duda que ella veía a Cristo en su prójimo; esto lo deduzco de cómo ella trataba a la gente y cómo le preocupaba la salvación de las almas”.

62-    Delfina Ortiz Monardes: “Con las demás personas del hospital era firme en lo que tenía que exigir, pero sabía unir la firmeza con la bondad…” “Con quienes tenía un trato frecuente por motivos de trabajos relacionados con el apostolado era como una verdadera madre o hermana…”

63-        Josefa García de Volpati: “…siempre serena, alegre, tranquila. A mí me daba la impresión de que ella siempre pensaba en Dios. Siempre trataba a la gente con humildad y amor.”

64-  Medelis Ederlinda Narbona: “Todo eso lo he visto en la Hna. Crescencia como algo natural en ella. Nunca hablaba mal de nadie; siempre su carita risueña, con carácter alegre. En su sencillez y alegría irradiaba mucho amor y esto era bien visible”.

65-  Pbro. Carlos A. Pérez: “Cuando llegó a Mar del Plata se encontró con estos niños enfermos de tuberculosis, cuando llegó a Chile se encontró en Vallenar con un pueblo que hacía pocos años había padecido un terremoto que exigió voltear todas las casas que habían quedado aún de pie…”

66-  Delfina Ortiz Monardes: “Su amor a Dios de reflejaba en el amor al prójimo, siempre; la alegría que proyectaba era un modo de querer a su prójimo…”

67-  Delfina Ortiz Monardes: “Las grandes muestras de amor al prójimo son todo lo que yo recuerdo de ella, no actuaba mal contra nadie, no criticaba ni juzgaba…”

68-  Delfina Ortiz Monardes: “Era prudente manifestando un verdadero equilibrio, por el cual evitaba posturas o afirmaciones tajantes…”

69-  Pbro. Carlos A. Pérez: “Para ella la vocación era algo muy claro, ella sabía muy bien a dónde quería ir…la vocación fue algo que vivió en su corazón…”

70-  Delfina Ortiz Monardes: “Para ella era sagrado todo lo que significase observar el cumplimiento de sus votos religiosos…”

71-  Pbro. Carlos A. Pérez: “Su actitud de justicia con los familiares, dándoles el afecto que ellos merecían, manteniendo con ellos una fluida comunicación epistolar…”

72-  M. Josefa García: “Sí, era muy querida por todos. Yo la apreciaba mucho porque era una persona muy justa, muy accesible a cualquier pregunta, fácilmente ella se acercaba a los demás”.

73-  Delfina Ortiz Monardes: “…ella buscaba hacer felices a los demás y para esto lo primero que deseaba era darles lo que les correspondía y más aún si podía…”

74-  Sra. Ma. Josefa García de Volpati: “…siempre serena, alegre, tranquila. A mí me daba la impresión de que ella siempre pensaba en Dios… Siempre trataba a la gente con humildad y amor”.

75-  Delfina Ortiz: “Yo la veía siempre con un gran dominio de sí misma y dueña de sus propios impulsos e inclinaciones…la tengo muy presente como una religiosa dueña de sí misma. Yo la recuerdo muy bien como una mujer muy paciente siempre y frente a situaciones difíciles, imprevistas, molestas, ella reaccionaba con dulzura…”

76-  Delfina Ortiz Monardes: “Ella daba mucho valor a las pequeñas mortificaciones, pero no conozco penitencias grandes; si las hizo, no lo dijo; por otra parte su salud no creo que le permitiera mucho, pero su salud pobre ya era un motivo de penitencia que ella aceptaba”.

77-  Delfina Ortiz Monardes: “También luchaba así contra la pereza que le hubiera impedido proponerse metas propias de la santidad… este dominio de sí misma era algo constante y heroico; siempre estaba pronta para el ejercicio de las virtudes y en su mirada se veía la transparencia de Dios”.

