OCTAVA DE PASCUA 2-8 de abril

OCTAVA DE PASCUA         2-8 de abril

 

ABRIL

Intención de oración del Santo Padre

 “Para que los responsables del pensamiento y de la gestión de la economía, tengan el coraje de refutar una economía de la exclusión y sepan abrir nuevos caminos o rutas”.

 

Lunes, 2 de abril     (octava de Pascua)

Mateo 28,8-15:  “Alegraos”

 

El Evangelio nos relata la aparición de Jesús resucitado a las mujeres que habían ido al sepulcro.  Al recibir la noticia que no estaba ahí, que había resucitado, estaban desbordadas por el acontecimiento, alegres y con la intuición de que algo grande y bueno había sucedido. Así estaban cuando el Señor se les aparece, y les confirma el anuncio que habían hecho los ángeles. Es una experiencia irrepetible la del encuentro de esas mujeres con Jesús resucitado.  Y el primer mensaje del Señor es: “No tengan miedo”.  Y después, el encargo de llevar a los apóstoles la buena noticia de su resurrección. Las mujeres tenían el corazón abierto y estaban disponibles para recibir la buena noticia;  a los apóstoles les cuesta  un poco más, por eso las mujeres son apóstoles de los apóstoles.

Mientras dejamos que la alegría de la Pascua llene nuestro corazón, pidamos la gracia de dejarnos iluminar y de aceptar con docilidad que Jesús ha resucitado, que es nuestro Salvador, que Él nos ha alcanzado con su ofrenda el perdón, que abre nuestro corazón y todo nuestro ser a la esperanza de la inmortalidad y de la futura resurrección. Que esta buena noticia llene en estos días de alegría nuestro corazón, lo ilumine con la esperanza, lo encienda en el amor y nos permita vivir con alegría esta Pascua.

 

Martes, 3 de abril 

Juan 20,11-18 “He visto al Señor” 

 

Estas semanas, nuestra reflexión se mueve en la órbita del misterio pascual. Hoy, nos encontramos con María Magdalena, una de las discípulas que habían acompañado a Jesús desde Galilea.  Mientras está inclinada cerca de la tumba de Jesús, con los ojos llenos de lágrimas, Él  la sorprende de la manera más inesperada. Ella no se da cuenta de la presencia de los dos ángeles que la interrogan y ni siquiera sospecha viendo un hombre a sus espaldas, creyendo que era el jardinero. Y, sin embargo, descubre el acontecimiento más sobrecogedor de la historia humana cuando es llamada por su nombre: ¡«María!»   ¡Qué lindo pensar que la primera aparición del Resucitado, fue de una forma tan personal!  Qué bueno es saber que hay alguien que nos conoce, que ve nuestro sufrimiento, que se conmueve por nosotros, y nos llama por nuestro nombre … La realidad más prodigiosa es saber que es Dios mismo el que se preocupa por nuestra vida, que la quiere volver a levantar, y para hacer esto nos llama por nuestro nombre. Cada hombre es una historia de amor que Dios escribe en esta tierra. A cada uno de nosotros, Dios nos llama y nos conoce por nombre, nos mira, nos espera, nos perdona, nos tiene paciencia … y como a María Magdalena nos dice; vé y di a mis hermanos que voy a mi Padre que es el Padre de ustedes, a mi Dios que es también su Dios (Papa Francisco)

 

Miércoles, 4 de abril 

Lucas 24,13-35 “Ellos contaron cómo lo habían reconocido al partir el pan” 

 

Todo el relato de Emaús es una enseñanza para descubrir a Jesús luego de su Resurrección, vivo en el mundo y la Iglesia. Se trata de prestar atención a los lugares en lo que se hace presente Jesús y pensarlo nosotros en la vida personal y comunitaria.

1ª presencia: en el camino. Jesús Resucitado se aparece a los dos discípulos que huyen hacia Emaús, decepcionados. Pregunta y acompaña. Debate. Esclarece. Uno de los lugares en donde tenemos que descubrir la presencia resucitada de Jesús es en el camino de nuestra vida y de nuestra historia. Dios habita en la vida cotidiana de todos nosotros.

2ª  presencia: en la Palabra. A medida que Jesús va explicándoles a los dos las Escrituras, se enciende en ellos el fuego del Espíritu. La Palabra de Dios, en especial los Evangelios, leídos y discernidos, orados y meditados en comunidad serán fuente de encuentro con el Resucitado.

3ª  presencia: en la acogida fraterna. Jesús hace ademán de seguir pero los dos que llegaban a Emaús le piden que se quede con ellos porque es de noche. Esta actitud, es uno de los mejores modos de recibir al Resucitado: haciéndole espacio en la propia vida.  Esta actitud es fundamental si queremos ser seguidores del camino de Jesús: recibirlo, como viene, en nuestra vida; hacerle espacio; hacernos cargo.

