5º DOMINGO DE CUARESMA Lectio Divina 18 de marzo

5º DOMINGO DE CUARESMA         Lectio      18 de marzo

             ATRAÍDOS POR EL CRUCIFICADO

Un grupo de «griegos», se acercan a los discípulos con esta petición: «Queremos ver a Jesús». Cuando se lo comunican, Jesús responde con un discurso vibrante, en el que resume el sen-tido profundo de su vida. Ha llegado la hora. Todos, judíos y griegos, podrán captar muy pronto el misterio que se encierra en su vida y en su muerte: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».

Cuando Jesús sea alzado en la cruz y aparezca crucificado sobre el Gólgota, todos podrán conocer el amor insondable de Dios, se darán cuenta de que Dios es amor y solo amor para todo ser humano. Se sentirán atraídos por el Crucificado. En él descubrirán la manifestación suprema del Misterio de Dios. Para ello se necesita, algo más que haber oído hablar de la redención;  algo más que asistir a algún acto religioso de la Semana Santa. Hemos de centrar nuestra mirada interior en Jesús y dejarnos conmover, al descubrir en esa crucifixión, el gesto final de una vida entregada, día a día, por un mundo más humano para todos. Un mundo que encuentre su salvación en Dios.


Pero, probablemente a Jesús empezamos a conocerlo de verdad cuando, atraídos por su entrega total al Padre y su pasión por una vida más feliz para todos sus hijos, escuchemos aunque sea débilmente su llamada: «El que quiera servirme que me siga, y donde esté yo, allí es-tará también mi servidor».

Todo arranca de un deseo de «servir» a Jesús, de colaborar en su tarea, de vivir solo para su proyecto, de seguir sus pasos para manifestar, de múltiples maneras y con gestos casi siem-pre pobres, cómo nos ama Dios a todos. Entonces empezamos a convertirnos en sus segui-dores.  Esto significa compartir su vida y su destino: «donde esté yo, allí estará mi servidor». Esto es ser cristiano: estar donde estaba Jesús, ocuparnos de lo que se ocupaba él, tener las metas que él tenía, estar en la cruz como estuvo él, estar un día a la derecha del Padre donde está él.


INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

Ven Espíritu Santo, Ven a nuestra vida,

a nuestros corazones, a nuestras conciencias.

Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender

lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.

Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros. Amén

LECTURA: ¿Qué dice el texto?


                Felipe y Andrés buscan a Jesús para cumplir con el pedido de los griegos, que quieren verlo; y lo que acontece después  es una larga respuesta de Jesús, que resulta im-pensada, pero que tiene su lógica en el contexto que le tocaba vivir, la cercanía de su “hora”. La “hora” de Jesús es la glorificación, y lo que resulta más novedoso aún es que su glorifica-ción implica y se realiza por su muerte. 


Jesús no es ajeno a los estados de ánimo, y también los sabe expresar, y utiliza una frase que al leerla nos trasporta inmediatamente a su agonía en Getsemaní, “Mi alma ahora está turbada”. Es el dolor del pecado en el mundo que turba el alma de Jesús, no se trata de temor por afrontar su “hora”; sabe, reconoce y espera el momento para el que fue enviado.

“Padre, glorifica tu nombre”, pensemos un momento en estas palabras salidas de la boca del mismo Jesús.  Si a nosotros nos causa impresión, cuánto más a aquellos que debieron escu-char además la voz y el ruido de la presencia de Dios. 


LECTURA:  Juan 12,20-33: 

En aquel tiempo entre los que habían venido a celebrar la Fiesta había algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: -Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: -Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará. Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: -Lo he glorificado y volveré a glorificarlo. La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: -Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.


Reconstruimos el texto:

  ¿Cómo comienza el relato? ¿Quiénes querían ver a Jesús? ¿A quién le preguntaron?

  ¿Cómo llegó la noticia a Jesús de que querían verlo? ¿Quiénes se lo dijeron?

  ¿Cómo comienza Jesús ante aquellos que le dicen que querían verlo?

  ¿Cuál es la relación del grano de trigo que debe morir para producir fruto?