78-  Elisa Herrera Ocaranz, hablando de la enfermedad de la Hna. Crescencia, manifiesta: “Lo que recuerdo es que la soportó muy serenamente y con mucha paciencia, nosotras la visitábamos cuando estaba enferma, en algunos momentos en que estaba sentada en la sala o tomando el sol… Recuerdo que no se lamentaba de nada…”

79-  Sra. Antonia Verazia I. Sacchetto: “…y aunque en su interior haya tenido sufrimientos importantes prevaleció en todo momento una respuesta generosa, alegre y feliz a lo que Dios pedía.”

80-  Pbro. Carlos A. Pérez: “Podría señalar entre las cosas arduas, la muerte de su padre en el día de su profesión religiosa.         En segundo lugar la creencia, cuando era todavía novicia, que a raíz de la fiebre tifoidea que había dejado rastros en ella, tenía que dejar el noviciado.    Esto la hizo sufrir mucho cuando pensó que tendría que dejar la vida        religiosa por su enfermedad. En tercer lugar podría señalar su viaje a Mar del Plata… sabía que se encontraría con niños enfermos de tuberculosis ósea…su viaje a Chile fue nuevamente una gran dificultad que debió asumir. En todas estas circunstancias, ella demuestra una verdadera fortaleza…”

81-  Delfina Ortiz Monardes: “Edificó a todos los que la visitaron durante su enfermedad. No perdió la alegría a pesar de que fuera perdiendo las fuerzas…ella todo lo esperaba de Dios y eso le daba paz y paciencia.”

82-  Sra. Otilia Pérez Flores: La Hna. Crescencia demostró la virtud de la fortaleza en grado heroico, sobrellevando su última enfermedad con gran entereza. Ella siempre dijo que estaba buena. Era muy humilde. Siempre con su carita risueña. Nunca dijo que se cansaba de su enfermedad… decía: que se haga la voluntad de Dios”.

83-  Delfina Ortiz Monardes: “… todo lo sufría pacientemente; todo lo soportaba sin quejarse, rezaba mucho, se aferraba a la cruz, vivía muy serena la soledad que se le impuso por su enfermedad, nunca dijo que la soledad le costara, mantenía la serenidad y alegría de su rostro”.

84-  Sra. Medelis E. Narbona: “Todo lo sobrellevó con gran entereza, con mucha resignación y paciencia, dando pruebas de una admirable fortaleza. Ella nunca se quejó de sus dolores”.

85-  Agustín Pérez: “Es muy poco lo que conozco de todo su tiempo en Chile; en sus cartas dice que su salud no es gran problema; parece que no nos quería preocupar. Por otra parte siempre fue muy paciente en todo tipo de molestias y hemos escuchado que esa paciencia la acompañó en su última enfermedad”.

86-  Delfina Ortiz Monardes:  “No se quejaba, rezaba mucho, no quería molestar a nadie: no perdió la alegría a pesar del dolor y la soledad que debía soportar por su enfermedad contagiosa. Hasta el último momento hizo esfuerzos para trabajar hasta el final, aunque estaba muy enferma”.

87-  Pbro. Carlos A. Pérez: “Estoy seguro de que ejercitó la fortaleza en grado heroico en todos los momentos de su vida. Esto se manifiesta de una manera especial en la última etapa de su vida, antes de morir”.

88-  Pbro. Carlos A. Pérez: “Denota una verdadera entereza de alma, una verdadera actitud de fortaleza que la consigue especialmente orando;  ella vive en oración; no se queja, no reclama nada, simplemente está como a la espera de la hora del Señor para su vida; con verdadera fortaleza, con verdadera paz en el corazón; así también acepta la noticia de la propia muerte como quien ya está preparada para ese gran momento”.

89-  Pbro. Carlos A. Pérez: “Pero recibió la noticia de la muerte con una rápida aceptación de la voluntad de Dios y con mucha fortaleza de ánimo, con gran serenidad y alegría interior, con mucha oración vivió los meses que precedieron al momento final de su vida, a la hora de entregarse totalmente a Dios”.

90-  Monseñor José María Pérez: “…Nuestra familia vivió una situación material de suma pobreza; ella bebió en esa escuela de pobreza que nuestros padres nos enseñaron a vivir y para toda su vida significa un punto de partida que le ayudó a descubrir los grandes horizontes de la fe y el desarraigarse, desde muy niña de las cosas de la tierra las cuales simplemente le sirvieron como vehículo para llegar a las cosas del espíritu”.

