4º Domingo de Adviento - Lectio Divina

Cuarta SEMANA de adviento

 

 

El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María.

 

 Las lecturas bíblicas dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que ésta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morado, de la Corona de Adviento.

 

4º DOMINGO DE ADVIENTO    18 de diciembre

 

Sólo una semana  separa este cuarto domingo de Adviento de la Navidad. El próximo sábado  por la noche nos reuniremos para celebrar el gran misterio del amor, que nunca termina de sorprendernos. Dios se hizo Hijo del hombre para que nosotros nos convirtiéramos en hijos de Dios. Durante el Adviento, del corazón de la Iglesia se ha elevado con frecuencia una imploración: “Ven, Señor, a visitarnos con tu paz; tu presencia nos llenará de alegría”. La misión evangelizadora de la Iglesia es la respuesta al grito “¡Ven, Señor Jesús!”, que atraviesa toda la historia de la salvación y que sigue brotando de los labios de los creyentes. “¡Ven, Señor, a transformar nuestros corazones, para que en el mundo se difundan la justicia y la paz!”.

 

QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR

 

Prepara, Señor,  mi vida personal: que sea la tierra donde crezcas

Trabaja mi corazón: que sea la cuna donde nazcas

Ilumina mis caminos: para que pueda ir por ellos y encontrarte

Dame fuerza: para que pueda ofrecer al mundo lo que tú me das

Quiero estar, en vela, Señor, entre otras cosas, porque tu Nacimiento,

será la mejor noticia de la Noche Santa que

se hará madrugada de amor inmenso en Belén.

 

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

 

Ven Espíritu Santo,

Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.

Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.

Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros. Amén

 

TEXTO BIBLICO: Mateo 1, 18-24

El nacimiento de Jesús, Mesías, sucedió así: su madre, María, estaba comprometida con José, y antes del matrimonio, resultó que estaba embarazada, por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, pensó abandonarla en secreto. Ya lo tenía decidido, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: —José, hijo de David, no temas recibir a María como esposa tuya, pues la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del profeta. Mira, la virgen está embarazada, dará a luz a un hijo que se llama Emanuel, que significa: Dios con nosotros. Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado y recibió a María como esposa.

 

LECTURA  ¿Qué dice el texto?

 

Reconstruimos el texto:

¿Cómo comienza este texto? ¿de quién está hablando san Mateo?

¿Qué ha sucedido con María?

¿Cuál es la decisión que ha tomado José?

¿Con quien se encuentra José? ¿Qué le dice?

¿Cuál es el nombre que debe él como padre y custodio de Familia ponerle al Hijo de María? ¿Qué significa ese nombre?

¿Qué hace después José?.

 

MEDITACIÓN  ¿Qué me dice el Señor a mí en el texto?

 

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

La vida en relación con el Señor siempre nos habla de obediencia, aún cuando no entendamos.

ü  ¿Cómo es mi obediencia a los mandatos del Señor? ¿Soy verdaderamente obediente, o sólo tomo los que yo deseo, convirtiéndome en un cristiano a medias?

ü  ¿Cuáles son las cosas, obligaciones, que me pide el Señor que me cuesta más aceptar?

ü  ¿Suelo tomar la vía más fácil de salir de las obligaciones y tratar de irme de lo que me pide el Señor?

ü  ¿Le pido a Dios con frecuencia que me muestre su camino, que me muestre su voluntad sobre mí, para hacer el bien como Él me lo pide y no como yo lo interpreto?

ü  ¿Estoy abierto a que el Señor me pida cualquier cosa de mi vida?

ü  ¿Qué más podría hacer yo para ser un discípulo misionero?

 

ORACIÓN ¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:

ü  Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.

ü  Gracias porque nos invitas a no tener miedo a tus planes.

ü  Gracias porque nos invitas a compartir tus sueños de evangelización.

 

CONTEMPLACIÓN   ¿Cómo hago propio en mi vida las enseñanzas del texto?

 

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

Él salvará a su pueblo de sus pecados. (versículo 1.21b)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.

 

ACCIÓN  ¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?

 

Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana

*      Vivamos estos últimos días de espera cerca de la Virgen Santa y de San José. Preparemos nuestro hogar para que en él nazca el «Emmanuel». ¿Qué vamos a hacer en estos últimos días del Adviento?

*      A todos nos gusta recibir regalos y eso está muy bien. Pero al verdadero dueño del “cumpleaños”, ¿qué regalo le voy a dar?

 

3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los números: 437- 439. 496- 507. 1846.

ORACIÓN FINAL

 

Padre bueno, tú que eres la fuente del amor,

te agradezco el don que me has hecho:

Jesús, palabra viva y alimento de mi vida espiritual.

Haz que lleve a la práctica la Palabra

que he leído y acogido en mi interior,

de forma que sepa contrastarla con mi vida.

Concédeme transformarla en lo cotidiano

para que pueda hallar mi felicidad

en practicarla y ser, entre los que vivo,

un signo vivo y testimonio auténtico

de tu Evangelio de salvación.

Te lo pido por Cristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

 

Padre nuestro...

 

Ruega por nosotros, Madre de la Iglesia. Virgen del Adviento,

esperanza nuestra, de Jesús la aurora, del cielo la puerta.

Madre de los hombres, de la mar estrella, llévanos a Cristo, danos sus promesas.

Eres, Virgen Madre, la de gracia llena, del Señor la esclava, del mundo la reina.

Alza nuestros ojos hacia tu belleza, guía nuestros pasos a la vida eterna. Amén.

 

 

 

 

QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR

Preparado para que, cuando Tú llames, yo te abra.

Despierto para que, cuando Tú te acerques, te deje entrar.

Alegre para que, cuando Tú te presentes, veas mi alegría.

 

QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR

Y que, cuando nazcas, yo pueda velarte

Para que, cuando vengas, salga a recibirte

Y que, cuando llores, yo te pueda acunar.