LECTIO DIVINA 18º domingo del tiempo ordinario B l

lectio divina 18º domingo del tiempo ordinario B 

El evangelio de hoy nos muestra diferentes actitudes para seguir a Jesús: los que lo siguen porque han saciado su hambre gracias a Él,  los que buscan  milagros y por último los que lo siguen porque confían, porque en Él han descubierto el sentido del verdadero amor.

 

Jesús, no quiere que se le siga por interés sino por fe, por creer en Él y en su Palabra. Quiere que tengamos claro que es el Hijo de Dios, que viene para saciar y llenar nuestra vida, para estar cercano a los débiles y necesitados, a los más olvidados de la sociedad y a todos.

Nuestra actitud cristiana debe ser la de seguirlo, porque tenemos nuestra confianza puesta en Él, porque ilumina nuestra vida y nosotros debemos ser testigos activos en la sociedad en la que vivimos.

 

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO: 

 

Ven Espíritu Santo,

Ven a nuestra vida, a nuestros corazones,

 a nuestras conciencias.

Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad

para entender lo que el Padre quiere decirnos

 a través de su Hijo Jesús, el Cristo.

Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida

y se haga vida en nosotros.  Amén

 

TEXTO BÍBLICO: Juan 6, 24-35

Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron en los botes y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús. Lo encontraron a la otra orilla del lago y le preguntaron: Maestro, ¿cuándo llegaste aquí? Jesús les respondió:  Les aseguro que no me buscan por las señales que han visto, sino porque se han hartado de pan. Trabajen no por un alimento que perece, sino por un alimento que dura y da vida eterna; el que les dará el Hijo del Hombre. En él Dios Padre ha puesto su sello. Le preguntaron: ¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?  Jesús les contestó: La obra de Dios consiste en que ustedes crean en aquél que Él envió.  Le dijeron: ¿Qué señal haces para que veamos y creamos? ¿En qué trabajas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo. Les respondió Jesús: Les aseguro, no fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.  Le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan. Jesús les contestó: Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará nunca sed.

 

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

 

La multitud sigue a Jesús,  pero no lo buscan por Él mismo, sino por lo material por encima de lo espiritual que permanece.  Jesús les hace notar el interés que los embarga y moviliza; “ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse”. Es decir, no vienen porque reconocen plenamente a Jesús como el Mesías, sino como aquel que logró a través de un signo sobrenatural, darles pan hasta saciarse.    

Ellos seguían buscando signos para creer. Jesús les reprocha su actitud, y los exhorta a buscar y trabajar no por el alimento perecedero, sino por el que permanece para la vida eterna. Este pan, es el que dará el Hijo del Hombre, es decir Jesús.

Creer en aquel que el Padre ha enviado, esa es la obra de Dios. Esta es la respuesta de Jesús a quienes lo seguían. Jesús no les dice directamente que se trata de creer en él, ni tampoco les dice que él mismo es el Hijo de Dios, sino que se pone en el lugar de enviado del Padre, para ser reconocido como tal.

Ante esta respuesta, piden aún más signos para creer.  No bastan los panes multiplicados, ni sus palabras, signos, y gestos. Le recuerdan el maná que sus antepasados comieron en el desierto.  No es Moisés quien le dio el pan venido del cielo al pueblo, sino que es Dios, el Padre, quien lo da.  En su momento fue el maná, ahora da el verdadero pan bajado del cielo. Verdadero, no porque el maná fuese falso, sino porque solo era una figura, un anticipo, pero no una realidad. Jesús es el maná que permanece, que el Señor hizo llover del cielo como alimento de los hombres. Porque Cristo, descendió por todos los hombres y hasta el lugar concreto de cada hombre, y de esta forma atrae a todos hacia sí por su gran amor. Este desciende del cielo, y da vida al mundo.   Ellos le responden “danos siempre de ese pan”.

Jesús es el Pan de Vida que cura las enfermedades, alivia los dolores, anima en los esfuerzos y sacrificios, y fortalece la esperanza.

 

Reconstruimos el texto:

Ø  ¿Qué hace la multitud al darse cuenta que Jesús no se encontraba en el lugar?

Ø  ¿Qué le preguntan al encontrarlo?

Ø  ¿Qué dice Jesús sobre porque lo buscan?

Ø  ¿Los exhorta a trabajar para que cosa?

Ø  ¿Quién les dará el alimento no perecedero?

Ø  ¿A quien marcó con su sello el Padre?

Ø  ¿Qué dice Jesús sobre la “obra de Dios”?

Ø  ¿Qué suceso bíblico le recuerdan a Jesús?

Ø  ¿Quién es el que da el verdadero Pan de Cielo? ¿Cuál es el Pan de Dios?

Ø  ¿Qué le pide la multitud con respecto a ese pan?

Ø  ¿Qué dice Jesús que es? ¿Qué pasa a quienes se acercan a él?

 

MEDITACIÓN: ¿Qué me/ nos dice Dios  en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

 

ü  ¿Busco al Señor cada día, para acercarme y encontrarme con Él?

ü  ¿Me mueven otros intereses a la hora de buscarlo?

ü  ¿Hay en mí comportamientos similares a los de la multitud, que buscaba al Señor por los signos, y el alimento material?

ü  ¿Busco ver, para poder creer?

ü¿Qué pan busco, el que perece o el que da vida?

ü  ¿Cuáles son esos panes perecederos terrenales que me atan?

ü  ¿Cuál es mi experiencia personal con el Pan de Vida; Jesús?

ü  ¿Al recordar todo lo que es capaz de darle a mí vida, me anima a buscar siempre ese Pan, por encima de cualquier otro?

ü  ¿Me pregunto qué significa creer en Jesús, en esta obra de Dios?

ü  ¿Entiendo que creer, requiere de mí una respuesta activa, poniendo mi vida al servicio de Dios, configurándome su discípulo?

ü  ¿Suelo tener la tentación de sentirme “cómodo” en mi vida espiritual, y quedarme allí sin buscar un poco más? ¿Comprendo que solo el Señor sacia mi “hambre y sed”?

 

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo/ decimos a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Tú eres el pan vivo, Señor de la Vida.

Ayúdanos a creer en tu persona y vivir según tu Proyecto.

Queremos ser tus discípulos, artesanos del Reino y testigos de tu Causa.

Danos siempre de tu pan, tu persona, tus palabras,

tus enseñanzas, tu práctica, tu presencia, tu Espíritu.

para que seamos fuertes en la esperanza,

valientes en el camino, testimonios de tu amor

¡Señor, danos siempre de tu pan!  – AMÉN –

 

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría.  Añadimos nuestras intenciones de oración.

 

CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo/ interiorizamos la Palabra de Dios?

 

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:

«Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no pasará hambre»

(Versículo 34)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

 

ACCION: ¿A qué me/ nos comprometemos con Dios?

 

Ø  Volver a leer detenidamente las lecturas. Hoy el Señor nos invita a reconocerlo como el verdadero Pan de Vida.

Ø  Comprometemos a ser una comunidad eucarística.

Ø  También las obras son importantes para demostrar que creemos en el Pan de Vida. Por eso es importante que escuchemos las  Palabras de Jesús y las llevamos a la práctica.