91-  Hermana Filomena D´Hall: “…En el noviciado ella nos enseñaba cómo manejar las cosas, cómo debíamos tener cuidado del agua, del jabón, de todas las cosas que uno tenía que usar…”

92-  Pbro. Carlos A. Pérez: “Era feliz con lo que tenía: se contentó con lo necesario como se le pedía en la vivencia de la pobreza a partir de su voto religioso y realmente se sentía feliz con lo que tenía y no ambicionaba cosas extrañas”.

93-  Señora Otilia Pérez Flores: afirma que la Sierva de Dios era realmente pobre y siempre estaba pronta a dar lo poco que tenía: “Nunca supe que tuviera bienes. Ella no quería tener cosas para sí. Nos regaló un devocionario Tesoro del hogar, que aquí lo tengo; lo trajo la Madre Superiora para las socias de la Congregación de Nuestra Señora del Huerto. Hacía los trabajos en la capilla con la otra Hermana y hacía los trabajos humildes de limpieza. Era totalmente pobre.”

94-  Pbro. Carlos A. Pérez: “Como expresión de la virtud de la pobreza puedo destacar por todo lo que conozco de ella, el gran espíritu de laboriosidad, que  siempre, ya sea en su casa como también después, en las Comunidades Religiosas donde estuvo, la caracterizaba, ella trabajó mucho, se brindaba mucho a todos, no tenía preferencias por los trabajos que más la hicieran brillar…hacía cosas que no le correspondían…siempre estaba dispuesta a hacerlo todo”.

95-  Pbro. Carlos A. Pérez: se puso al servicio del prójimo, de acuerdo a las exigencias del carisma del Fundador, que señala la importancia de la entrega a los más pobres, a los más humildes…”

96-  Señora Medelis Ederlinda Narbona González: “La obediencia a la Superiora era algo normal en su vida; obedecía no por fuerza sino con alegría y con las demás Hermanas vivía como en una verdadera familia, siendo ejemplo para nosotras por esa generosa actitud de fraternidad”.

97-  Monseñor José María Pérez: “Sé que su ejemplo de obediencia era naturalmente animador en las religiosas…Me consta concretamente que con la Hermana Inmaculada Mariño habían hecho un trato para ayudarse juntas a llegar a la santidad…”

98-  Pbro. Carlos Pérez: “Tenía un profundísimo amor a las Religiosas de su Congregación, un sentido grande de obediencia y de fraternidad con todas las Hermanas. Se la recuerda esencialmente servicial con todas. Cuando ella llegaba a una reunión, era motivo de alegría”.

99-  Señora Antonia Verazia Isabel Sacchetto: “Profundamente fiel, obediente, dócil, en todo momento era feliz haciendo lo que se le pedía”.

100-    Pbro. Carlos A. Pérez: “Fue prudente en el trato con las personas de otro sexo, no conozco que haya mantenido relaciones  epistolares con nadie en particular, excepto con su familia …Muestra un gran equilibrio en su persona, un verdadero equilibrio afectivo; no es la mujer que se repliega, que se encierra en sí misma, sino al contrario, una mujer que habiendo vivido intensamente el descubrimiento del Señor en su vida, hace de ella un servicio a los otros y en consecuencia sabe que es necesario para esto la negación a sí misma, a su propio egoísmo, a todas las maneras de ataduras humanas.

101-    Monseñor José María Pérez: “Siempre se habló de limpidez de su mirada, de su sonrisa amable, de la dulzura de su corazón, todo lo cual habla de una diafanidad de alma, de una pureza de corazón y de cuerpo que se manifestó en su mirada y en las distintas expresiones de su personalidad”.

102-    Delfina Ortiz Monardes:  “Su pureza de corazón y de vida y la entrega heroica a los demás expresaban que su corazón no estaba apegado a los placeres de la tierra… Siempre estaba pronta para el ejercicio de las virtudes y en su mirada se veía la transparencia de la gracia de Dios”.