4ª  presencia: el pan partido. Es la Eucaristía en el momento en que los discípulos logran ver que en realidad se trata de Jesús: al partir el pan. Si queremos encontrarnos con Jesús, vayamos a la Eucaristía, celebremos la misa, adoremos a Jesús en el Santísimo, partamos el pan con el hambriento. No hay cristianismo verdadero sin celebrar la Eucaristía, sin partir el pan, sin entrar en comunión, no sólo con Jesús sino con todos los hermanos, con toda la comunidad

5ª  presencia: el anuncio. Los de Emaús una vez que reconocen a Jesús salen corriendo para anunciar lo que han visto y oído. Hoy también Él vive en el testimonio que podamos dar de Él con nuestra vida.

 

Jueves, 5 de abril 

Lucas  24,35-48  “Ustedes son testigos de esto”

 

Los discípulos de Jesús creen que después de haber vivido la experiencia de la resurrección no volverán a tener contacto con él, pero Jesús es consciente que su tarea aún no ha terminado. El evangelista nos relata hoy como Jesús intenta quitar el miedo y la pesadumbre a sus seguidores para que sean anunciadores de la Palabra de Dios.  Por ello, se pone delante de ellos; estos se asustan, se quedan mudos por la incredulidad ante lo que están viendo,  Jesús  les pregunta: ¿Por qué se alarman? Soy yo.  Jesús quiere que tengan fe, que tomen conciencia que no están solos, los invita a que lo toquen, palpen sus heridas y les pide comida. Come con ellos y les recuerda los momentos vividos para que se cumpliesen las escrituras.

Hoy, al igual que entonces, Jesús quiere que miremos sus heridas, heridas que encontramos en los hermanos más abandonados….

Para ser portadores de la Palabra de Dios, tenemos que experimentar su amor en nuestra vida, dejarnos llenar de su Espíritu y caminar  día a día siendo lámparas y senderos para los hermanos.    Como Iglesia éste es el Jesús que debemos experimentar y anunciar.

                                           

Viernes, 6 de abril 

Juan 21,1-14 “Es el Señor”   

 

Estamos disfrutando de la alegría de la Pascua, las resonancias de la resurrección de Jesús están todavía frescas en nuestro corazón, y este es un tiempo lindo para encontrar al Señor. Él se hace encontradizo, se deja encontrar y todos los textos nos van ayudando a respondernos la pregunta: ¿donde está Jesús resucitado? y en el evangelio de hoy, se nos dice que Jesús resucitado está en la memoria de la consolación, es decir: se le aparece a los discípulos igual que la primera vez, en la pesca. La pascua es un tiempo para volver a los consuelos de Dios en nuestra vida, ahí donde Dios te consoló, ahí está esperándote.

También es una invitación, Jesús está en la misión, “tiren las redes” les dice a los discípulos. Una vez más misionar no es solo darlo sino encontrarlo. Jesús está en el anuncio que uno hace también y dice el evangelio que los invitó a comer unos pescados asados con pan. Jesús esta en el compartir fraterno ¿Dónde está Jesús? En la memoria del consuelo de su paso, en la misión y en el compartir fraterno. Si lo seguimos buscando, se hace encontradizo.

 

Sábado, 7 de abril 

Marcos 16,9-15  “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”

 

A lo largo de esta semana hemos escuchado a través de la Liturgia distintos relatos, de como Jesús Resucitado se aparece a sus seguidores. En este caso, el texto del evangelio de Marcos, termina con un envío, con un mandato Misionero  Es decir, que se trata de reconocer a Jesucristo Resucitado, creer en Él y salir con entusiasmo, con ganas a contagiarlo, a anunciarlo a aquellas personas que no lo conocen o que no han oído hablar de Él.

Pidamos, en este sábado, la Gracia de poder reconocer nuestro compromiso con Jesús. Ese mandato Misionero de ser discípulos, seguidores, misionero del Padre, consiste en que, con nuestras fuerzas, con nuestra propia vida, con acciones cotidianas mostrarlo a Jesús, que los demás puedan darse cuenta del Amor que el Padre nos tiene, a través de nuestros gestos y de nuestras obras de caridad.

 

Domingo 8 de abril   (2º domingo de Pascua)

Juan 20,19-31”Tomás respondió: Señor mío y Dios mío!.Jesús le dijo: Ahora crees porque me has visto. Felices los que creen sin haber visto”

 

Tomás no aceptaba nada si no veía y tocaba. No confiaba ni en sus amigos. En realidad a todos a veces nos pasa lo mismo. No creemos a los testigos. Cuando alguien nos  cuente cómo le ayudó Jesús, no dejemos de creerle. Permitamos que nuestros hermanos estimulen nuestra fe. Jesús aprovecha la incredulidad de Tomás para elogiarnos a nosotros, porque nos atrevemos a creer sin ver: Felices los que creen sin haber visto.

Los discípulos estaban encerrados llenos de miedo. Les faltaba la fuerza del Espíritu Santo. Necesitaban recibir su poder. Pero hay otra cosa importante: Tomás permaneció en la comunidad: no dejó de encontrarse con los hermanos. Cuando sintamos  que nuestra fe flaquea, no abandonemos la comunidad y podremos renacer. Allí   está Jesús y el Espíritu

Danos, Señor, la gracia de reconocer tu presencia, aunque no te veamos con nuestros propios ojos Ayúdanos  a confiar en el testimonio de los hermanos.