  ¿Qué significa el apego a “esta” vida, según Jesús qué ocurrirá?

  ¿Por qué dice Jesús que su espíritu está “turbado”?

  ¿Qué dice la voz que todos escucharon desde el cielo?

  ¿Por qué Jesús dijo: “cuando sea elevado”? ¿A qué se refería?


MEDITACION: ¿Qué me dice/ nos dice el texto?


A partir del ejemplo de los griegos

  ¿También yo busco encontrarme con Jesús? ¿Cómo es mi búsqueda, por donde em-piezo? ¿En qué momento lo busco con mayor intensidad, y en cuales con mayor su-perficialidad? ¿Qué debería cambiar en mí, para que este encuentro sea una comunión diaria entre el Señor y yo?

  ¿Entiendo que debo ser como el grano de trigo, es decir morir al hombre, para renacer de nuevo? ¿Qué es eso que debo quitar de mí vida, para sentirme y estar para libre para amar al Señor?

Este camino cuaresmal, culmina en la gloria de la pascua, que palpamos cotidianamente en la eucaristía 

  ¿Cómo vivo esta gloria de Dios, soy consciente de lo que significa estar frente al Santísimo Sacramento del Altar?


ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor/ qué le decimos a partir del texto leído? 


Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy podemos hacerlo ante una imagen de Cristo crucificado o un Cristo sufriente, para pedirle poder imitarlo.  


Añadimos nuestras intenciones de oración.


CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo/interiorizamos el texto?

Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. La cruz y la gloria se abrazan en Jesús. Así quiere que lo miremos: en esa soledad de amor herido que embellece, con su luz, a todo ser humano. 

Así quiere mirarnos: desde la cruz, dejándonos vestidos de gracia y hermosura. No hay miedo en Jesús, ya no hay tristeza; sí hay una confianza total en el Padre. Nadie le quita la vida, es Él quien la da libremente para nosotros. Su hora es la nuestra. Su cruz es nuestra gloria. Su muerte es para nuestra vida. “Pongamos los ojos en Cristo, nuestro bien”. 

  

Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. Para mostrarse lleno de gloria, hermosura y majestad, Jesús se esconde en la tierra, como un grano de trigo. 

Ya no tiene nada que perder, lo ha dado todo. Da sin despojar a nadie de lo suyo, embellece sin humillar. Se arriesga a entrar en la nada de la muerte para romperla en pedazos. Su muerte es un desafío. 

Si con nuestro amor lo seguimos en su pasión y cruz, si perseveramos con él en sus pruebas, gozaremos con Él. 

La medida de nuestra compasión, será la medida de nuestra alegría. Su mirada, amorosa-mente correspondida por nosotros, nos empuja a familiarizarnos con su modo de ser y obrar, a asumir su programa de vida en la cotidianidad de nuestra existencia. 


ACCION: ¿A qué me/nos comprometemos?

 

? Mi agradecimiento por creer en Jesús, se manifiesta con llevar la alegría cristiana a los demás. Que los demás puedan conocer también a Cristo por mi alegría y testimonio de encuentro con Él.


Leer detenidamente las lecturas.

? Debo preguntarme muy seriamente cuál es la actitud que tomaré para mostrar mi cambio.  Tal vez realizar un gesto que me haga sentir humilde, y hasta humillado. Que yo mismo lo vea y lo crea.

? Aprovechando la cuaresma, y como ejercicio propio de este tiempo, nos disponemos a buscar a algún grupo de personas que necesiten ayuda. Haremos acciones de caridad.



 ACCIÓN DE GRACIAS


Bendito seas, Padre, porque, llegada su hora,

Cristo fue el grano de trigo que, al morir, dio fruto abundante.

La luz vence la sombra, y el amor derrota el odio.

Danos, Señor, un corazón nuevo para una alianza nueva,

y renuévanos por dentro con la fuerza de tu Espíritu Santo.

Para que, convertidos en hijos de la luz, en hijos tuyos, vivamos tu ley de amor.

Así podrán los demás, ver el rostro de Cristo reflejado en nosotros,

y glorificar por siempre tu nombre de Padre.

Amén