103-    Hermana Ángela Quinodoz: “Era el ángel de la comunidad”, haciendo referencia a la pureza de corazón y de alma de esta religiosa.

104-    Pbro. Carlos A. Pérez: “Todos los datos referentes a las diversas etapas de su vida, hablan esencialmente de este constante deseo de agradar a Dios, en una vida humilde y la destacan humilde…sobre todo cuando la enfermedad la tenía como aprisionada”.

105-    Pbro. Carlos A. Pérez: “Ella buscaba simplemente servir, servir a la gloria de Dios, a la salvación de las almas. Simplemente buscó ser fiel a Dios en todo y concretó este deseo de servicio con respecto a Dios en la oración y con respecto al prójimo, en el servicio ininterrumpido…”

106-    Delfina Ortiz Monardes: “Su actitud de servicio nos muestra que para nada pretendía estar sobre nadie, sino al servicio de todos; tanto en su comunidad como con los enfermos, como con todas las personas que la trataban”.

 

107-    Monseñor José M. Pérez: “Las Religiosas destacaron por sobre todas las virtudes la humildad de la Sierva de Dios, sin hacer ningún ruido, ella hacía lo que correspondía e impregnaba de sencillez, de dulzura y de una especial bondad el clima humano que la rodeaba”.

108-    Monseñor José M. Pérez:   “Jamás se la vio preferir para sí misma cargos, honores o privilegios especiales. Simplemente era una religiosa del conjunto, no se creía más que nadie, al contrario, buscaba realmente estar al servicio de todos”.

109-    Monseñor José M. Pérez:   “Ella era feliz haciendo lo que tenía que hacer. En todo lo que hacía era inmensamente feliz. De manera que no tenía importancia para ella realizar cosas grandes o pequeñas, sino únicamente hacer lo que Dios le pedía…su corazón estaba puesto en la eternidad, asumía en la tierra las exigencias de la dureza, de las humillaciones que son humanamente difíciles, pero son precio de la redención”.

110-    Hermana María Filomena D´Hall: “Directamente yo sé que ella era de un carácter excepcional, humilde. De todas las personas que yo he oído hablar, todos me dicen lo mismo: se caracterizó por su humildad”.

111-    Elisa Herrera Ocaranz: “La recuerdo con mucha humildad y con mucha bondad y resignación en la enfermedad”.

112-    Hermana María Inmaculada Mariño: “Era tan hermana, tan fraterna, tan humilde…Amable y hermana, siempre dispuesta a colaborar, pero en silencio, en humildad, sin llamar la atención”.

113-    Pbro. Carlos A. Pérez: “Toda la sencillez que es posible en una persona de Dios, la tenía esta Sierva del Señor. Las religiosas o personas que la han conocido desde chica y que la han visto crecer en la vida religiosa, destacan especialmente que la virtud de la humildad fue la que más sobresalió en su vida y por la cual agradó profundamente a Dios”.

114-    Señora María Josefa García: “ella jamás ponía obstáculo a nadie. Era humilde, accesible, atendía a todos, era fácil acercarse a ella. Ella con todos era muy humilde, muy confiada, muy cariñosa, muy accesible. Dentro de su serenidad era muy humilde”.

115-    Assunta Julia Parodi: “Era realmente un ejemplo. No era egoísta. Nunca con altanería o soberbia. Muy, muy humilde. Las religiosas nos la ponían de ejemplo y ya se iba perfilando que iba a ser santa”.

116-    Delfina Ortiz Monardes: “Como expresión de su profunda humildad era sencilla con todos, y eso la hacía especialmente atractiva. Ella llevaba a pensar en Dios”.

117-    Señora Assunta Julia Parodi de Colombo: “Las religiosas, cuando hablaban de ella, nos la ponían como ejemplo y ya se iba perfilando que iba a ser santa. Yo tendría nueve o diez años y siendo ella novicia, las religiosas nos hablaban de ella de un modo especial”.

118-    Hermana María Albertina Bossio: “Ese traslado a Chile ella lo había sentido mucho y por esta razón le había pedido a la Madre Provincial que la trajera de vuelta. Después reaccionó y dijo: “No me hagan caso, lo que yo quiero es hacer la voluntad de Dios”. Y se quedó nomás y se hizo santa. Y eso es lo que todos dicen: santa”.

119-    Otilia Pérez Flores: confirma que también en el Solarium del Mar del Plata era considerada santa: “Mientras vivía, las personas que asistían a misa decían que ella era una santa, sobre todo las mamás que tenían sus niños enfermos del pulmón. Sólo tenían agradecimiento hacia ella la gente que frecuentaba el hospital y la Capilla”.

120-    Hermana Catalina Piva: se encontró con la Madre Ludovica Bonoris, superiora de la Hermana Crescencia en Vallenar y que había asistido a su santa muerte. Recordando sus comentarios, la testigo declara: “Me encantó ver con qué cariño ella me hablaba de la Hermana María Crescencia: que era una santita, obediente, humilde, sumisa, más que todo, cómo aceptó la muerte, a pesar de su rechazo en el primer momento…Esto nos demuestra que los santos no nacieron santos sino que se hicieron, en medio de las luchas. Estas frases me sirvieron de aliento y estímulo…”

121-    Delfina Ortiz Monardes: “Quedó muy fuerte en la memoria de los fieles la vida y las virtudes de esta Hermana. Aproximadamente cuatro años después de su muerte las Hermanas del Huerto se fueron de Vallenar, y no pudieron llevar los restos de la Sierva de Dios porque la población les pidió que dejaran con ellos a la santita”.

122-    Luisa Juana Biglieri: “…Insistía la gente en que había muerto una santita y por eso querían tenerla consigo. Cuando las Hermanas del Huerto dejaron Vallenar… no quisieron dejársela llevar y así fue como estuvo en Vallenar más de treinta años, hasta que llegó el tiempo en que decidieron llevarla definitivamente y apareció en este momento incorrupta”.

123-    Señora Otilia Pérez Flores: “Aún ahora que vamos al cementerio, visitamos el lugar donde estuvo enterrada y decimos los del pueblo: “aquí estaba la Hermanita santa”.

124-    Delfina Ortiz Monardes: “todo el mundo la quería. El Padre Luis, después de su muerte decía: “era una religiosa privilegiada”. Había sido el confesor. Eso lo decía en la Misa”.

125-    Señora Antonia Verazia. I. Sacchetto: “Supe que se enfermó, que murió muy santamente. Las Hermanas hablaban muchísimo de su vida y de su muerte santa, se escribieron algunas biografías”.

126-    Señora María Ester Chávez: “Cuando sacaron a la monjita del cementerio decían todos: “tendrían que hacerla santa, porque así era”.

127-    Monseñor José M. Pérez: “Cuando se la quiso trasladar a Quillota, mientras las Hermanas del Huerto dejaban Vallenar para siempre, las personas de Vallenar no quisieron que llevasen a la que ellos llamaban la santita. Querían tenerla, le rezaban, la visitaban en el cementerio y para ellos era un símbolo muy claro dela santidad que Dios había obrado en su vida”.

128-    Monseñor José María Pérez: “La humildad de corazón, la caridad de su espíritu apostólico y la bondad de su persona son elementos que hacen a la santidad de la Hermana Crescencia”.

129-    Monseñor José María Pérez: “Sí, la fama de santidad nunca decayó, todo lo contrario, en estos últimos años de modo especial, ha ido en aumento; su sepulcro es visitado, se la honra a través del culto privado en la recitación de la novena en su honor o llevando la estampita que la representa. De muchos modos ella es honrada ahora, a más de cincuenta años de su muerte”.

130-    Señora Luisa Juana Biglieri: “Esa fama de santidad nunca decayó, la incorruptibilidad ayudó a fortalecer la fama de santidad”.

131-    Hna. María Diomira Santórsola: “Creo que para todas las Hermanas que tuvieron la dicha de conocerla era estímulo para amar más a Dios y al Instituto donde ella se había formado y al que pertenecía. Se le invocaba y se le pedía y sobre todo se rezaba mucho la jaculatoria.

132-    Pbro. Carlos A. Pérez: “En la misma Congregación se conservó siempre vivo el recuerdo de la vida santa de esta Religiosa. En la vestición se le impuso el nombre de María Crescencia en recuerdo de su tía, “muerta en olor de santidad” se afirmaba. Las Hermanas del Huerto tuvieron siempre acerca de ella una clara conciencia de su santidad en su vida y en su muerte”.

133-    Monseñor José M. Pérez: “Yo creo que la fama está basada en las gracias que ella concede a quienes sinceramente y con humildad de corazón le dirigen la súplica, la petición”.

134-    Madre Ludovica Bonoris: “Mi buena señora Ema…yo nunca asistí una muerte tan santa como la de ella, muy parecida a la de Santa Teresita del Niño Jesús, tengo fundada esperanza que algún día estará en los altares. Con todo, señora, con haber hecho una muerte tan santa, me ha recomendado mucho que rezáramos por ella, y le escribiera eso a Ud.; imprimirles en sus corazones una confianza sin límite en el bondadoso Corazón de Jesús y que todos vayan a buscar su salvación en ese Corazón Divino y no se cansaba de decirme ¡que salven sus almas! ¡que salven sus almas! Esto era todo lo que ella quería que le hiciera saber y que en ese momento estaba muy tranquila y contenta, deseando de volar pronto al cielo.

135-    Madre Clotilde Astudillo: saluda a la mamá de la Hermana Crescencia: “Me es grato saludar a Ud. y a toda su apreciada familia, felicitándola de lo íntimo de mi corazón por la gracia tan grande que el Señor le ha concedido de tener hijas tan santas, como nuestra querida Hermana Crescencia cuyo recuerdo está tan patente en toda la comunidad de Villa Devoto”.

136-    Madre Clotilde Astudillo: Ah Señora, su hija no ha muerto, sino que vive en la vida bienaventurada…Sí mi buena señora, regocíjese en nuestra compañía porque un día veremos a nuestra querida Hermana en los altares. Estos son nuestros augurios”.

137-    Madre Filomena Pistone: “No dudo que ella ahora que goza de Dios en el Cielo velará sobre todos nosotros  muy especialmente sobre su familia.”

138-    Religiosa de Santa Marta: “Era una santa, siempre sonreía, su rostro era lleno de bondad, sólo irradiaba amor”.

139-    Monseñor Domingo Salvador Castagna: “Se aventuró por el camino de los santos: la fe expresada en la confianza y abandono en Dios: la pobreza, en la humildad y la encantadora sencillez; la obediencia a quienes, en nombre de Dios la gobernaban; la inmersión constante en la oración”.

140-    Monseñor Domingo Salvador Castagna: “La servicialidad heroica en la atención de las jóvenes y de los enfermos; una gran capacidad para transformar en amor activo el sufrimiento y la dulzura. Y serenidad en la soledad a que la redujo su temida enfermedad”.

141-    Monseñor Domingo Salvador Castagna: La Virgen despertó en su corazón virtudes que la representan como hija de tal Madre, pero, sobre todo, encendió un amor perseverante y tierno a Cristo en su Sagrado Corazón”.

142-    Pbro. Carlos Pérez: “Existe muchísima cantidad de gente que ha sido beneficiada espiritualmente por gracias especiales concedidas por la intercesión de la Sierva de Dios.

143-    Assunta Julia Parodi de Colombo: “Mucha gente le reza y obtiene Gracias de ella”.

144-    Luisa Juana Baglieri de Pérez: “Le rezo siempre, de mañana y de noche, siempre le presento mis necesidades y soy escuchada por ella”.

145-    Hermana María Luisa Sack, FMH: “Si de la abundancia del corazón habla la boca, María Crescencia amó mucho a la Virgen, pues en cada una de sus cartas aparece su nombre bendito junto con el de Jesús y de José (V.J.M.J). Siempre que habla de María, lo hace con expresiones muy filiales. María Crescencia es consciente de que todo nos viene de Dios por María. Se destaca también su confianza en su intercesión: “Confío que la Virgen la sanará”.

 

 Trabajo realizado por Hna Ma. del Huerto Pucheta